Partida Rol por web

Se asoman en cubierta Assim y Camilla, no se porque parecen sorprendidos, un medh nunca abandona a sus amigos, claro que no son mas que un punado en toda la vida.

- Donde se vio que una Capitana se olvide de su barco? - niego entre sonrisas a Lanza de Sangre, y asiento hacia Assim cuando me saluda. Miro luego a Dio, tal vez no este del todo a gusto con que yo mande en su barco, pero tendrá que acostumbrarse.

Falta gente, bastante, solo reconozco a Zagran. También hay otros arcanistas que no había visto antes. Parece que la Compañía no es muy convincente a la hora de hacer acuerdos.

- Y bien, esperamos a mas gente o partimos? Es muy linda la vista de Emedah pero para admirarla no necesitamos un barco - les digo a Dio y a Reik tras subir a cubierta.

Luego de que el joven mudo bajara con el resto de tripulantes Faramund esperó en silencio a que abriera los camarotes. - Ya era hora - se dijo. Luego tomó uno libre y se dirigió hasta el armario empotrado sin decir palabra. Comenzó a dejar sus cosas en uno de sus lados. Luego observó el colchón, tendido en el suelo. - Supongo que algún tipo de lujo. - Miró al rededor, el resto del camarote. - ¿Y donde van las literas, o espera que los distintos grupos durmamos todos abrazados? - Luego fue regresando a cubierta muy lentamente por si fueran a ser necesario. Nunca sabría cuando les llamaran. 

El secretario arrugó la nariz como si oliera un excremento cuando la nativa medh apareció escoltada por aquellos salvajes caminando por el muelle. Tragandose su indignación y con tono recto y formal se aclaró la garganta y comenzó a hablar.

Señores, damas y tripulación. La compañía les agradece que hayan acudido, cumpliendo la palabra dada y recompensando la buena fe que han depositado en nosotros. En cuanto a los arcanistas ausentes, solo puedo decirles que la compañía rescindirá sus contratos y no volverá a contar con ellos. Además, nos haremos eco de su deslealtad y su reputación se verá severamente dañada.

Salvo que estén muertos. En cuyo caso les dejaremos unas flores. Pensó con cierto humor ácido.

El capitán Dio lo observaba con una sonrisa divertida y se planteó cortarlo con un " ¡Amarrad ese cabo! " pero se contuvo. Incluso él tenía que respetar los protocolos de la compañía si no quería ser amonestado y Reik no dejaba de ser su superior.

Así que se contentó con lanzarle un guiño pícaro a Anumi tras agasajarla con una elaborada reverencia al estilo histako

Capitán, todos los preparativos están listos. Podemos zarpar cuando lo desee. lo informó el contramaestre o más bien su sombra ya que el hombre siguió su camino a amonestar en silencio pero con dureza a un par de limpiacubiertas que ganduleaban ocultos tras la rueda del timón.

Había allí más gente de la que habría esperado que hubiera. Además, dos de ellos habían traído mercenarios al barco. Se estaba gastando mucho dinero en aquella misión de rescate. Sólo esperaba que no dieran ningún problema en alta mar. Ya suficiente castigo era separar los pies de tierra firme como para aguantar las bravuconadas de unos mercenarios.

Escuché atentamente al secretario mirando alrededor tomando nota mental del número exacto de miembros de aquella comitiva. Intentaría conocer a cada uno de ellos. Si iba a poner mi valiosa vida en sus manos, debería saber a qué atenerme si surgían problemas.

El discurso protocolario de Reik continuaba sin trabas...

...pues es necesario y justo que esta misión sea ejecutada con la mayor brevedad posible ya que no son pocos los intereses que la compañía tiene en el diario...

Y llegó un punto en el que Dio no pudo más.

¡Por el amor del Tallamareas, Reik! ¡Basta ya de sermones! ¿Es que pretendes matarnos de aburrimiento? ¡La pinta está lista para partir así que ahorrate el protocolo y ve a la parte en la que nos deseas buena suerte!

La cara alargada del hombrecillo enrojeció y ya se disponía a retomar el hilo cuando observó con estupor como Dio en persona soltaba las amarras sonriendo.

¡Una pena secretario! ¡Pero tranquilo, sabemos que nos desea la mayor de las suertes, como toda la compañía!  ¡Levad anclas!  ¡Tensad la bolinga! se despidió con tono sarcástico y cantarín. ¡Izad los gallardetes! ¡Recoged la estacha de amarre! !Tensad la vela mayor! ordenó a la tripulación con un tono más autoritario y elevado para sofocar los insultos de Reik.

Es usted la deshonra de la... ¡Adiós querida Emedah! Informaré de esto al comandante no le quepa duda absoluto ener... ¡Ya me duele verte cada vez más pequeña en la lejanía! Que le den por... ¡Caballeros! ¡Salgamos de la bahía, la diosa mar nos espera!

Puede que el capitán me sacará de mis casillas y que si no fuera por su barco habría estado el último en mi lista, pero eso no quitó que se me escapara una carcajada de corazón cuando dejo al secretario y toda su pomposa burocracia con la palabra en la boca.

Sin lugar a dudas ese hombre era un capitán de barco, y me iba tocar aguantarle durante lo que probablemente iban a ser meses pero bueno siempre había cosas peores. Por lo demás me quedo apoyada mirando como la ciudad poco a poco se iba difuminando y cuando ya no se veía más que una línea de tierra lejana se acercó al fin Shou Deng que me dijo en su lenguaje natal lo que opinaba del barco y la tripulación.- Más o menos lo esperable...

- Bueno si vamos a fijar alguna ruta, supongo que tendremos que reunirnos. ¿O el capitán sigue teniendo tan desordenada la habitación que me va dar jaqueca solo acercarme a la puerta?- terminó por decir en general cuando parece que el barco ya funcionaba sin más necesidad que la severa vigilancia del contramaestre.

Zagrán se había mantenido en silencio largo rato, ya que estaba preocupado en que el secretario hubiera cumplido su palabra y le hubiese dejado el paquete con enseres que necesitaría desde ese momento.^*

De todas formas, cuando vio lo irreverente que era el capitán, aún con un superior, lamentó sinceramente que todos hubiesen votado a ese Capitán. Tarde o temprano, les daría problemas... era claro, y casi que se imaginaba teniendo que realizar un motín. No de los comunes, con marineros enfurecidos y toda la parafernalia, si no "a la arcanista".

Pero sin entrar en detalles, revisó tener todo lo necesario, y dejó lo menos importante en el camarote. Buscó compartirlo con Camila y sus mercenarios, que habiendo conocido a la primera, quería evaluar a sus acompañantes. Especialmente a la arcanista que la acompañaba, que sus cabellos blancos le llamaban la atención.

Él poco sabía de rutas marítimas y vientos, pero quería estar presente para escuchar las distintas posturas. A él lo llevaban por el mar, y con eso era suficiente.

- Caballeros? - digo mirando fijamente a Dio - Tenemos un Capitán miope acaso? - agrego entre sonrisas y me quedo observando la ciudad sagrada un largo rato, como su silueta poco a poco se hace mas pequeña a medida que nos alejamos. Hasta pronto mi amada Emedah

Luego ubico en uno de los camarotes mis pertenencias, que no son muchas. Hay lugar para tres, así que entramos cómodos con Zeuno y Khelem. Morgatz se quedara en la puerta, a ninguno se le va a ocurrir pasar mientras dormimos si ella esta vigilando.

Camila habla de rumbos, y eso tiene mucho sentido, parece que se ha tomado a pecho la labor de acompañarme en la capitanía. Asiento conforme - Vamos Dio, a tu habitación, quiero ver ese desorden, no sea cosa que tengas que pasarte el día limpiando -

Assim se asomó por la cubierta y se quedó observando como la ciudad se empequeñecía. Comenzaba otro viaje y esperaba conseguir algunas pistas nuevas.

—Parece que nos toca juntos, compañero —saludó a Zagrán poniendole la mano en el hombro.

El capitán no le caía especialmente bien, pero tampoco tenía mucho problema con el. Sobre todo porque tenían suficientes arcanistas para hacer volar el barco a su destino, de ser necesario.

Zagrán asintió con una media sonrisa, sabiendo que ambos hubieran disfrutado mucho más compartiendo camarote con alguna de las damas presentes... ¿quién no?

Al ver que se dirigían al camarote a discutir la hoja de ruta, le hizo un gesto a Assim para que lo acompañara y se dirigió también a donde parecía que sería el lugar desde el cual decidir su destino.

-Mejor que estemos presentes, que aunque tomen la decisión, es importante que sepamos con qué bueyes aramos...- y le devolvió la palmada en el hombro.

Observó a ambas muchachas cuando se dirigían hacia el camarote del capitán. - Muy temprano para fiestas, parece que van hacia allí por otros motivos. - Se susurró por lo bajo. - Creo que puedo ayudar con eso. - Dijo, luego de un silencio, a las palabras comentadas por Camila. - Con las cartas náuticas, claro está. - Respondió a la duda en los rostros de quienes le observaban. - Aunque antes de ver esas cartas debo agradecer el que me hayan dejado un camarote libre. - Agregó con suficiencia antes de acomodarse el saco. - Ha sido un agradable gesto. No creo haberlo dicho con anterioridad, pero mi nombre es Faramund, un gusto. Se me ha contratado en condición de experto. Soy alquimista y estaré a cargo de tasar los bienes de valor que este expedición obtenga para la compañía. - Hizo una solemne pausa. - ¿Será en el despacho del capitán la reunión?

No sabía con quien me había tocado compartir camarote aunque, francamente no tenía preferencia por ninguno de ellos. Además, dormía poco y no estaría mucho tiempo dentro del camarote. Prefería estar en cubierta a pesar de los vaivenes del barco.

Con que disponga de un rincón en alguno de los camarotes es suficiente para mi. Apenas llevo equipaje, ni guardaespaldas.

Miré a los mercenarios que algunos de ellos habían traído a bordo.

No sabía que íbamos a tener compañía mercenaria en este viaje.

-¿Quién no es mercenario aquí?- preguntó con una sonrisa y una leve risa acercándose a Traek -Mi nombre es Zagrán Dinar, mercenario de profesión... entre otras cosas- y le guiñó un ojo.

El hombre pelirrojo se lo veía con un atuendo cómodo y mundano: chaqueta y pantalones de cuero bastante utilizados, un cinto con armas del cual colgaban un estoque y un sable de abordaje corto. Un hombre de armas, todo lo contrario a las túnicas y decoraciones que llevaban otros pasajeros.

Miré al tal Zagrán que se había acercado.

Traek. Sí. Todos somos mercenarios, pero no pensé en bandas organizadas. Creí que sería algo más, no sé, ¿solitario?

Se notaba a la legua que las aglomeraciones de gente no eran lo mío. Tampoco es que prefiriera la soledad, bueno sí que la prefería, pero no me molestaba tener grupos pequeños cercanos. Para mí, allí en el barco había demasiada gente ya.

—Ya nos conocimos, hombre de "muy lejos" —saludó alegre deteniéndose en la puerta para entrar en el camarote del capitán.

—Algunos trabajos se hacen mejor con gente. Y este parece ser uno de ellos —abrió la puerta para que los otros tres arcanistas aparte de el entraran.

El mar en calma de suaves pero vivas olas verdes contrastaba con fuerza con la actividad a bordo de la Pinta Escarlata. Sobre la cubierta las velas se largaban para aprovechar cualquier atisbo de viento y la tripulación se afanaba frenética en aprestar las artillerías de combate en espera de las órdenes del capitán.

¡Contramaestre! ¡Informe! bramó Dio avanzando a grandes zancadas con la capa ondeando tras de si. Su rostro habitualmente jovial estaba ensombrecido y la sonrisa sarcástica se había esfumado. Sus hombres se percataron al instante de que algo no iba bien.

El vigía ha informado de que la Diablo Durmiente levaba anclas después de algún tipo de detonación.  La voz del hombre fornido denotaba extrema gravedad. Tal vez esa escoria esté eludiendo el bloqueo sabiendo que tienen casi inmunidad diplomática. ¿Preparamos las armas?

Dio observó por un instante la lejana figura que tanto poder representaba y se giró hacia los arcanistas.

¡Señores! ¡Damas! comenzó con tono serio Me gustaría decir que la cosa va bien y que será un crucero de placer... pero estaría mintiendo. Vamos a sotavento y la Diablo es un navío negro, por lo que nos dará alcance en menos de un día si no cambia el viento. ¿Alguno de vosotros sabe manipular el viento o tiene algún poder que nos sirva para dejarlos atrás?

De la cofia del vigía llegó entonces un grito ahogado que después se repitió a pleno pulmón. ¡EL SEGADOR ENCADENADO Y EL ZAFIRO DE KALEHD HAN ZARPADO! ¡EL SEGADOR ESTÁ TOMANDO RUMBO DE INTERCEPCIÓN!

¿Más barcos zarpando? Alguien no quiere que lleguemos donde tenemos que ir

Miré por la borda solo para distinguir las siluetas de tres naves que emprendían camino hacia nosotros. Estábamos en serio peligro y no habíamos hecho más que zarpar.

¿Viento? No tenía ese poder, aunque podría disparar un proyectil a las velas.

No sé manipular los elementos. Podríamos tomar la iniciativa y destruir sus velas si queréis.

Zagrán escuchaba la alagarabía del estrés, de la inminencia del combate que se acerca a cada oleada. No tenían mucho tiempo, por lo que apenas Anumi lo hizo entrar a un camarote, él lo observó con esa manera tan característica de quienes entran seguido a lugares peligrosos, y comenzó a hablar.

-Anumi, no tenemos mucho tiempo, ya que tal vez seamos de utilidad pronto- comenzó el joven mirándola a los ojos... ¡que mirada ardiente que tiene!... -Sé que eres sagrada para tu gente, pero para quienes venimos del continente eres una más, y tal vez para más de uno, seas una menos. Yo lo sé, y lo valoro y respeto, pero no esperes mucho más de los demás. Estamos en un terreno en donde si no comenzamos a cuidarnos entre nosotros, pronto habrán cuchilladas en la noche- se apoyó contra una pared, ya que seguramente pronto habría más movimiento en el barco, y se asomó por la claraboya -Me alegra saber que te hayas dado cuenta del error que cometimos al elegir a Dio, yo lo dije, pero en ese momento no me escucharon. Espero que ahora lo hagas- su rostro había estado con un dejo de amabilidad, ahora era un poco más serio, tal vez por los gritos de arriba, tal vez por lo que había visto al asomarse por la claraboya.

-Tenemos que ser estratégicos, ya que ahora estamos en un barco para nada confiable, con un capitán aún menos confiable, con arcanistas que no conocemos- sonrió levemente -Sé que no me conoces, y yo tampoco a ti, pero para esto estoy aquí, que de los nuevos ni sabemos algo- y volvió a su seriedad anterior -¿Me vas siguiendo?-

Quería corroborar que no se fueran a malinterpretar sus palabras, ya que sabía que era un territorio peligroso...

Así que la Decarquía...

Y de repente todo se había vuelto mucho más interesante, si esa nación estaba interesada en nuestra expedición quedaba reafirmada mis sospechas de que habían descubierto algo gordo. Sin embargo ahora eso no importaba demasiado, lo que pedía Dio estaba fuera de mis posibilidades y por lo poco que sabía del resto estimaba que solo había tres con posibilidades de ayudar.

Es entonces cuando escucho a Traek y bajo mi estimación a 2.

- Es un barco negro, las velas les dan igual. Usan calderas. La verdad es que si nadie de los demás puede ayudar a ir más rápido al barco yo recomendaría desviarnos. Aprovechar el viento y a la vez forzar a nuestro perseguidor a chocar contra nuestros aliados. Que por cierto el hecho de estuvieran preparados para zarpar implica que esto era lo esperable, ¿no?

Voy subiendo las escalinatas detrás del grupo preocupado por que acontecimientos se han desencadenado. - Esto es más complejo de lo que creí en un comienzo. - Digo para mi mismo con un gruñido. - Me temo, capitán, que tampoco está entre mis habilidades el controlar los vientos. Pretenderá hacer lo que dice la muchacha. - Señala a Camila. - ¿O mejor nos preparamos para repeler el abordaje? - Esta situación me hacía aflorar un montón de dudas. Realmente seríamos abordados, no había razón para hacerlo. Acabábamos de zarpar, qué podrían obtener de nosotros ahora mismo. Qué buscaban. Me aproximé a la borda y observé las naves, logré reconocerlas, pero sin embargo algún detalle que debía ver en ese momento se me pasó por alto.