Partida Rol por web

La noche ha caído, la habitación está cerrada y tan sólo está lo básico: Cama, escritorio, sillas, algunos libros y muy pocas pertenencias, no se permiten bolígrafos, lápices, papeles o comida de fuera.

Es una habitación acogedora, con muebles de madera, parqué y paredes pintadas de verde sólo hasta la altura de la cadera... La ventana tenía rejas, pero no cortinas... Aquella noche la luna brillaba llena, en todo su esplendor... Por algun motivo, el cuerpo mortal de Sebastian no tenía sueño, incluso después de haber tomado su medicación con la cena...

Fue por ello que pudo fijarse en algo extraño: Bajo la ventana, en el suelo, había un puñado de tierra, como si alguien hubiese vaciado una maceta ahí. No estaba cuando entró en la habitación, pero sí cuando volvió del baño...

El pijama arrastraba ocultando los pies descalzos, jugaban a seguirse uno a otro en una hermosa danza que pocos comprendían, pero podíamos enseñársela a quien nos diera la gana, simplemente tenían que desear aprenderla. La madera respetaba el silencio que imponía la pacífica sonrisa que siempre nos acompañaba, nada de este mundo podía dañarnos, nada podía detener aquello que había nacido para ser imparable, nada podría acallar las palabras que brotaron para ser eternas, sólo un necio lo intentaría, pero debemos perdonarlos, las personas cometen errores, se niegan a abrir los ojos a aquello que les asusta, y nosotros lo hacemos.

Se llevo la mano al pecho desnudo, sorprendido de sorprenderse por aquel ligero y, sin embargo, transcendental cambio en la habitación. Se dejó caer con gracilidad cruzando las piernas para quedar sentado frente al montón de tierra. El dedo índice fue introduciéndose lentamente en la tierra, cada vez más, hasta cubrirlo por completo, entonces fue cuando sus eléctricos ojos azules se abrieron.

La luna nos regalaba su presencia, todo comenzaba, ella siempre misteriosa, única guardiana de la noche, compañera comprensiva de alguien incomprendido, Tú serás la primera, siempre has luchado en solitario por ellos, estamos aquí para ayudarte y agarro un puñado de aquella arena y observó como se deslizaba entre sus manos.

Tienen miedo de aquello que desconocen, de lo que no puede ver, les mostraremos la belleza de la oscuridad, les enseñaremos que no hay nada que temer…que no tiene que ocultar sus sueños…

Y al deslizarse la tierra en la mano, no cayó como tierra. Era algo más líquido y espeso lo que cubría la mano que Sebastian había hundido en la tierra, un elemento vital para el ser humano: Sangre.

El enorme coágulo que la tierra había formado, se hizo líquido, y se extendió manchando las rodillas del muchacho...

Entonces, en sus oídos se formó un rumor. Un enjambre de mil abejas zumbaba a cada lado de su cabeza, desorientándole y hablándole con voz de mujer, lejana y quebradiza... Las abejas se lamentaban y susurraban secretos...

- ...Hay más hombres que mujeres, y mi David está ahí ¡Ay, mi pobre amor! Y si anda al lado de una frontera triste y pobre, todo irá bien, porque Christina no puede matarle toda la vida... A mi Dave no, no. Porque está el salvador y no le va a dejar, ya lo veréis cuando mi grito sea el vuestro, qué pena. Nos acordaremos suplicando de la vez que tuvimos caritas de muñeca... Y siempre, siempre, siempre de los poemas, sus poemas, ya no está conmigo...

El rumor se aviolentaba, como si aquel enjambre de maldad quisiera acallar el eco de la triste voz... Y resonó una más estridente, una casi dañina...

- Pues claro que hay hombres entre nosotras... una de nosotras... debajo de su bata no esconde lo que todas creemos... ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡Hombres! ¡CLARO! Ahora mismo... Caroline Vandemberg se encuentra siguiendo las pistas del misterioso caso del Comedor Común del Psiquiátrico Femenino Saint Dominique de Boston... una de sus compañeras es un hombre... ¿pero cuál? ... ¿y por qué el sanatorio se llama Saint Dominique de Boston si estamos en Massachussets...?

Otra vez la voz que sonaba como si fuera luz...:

- Esconde cuchillos, cuchillos y collares, como un resplandor blanco en su cabeza joven, como un pentagrama silencioso y emborronado de tinta, una aguja vacía y una escultura que se mueve, un cachorro alienígena ¿Puedes oirme, Salvador? No te llamo a ti, Allen, no ¡No toquéis a mi hombre, aunque sea joven, aunque sea guapo! La luz de aquí es como la luz de luna, que no existe, que solo es un reflejo ¡Por favor! ¡Ayuda! ¡No quiero gritar más! ¡No os acerquéis a mi si no me traéis una raíz de árbol o al de los ojos de luna!

Levantó la vista, y la ventana estaba cerrada, una mano suplicaba emborronada por una densa neblina al otro lado, dejando la mancha en el cristal...

En ese momento, una bofetada sacó del trance a Sebastian. Estaba sujeto contra la cama por cuatro celadores. La luz de la mañana inundaba la habitación y todo estaba cubierto de aquellas marcas...

- ¿¡Cómo has hecho ésto, Nachjbar!? - gritó uno de los celadores, parecía asustado, lo que es lógico si uno encuentra semejante escena tras encerrar a un interno sin posibilidad de acceso al exterior - ¿¡De quién es toda ésta maldita sangre!? ¿¡CUÁNDO COJONES VIENE LA POLICÍA!? - preguntó ésta vez levantando el cuello y mirando hacia la puerta...

La sangre de los que sufren, de aquellos que nunca fueron escuchados, miró su mano, con una sonrisa perdida, la movió hasta que su palma extendida y ligeramente ahuecada quedó cerca de sus cara, entonces acerco sus labios y probó el líquido vital, y así fue como todo comenzó…

Somos capaces de oír el corazón de las personas, de adentrarnos en sus mentes, parecían conversaciones vacías, pero es obvio que son peticiones de ayuda a quien pueda escucharlas, y esos éramos nosotros, podíamos sentir su dolor en nuestro corazón, hermoso y triste cántico que debe ser respondido. El resto del mundo, el que no comprendía, intentaba acallarlas con sus murmullos, temeroso de conocer la verdad que cada uno anhelaba, nos necesitan. Alzó la mirada a la hacia la ventana, y se incorporó con inusitada rapidez para colocar su manos justo frente a la suya, separadas por el frío cristal, Estamos aquí… pero no pudo decir nada más…

¿QUÉ HABÉIS HECHO?, ¿DÓNDE ESTA? se movió con fuerza, su mirada se clavó en el celador impregnada de puro odio, pero al percatarse de las huellas se relajó abatido, y una profunda tristeza apagó por un momento el resplandor de su azul, tarde, no podíamos ayudar rodeados de gente que no tiene alma, gente tan cruel y egoísta, suspiró intentando tranquilizarse, teníamos que aprender, no podíamos repetir los mismos errores.

No he sido yo sus ojos se clavaron profundamente en los del celador, y era difícil percibir quien mantenía prisionero a quien. Una sonrisa volvió a aparecer en el rostro de Nachjbar, perdonábamos a aquel hombre, pero era evidente que teníamos un largo camino por recorrer.