Partida Rol por web

Después de que cada uno eligiera sus armas, la Cardenal se acercó a Erick y le dijo:

-Bueno, y ahora quiero una explicación a todo esto. Y no escatimes en detalles.

Al principio se mostró algo reticente, pero cuando empezó a contar todo lo que sabía sobre la organización del Anillo Negro, las piezas empezaron a encajar.

Él conoció al « Maestro» hace un par de años. Un encuentro fortuito, una noche. Tenía el suficiente conocimiento del alma humana que parecía que conocía a Erick de toda al vida. Conocía sus sueños y sus más profundos temores. El Gangrel cayó en su embrujo.

Él le necesitaba para un ritual, para invocar a un ser de poder descomunal que habitaba entre nuestra dimensión y otras, encerrado desde hace eones en el Vacío.

El plan era sencillo: Erick seguiría siendo el espía del Sabbat como si no pasase nada y ayudaría en el rito cuando se le pidiese. Vicen, que también pertenecía al grupo, jugaría igualmente en este baile de máscaras. También había más gente: por ejemplo «Odín», el cantante de rock, que ayudaría llevando unas tablas de madera de ginko (necesarias para el ritual) en el camión que utilizaba para sus giras por todo el país. Las recogería en el puerto de Algeciras y las llevaría hasta Madrid. O «Amapola», una Toreador que se pasó de lista y mataron en el incendio de la Torre Windsor. O Alcibíades, el Nosferatu que vivía en las alcantarillas. Usar a Otto para que acabara con él fue una gran idea: todo el mundo empezó a pensar en la Inquisición y no en ellos.

Para la ceremonia se necesitaba la máscara de las diosa Sól, guardada en un museo de La Coruña; al igual que el espejo negro de obsidiana que estaba en el Museo de Ciencias Naturales. Todo ello debía ser robado o conseguido de algún modo: le espejo lo robó «Odín», la máscara se la vendió Feito, el Príncipe coruñés. Y fue aquí cuando entró en juego de Rosas y todo empezó a complicarse.

Erick no podía hacer nada para evitar que robase una serie de documentos inculpatorios en la Torre Costa Rica sin delatarse, así que actuó como si no supiese nada, contactó con Toxo en esa ciudad y consiguió los papeles. Luego informó de la operación en la estación de tren, evitando que os hicierais con Peñafiel, el contable albino, que venía ha realizar una transacción cuyo origen él desconocía. Por eso os encontrasteis el tren vacío cuando llegó a la estación de Chamartín.

Pero los contactos de Antonia descubrieron la nueva cita. De Rosas y Kashia fueron a con Erick a evitar tal cita... Pero el argentino se empeñó en esperar y ver con quién había quedado el contable. Así apareció Vicen después de haber fingido su propia muerte para desviar el foco de atención: que fuera a aparecer en la torre era algo con que Erick desconocía, así que lo único que pudo hacer fue dejarle escapar.

Se rieron de mucho cuando se enteraron de que Rael, Amely y Yakov habían asaltado la sede de la Inquisición siguiendo una pista falsa. Pero el estúpido de Otto debió dejar alguna pista que os llevó hasta él. El «Maestro» no debió confiar en él, demasiado joven e impulsivo.

Ahora sólo hacía falta esperar a la señal celestial que indicaría el momento en el que el tiro sería propicio: la conjunción astral.

-Por eso vimos Juan Manuel y yo a eso tipos sacando un muerto envuelto en una manta.-Ante la mirada extrañada de todos los presentes, Ayelen añadió-Sí, la noche después del incendio en el rascacielos ése, sí, el que se quemó... Bueno, como se llame. Pues fuimos a investigar las siluetas que se veían en el vídeo que grabaron unos vecinos durante el incendio, y Juan Manuel y yo vimos como sacaban un cadáver de entre los escombros. Debía ser la tal «Amapola» ésa.

Seguí a Rael y miré también los puños americanos.

-Creo que me quedaré con uno de ellos-pensé.

Miré con la boca abierta a Erick mientras escuchaba su discurso. Incluso se había reído de ello.

Ya no le reconocía, ya no. Ése no era Erick. O quizás nunca existió.

-Investigué los robos hace unos días. La máscara y el espejo se utilizaban para invocar espíritus y cosas así.

Dije esto para despejar mi mente y dejar clara una cosa: mi sire podía ser un traidor, pero yo jamás.

Yakov decidió coger un puñal largo que había sobre uno de los estantes y, al igual que Rael, unas cuantas cajas de munición para su pistola. Amely se decidió por una daga de filo irisado.

Andrea estuvo hablando con su sire mientras Torres-Agüero mira el mapa por si se le ocurría alguna idea o comentario sobre el plan.

Salís del refugio: García, Andrea, Antonia y Torres-Agüero en un coche largo y lujoso que había traído el contable. El resto vais en una pequeña furgoneta, siguiendo a la Cadenal hasta el sitio donde había quedado con Tobías.

La Plaza Elíptica estaba vacía y llena de escarcha, todo estaba en silencio. Tobías os esperaba bajo una sucia y desgastada parada de autobús sentado y mirando al vacío.

Tras un corto viaje por la ciudad, llegáis a la Plaza del Dos de Mayo, un cuadrado rodeado de edificios viejos llenos de balcones. La estatua donde os habéis citado con "Odín" es un pequeño arco de ladrillo, lleno de palomas durmiendo, sus excrementos y botellas vacías de cerveza. Bajo él hay una escultura de dos hombres, antiguos héroes ahora rodeados de vagabundos. Todo está lleno de suciedad, hombres durmiendo entre cartones y árboles medio secos.

Tobías miró la plaza por encima del mugriento cuello de su mugriento abrigo.

-Creo que alguien debería cerrar las salidas, por si esa sabandija sale corriendo.-Gruñó señalando las bocacalles que se abrían a la plaza.

-Yo me esconderé en esa calle, detrás de un contenedor.-Levantó un dedo grueso como tronco, apuntando hacia la calle Ruiz.

-Yo me voy con el señor Torres-Agüero y mi chiquilla-anunció la Cardenal.-Espero que tengan suerte en esta misión.

Miró su caro y minimalista reloj de pulsera y comentó:

-Todavía falta media hora para la cita, aprovechen el tiempo.

Y dicho eso se fue en su flamante coche.

Juan Manuel de Rosas escucha con atención lo que dice la Cardenal y asiente para luego con aquellos o aquellas que decidan formar parte de su equipo así fueran a cerrar las salidas,para evitar que esa escoria pudiese escaparse.

Tras irse la Cardenal, vuelvo a mirar el mapa - lo que dice Tobias es cierto - pienso mientras observo las calles. Bien, creo que Erick debería entrar por aqui - señalo la calle Daoiz, justo donde está escrito el nombre en el mapa - acompañado por usted - miro a las Kashya y lo digo con dudas - espero que puedas controlar a tu sire - digo en tono medio afirmación, medio pregunta. Yakov, tú deberías cubrir el otro extremo de la calle Daoiz porque es la más cercana a la estatua. De Rosas, Amely, Ayelen y yo cubriríamos las calles Dos de Mayo y ambos extremos de la calle de San Andrés. ¿Os parece?

Juan Manuel de Rosas asintio y dijo:

-Si es así,marchemos hacía allí y no demoremos mas esta diligencia,acabemos con ese tal Tremere que se menciono y evitemos lo que intenta hacer esta noche!!! La espada de Cain por la eternidad!!!

Decía esto como para alentar y dar animo a las tropas.

Todos asienten y se colocan tal y como ha dicho Rael. Lo importante es no dejarlo escapar, no fuera que ahora, tan cerca, se escapase y todo se fuera al garete.

Esperáis un buen rato hasta que llega al centro de la plaza un tipo muy corpulento, vestido con pantalones de camuflaje, botas militares y cazadora de cuero. Se acerca a Erick y empiezan a hablar.

No sabías muy bien qué pasa, pero sin que os deis cuenta Erick sale despedido por un puñetazo de Odín y se estampa contra un banco de madera cercano, haciéndolo añicos. Mira con rapidez y rencor a su alrededor y sale corriendo hacia la calle Dos de mayo.

Juan Manuel de Rosas niega con la cabeza y dice en voz baja:

-Oh no,no lo haras!!!

Dicho esto a continuación lanzo su poder de sombras sobre la calle dos de mayo.

Con los puños americanos ya colocados, saco la pistola mientras me voy acercando a él y empiezo a disparar

Los vagabundos que dormían sobre los adoquines ennegrecidos de la plaza salieron huyendo, gritando y empujándose unos a otros. Los que, presa del pánico, se quedaron inmóviles ante la sombra que emanaba de Juan Manuel y los disparos de Rael, fueron aplastados sin miramientos por sus compañeros que, como alma que lleva el diablo, salían corriendo de la plazoleta.

Odín se retorcía entre los tentáculos de Juan Manuel, intentando zafarse. El Lasombra intentaba con todas sus fuerzas retenerle, pero su presa se resistía, retorciéndose y contorsionándose como un pez en la cesta de un pescador. No sabía si podría retenerlo durante mucho tiempo.

Mientras los demás se acercaban, estrechando el cerco.

Las balas de Rael se clavan en el cuerpo de Odín, que gruñe como un oso mientras que lucha contra la oscuridad que emana de de Rosas.

Juan Manuel de Rosas se concentra y se dispone a pelear de nuevo a traves de sus tentaculos.

Amely se acercó sacando su pistola de debajo de su abrigo. La escopeta brilló bajo la luz mortecina de un farol cercano.

-¡Párate o te dejo como un colador!-gritó apuntando a Odín.

Ya estaba empezando a hartarse de tanta persecución y tanta tontería. ¿¡Quién le habría mandado ir a Madrid!?

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