Partida Rol por web

Quién es quién en el Sabbat madrileño.

Superviviente de una de las últimas “cazas de brujas” de Clemente XII, Antonia vivía por y para la vida: amante de las fiestas, comidas en los jardines y de los bailes más selectos de Versalles.

Hija de Pío Cortázar, embajador de España en París, tuvo una educación exquisita y refinada, digna de una reina. Pero ella tenía otros planes: libertina y dada a los amoríos, no tardó en caer en las manos de François Dupont, un rico y extraño comerciante de Sèvres. Fue él quien la convirtió, jurándola amor eterno. ¡Pobre infeliz! Abandonada a su suerte, consiguió la protección de Ives Chevalier, Príncipe de Orleáns, lo que la salvó de la muerte definitiva. Lo último que supo de Dupont fue que pagó caro ignorar las Tradiciones. Antonia no lloró por él.

La Revolución Francesa hizo que huyera a España, donde vivió al amparo de Joan Cadafels, Príncipe de Barcelona. Bajo su sombra consiguió cierto reconocimiento, siendo su embajadora y una miembro relevante de la Primogenitura.

Su paso al Sabbat sigue siendo un misterio. Desde 1.940 ha sido la mano derecha del Cardenal de La Coruña, Santiago Axenxo, hasta el momento en que fue nombrada Cardenal de Madrid.

Alta, delgada y de porte adusto, Antonia Cortázar es una persona amable, de voz pausada y modos tranquilos.

Gran amante de los gatos, la Filosofía y de una buena conversación, la Cardenal de Madrid parece más una confidente que una jefa.

La orgullosa y altiva Andrea López nació en 22 de diciembre de 1.870, el mismo día en que murió Gustavo Adolfo Bécquer. La fecha de su nacimiento le traería fortuna, vaticinó su padre, Pelayo López, era un escritor de cierto renombre dentro de los círculos literarios de Valladolid.

Educada en todas las Letras, Ciencias y Artes, la joven Andrea sobresalió por su intelecto y sagacidad, a la par que por su perversidad. Acostumbrada a sobresalir por encima de los demás, no piensa ni un minuto en pisar a aquél que se interponga en su camino.

Es la chiquilla y mano derecha de Cortázar desde principios de siglo, y algunos piensan que no tardará mucho tiempo más en intentar quitarle al puesto a su sire.

Delgada y de aspecto inmaculado, podría pasar por una sofisticada secretaria.

Amante del orden, de las cosas bien hechas y de la soledad, Andrea no es una compañía que se elija por gusto.

“Orquídea letal” es una asesina contratada como refuerzo. Poco más se sabe de ella, aunque parece tener un extraño pacto con Antonia Cortázar...

 Elegante como una garza y rápida como un halcón, “Orquídea” es una asesina eficaz y silenciosa. Asegura haber matado a más de cien hombres, y pocos que posan su mirada sobre sus ojos profundos viven para contarlo.

Tobías nació a principios del Siglo XVIII en un pequeño pueblo de la Serranía de Cuenca. Hijo mayor de 10 hermanos, su infancia no fue fácil: sus padres eran campesinos pobres sin tierras, lo que hacía que toda la familia pasara hambre. Llevado por la necesidad, el pequeño Tobías se dedicó al pillaje y ala robo. A los 15 años visitó la cárcel por primera, que no última, vez.

Con 21 años intentó robar en la casa de unos marqueses. Los perros de la finca alertaron a los guardias, que encontraron al joven intentando alcanzar un balcón. Eso le valió 10 años a la sombra, lo que no hizo más que acrecentar su odio contra la sociedad.

Una noche, sin previo aviso, un noble cuyo nombre no conocía le liberó y le llevó a su castillo, en Guadalajara. Así pasó a ser el ghoul y parte de la guardia de Leopoldo de Pavía. Cuando al final lo abrazó, Tobías escapó.

Y así sigue en la actualidad: escapando no se sabe muy bien de qué. Sin lujar fijo, asocial y temerario, ha estado en toda revuelta humana o no-muerta, apoyando a cualquier grupo subversivo o antisistema. Nadie sabe cómo ha durado tantos años...

Lo más llamativo de él son sus cicatrices en la cara (recuerdo de la cárcel de Mota del Cuervo) y sus garras (recuerdo de su maldición vampírica).

Corpulento y alto, siempre enfundado en su viejo y raído abrigo, su silueta es inconfundible.

Callado, seco y maleducado, Tobías es lo que se suele llamar una “persona borde”.

Del silencioso y monacal Torres-Agüero no se sabe gran cosa. Él mismo se ha encargado de ello.

Las leyendas que circulan por el Sabbat hablan de él como un bastardo de los Mendoza, señores de vastas tierras. Otras historias hablan de un héroe que consiguió sobrevivir a los oscuros años del Medioevo y a las llamas de la Inquisición. Todo conjeturas.

Lo único que se sabe a ciencia cierta es que se unió al Sabbat después del fin de las enemistades entre la Camarilla y los Tremere. Algunos afirman que hay puesto precio a su cabeza todavía.

Alto y delgado, ataviado siempre con una vieja túnica, parece más una imagen sacada de un convento que un contable.

Respetuoso y callado, no es amigo de las fiestas ni reuniones sociales. Prefiere el refugio de la soledad y de sus libros.

Vicen no tuvo una buena infancia. El barrio de Malasaña nunca fue un barrio fácil, y algunos aseguran que nunca lo será.

Hijo de un camionero borracho y de una mujer que siempre intentaba taparse un ojo morado, Vicen no fue un niño feliz. Y una infancia triste suele conllevar una adolescencia problemática: miembro de un grupo de desheredados que se dedicaban a robar en panaderías y a romper buzones, pronto terminó en las listas de la policía y en la banda del “Tío Navarro”, el mayor capo de la droga de la Capital. Camorrista y bravucón, el trabajo de gorila le proporcionaba la sensación de poder que ansiaba.

De este modo no fue difícil que un tal Julián “El Topo” le abrazara. Poder a cambio de una maldición. Vicen piensa que salió ganando.

Tiene el típico aspecto de gorila de discoteca: pelo cortado al cero, músculos prominentes y cara de pocos amigos.

No sabrá qué río pasa por Toledo, o cuánto vale el número pi, pero es una enciclopedia andante a cuanto armas se refiere. El Sabbat no podría haber fichado a un proveedor de armas mejor.

Erick es un casanova, un donjuán. Tiene un algo especial que atrae a las mujeres. Y él sabe aprovecharse de ello. Por esta razón el Sabbat se fijó en él. Era el espía perfecto: listo, seductor, educado y, lo más importante: tiene una cuenta pendiente con la Camarilla.

Erick nació a principios del siglo XX en Borgoña, en el seno de una familia adinerada. Su infancia pasó entre viñedos y jardines, y se puede decir que fue una infancia feliz. Pero todo cambió con la I Guerra Mundial: el champán ya no se descorchaba, y por Europa ya sólo corría la sangre. Toda la familia tuvo que abandonar los campos para sumirse en la miseria.

Una noche fría y lluviosa, un tal monsieur Obscurité le ofreció un pacto: sus servicios y total sumisión, a cambio de un futuro mejor para su familia. Erick accedió, sentenciando fatalmente su vida... y su no vida: lo que no sabía era que había perdido todo... por nada. Así fue como pasó a ser el chiquillo y sirviente del nuevo Príncipe de Dijon, mientras su familia moría de frío y enfermedades en las calles, y los aviones volaban rumbo a una guerra que le era totalmente ajena.

Sirvió a Obscurité hasta que la humareda levantada por el ejército nazi en una nueva guerra le sirvió para huir y refugiarse en España, desde donde prepara su venganza, fría y cuidadosa venganza.

Es lo que se puede llamar un chico guapo: ojos color oliva, pelo castaño y una sonrisa que atraviesa piel y hueso.

Le gusta mucho la literatura, el cine y, como buen Gangrel, el aire libre y los largos paseos bajo la luz de la luna.

Jean Carlo Desment nació hacia a finales del siglo XVIII en Milán, como el tercer hijo de un noble del Ducado, Pietro Desment.
Mimado y rodeado de pompa y cariño, Jean Carlo desarrolló un carácter amable y calmado, adornado por una buena dosis de timidez.
Su vida fue segura y alegre hasta la invasión napoleónica de Milán. Fue entonces cuando, en la huída de la ciudad, Jean Carlo se perdió, llegando hambriento y cansado a Turín.
Ahí lo recogió un señor rico, muy excéntrico y serio, pero que apadrinó a Jean Carlo y le trató como a un hijo.
Pasaron los años y el temor y las dudas de Jean Carlo iban en aumento, acrecentadas por los oscuros rumores que circulaban en la cuidad sobre su “padrino”, llamado Gianni Cappellacci.  Pero todas las preguntas y dudas quedaron resueltas cuando éste le reveló que era el Príncipe de Turín, y lo abrazó.
Desde entonces fue su pupilo y acompañante, aprendiendo todo lo referente a las costumbres vampíricas. Pero todo esto cambió en un viaje a la Viena del modernismo y el psicoanálisis... Allí confraternizó con las ideas anarquistas del grupo liderado por Günter Haynd, un viejo Brujah del que se dice que estaba medio loco. Abandonando sus ideas y todo su mundo, Jean Carlo se lanzó a la lucha por la igualdad entre los cainitas desde los mítines y la propaganda, siendo el autor de varios libros que han pasado a formar parte del ideario revolucionario de los vampiros. Luchó en la Revolución Rusa, la Griega y durante la II Guerra Mundial contra las fuerzas del Eje.
Pasó a las filas del Sabatt español después de la Guerra Civil, y fue elegido como diplomático en la lucha por la capital.
Al poco tiempo de su llegada a España, tomó bajo su protección a Yakov Kirílovich. Nuca le dijo por qué hizo tal cosa, pero para Jean Carlo Yakov supone un espejo donde ver reflejada su juventud.

La vida de Jean Carlo Desment es sencilla: amante de los libros de aventuras y de Alejandro Dumas, de las buenas conversaciones y del fútbol (es seguidor del Atletic de Bilbao), es una persona algo nerviosa y tímida, pero a pesar de ello es una persona con unas ideas muy claras, un gran conferenciante y alguien en quien confiar.