Partida Rol por web

Aguantas como un jabato el peso del cansancio y las heridas, lo que te permite seguir adelante durante unas horas más. 

Ralph no tarda en alcanzarte y te observa con mirada de preocupación. Su estómago también ruge como el tuyo pero el mediano no le da la más mínima importancia. - Más que desayunar, yo diría que pares un poco y recuperes el aliento, amigo mago. Se te ve en las últimas y ¡no quiero que te desmayes! ¿Qué pensarían los viajeros si me vieran arrastrando a un tipo en tu estado? Como te has ido tan rápido se me ha olvidado felicitarte por el gran trabajo que has echo. ¡Ha sido una pasada ver volar por los aires a ese canalla de Gareth! - Ralph saca un odre de agua y echa un trago, para después ofrecerte un poco de agua mientras continuáis vuestro camino - Ahora que Sir Gareth ha fenecido, tan solo hay diez de los doce caballeros que forman la élite de ese sanguinario grupo. Que no te recoma el remordimiento, amigo Collan. Has prestado un gran servicio a la sociedad, ¡te lo digo yo!
Por cierto... qué pretendes hacer a partir de ahora? Tienes pensado a dónde vas a ir?

Paso, paso, golpe de bastón. Paso, paso, golpe de bastón. Paso, paso, golpe de... paso de mediano. Frase ingeniosa, paso, respuesta de mediano. Las palabras siguen, hasta que Ralph se detiene revisando su bolsa hasta sacar algo de agua, y eso consigue que cuando me la tiende me detenga.

-Pero la posada de ese hombre no merecía tal trato. -Digo tras un buen trago. Es cierto que el cansancio se me acumula sobre los hombros, y cada momento que paso detenido es un momento más en que no me apetece seguir caminando. Y el mediano directamente ha conseguido saltarse todas mis barreras sociales, según parece, con su pesada insistencia. -Además, la fuerza nunca arregla las cosas... -a largo plazo. Lo sé muy bien de mi infancia. -Y me gustaría ver esa daga tuya, si no te importa, antes de seguir caminando buscando un sitio donde se me necesite y pueda quedarme. No parto hacia ningún lugar en concreto. -Le tiendo su odre de agua, meditabundo.

Ralph sonríe cuando le nombras la daga. El mediano se frena en seco, saca la reluciente hoja y te la entrega para que le eches un vistazo - Aquí la tienes, amigo Collan. A parte de lo precioso de sus ornamentos, que probablemente sean zafiros y rubíes de verdad, posee aptitudes mágicas que yo no logro entender muy bien. Se que cuanto más profundo es el pinchazo más mortal resulta, aunque eso podría ser común a todas las armas. Igual sus encantos escapan al conocimiento de un mago aprendiz - comenta desconcertado mientras se rasca la cabeza. 

- Por cierto, yo se de alguien que podría necesitar tu ayuda - la cara de desconcierto del mediano se torna nuevamente en una expresión alegre y una gran sonrisa se dibuja en su cara mientras se señala a si mismo - ¡Yo! Bueno, más bien los Guerreros del Amanecer, ¡la más grandiosa y estupenda compañía de aventureros que existe y existirá jamás en Tesalia! Solo contamos con un mago y el hombre ya está mayor para venirse de aventuras con nosotros. Tu aportarías aire fresco y, quién sabe, igual aprendes dos o tres cosas del viejo Anthon antes de que se retire.

-Descansemos un rato, pues, ya que has insistido, y así podrás contarme qué es toda esa historia sobre guerreros, caballeros y sires. -Digo, contemplando la daga que me ha prestado y tras llegar a un pequeño remanso del camino donde poder sentarnos incómodamente en el suelo. -Y así podré echarle un vistazo a este instrumento tuyo, para ver si un mago aprendiz puede descubrir sobre ella. -Tomo asiento, relajándome apoyando la espalda contra un árbol en un intento de conseguir un poco de comodidad.

Y así, me dispongo a escuchar mientras estudio la daga en todos sus ámbitos, a ver si consigo obtener algo más de ella que un simple "cuanto más la clavas, más daño hace" que, como bien ha dicho, suele ser una aptitud habitual en todas las armas de filo. Y juraría... casi juraría que algo de la magia de este arma me suena. Pienso para mí mientras me esfuerzo bastante más en esas propiedades que en el asunto monetario.

- Pues entonces será mejor que nos sentemos a descansar. Es una historia bastante larga, amigo Collan - Te responde el mediano.

Os sentáis a descansar las piernas un rato mientras examinas la daga fijamente. Al principio la runa que lleva inscrita no te dice nada pero, haciendo memoria, logras caer en la cuenta de que esa runa la habías visto en uno de los polvorientos tomos de la biblioteca de Barataria. Si tu memoria no te fallaba, gracias a este tipo de runa, el arma es capaz de traspasar cualquier tipo de armadura por muy dura que sea. Una vez que la hoja penetra en la carne desata una potente corriente de energía arcana que recorre todo el cuerpo de la víctima.

- Por dónde empiezo. Uhmmmm.... Bueno, el nexo de unión entre guerreros, caballeros y sires, como tu dices, se llama "Compañía", "Gremio" o "Grupo". En este mundo de aventureros, si uno quiere sobrevivir tarde o temprano acabará uniéndose a un grupo de aventureros o formando el suyo propio - Ralph hace un pequeño parón para echarse un trago de agua - Ya te he hablado un poco por encima de los Caballeros de la Mano Roja. Es una de las más importantes bandas de mercenarios del reino de Figaro, y, aunque se hacen llamar a si mismos caballeros, en realidad no lo son. No poseen tierras o títulos y tan solo dos o tres son nobles de verdad.

Los que se hacen llamar Sires son los fundadores de la banda y algunos de sus hijos, pues esta banda ya cuenta con varias décadas a sus espaldas. De esos doce Sires dos han muerto. Sir Gareth era uno.
El otro murió hace diez años más o menos, se llamaba Sir Galenhad Lance, un hombre despiadado como pocos que fue abatido por Keldorn, el líder de nuestra pequeña compañía de aventureros. Nosotros somos los "Guerreros del Amanecer", un nombre un poco cursi según mi parecer, pero Keldorn y Anthon fueron los fundadores y eligieron ese nombre - Ralph te observa con inquietud y se lleva las manos a la cabeza - Espero no abrumarte con toda esta historia

Mientras la historia suena de fondo, y atiendo como bien puedo atender tres asuntos distintos a la vez con mi gran capacidad intelectual, reviso y contrareviso el arma entre mis manos con muchísimo cuidado de no acercar el filo a mi persona. Y mientras un mediano me narra un cuento de caballeros y aventuras, de esos que se leen en los relatos infantiles. Que no es que yo tuviese ninguno, trabajando mi padre en lo que trabajaba y viviendo yo como vivía, pero sí he tenido oportunidad de ver más de uno como adulto, aunque solo fuese en calidad de préstamo a cambio de una ayuda en otras clases.

-Tienes un arma muy particular entre manos, si te soy sincero. Capaz de hacer mucho daño incluso contra fuertes armaduras.  -Y tras eso, sin ninguna intención de quedarme un objeto así de asesino más tiempo del ya gastado, se la tiendo con cuidado de que ninguno de los dos nos cortemos. -Y no te preocupes. He leido muchas historias en los libros de la torre, tú la cuentas... con más esmero, digamos. -Y mucha menos concreción, pero es más sencillo hablar de hace trescientos años conociendo todo lo ocurrido que una sola versión de la historia. -Sin embargo, me temo que yo no pretendo, como has dicho, embarcarme en la "más grandiosa y estupenda compañía de aventureros de Tesalia" porque, en definitiva, yo no busco ser un aventurero. Yo solo busco... -¿qué? ¿Un lugar donde practicar un arte mágico prohibido, penado con grandes dolores o incluso la muerte solo porque un grupo de personas ancianas creen ser incapaces de controlar la magia y piensan que todo el que desea traer muertos a la vida es malvado per sé, sin atender a cuál puede ser el interés para traer al recién fallecido granjero-anciano-con-cuentas-pendientes durante unos instantes para solucionar el asunto de las herencias entre los tres hijos que ya planean matarse los unos a los otros con horcas? No suena especialmente bien. -Busco un lugar tranquilo donde poder hacer bien en el mundo. Y no creo que en una grandiosa compañía de aventureros, y menos si se enfrentan a enemigos con tantos años para prepararse a sus espaldas.

- Bueno... quizá haya exagerado un poquito - dice Ralph divertido - en verdad somos una compañía modesta, pero somos grandes de espíritu! Y en general solemos hacer mucho bien. Esto - dice mostrándote la daga - es tan solo un asunto personal. Anthon me recomendó que tenía que resolverlo si quería seguir adelante con mi vida. Estaba empezando a desarrollar una extraña e insana obsesión por mi arma perdida... - El mediano se queda durante unos instantes observando detenidamente la daga hasta que se da cuenta de su ensimismamiento. Sacude la cabeza y vuelve a fijar su mirada en ti - De todas formas, si lo que quieres es encontrar un sitio tranquilo donde poder ayudar, conozco el sitio perfecto. Una pequeña villa a los pies del camino real, cerca de nuestro campamento. De vez en cuando los aldeanos nos piden ayuda directamente a nosotros o simplemente clavan un anuncio en el tablón de la posada para los aventureros que están de paso. Podrías acompañarme hasta ese lugar y así disfrutamos de un viaje en compañía.

-Es... mágica. Las cosas mágicas tienen su propia percepción del mundo, no te olvides nunca de ello. -Digo, tras beber otro trago de agua. Todo buen mago sabe que la magia es poder, y que no son únicamente los objetos dotados de magia los que tienen su propia historia, sino todo aquello que sirva como receptáculo de magia, y un gran listado de objetos entran en esa descripción. Quién sabe, igual hasta mi propio grimorio, esperando en la biblioteca, contenedor de magia en palabras escritas, pretende tener su propia historia. Y yo sirvo como medio para ella...

Pero eso son teorías de magos alocados, por supuesto. Nadie en su sano juicio pensaría que no son los magos los que dominan ese poder sino que son simplemente la herramienta. O más bien, nadie en su sano juicio querría pensarlo, lo que habitualmente viene a ser lo mismo. Me pongo en pie, algo más descansado. -Bueno, eso no suena tan mal. Quizá el camino real es demasiado transitado para el lugar tranquilo que tengo en mente, pero parece un buen punto de partida. Y no voy a hacerle el feo a alguien que me ha salvado una vez la vida, así que marchemos, pues, a esa villa de la que hablas. El día todavía está en su cénit, así que de seguro podemos recorrer un trecho antes de que el sol se ponga. -Dicho eso, me apoyo en mi bastón con suavidad, considerando que todavía sigo algo tocado anímicamente por haber usado tanta magia de una sola vez, e inicio el camino.

Con el sol brillando en el cielo, el camino se abre ante ti hacia un horizonte nuevo y desconocido.

Con el amigable mediano Ralph a tu lado emprendes un viaje hacia el apacible lugar del que te ha hablado, con las esperanzas puestas en un futuro de libertad mientras rezas a los dioses por que ningún mago de Barataria note la falta de cierto libro que llevas en tu mochila...