Partida Rol por web

Entro tras el jinete y al escuchar sus palabras no puedo menos de preocuparme y empezar a calcular. En tres días, ¿cuánto habrán avanzado los Kraken? Pienso luego en lo que observé. En la época del año y en el clima que hará en la mañana. Tenemos poco tiempo... y creo que necesito un mapa.

Tras el pulso de Karlon la mujer iba a abandonar el salón, ya había comido y bebido, no tenía necesidad de quedarse escuchando las canciones de Ellys o que la retaran a hacer el imbécil una vez más en las tierras de los Glover, aquel viaje estaba agriando su carácter y ganas de divertimento, maldita fuera la hora en que pisó el sitio. Se levantó, y tal y como lo hizo se volvió a sentar, pues unos desconocidos irrumpieron en la sala, maldita fuera su fortuna.

La historia no distaba mucho de la realidad que Jonelle vivía cada poco tiempo, ataque de los hombres del hierro, fuego, sangre y acero en cada incursión. Los Krakens lo quemaban todo, dañaban a los débiles con sus aceros y los que quedaban vivos ya no tenían más lágrimas que derramar, levantándose una y otra vez hasta que las fuerzas mermaban y debían pedir ayuda. Sí, Jory Slate estaba en su misma situación.

La bastarda permaneció callada en aquel rincón de la mesa, determinando que no tomaría más cerveza desde ese instante en adelante, debía mantenerse fresca para la batalla que se avecinaba. Miró a Ellys, había recibido el dinero de las apuestas a su alrededor y esperó a ver sus reacciones.

- Mierda..han arrasado Poza Negra- pensó el cazador mientras sentía como la rabia iba hinchando su cuerpo.

Conocía aquel lugar, lo había visitado tiempo atrás en una expedición con su señor, no estaba a más de tres días de Bosqueespeso. Les quedaba poco tiempo.

No estaba de acuerdo con enviar al ejército y menguar los efectivos del castillo, podrían atacar el hogar ancestral de los Glover, ahora más que nunca era necesario conocer la posición del enemigo antes de realizar ningún movimiento.

Pero quedarse resguardado en los muros sería motivo de mofa hacía Lord Glover. Lo llamarían cobarde, asustadizo o algo peor.

Tenía a los hombres, los recursos y la capacidad para poder vencer en campo abierto a esos piratas. Pero podría no ser tan fácil y ser víctimas de una emboscada.

Podrían atacar Bosqueespeso y capturar a la familia de lord Glover o quemarlo todo.

Pensando en todo aquello Karlon miró a Jonelle, sin duda, ella conocía muy bien como se las gastaban los hijos del hierro.

Vió preocupación en sus ojos y se acercó a ella, sentándose a su lado, tenía una idea y necesitaba su ayuda.

Los ojos de Marya se fijaron en la figura que irrumpía en el lugar, observándole de arriba abajo. Frunció el ceño y tras la sorpresa inicial, que la hizo taparse la boca con una de las servilletas, se puso en pie.

-Dadle algo de beber a este hombre, estará sediento tras tres días cabalgando sin parar.-Dijo a uno de los coperos del banquete. La joven miró a su madre y señora brevemente, y tras aquello su mirada no quitaba ojo de quien se había identificado como un Slate.

Halbart al presenciar la aparición del chico, transpirando, que había llegado en un caballo que seguramente está reventado por la larga travesía, no podía imaginar la preocupación que debía estar teniendo por su familia en ese instante.

La posibilidades pasaron por la cabeza del segundo hijo de Bosquespeso, y sin mediar palabra, se acercó a la posición de su hermano, para conseguir que este y los señores del norte le escuchasen.

-Hermano, también es muy probable que avancen por el bosque de lobos, en cuyo caso, también deberíamos apostar exploradores y hombres por las zonas sircundantes, ocultos en la espesura del bosque, listos para sorprender a esos bastardos cuándo aparezcan, después de todo, tu sabes que tres días es poco tiempo-

Se giró en dirección al chico, Marya había pedido a uno de los sirvientes traerle algo de beber, y el había notado que iba a decir algo más. 

-Ser Jory, ¿Qué más iba a decir? Si es importante debe decirnos lo en este preciso instante-

Solicitó al muchacho cansado por el apuro y el agobio del viaje. 

Ellys escucha desde su mesa las noticias menos esperadas por todos los allí presentes. Los hijos del hierro habían conseguido pillar al ejército desprevenido y habían podido hacer sus primeros asaltos. Sin saber dónde se encontraban en tierra sería mucho más difícil y peligroso poder asestarles un buen golpe decisivo. Aquellos saqueadores no solían enfrentarse en batallas directas, preferían asaltar zonas y llevarse botín. Guardando las monedas ganadas terminó su cerveza, pronto no habría disponibles más bebidas o festines. Pronto el olor a sangre y mierda llenaría las narices de los allí presentes. Se rellenó el vaso y se dispuso a terminarlo, si iba a morir al menos disfrutar de una última borrachera antes de partir. 

Gillian estaba realmente interesada en la conversación con Ser Bolton esperando que su hija estuviera haciendo lo mismo cuando de repente irrumpió el joven Slate alertando acerca del ataque a Poza Negra por parte de los isleños. La dama de Bosquespeso apretó las mandíbulas al escuchar aquello, sintiendo una punzada de culpabilidad al pensar que estaban celebrando un banquete mientras las gentes de Poza Negra agonizaban. Su esposo, Lord Glover, alentó entonces a los guerreros para prepararse para la inminente llegada de los isleños a la zona. Cuando Marya, a su lado, se puso en pie alertada Gillian hizo lo propio, cerrando los dedos en torno a la muñeca de su hija una vez que esta hubo pedido agua para el joven Slate.

—Calma, querida —le dijo con firmeza y la mirada fija, como si estuviera hecha del mismo hielo que reinaba en el Norte.

Al escuchar los alborotados planes de su cuñado, Gillian tomó aire y exclamó con la voz serena:

—¡Calmémonos! No podemos tomar decisiones todos a la vez o esto tendrá el mismo orden que un corral de cabras. Ser Slate, por favor, os ruego que os acerquéis si acaso hay más detalles que queráis dar al señor de Bosquespeso.

Hubiera querido reprender al joven por haber creado aquella alarma en todo el mundo pero ahora solo quedaba que los señores fueran capaces de controlar a sus guerreros... si acaso los señores podían controlarse a sí mismos. Suspiró y se mantuvo fría y serena dirigiendo una penetrante mirada a su esposo, urgiéndole a pensar dos veces antes de hablar.

Cuando uno de los criados tiende al joven un jarro con agua, este bebe con profusión, saciando una sed que bien puede haber arrastrado durante todo el día. Aunque no porta distintivo alguno, pues sus ropas son más funcionales para viajar, no ha levantado la sospecha del resto, probablemente porque alguien le conozca. A fin de cuentas, los Slate son una casa noble, es más que probable que cuenten con algún conocido o pariente en la sala, aunque para otros sea imposible conocer los rostros de todos los nobles del Norte.

La propuesta de Halbard es bien recibida por su hermano mayor, a quien a calor de la necesidad de actuar rápido le parece una estupenda idea. — Por supuesto, antes del alba enviaremos exploradores a varios puntos de la costa — Accede con decisión.
 

El zumbido de propuestas y deducciones se eleva hasta que Lady Gilliane lo interrumpe de raíz pidiendo silencio. Aunque se trate de una mujer, no deja de ser este su hogar y ella la señora, por lo que su petición es acatada de inmediato. El primero en tomar la palabra es Lord Beron Stark, haciendo un gesto con la mano que secunda la orden de Gilliane. 

— ¿Hay algo que sepas que pueda ser de ayuda? ¿Cuántos eran y cuándo llegaron? — Pregunta el Stark

El joven, quien apenas ha acabado de beber, intenta hacer memoria en sus turbados recuerdos. — Llegaron al anochecer, desembarcaron en la costa próxima al castillo, pero nos atacaron por todas direcciones. Probablemente llegaron antes y estaban esperando el momento propicio para atacar — Explica — Se contaban por miles, y los barcos por decenas, nunca he visto tantos. Barcoluengos y galeras con negras velas y krákenes dorados, también algunas rojas. Eran muchos.
 

— ¿Galeras con velas rojas? — Pregunta el Stark extrañado. A priori no entendéis a qué se refiere.

Escucho con atención, mientras con unas rápidas señas llamo a mi lado a mi hijo. Sin dejar de ver la conversación le susurro una instrucción rápida.

-Ve con los hombres. Y averigua quienes entre ellos ve bien en la noche. Rápido. E intenta mantener la calma y fingir que no pasa nada.

Jonelle estaba tranquila viendo cómo se desarrollaban las acciones en el gran salón...  ¿Qué esperaban aquellos señores sentados cómodamente en su mesa?... Les había advertido de los ataques fuertes e inusuales de los hombres del Hierro y no le hicieron caso, las Islas no valían un venado de plata para ellos, pero Poza Negra sí.... Un error que les había hecho perder un día de avance con las tropas frescas, pertrechadas y dispuestas para la guerra. No se alegraba, pero creía que en tanta insensatez algo de justicia divina existía.

La señora de la casa volvía a elevar su voz, era cansina, le transmitía calma a su perrito faldero, la niña del verano y parecía que no le gustaba escuchar los comentarios de su cuñado, pues siempre intercedía a continuación suya. Porque estaba llena, si no le hubiera encantado comer algunas pipas de calabaza como divertimento.

El señor de la casa parecía que tomaba decisiones y habría movimiento al día siguiente. Jonelle esperó a que dijera algo a los asistentes reunidos en el gran salón, sin hablar ni comentar nada con quienes estaban a su lado, al fin y al cabo nadie iba a escucharla sin hacer algún alarde desagradable a su origen de nacimiento o a su condición de mujer, estaba claro que los Norteños continentales eran muy retrógrados, en cuanto a hembras y lucha se trataba.

Suspiró y permaneció atenta a las informaciones. La tensión casi podía cortarse con cuchillo.

Ellys escucha los comentarios del muchacho, si era quien decía ser la situación había cambiado. Antes todos consideraban que sería una batalla medio sencilla, pero con tantos enemigos y bien dirigidos serían más duros de los pensado. La señora de la casa seguía gritando, eso le alegró parecía que su mala leche era tanto para él como para el resto de humanos allí presentes. 

Escuchó al señor de los woods buscando hombres que fueran hábiles en la oscuridad, no le gustaba como los nobles aprovechaban sus estatus para mandar a jóvenes a su posible muerte mientras ellos se quedaban en los palacios. Pero se quedó silencioso en su silla con la cerveza en la mano, esperaba que nadie se fijara en él si se les ocurría mandar un grupo de incursión para investigar la situación. Solían ser los más peligrosos y en los cuales la muerte estaba más presente. 

Lady Marya se quedó junto a su señora madre, su rostro era una mueca que trataba de ocultar el pánico ante una situación descontrolada, tenían un buen séquito aquí en Bosqueespeso, pero los hombres del hierro se contaban por miles y usaban sus embarcaciones para moverse rápidamente. Ella no entendía los entresijos de la guerra, aunque había leído sobre historias, ningún libro explicaba táctica aplicada, solo ensalzaba a los generales y nombraba números y el bando vencedor, que era el que normalmente escribía dicho libro.

Karlon se acercó a Jonelle y estuvo atento, como todo el gran salón, a las palabras del joven Slate.

Ya no habían risas ni canciones, una calma tensa reinaba en la escena y hubo muchos que se miraron nerviosos al escuchar que no eran unos pocos piratas sino algunos miles más.

Karlon intentó hacer memoria sobre las velas rojas o algo que pudiera ayudarles en aquella situación...

Los ánimos no se calmaron, directamente se aplacaron cuando el joven Slate continuó hablando una vez que el señor de Bosqueespeso aceptó la propuesta de su hermano de apostar exploradores en los alrededores. Gillian, aún de pie y con el gesto serio, no apartó la mirada del joven mientras éste describía qué era lo que había ocurrido. Una inminente sensación de peligro recorrió el cuerpo de Gillian pero logró serenarlo apretando las mandíbulas. Le llamó la atención la referencia a las velas rojas, estaba segura de que había escuchado acerca de esa señal en alguna parte...

En tu experiencia lidiando con hombres del hierro has podido aprender algunos de sus blasones. Sabes que decoran las velas con los colores de sus casas. 

Nunca se te ha dado bien la heráldica, de hecho ni siquiera te han educado en ella como a otros nobles. Aun así, recuerdas por un mapa que hay en Isla del Oso los colores de las principales casas de Poniente. El color con el que se dibujaban las Tierras del Oeste, regidas por la codiciosa casa Lannister, es el carmesí. 

Algo has podido enterarte durante la velada sobre una alianza entre los Stark y los Lannister, quienes iban a aportar una flota. Asimismo, sabes que los hombres del hierro acostumbran a usar en sus incursiones barcoluengos, más ligeros y pequeños que...las galeras, propias de otros reinos.

En tu experiencia lidiando con hombres del hierro has podido aprender algunos de sus blasones. Sabes que decoran las velas con los colores de sus casas, que pueden ser de color rojo, probablemente alguna casa de las Islas tenga ese color.