Partida Rol por web

- Soy una guerrera que no sirve a los Glover y debe de regresar a su casa... Tomad esto como un favor personal, vos tendríais obligación moral de informar, yo soy bastarda, todo el mundo dice que no tenemos alma, así que tampoco obligaciones fuera de las tierras de a quien servimos... - le responde al tabernero, informaría, pero no porque fuera su obligación, ni mucho menos, que determinase aquello como un favor.

La mujer avanza hacia el torreón, ya con mala leche, estaba dando demasiadas vueltas por gente que le despreciaba. Observa las guarniciones, si el asesino era un solo tipo, habían soldados para hacerles frente más que de sobra, no cumpliéndose aquello si el ataque se pertrechó por más varones. .

- No hace falta que me dejéis pasar si no queréis, vengo a informaros de que hay dos cadáveres de comerciantes en el bosque, cerca de la posada y en mi mano tengo un abalorio de extraña procedencia que ha sido encontrado en el mismo lugar donde yacían los cuerpos. La bastarda Jonelle Nieve es quien informa al capitán de la guardia, haced lo propio con vuestra señora o hacer lo que os plazca, yo he cumplido mi parte y con esto saldo la deuda por la cena que me fue ofrecida... - y que bien se le echó en cara -... si queréis ir al lugar, el tabernero sabe dónde están, tened buena suerte....

¿Entrar? ¿Para qué iba a perder el tiempo con aquella escoria?

Ante la información que le trae la bastarda, el jefe de los guardias de la puerta escucha con gesto extrañado. Aunque no parece que no se esté creyendo las palabras de Jonelle, más bien piensa que aquello no va con él. A fin de cuentas, su labor es vigilar la puerta y no atender a otras cuestiones. Por otra parte, un asesinato no es asunto que tomar a la ligera, por lo que la gravedad de las circunstancias es lo que se impone finalmente.

— ¿Un asesinato? Joder, eso es grave — Comenta poniéndose en pie y desentendiéndose de la partida de dados. —  ¡Redruth! Mueve el culo y avisa a Miken, que mande a un par a echar un vistazo a la posada — Ordena de un bramido a uno de los hombres de la torre. 

Dicho esto, vuelve su atención a Jonelle. — Bueno, pues muchas gracias y todo eso — Se despide con un vago gesto. Sin embargo, el no haber oído respuesta alguna por parte de su subordinado le crispa. — ¡Redruth! ¿Es que no me has oído? Como tenga que ir yo te... — Derrepente, las puertas comienzan a cerrarse rápidamente.  — ¡Oye, soy yo quien tiene que dar esa orden, idiota! — Protesta furioso poco antes de tener que esquivar el cuerpo muerto del tal Redruth al caer desde la torre. Acto seguido, varios de sus hombres por instinto empiezan a tratar empujar la puerta. Inútilmente, pues esta se abre hacia el exterior. 

— ¡Sale humo del interior! — Advierte uno de los guardias.
 

Definitivamente la estupidez era un mal que afectaba a los lugareños, desde el soldado hasta el propio Lord -...En mis tierras un asesinato sí suele ser grave.... - le salió un deje sarcástico, ¿cómo evitarlo viendo tanta insensatez -... De nada, disfrute la información... y suerte con el asesino... - respondió girándose escuchando el grito de que salía humo del interior, la mujer se fijó en la torre y negó con la cabeza.

- Está claro que el enemigo está dentro del torreón... - mira el edificio e intenta abrir la puerta hacia fuera con todas sus fuerzas -...¿Hay algún otro medio de acceso hacia el interior?... Si no es así, me temo que todos los de dentro están condenados a morir...

El intento de Jonelle por abrir la puerta es completamente inútil, no consiguiendo siquiera agitarla un poco. A esas alturas es probable que esté atrancada desde dentro. El sólido portón de madera está pensado para resistir el envite de un ariete, por lo que no hay forma de tirarlo abajo o forzarlo con los medios de los que se dispone en ese momento.

— Hay otra puerta, se supone que también está vigilada. Hay que darse prisa — En efecto, recorrer un perímetro de cientos de metros a la carrera supone un esfuerzo considerable. Durante unos momentos, los guardias se quedan quietos evaluando posibilidades. Quizá trepar la empalizada no sea algo tan disparatado, a fin de cuentas es de troncos y es posible que haya algún punto de apoyo para escalar. También podría lanzarse un rápido vistazo alrededor y buscar algo de utilidad.

Entretanto algunos curiosos se han congregado junto a la puerta, mientras que el fuego empieza a provocar el pánico en la aldea.

La mujer intentó trepar la empalizada, estaba convencida de poder subir aquellos troncos, no debería serle muy complicado y seguramente lo hubiera logrado si no hubiese llevado su armamento encima. La edad no perdonaba y tras resbalar en los primeros troncos del muro determinó que esa vía de acceso no era la idónea, así que miró alrededor, quizás hubiera un carro, una escalera o algo lo suficientemente alto como para poder ascender la empalizada. Desde luego otra opción era ir a la otra puerta y si no le quedaba más remedio terminaría yendo hacia allí. Sin entender aún porqué se tomaba tantas molestias en ayudar a los malditos Glover.

La mujer miraba toda la extensión de terreno, quizás hubiera incluso algún agujero en la base del muro por donde poder acceder, si no era por encima de la empalizada, quizás pudiera ser por debajo.

- ¿Sabéis de algún hueco o zona de la empalizada que necesitara algún arreglo?... - pregunta como posibilidad, eso solía suceder en ocasiones, habían zonas desmejoradas, todo el mundo lo sabía y nadie le ponía solución.

La propuesta de la bastarda parece calar en el jefe de los guardias. A fin de cuentas, el castillo se preparaba para una invasión, no es disparatado lo que propone. — Ahora que lo dices...las reparaciones están recién terminadas, pero quizá haya algo cerca. ¡Vamos! — Junto al grupo de guardias, avanzáis hasta el punto que el jefe tiene en mente. Al llegar allí se aprecia que algunos de los troncos han sido reemplazado por otros más recientes, sin embargo, aún siguen allí los materiales y herramientas de los carpinteros. Entre ellos encontráis una escalera con la que podéis escalar hasta la barbacana de entrada.

Jonelle se encuentra entre los primeros en subir y una vez arriba puede ver qué está ocurriendo. Hay fuego en algunos puntos del castillo, esencialmente los barracones y almacenes que rodean el torreón. Las puertas de los niveles interiores aún están abiertas, y en el exterior hay pequeños grupos de lo que parecen enemigos sembrando el caos por la aldea en lo que llegan la sorprendida y dispersa guarnición. 

El sonido del combate se escucha perfectamente en el interior del castillo, parece ser que dentro está teniendo lugar una lucha. Sin embargo, tus sentidos se ponen alerta...

Jonelle mira al jefe de los guardias y le acompaña, por lo visto en todos los castillos y torreones ocurría siempre lo mismo, las zonas de muralla debían mejorarse de manera continuada para que su funcionalidad se mantuviera. Llegaron hasta el punto de las reparaciones y había una escalera. Trepó por ella y miró al otro lado, dio rápidamente novedades.

- Han prendido fuego a los barracones y almacenes alrededor del torreón... Las puertas interiores están abiertas y hay grupos de asaltantes que dispersan a la guarnición... - mira al jefe de la guardia -... Agrupad a vuestros hombres y situaros en la puerta del torreón para que no accedan a éste, luego cread un grupo que batan a los asaltantes.... Si siguen actuando vuestros soldados como pollos sin cabeza pronto no tendréis que defender nada más que cenizas.... - Avisa la mujer con la intención de bajar a la zona de acción, pero un sonido llama su atención y su mirada se encuentra con algo inesperado

Los sentidos de Jonelle muestran su agudeza cuando logra esquivar por bastante poco un objeto que pasa rápidamente junto a su cabeza. De hecho, sientes en el rostro y en el cabello un ligero frescor producido por el aire desplazado en su trayectoria. Con rigidez un cuchillo de considerable tamaño se clava en uno de los postes de la torre. 

No es difícil dar con el atacante, pues se encuentra algunos metros más abajo. Se trata de un hombre con la cabeza afeitada en cuyo rostro puede apreciarse su juventud, pese a ello, no duda ni un instante en tomar un hacha en una mano y empuñar en la otra un cuchillo, presto a combatir. Si Jonelle desea avanzar deberá dar la cara, o jugársela a una carrera con un enemigo en las espaldas.

Por su parte, los guardias logran entrar y corren a toda prisa al torreón y las cercanías a fin de poner orden y ayudar allí donde más se les necesita, dejando atrás a Jonelle a su suerte. A fin de cuentas, son sus allegados y el castillo los que están en grave peligro.

Se había librado por poco. El cuchillo voló justo al lado de su rostro y sintió cómo se clavaba en uno de los postes de la torre haciendo que la bastarda sintiera de golpe un intenso calor interno y repentino enfado. Estaba en batalla. Ya daba igual lo que el atacante dijera o hiciera que le iba a reventar el cráneo con el hacha, daba igual que fuera un chico joven, regaría el suelo con su sangre antes de que él hiciera lo propio con la suya.

Jonelle no huiría del combate a no ser que se viera muy acorralada y aún así debería pensárselo. Era valiente y arrojada en la lucha, educada para servir y morir y en ese instante con sus armas se servía a sí misma, pues su vida dependía de lo bien que acabara manejándolas.

- Bien muchacho, así que te gusta jugar con los cuchillos... - al ser joven quizás pudiera darle charla para descentrarle de la pelea -...¿quiénes sois vosotros?... No tenéis pinta de Hijos del Hierro y me gusta saber contra quien lucho... - dijo una vez sus pies pisaron el suelo y se situó frente a su adversario -...Es un buen día para morir...¿no crees?... Quizás tu madre esté follándose un macho cabrío para festejar que se va a deshacer del bastardo de su hijo.... - le provocaba, no había peor luchador que alguien enfurecido.

Jonelle cogió su hacha de batalla y sin decir mucho más se lanzó a la carga de manera cortante como si hiciera un instante no hubiera estado charlando con el joven guerrero. La mujer sentía por fin la libertad de la lucha y la felicidad de ese idioma que si entendía, no aquel de los grandes salones donde todo era un triste conflicto.

Jonelle no recibe más respuesta del joven que un gruñido previo a lanzar un furioso golpe hacia ella, el cual no resulta difícil de esquivar, otorgando así la oportunidad a Jonelle de contraatacar fácilmente. Cuando lo hace, logra golpear una de sus piernas, incapacitándole de modo fatal. El joven cae al suelo, con media pierna cercenada y una sentencia de muerte en no mucho tiempo. 

Tras el breve encuentro, no parece haber ningún enemigo en dirección a la fortaleza. Aunque en esta sí se están produciendo combates entre la guarnición y los atacantes. Entretanto, el servicio trata de huir o ponerse a salvo, incluso apagar inútilmente los incendios en medio del combate.

- Eres poco hablador... - le dice la mujer cuando consigue herir la pierna de su contrincante, su artimaña no valió de mucho pero al final el resultado se decantó en su beneficio -... No alargaré tu agonía, reúnete con tus dioses... - y dicho esto le cercenó el cuello, separando la cabeza del tronco. Le había hecho un favor personal, una muerte rápida y lo más indolora posible debido a su juventud. Jonelle en ese aspecto mostraba humanidad, otra cosa es si el joven la hubiera retado, entonces habría sufrido el doble.

La guerrera se dirige entonces hacia la fortaleza, dejando el cadáver del muchacho tirado en el suelo, avanzando con paso presto hacia el sonido del combate, donde la guarnición impedía el paso a los atacantes.

- ¡Aquí aguantamos!... - chilló la mujer sintiendo la adrenalina del combate, pronunciando el lema de su casa antes de empezar a pelear de nuevo, así cada uno de los muertos que se llevara por delante sabría que ella era leal a los Mormont, una muy digna hija del Norte.

Al primero que viera por la espalda le atacaría, ella no era caballero, si podía eliminar enemigos y cercenar extremidades, de buen grado lo haría. Aquello no era un Torneo, era una guerra.

En su avance hacia el torreón, no cuesta dar con un enemigo. Apenas cruza Jonelle la segunda puerta encuentra a un grupo de ellos pugnando con los guardias y los mozos de cuadra mientras tratan de prender fuego a las caballerizas con los animales aún a dentro.

Desafortunadamente, en su ímpetu por encontrar a un rival termina por llamar la atención de más de uno y pronto tiene a dos plantándole cara. Estos, a diferencia del anterior, no debían de tener asignada una función tan simple como cerrar la puerta sino que se encuentran preparados para combatir.

— ¡Matad a esa también! 

Quizá con esto logres equilibrar la balanza a favor de los defensores en este sector.

No había sido demasiado delicada en su avance, pues llamó demasiado la atención, haciendo que dos guerreros le hicieran frente y estos por el aspecto se les veía hombres aguerridos y con experiencia combativa.

Ellos actuaron primero, de hecho Jonelle se deslizó al pisar un charco embarrado, de manera que mantener el equilibrio le quitó rapidez, al menos fue una suerte que no se cayera al suelo o habría firmado su sentencia de muerte.

Al primero que enfrentó fue al tipo del hacha, era un arma más rápida que la lanza de jabalíes, moviéndose posteriormente para intentar que el otro enemigo no le empalase, aunque había invertido casi toda su energía en partirle el cráneo al del hacha, así que probablemente, se llevara un bonito recuerdo de esos dos desgraciados.

- ¿Cuál es la casa a la que servís, desgraciados?... - preguntó ella, si eran gente de honor responderían al menos a eso.

Visto el ímpetu de Jonelle, sus enemigos descartan la posibilidad de que se trate de una simple mujer armada y por ende una presa fácil. De tanto en tanto surgen mujeres guerreras entre los hombres del hierro, por lo que no se dejan llevar por prejuicios y subestiman la amenaza. Con rapidez y contundencia. 

— Cuando se lucha no se dice nada — Responde el que empuña la lanza, un hombre desgarbado de corta estatura y aspecto desaliñado.

El filo del hacha corta con facilidad las protecciones de cuero de la bastarda y siente el frío acero en su carne, poco antes de que una lanzada impacte de lleno en su pecho. Afortunadamente no han sido golpes directos y Jonelle cuenta con armadura, pues de lo contrario quizá estaría ya herida de muerte. Pese a ello, la mujer logra impactar de lleno con su hacha en uno de sus enemigos, quien a duras penas lo bloquea con un escudo del que saltan astillas.
 

Aquellos hombres pronto se dieron cuenta de que era una mujer entrenada en combate. Sus movimientos eran fuertes, contundentes y precisos. Jonelle sonrió cuando el tipo dijo algo que les enseñaban desde jóvenes, a no hablar durante la lucha, algo que a ella le encantaba pues buscaba desconcertar, enfadar e incluso despistar al enemigo.

- Es mejor hablar cuando se lucha, luego estarás muerto y no podrás decirme nada.... - comenta ella con cierto grado de lógica, si antes no podían hablar, después sería tarde -...¿Por qué un ataque contra la Torre?... Aquí no hay más que ancianos, mujeres y niños...

Era una lucha de destrucción total, arrasar un pueblo implicaba no dar de comer a los soldados y la mujer lo sabía, pero quería aprovechar la conversación para saber algo más. 

Impactó su hacha en uno de los enemigos y se llevó el daño de ambos al alcanzar su posición. Sintió el dolor del corte y supo que si hubiera estado sin la armadura, su cuerpo alimentaría a las alimañas por la noche.

- De verdad...¿no preferís follarme antes que darme muerte?.. - preguntó de repente, quizás para hacerles dudar, mientras la mujer volvía a empuñar su hacha contra el tipo que había rasgado su carne, y si pudiera hacer un giro, también se llevaría al otro por delante.

El fallido golpe de uno de los hombres del hierro es su sentencia de muerte, pues deja expuesta su defensa por completo. Mientras Jonelle acaba con él, la lanza de su compañero penetra de forma directa a través de la armadura de cuero en el costado de la bastarda, logrando desplazarla incluso por la fuerza del golpe. Pese a ello, no ha logrado salvar la vida del otro.
— ¿Con esta tienes bastante? — Responde ante la provocación, hincando más el arma en el cuerpo de Jonelle

El guerrero del hacha cae muerto ante sus pies, pero la victoria no había sido limpia, recibiendo la mujer una buena herida en su costado. El dolor provocó que durante unos segundos Jonelle se preocupara de sujetar la lanza para que no continuara su avance y atravesase el cuerpo. No chilló, no le daría el gusto a su adversario.

- Hubiera preferido otra lanza..., pero me temo que vuestra elección de arma se debe a algún tipo de complejo... - le responde, reculando, intentando liberarse del empalamiento, y buscando la forma de matar a su adversario antes de que él hiciera lo propio con ella.

De nuevo, la lanza del enemigo  penetra a través de la armadura de la norteña, provocando su consiguiente herida. Pese a ello, Jonelle consigue contraatacar y herir de gravedad a su rival, quien cae abatido. La pugna entre los guardias de las cuadras y los asaltantes se equilibra a favor de los primeros, pues mantener ocupados a dos enemigos les ha hecho no estar allí donde los necesitaban en el momento crítico. Algunos de los asaltantes combaten hasta morir, acorralados, mientras que los que tienen vía libre huyen hacia alguno de los puntos por donde entraron.

— Aún hay enemigos en el torreón, hay que sacarlos de allí como sea — Ordena uno de los guardias encabezando el avance hacia el último nivel, desde donde se eleva una columna de humo. 

El interior de este último bastión se encuentra sumido en la anarquía. Hay algunos criados y guardias muertos en el suelo, mientras que otros tratan de escapar por la puerta principal del torreón. Parece ser que algunos enemigos han logrado entrar al interior de la torre, el mismo lugar donde probablemente se encuentren los familiares de los Glover que han quedado en el castillo.

El tipo de la lanza estaba cebándose con ella, pero finalmente, tras darle un certero golpe, consigue abatirlo y liberarse de aquella estaca que dañaba su carne.

- Maldito hijo de ramera... - escupió sobre su cadáver sintiendo un dolor intenso debido a sus heridas, aunque la segunda había sido menor que la primera y si tenía suerte, podría buscar ayuda para poder sanarse

Jonelle miró al torreón, seguramente allí estuvieran las mujeres Glover, la niña del verano y su insoportable madre. Escupió de nuevo y decidió subir junto con los guardias, a pesar de que saliera humo del lugar, al menos aquella familia tendría algo que agradecerle, aunque viendo como eran, no esperaba nada razonablemente amable por su parte.

Los criados yacían en el suelo y la mujer pasa por encima de los cadáveres sin importarle pisarlos. Caminó buscando a las mujeres de noble cuna, estaba claro que ellas no sabían defenderse.