Partida Rol por web

Tras varias horas de vuelo en la que los viajeros pasan el tiempo taciturnos y silenciosos la Epsilon se aproxima a Tormenta Azul.

Ni siquiera Calmidorian puede reprimir una mirada de sorpresa cuando la enorme estación espacial se dibuja en la cristalera. Su tamaño es colosal, tan grande que pronto abarca todo el espacio alrededor. Con forma de circunferencias anidadas entre sí y kilómetros de metal que unen diversas cámaras tan grandes como pequeñas ciudades deja en ridículo a cualquier otro lugar artificial que los hombres hayan podido crear. Sus luces brillantes quizás pretendan rivalizar con las estrellas distantes. Y a su alrededor un verdadero enjambre de naves, satélites y robots de gravedad cero realizan tareas de mantenimiento y soporte vital. Sea lo que fuera que esperaban encontrar los viajeros se queda pequeño con respecto a lo que están viendo.

La Epsilon maniobra habilmente hasta situarse cerca de una de las entradas y, escoltada por dos naves de referencia, se introduce en el interior de la titánica estructura. Dentro el tamaño del hangar es colosal, convirtiendo a la nave de transporte en un mero juguete comparado con algunos de los cruceros que descansan preparándose sin duda para su partida de la Estación.

El sacerdote y el hermano de batalla no pueden reprimir un gemido ahogado al ver la actividad en la cubierta del hangar. ¡Hay humanoides robóticos realizando tareas de carga! Burdos y metálicos, es cierto, pero sus acerados miembros imitan sin dificultad los movimientos que solo las criaturas del pancreator deberían realizar. Pero lo más sorprendente ¡es que hay sacerdotes ortodoxos supervisando como cargan una nave de la Iglesia! Lo que en otro planeta sería herejía aquí parece una mera tarea de carga. Esto deja bien claro que Tormenta Azul no está dentro de la jurisdicción de la Iglesia.

Mientras todos contemplan el exterior a través de la cristalera intentando asimilar el colosal despliegue de tecnología la válvula iris se abre y uno de los soldados de asalto entra portando una mochila. Mientras la deja sobre la mesa os dice:

- Señores, aquí tienen sus armas. El capitán me ha autorizado a devolvérselas, aunque dudo que sean necesarias en el interior de Tormenta Azul.

Todo el equipo del grupo se encuentra ahora diseminado por la mesa.
El soldado permanece de pie junto a la válvula:

- En cuanto hayan recogido sus cosas les conduciré al exterior. El Maestro Hamerdon y el padre Kiros los están esperando en la sala de juntas para escuchar su informe de lo sucedido.

Justin comprueba su arma y luego de guardarsela, mira hacia el soldado. ¿Entonces somos libres de ir a donde queramos?.

- No.- dice el soldado - Primero deben acompañarme para hablar con el Maestro Hamerdon. Luego supongo que serán libres de dirigirse hacia donde le hayan asignado su gremio una función en Tormenta Azul.

-De acuerdo. Cuando quieran pues.

-Vayamos pues, estoy ansioso de hablar con el padre Kiros de todo esto.

Por el Pancreator, como es posible que exista algo así, tal degeneración no es buena, por eso hay tanta ansia y oscuridad en este lugar

El hermano de batalla estaba indignado y no hacia nada para ocultarlo. Sus pisadas eran rudas, su mirada fria y sus palabras cada vez que hablaba, detonaban frialdad e indiferencia ante los habitantes de tan hereje estructura.

Estupidos infieles, no comprenden la necesidad real de la humanidad, solo piensan en comodidad y olvidan por lo que la iglesia realmente lucha dia, dia. Sin duda es un lugar que necesita una rapida limpieza de humildad.-Luchaban una vez mas sus pensamientos contra su lengua para evitar ser escuchados.
A pesar de que no le importaba hacerlo, no deseaba llamar excesivamente la atencion, no al menos por el momento.

No tardo en recoguer sus escasas pertenencias asi como previo reviso de que todo estuviera como el las entrego.
Una vez que su arma descansara a su lado y pudiera sentir la empuñadura en su mano enguantada, asintio ante la insistencia del soldado.

-Veamos pues al Padre Kiros, No perdamos mas tiempo.

El grupo sale de la Epsilon siguiendo al soldado de asalto. En el hangar los espera un vehículo terrestre que los llevará a su destino. Cuando el vehículo se introduce en los túneles de paso - anchos y populosos como las calles de Nueva Bizanzio - es cuando los pasajeros toman conciencia de la cantidad de almas que trabajan y viven en aquel trozo de metal espacial. Tantas como podría haber en los mundos más poblados de los Soles Exhaustos. Las calles internas tienen incluso sus tiendas, sus zonas de recreo... Si no fuera por la estructura metálica omnipresente y los ventanales que muestran el vacío exterior cualquiera podría pensar que estaba en una ciudad cualquiera de un planeta cualquiera. Pero no. Todo aquello era Tormenta Azul.

El viaje termina en una plaza - en el sentido más estricto de la palabra - en la cual se ven varios edificios. Uno de ellos, de una docena de pisos de altura, parece ser el destino del grupo que, siempre silencioso, sigue a su guía hasta el interior. Un interior que, al igual que el resto de la base, hierve de actividad. Quizás sea lo más destacable que los pasajeros comprueban: después de la calma tensa y opresiva de la Icaro, con sus desapariciones misteriosas, ahora están en un lugar repleto de gente que va de un lado a otro. Todos parecen saber su función y esquivan, como hormigas obreras de Nova Terra, a los recién llegados sin fijarse casi en ellos.

Finalmente un ascensor los conduce a un lugar más tranquilo. Un amplio pasillo repleto de puertas se abre ante ellos. El soldado los guía hasta la última puerta y una nueva sala de reuniones se abre ante los pasajeros. Es sencilla, casi ascética. Solo destaca una enorme mesa de metal circular en el centro de la cual hay lo que parece ser un holoproyector. No hay ventanas ni otras puertas. En el interior de la sala les aguardan dos figuras.

Una de ellas es un hombre alto, esquelético, de ojos hundidos y craneo rasurado. En su frente se ve el tatuaje de la Orden Ortodoxa de Rerum Machina. No puede ser otro más que el padre Kiros, guia - o más bien observador - espiritual de este complejo lleno de almas descarriadas. Es difícil determinar su edad exacta, pero sin duda frisa los setenta. Viste un traje negro atado con un cinturón rojo, sin más adornos que un relicario que cuelga de su hombro derecho.

Al otro lado de la sala, en oposición, se alza una figura más bien rechoncha, de estatura baja. Su pelo engominado hacia atrás, teñido sin duda de negro, no disimulaba las profundas entradas que la edad ha producido en sus cabellos. Sin embargo sus ojos verdes despiden vivacidad. Un profuso mostacho oculta casi la boca de este hombre. Su uniforme acolchado con la marca de los Ingenieros y sus múltiples galones no hacen difícil su identificación: es el Maestro Ingeniero Hammerdon.

- Pasen.- dice el hombre sin moverse de su sitio - Nos han notificado lo sucedido. Soldado,- se dirige al hombre que hasta el momento ha guiado hasta aquí al grupo - puede retirarse. No serán necesarios sus servicios.

El soldado asiente sin decir nada y sale de la habitación cerrando las puertas tras él.

Hammerdon se sienta en una de las sillas, invitando a los demás a hacer lo mismo. Por su parte el padre Kiros permanece de pie, observando al grupo. No disimula su desprecio por el conjunto, suavizándose un mínimo su mirada solo ante la visión del Hermano de Batalla. Sin decir nada ocupa su silla no demasiado cerca de Hammerdon.

- He oído que han mencionado a uno de nuestros científicos en su informe... Y que afirman que tiene algo que ver con lo sucedido. Me refiero a las desapariciones misteriosas. Me gustaría que hablasen sin tapujos de lo que ha pasado.

Si por el gannok fuera, no se perdería un sólo momento en informar a quien fuese. Desde el acercamiento a la estación espacial, Kuklo permanece casi mesmerizado. A pesar de encontrarse casi presa de un ataque histérico, parece casi paralizado.

El descenso de la nave y el posterior traslado a presencia de Hammerdon dejan al gannok atónito. Casi tiene que ser transportado, rígido, por sus compañeros. Una vez en el edificio parece recogerse en algún pensamiento interior y, aunque procura fingir atención por la autoridad que tiene delante, se ve claramente que tiene otras cosas en la cabeza. Sin embargo, intenta ser todo lo cortés que pueda conseguir: daría cualquier cosa por permanecer en este lugar el tiempo que pueda.

Observaba con atencion toda estructura asi como la gente que caminaba a su lado como automatas programados.

Al llegar al complejo donde serian recibidos por el sacerdote quien les habia llamado.
No entiendo como su paciencia puede ser tal. Tal vez el estar aqui tanto tiempo, le halla acostumbrado a la herejia constante a la que se enfrenta, vergonzoso.

Inclino levemente la cabeza en muestra de respeto a quien tenia delante antes de hablar, pues parecia que nadie deseaba romper el incomodo silencio que poco a poco se iba formando.
- Los detalles mas importantes sobre ese tema los deberia de relatar el Sacerdote Eskatonico que nos acompaña, puesto que los demas solo hemos visto y oido momentos fugaces proyectados por un "holograma" XD

Al terminar, giro la cabeza para observar a Meixar y esperar a que el hablase.

Meixar atónito ante semejante barbarie de tecnología que oscurece las llamas sagradas de los que viven en este enigmático lugar, calla durante todo el trallecto.

Ansioso por ver y decirle con palabras serias y rigidas todo lo sucedido al Padre Kiros. Finalmente tienen su oportunidad.
Finalmente llegan a su presencia y no puede evitar que la mirada del Padre Kiros lo paralize por unos instantes pues derrocha conocimiento y sabiduría...pero quezás no sentido común.

- Saludos señores, soy el Padre Meixar, tripulante de la nave Icaro.
LLeva usted razón Maestro Ingeniero, pues uno de sus científicos ha llegado más lejos de lo que deberían de haberle dejado.
Realmente no soy nadie para reprocharles su incompetencia por haberseles desbordado el asunto. Pero...-mirando ahora al Padre Kiros-...¿como ha permitido que tan tremendo mal, como es esta estación espacial, continue oscureciendo el universo? Y lo más relevante ¿Como permitió que el Doctor Mazierch continuase con el Proyecto Ícaro? Debe tener un gran remordimiento tras lo sucedido, Padre Kiros.
Pues no solo la vida de muchas personas corren ahora peligro, entre ellos el Doctor Brandan y el cabo Barghar, si no que han desencadenado algo...una fuerza que va a crear mucho mal, y YO lo he visto.
Lo he visto todo, aun siento el dolor en mi alma.

Por todo esto necesito ver, ahora en persona, el lugar desde dónde se han activado los canales de la sinmateria con una zona Negra. Y vamos a tener que necesitar ayuda...lo que se ha hecho es dificil de reponer. Preparense a pasar FRIO.

Ante la mención de la sinmateria el Maestro Ingeniero enarca una ceja. Kiros permanece en silencio unos momentos antes de contestar:

- Ante todo joven, le recuerdo que se encuentra frente a un superior tanto moral como jerárquicamente hablando, así que le recomiendo que mantenga su lengua atada por su cerebro, que no suelta por su pasión. Daré por olvidado su alusión al estado de mi alma ya que entiendo que las cosas que ha contemplado, sin duda, están más allá de lo que jamás haya visto. Esa es parte de la labor que penosamente realizamos en este lugar y para la cual venían asignados usted y el padre Sartiari. No le hemos pedido su estimación subjetiva de los hechos que para nosotros es totalmente irrelevante. Le pedimos que nos cuente lo que ha sucedido objetivamente. Ha mencionado los nombres de varios operativos de esta estación... ¿Qué ha visto al respecto? ¿Como sucedió la desaparición del resto de la tripulación? ¿Por qué ha mencionado a Mazierich, Brandan y Barghar?

El padre Kiros mantiene una mirada sobre Meixar que podría fulminar a un marine espacial...

Mientras esperan la respuesta el Maestro Ingeniero Hammerdon toca un pequeño auricular en su oído izquierdo:

- Quiero que me informen las posiciones del personal científico A52, C13 y del personal militar D201. Máxima prioridad. Gracias.

Después cruza las manos sobre su pecho dejando al parecer la conversación entre Kiros y los tripulantes rescatados, como si solo esperase la contestación a sus peticiones a través del pequeño auricular.

Kuklo se remueve inquieto, al notar la tensión entre los dos sacerdotes. No le gusta el cariz del asunto. Quizá hubiese debido comenzar él a hablar de lo ocurrido en el espacio -a pesar de ser un gannok-, pero ahora ya es demasiado tarde y las preguntas van dirigidas a Meixar. Kuklo le mira intranquilo, intentando que entienda que no es bueno provocar al padre Kiros.

Meixar como buen obstinado que es y disciplinado, no se achica exteriormente lo más mínimo. Por dentro el show es distinto, pues la mirada de Kiros le refresca el miedo que pasó en el Ícaro.

-Cierto padre Kiros, es usted superior jerarquicamente, pero no se olvide que de otra Orden diferente.
Vamos a colaborar con ustedes si ustedes colaboran con nosotros y les pido que den su palabra de que harán todo lo posible para que esto se resuelva.-

Meixar esperar unos dsegundos a ver como reaccionan, parece que va en buen camino pues intentan verificar las posiciones de las personas que había nombrado.

-¿El qué he visto al respecto?? pues es algo complejo, he visto todo y nada...exactamente lo que el Pancreator ha querido que viera, lo justo y necesario para que podamos actuar con estrema urgencia.

La desaparición del resto de la tripulación sucedió a partir de que el Proyecto del personal científico A52 diese un fallo catastrófico, el motivo exacto, no lo puedo especificar, pues no soy científico. Pero sin duda alguna se debe a problemas con los canales de la sinmateria. Supongo que el Sr. Hammerdon sabrá más de esto que yo.

He mencionado a Mazierich, Brandan y Barghan porque los he visto y oido, y porque son ellos los que directamente estan relacionados con todo esto, pues lo vi hablar y actuar directamente en el Proyecto Ícaro. Pero sin duda alguna si hay algo a lo que culpar es a la ambición de Mazierich.

Y ahora???....quiere que le cuente detalladamente lo que ví....o con esto le parece suficiente. A lo que realmente tengo temor es a lo que no llegué a ver, me torturaron de muerte antes de que lo hiciera.

Justin estaba ya harto de la perorata de los curas. Su cabeza daba vueltas intentando digerir lo sucedido en las últimas horas. Intenta dormir durante el viaje, pero luego de revolverse durante un rato en su asiento, lo da por imposible. Todo lo que puede hacer es seguir escuchando y esperar.