Partida Rol por web

Erik entendía todo tipo de estrategias, y la de desgaste era una tan factible como otra cualquiera. Si Grimer aguantaba, Gible se iría debilitando poco a poco hasta quedar KO. Pero las palabras de Chihiro no le gustaron nada a Erik, que veía cómo sufría su pokémon e intentaba dar todo.

Niña mal criada... pensó en gritar, pero se contuvo. No era propio de él.

Gible, demuestra de qué pasta estás hecho. ¡Sigue atacando!

Chihiro chasqueó la lengua al ver como Gible se aprovechaba de la situación y golpeaba de nuevo a Grimer. Sabía que aún tenía que permanecer un rato así para recuperar las fuerzas, pero debía darle alguna orden por si tenía suerte y despertaba.

¡Adelante Grimer, despierta y usa Lanza Mugre!

Chihiro intentaba ordenar a su pokémon ataques por si se despertaba, pero Grimer dormía plácidamente. Sus heridas se habían sanado completamente, pero aún así, el pokémon debía descansar profundamente.

Pero no lo veían igual ni Gible ni su entrenador. Aunque su energía se fuese reduciendo a grandes pasos por el veneno de su rival, Gible se mostraba muy agresivo. El tamaño de Grimer ya no le afectaba, pues parecía ver las cosas aumentadas. Supo detectar de nuevo el cuerpo de su rival y allí se lanzó, lleno de furia, contra Grimer. Le lanzó por los aires, le mordía y le arañaba. Pero Grimer seguía durmiendo. Por desgracia para él, esas heridas no se le estaban cerrando.

La confianza volvía a Erik. Su pokémon estaba muy malherido, pero seguía dando todo lo que tenía dentro para no caer ante Grimer. Además, que estuviese durmiendo enfurecía más a Gible, y eso Erik lo sabía.

No le dejes despertarse sin pasar por el Centro Pokémon. ¡Enfado!
 

Chihiro estaba a punto de perder el combate, pero aún asi lo dio todo para acabar con su rival. Estando dormido Grimer no podría acabar con él, Gible había sido suficientemente astuto como para poder encajarle los golpes, por lo que el combate estaba prácticamente decidido. Aún así, hizo todo lo que pudo por despertar a su pokemon y acabar con su rival.

¡Vamos Grimer! ¡Aún estás a tiempo de despertarte y acabar con él! ¡Lanza mugre!

Gible parecía estar consiguiendo todo lo que no había sido capaz durante el resto del combate. Como si Grimer demostrara algún tipo de vulnerabilidad mientras dormitaba, el pokémon dragón había conseguido golpearle varias veces seguidas, y ésta sería la última.

Con una gran fuerza reunida, como si echara fuego por los ojos, consiguió lanzar a Grimer por los aires. El pokémon saltó tras él y empezó a atacarle con dureza, a base de mordiscos y arañazos. Cuando ambos cayeron al suelo, Grimer estaba inconsciente, totalmente debilitado para continuar el combate.

Y, aunque Gible había conseguido derrotarle, no lo parecía. El veneno cada vez se hacía más fuerte, y además ahora también estaba confuso. Eran dos factores que la pequeña entrenadora debía tener en cuenta para acabar con su rival, pues sólo le quedaba un pokémon.

Chihiro llevó instintivamente su mano a la última pokéball. Era el as que había tenido siempre en la manga, y en quien siempre había confiado. Pero a decir verdad, todavía no lo había sacado en todo aquel torneo. Lo tenía bien entrenado y confiaba plenamente en él, pero Meditite tendría que hacerse cargo de los tres pokémon de Erik, y eran demasiados para él.

Aún así, tendría que darlo todo y confiar en las oportunidades que tenía su amigo.

¡Meditite, a escena! ¡Tienes ante ti una dura tarea, pero no dudo que no puedas salir de esta! ¡De hecho nos hemos visto en situaciones mucho peores y has salido bien parado!

¡Corre hasta él y golpéale fuerte con tu cabeza!

Erik observó a Meditite y apretó los puños con fuerza. Conocía el potencial de ese pokémon, y sabía lo que le iba a costar ganarle

Ahora que estaba tan cerca... pensó, mientra veía como Gible quería morder a una roca.

¡Gible, centrate! ¡Mira a tu rival, visualizalo sólo a él! ¡Enfado!

Meditite fue recibido con aplausos. Muchos aficionados conocían su técnica y su gran poder, y eso podría dar la vuelta al combate que no hacía más que girar.

Y no eran los únicos que lo sabian. Chihiro y Erik conocían que ese combate no estaba decidido, por mucho que Erik tuviese todavía los tres pokémon y a Chihiro sólo le quedase uno.

Y el primer golpe fue para la niña. Meditite se lanzó, cabeza por delante, y un halo de luz psíquica rodeó su cuerpo. Gible fue incapaz de reaccionar a tiempo, y Meditite le estampó contra la pared.

El pokémon dragón había sido derribado de un golpe. Uno menos para Erik.

Erik esperaba ese golpe, así que no se sintió derrotado. Llamó a su pokémon y sonrió cuando lo recogió.

Has hecho un trabajo espectacular, toca descansar dijo, mientras lo guardaba y tentaba las dos pokéball que le quedaban.

Su cara era dudosa mientras evaluaba el potencial de Meditite. Sabía que Axew era un pokémon rápido, más que Meditite seguramente, pero estaba malherido. Pero si sacaba ahora a su último pokémon, perdería el factor sorpresa...

¡Adelante... Axew!

¡Usa enfado!

Si se hubiera esforzado un poco más Meditite... Pensó para sí misma Chihiro. Era cierto que su pokemon era sumamente poderoso, pero no había contado con que su rival fuera más rápido. Meditite tenía fuerza, defensa, y capacidad de regeneración, pero si su rival era más rápido que él, entonces no tendría nada que hacer. Y sin lugar a dudas, eso es lo que terminaría por hacerle perder el combate.

Aún así, no desesperó, sabía que todavía podía tener una oportunidad. Los combates no estaban decididos hasta el último momento. ¡Adelante, Meditite, lanza otro cabezazo contra él!

Axew salió al campo de batalla, cansado y muy debilitado por su anterior enfrentamiento. Meditite, sin embargo, estaba fresco como una rosa, y eso le daba una ventaja. Ambos entrenadores se miraron a la cara y parecían leerse el pensamiento y hacer sus propios cálculos. El resultado del combate estaba cada vez más cerca, y un ataque fallido o un movimiento en falso decantaría la balanza hacia uno de los dos.

Meditite empezó a rodearse de la energía que caracterizaba su ataque, mientras que los ojos de Axew se volvían rojos por la furia. El enfado del pokémon hizo que se lanzara a por su rival sin medir las consecuencias para él.

Y en un mar de golpes, ambos pokémon se enfrentaron. El primero en atacar fue Axew que, llevados por una furia descontrolada, golpeó con todo lo que tenía a Meditite. La potencia de su ataque no estaba afectada por el estado en el que se encontraba, estaba claro. Las heridas de Meditite iban en aumento, y por poco le dejó inconsciente. Por suerte, el astuto pokémon consiguió asestarle un cabezazo que envió a Axew por los aires. Cayó al suelo y, aunque intentó incorporarse, no pudo. Se quedó inmóvil en el sitio, dejando a Erik con un pokémon menos.

¡Axew, vuelve! ordenó el entrenador mientras apuntaba con la pokéball a su compañero. Has hecho un buen trabajo le dijo al observar a Meditite, que estaba en las últimas. Una sonrisa de prepotencia asomó a sus labios. Lo había conseguido, el combate era suyo.

¡Es tu turno, Noibat!

¡Usa Vendaval!

Chihiro sacó su pokéball y mandó regresar a Meditite antes de que el vendaval de Noibat le afectara. Es absurdo continuar con este combate, tu Noibat es mucho más rápido que mi pokémon y no quiero que sufra más daño. El golpe de tu Axew lo ha dejado hecho polvo. Dijo mientras acariciaba la pokéball. Tú ganas, Erik, tú eres el claro vencedor de este combate. Dijo mientras miraba a su pokémon y se acercaba a él para tenderle la mano.

Luego miró al árbitro, colocó un pulgar hacia abajo y mirando al público, les dijo: Me rindo. Prefiero no llevar este combate hasta el final para no causar más daño a nuestros pokémon. Buen trabajo, y buen entrenamiento.

Erik alzó el brazo y Noibat voló hasta él cuando Meditite regresó a su pokéball. Negó con la cabeza mientras acariciaba a su pokémon.

Cobarde pensó. Sus pokémon no se hubieran rendido. Es más, se hubiesen sentido defraudados por su entrenador si no les hubiese dejado combatir hasta el final.

Está bien, buen combate Chihiro se encogió de hombros y se marchó de allí, sin mirar atrás. Era hora del último combate.

El árbitro alzó el banderín, dando la victoria a Erik. La gente aplaudió a Chihiro por su decisión, si hubiese combatido su pokémon habría sufrido innecesariamente, y más cuando estaba claro que iba a perder.