Partida Rol por web

Si bien no había dicho apenas nada hasta el momento, el Undécimo no había estado ocioso mientras el Máster… o Missy como se hacía llamar ahora hablaba. O más bien era su mente la que no había permanecido ociosa. Aquello era preocupante… tanto, que ni siquiera se había arreglado aún la pajarita.

Tú lo has dicho, siempre has sido leal a ti mismo… misma… a tus intereses- le dijo a Missy -Así que explícame como tú “salvar a Gallifrey” no es otro de tus planes, como has dicho, dominarlo- le preguntó.

Clara, Clara, Clara… es el Máster, lo conoces, tú misma has dicho que es una embustera… o embustero… o lo que sea- le dijo a Clara cuando le habló a mi última reencarnación de comprobar lo que Missy decía -Si hacemos eso estaremos haciendo exactamente lo que quiere que hagamos- dijo mientras se acercaba a los controles de la TARDIS para hacer precisamente lo que acababa de decir que no tenían que hacer.

El undécimo doctor pudo comprobar que la TARDIS estaba distinta, aquella tenía más años que la que solía utilizar lo que significaba que pertenecía al duodécimo doctor, sin embargo por mucho que ella evolucionase seguía siendo la misma y siempre hacía caso al doctor, por lo que tras un rápido tecleo en los mandos le mostró lo que necesitaba saber y no era más que la confirmación de que Missy parecía decir la verdad, había actividad Daleks en la tierra y el año era el correcto, 1875, sin embargo faltaba un dato... la ciudad y aquello, parecía ser debido a un problema interno de la TARDIS, parecía que había una pieza que le faltaba... miró a Jo y a lo que sostenía entre sus manos.

Fruncí el ceño mientras seguía pensando.

- De momento, y en vista de la situación queridos amigos, lo poco que podemos creer es que a Missy no le interesa que Gallifrey caiga a manos de los Daleks, con lo cual su objetivo en estos momentos es el mismo que el nuestro. Si después pretende dominarlo sabe que estaremos ahí para impedírselo... como otras tantas veces - sonrío educadamente a mi archirival.

Agradecí a Jo su óptima gestión con una inclinación de cabeza y una sonrisa sincera.

- Seguro que otros de mis... "yo" sabrán donde va exactamente. Hazles llegar el componente - dio la orden con simpleza sin resultar grosero.

- Si nuestro primer paso es ir a España y más en esa época, lo siguiente que debemos preguntarnos es ¿qué tenemos para empezar una vez lleguemos? -

¿Llevar la Tardis por el planeta tierra y salir de Inglaterra? Desde luego, el Amo tenía muy mal gusto. Y ¿A España? ¿Un país tan cálido? Cuatro cogió la bufanda que le tendían y se la echó al cuello, enganchando accidentalmente a Sarah y al tercer doctor con el movimiento. Tras un leve forcejeo, la libero y se la colocó bien.

–No sé que problema podrían tener, querida– dijo dandole un golpecito en la nariz– Te queda muy bien, no creo que esos señores tengan demasiado problema. Pero si te sientes cómoda en bikini e, inexplicablemente no les gusta, podemos ponerte encima unas ropas holográficas. Así no se darán cuenta.

El cuarto doctor miró con extrañeza al decimoprimero. 

–¿De verdad vas a usar esa parte de la TARDIS? El resto de nosotros sabemos que no es el mejor sitio. Es donde vomitó esos aliens de Saturno.–dijo poniendo cara de asco antes de acercarse a su anterior encarnación– MMmmm ¿paella?¿tortilla?¿Aznar?No eso es más adelante...pero mes suena que es algo parecido...¡¡Ah!! Sí. Es cuando llegaron los Borbones. Alfonso, un chico muy peculiar. Estudió aquí, en Inglaterra.

Accionar un par de palancas, pulsar varios botones en una rápida sucesión, teclear los comandos apropiados… el Undécimo se movía seguro y veloz por la consola de control de la TARDIS, incluso a pesar de que aquella no era realmente su TARDIS, sino una versión posterior. Sin embargo, él era el Doctor de la TARDIS, el loco de la caja azul, y esta respondía como siempre a sus manos.

1875… una año aburrido, la verdad, nada que ver con 1785, oh, ese sí que fue un buen año… los buenos de Jean Pierre y John, menudo viajecito nos pegamos en globo…- empezó a decir el Undécimo -Pero bueno, 1875, España… la Tercera Guerra Carlista se acerca a su fin… y como no, parece que hay daleks justo en el medio, aunque…- continuó, deteniéndose y mirando por un momento la consola -No logro ubicar el lugar exacto… parece que falta algo… ¡eso es!- exclamó de repente, dirigiéndose hacia Jo y cogiéndole la pieza que había reparado -Esplendido Jo, siempre tan inteligente, gracias- le dijo, dando vueltas a la pieza en sus manos para observarla desde todos los ángulos posibles… e incluso dando más vueltas de lo necesario -Justo lo que me faltaba- dijo, volviendo de nuevo a la consola tras dar una vuelta sobre sí mismo y agachándose sobre esta para colocar el controlador cuántico.

Debo reconocer que me puse un tanto nervioso al ver a Missy caminando a mi alrededor, con aquella seguridad en sus movimientos y en sus palabras. Por un momento, llegué a pensar que la escena inicial se volvería a repetir y esta vez, traté de alejarme de ella, buscando refugio de manera inconsciente junto a mi ayudante Clara.

- España, ¿eh? ¿Te refieres a ese país tercermundista que está bajo nuestros pies y que nos sirve de frontera para evitar que los moros y los negros nos invadan? - Pregunté en voz alta, dejando clara mi postura frente a ese lugar... - Lugar de vagos que solo saben dormir la "siesta" y beber hasta dormir de nuevo. Al menos en aquel año, espero que estuviesen un poco más... centrados que ahora.

Luego se fijó en Jo y en sus palabras. - Clara, mira a ver que arregló Jo y... - Y en ese momento ví a mi anterior yo toquiteando mi TARDIS. - Tú!! ¿Se puede saber quien te ha dado permiso para poner tus manos sobre mi TARDIS? - Pregunté entre furioso y enojado al undécimo doctor. Pero había llegado tarde o quizás es que aquel doctor corrió demasiado... - Aleja las manos de mis controles, jovencito!! - Le reñí de nuevo, aunque parecía que aquel pseudo doctor no iba a hacerme caso alguno.

Me giré entonces hacia Missy. - De verdad... de todas mis reencarnaciones, ¿tuviste que traer a esta concretamente? - Pregunté a la mujer señalando descaradamente al undécimo doctor. Claro que, en vista de los elegidos... era de lo mejorcito de la sala.

El décimo doctor pareció por fin reaccionar cuando se dio cuenta de que lo que venía era un viaje con la TARDIS y varios de sus yos... además de Missy, que ella viniera no le gustaba, es más no le gustaba nada pero si servía para salvar a Gallifrey aceptaría, aún así pensaba vigilarla muy de cerca o al menos todo lo cerca que pudiera.

Mientras los demás doctores se ponían a decir cosas, el más rápido fue el chico de al pajarita que supuestamente era su inmediato sucesor... desde luego las regeneraciones posteriores habían perdido sin su encanto y su peinado... el de 10 por supuesto, pero supuso que tendría que conformarse, por lo menos 11 tenía chispa y le gustaba dar vueltas sobre sí mismo... y hasta pareció encontrar el sitio a donde debían ir en primer lugar, por lo que se acercó a churretear por encima de su hombro estirando la cabeza como quien no quiere la cosa... entonces el viejales habló, no el de las chorreras que en cierta manera había sido él y sabía que tenía estilo... viejales era "el otro" el que Missy le había dado un beso y a 10 le había costado como varios minutos asimilar que ESO que había visto le iba a pasara a él... o al menos a ese él del futuro...

- España, ¿eh? ¿Te refieres a ese país tercermundista que está bajo nuestros pies y que nos sirve de frontera para evitar que los moros y los negros nos invadan? - Pregunté en voz alta, dejando clara mi postura frente a ese lugar... - Lugar de vagos que solo saben dormir la "siesta" y beber hasta dormir de nuevo. Al menos en aquel año, espero que estuviesen un poco más... centrados que ahora.

Luego se fijó en Jo y en sus palabras. - Clara, mira a ver que arregló Jo y... - Y en ese momento ví a mi anterior yo toquiteando mi TARDIS. - Tú!! ¿Se puede saber quien te ha dado permiso para poner tus manos sobre mi TARDIS? - Pregunté entre furioso y enojado al undécimo doctor. Pero había llegado tarde o quizás es que aquel doctor corrió demasiado... - Aleja las manos de mis controles, jovencito!! - Le reñí de nuevo, aunque parecía que aquel pseudo doctor no iba a hacerme caso alguno.

- ¿CÓMO?- exclamó mirando fijamente a doce

- ¿Se puede saber que te ha pasado? ¿Es que antes de regenerarte comiste pimientos en vinagre?- miró a 11 y a 12 alternativamente haciendo culpable también a 11 por dar lugar... a ESO- España mola, he estado varias veces en Barcelona y me muero por probar el Sal...Salmeron... Salmonete... ¿Salmorejo? sí... eso, además... la TARDIS es de todos, sabes que fue diseñada para ser pilotada por seis señores del tiempo a la vez, además Jo ha arreglado la pieza que hacía falta... ¿es que no te acuerdas de ella?- todos los presentes habían conocido a muchacha, dudar de ella era algo que casi le había molestado más que la idea de tener que llevar la cara de Peter en un futuro- Ahora en serio... ¿De verdad voy a ser como tu?- dijo espantado.

Tras aquella pequeña reprimenda miró de reojo la pantalla que acababa de revelar el nombre de la ciudad a la que debían ir.

- ¿LINARES? ¿De qué me suena?- dijo tratando de recordar algo mientras se rascaba la cabeza

Me giré entonces hacia Missy. - De verdad... de todas mis reencarnaciones, ¿tuviste que traer a esta concretamente? - Pregunté a la mujer señalando descaradamente al undécimo doctor. Claro que, en vista de los elegidos... era de lo mejorcito de la sala.

Missy se encogió de hombros divertida, para después añadir en tono enigmático.

- Todos estáis aquí por un motivo, teníais que ser vosotros concretamente, lo siento- concluyó poniendo cara de buena.

Una bombillita pareció encenderse en tu portentoso cerebro, pues estabas seguro que te sonaba esa ciudad de algo... haciendo un pequeño esfuerzo recordaste que se trata de una ciudad situada en la zona nororiental de Andalucía, en la provincia de Jaén, cuya historia más brillante databa precisamente del año al que debíais viajar, que fue el año en que dicha ciudad obtuvo el título de ciudad por haberse convertido, gracias a las minas de plomo en una de las poblaciones más ricas y prósperas de la zona y de Andalucía en general, incluso los ingleses llegaron a llamarla la Londres andaluza por todo la industria relativa a la extracción del mineral que se gestaba en la misma... un pasado glorioso que sin embargo a mediados, finales del siglo XX tras el cierre de las minas y su sucesora, Santana Motor, que era una fábrica que hacía coches, llevó a esta ciudad a convertirse en uno de las poblaciones con más paro del país...

https://es.wikipedia.org/wiki/Linares_(Ja%C3%A9n)

¿Pimientos en vinagre?- preguntó el Undécimo, asomando la cabeza de debajo de la consola -¿A quién se le ocurre meter pimientos en vinagre? Y desde luego, eso no es culpa mía… además, España está bien- dijo, saliendo de donde estaba y ajustándose la pajarita -Siempre hay gente despierta, siempre hay gente durmiendo… hay, españoles, no saben cómo lo hacen pero lo hacen. Eso sí, olvídate del salmorejo, es rojo y tiene tomate, pero no sabe a tomate… ¿por qué no sabe a tomate? Mejor el arroz con leche… es arroz… pero con leche. Y pensar que me dijeron que ni iba a funcionar… los churros con chocolate también están bien, aunque de eso no me puedo llevar el mérito…- fue diciendo mientras observaba la pantalla.

Linares, Linares, Linares… ¡Linares!- exclamó tras ver la pantalla -España, zona nororiental de Andalucía, en la provincia de Jaén, bonita ciudad, la acaban de hacer ciudad ¿sabéis? Estará un poco sucia, pero bueno, así son los humanos, en fin, a lo importante…- continuó diciendo, deteniéndose para girarse hacia Missy -¿Y qué motivo es ese?- le pregunté repentinamente serio y abandonando el parloteo -¿Por qué nosotros?- añadió.

Miré a mis compañeros negando con la cabeza. Eran tan... "efusivos", o mejor dicho ¿soy tan efusivo?

- Ya sabemos donde ir, la época y demás. La pregunta ahora es ¿cuándo partimos? Creo que todos nos caracterizamos por ser muy adaptables, así que teniendo en cuenta que existe un motivo mayor para ser nosotros, tan solo puedo decir como ahora comentan las juventudes humanas... como era... - hice esfuerzo en acordarme, nunca se me dio bien entender a los humanos y su palabrería, pero sé por Jo que es importante aprender de todo lo que me rodea y demostrarlo.

- ¡Ah sí! - hice una pausa.

- My body is ready - pronuncié con un tono poco acorde, a fin de cuentas era la primera vez que usaba esa expresión. ¿quizás era demasiado moderna para la época?

- TARDIS... ¿de todos? - Miré a don perfecto arqueando una ceja. - No te confundas, todas son MIS TARDIS. Las tuyas, desde tu reencarnación hacia abajo... como mucho. Y sí, se perfectamente para cuantos señores del tiempo está diseñada. Pero nosotros somos uno... YO. Maldito criajo malpeinado que se cree el culo del mundo... - Murmuré refiriéndome al décimo doctor. - Y se perfectamente quien es Jo y te recuerdo que también se lo que no quieres que tus yos previos quieres que sepan. - Sonreí con malicia. Todos teníamos secretos, pero los de don perfecto precisamente eran los más jugosos, puesto que demostraban que no eran tan perfecto como decía y creía ser y era consciente de ello.

Caminé entonces junto a Missy. - Que malévola y retorcida eres, eligiendo precisamente a ellos... sabías que todo esto pasaría... y lo estarás disfrutanto. - Luego caminé hacia Clara. - Que Jo no te amedrante, tu eres la reina de esta TARDIS. - La traté de animar por si la molestaba que ahora todas las flores fuesen para alguien de tan atrás que supo reparar una pieza pero que no sabía ni para que servía.

No quedaba otra. Les iba a tocar trabajar juntos, lo cual tenía su gracia. Muchos eran los que habían acusado al Doctor de inaguantable, y ahora le tocaba al Doctor aguantarse a sí mismo, lo cual no era moco de pavo. Haciendo uso de su temple y cordialidad, sacó un platillo de gominolas y les fue ofreciendo a todos. Cuando llegó al undécimo no pudo evitar sonreír de forma cómica

–"En los años venideros, puede que te encuentres... revisitando algunos rostros. Pero solamente los viejos favoritos"¿Eh? Recuerdas que te dije eso, supongo. Y eso te incluye a tí– dijo volviendo y señalando a Doce– ¡Jibly Gellatine, binbi mor pinnin! Toma una golosina y endulzate un poco. Que sabemos que sabes... Las verdes eran mis favoritas, pero creo que a tí te gustará más las rojas. Ya averiguaremos por qué somos los favoritos. Y si no, da igual. Como expresidente de Gallifrey tendré que poner mi granito de azúcar para salvarlos. Otra vez

Después de aquel comentario, se acercó al décimo doctor, que parecía aterrado ante la perspectiva de convertirse en el viejo rabioso que tenía al lado. Seguro que haría lo posible por no regenerarse en otro cuerpo.

Venga, venga... no te preocupes por lo que vas a ser, sino por lo que eres. Y tú– se giró al tercer doctor  se descubrió el sombrero respetuosamente ante él– Estoy seguro que te encantarán las amarillas. Son de piña joviana.

Después de ofrecer a todos los doctores y a los acompañantes, Cuatro ofreció a Missy una gominola. Todo se podía arreglar con gominolas. Especialmente si las gominolas eran explosivas. Cosa que no era el caso. Para bien o para mal, y a pesar de lo que el susto inicial daba a entender, Cuatro no era rencoroso. Después de intercambiar una mirada tan intensa que hubiese petrificado a una esfinge se dirigió a una parte de la sala de control. Su parte favorita, ya que desde allí podía conseguir que la tardis oliese a algodón de azúcar cuando viajaban.

–Bueno...Pues allá vamos. Sarah, querida, agárrame el gorro, que esto va a moverse mucho.

 - Que malévola y retorcida eres, eligiendo precisamente a ellos... sabías que todo esto pasaría... y lo estarás disfrutanto

Missy, ante estas palabras hizo realizó un gesto dramático, como si le hubieran herido.

- Doctor... que mal concepto tienes de mí... Tengo sentimientos ¿Sabes? sólo que hay que conocerme un poquito.

Con un reboloteó se alejó de doce y se acercó a cuatro.

–"En los años venideros, puede que te encuentres... revisitando algunos rostros. Pero solamente los viejos favoritos"¿Eh? Recuerdas que te dije eso, supongo. Y eso te incluye a tí– dijo volviendo y señalando a Doce– ¡Jibly Gellatine, binbi mor pinnin! Toma una golosina y endulzate un poco. Que sabemos que sabes... Las verdes eran mis favoritas, pero creo que a tí te gustará más las rojas. Ya averiguaremos por qué somos los favoritos. Y si no, da igual. Como expresidente de Gallifrey tendré que poner mi granito de azúcar para salvarlos. Otra vez

- ¿A mi no me das una?- se le puso delante con los brazos en jarras- ¿Cual sería mi favorita?- le guiñó un ojo para después escuchar a los demás caminando a su alrededor, iba a dejar para lo último la contestación del cascarrabias... sólo por joder un poco.

- My body is ready - pronuncié con un tono poco acorde, a fin de cuentas era la primera vez que usaba esa expresión. ¿quizás era demasiado moderna para la época?

 - ¡Yeah! darling- rió a carcajadas abiertamente, parecía que Missy le tenía cariño al tercero a quien le dedicó un movimiento especial adoptando la postura de un esgrimista- tu body siempre está ready- hizo otro movimiento con la diestra como si fuera una espada y con una grácil finta apoyó su dedo en el pecho todo encamisado con chorreras de Jon- echo de menos nuestros combates con espada- le dijo con un deje de melancolía adoptando por un instante la forma de mirar del master de Jon, el que fue tanto su amigo como enemigo, lo curioso de la relación de esa versión del Master y del tercer doctor, es que en el fondo siempre estaban haciéndose la puñeta pero terminaban por ayudarse.

Después volvió a girarse sobre sus talones y plantarse frente a once y doce.

 -¿Y qué motivo es ese?- le pregunté repentinamente serio y abandonando el parloteo -¿Por qué nosotros?- añadió.

- Parece mentira que no conozcáis a vuestra propia gente...- sonrió- los códigos están relacionados con vosotros, sólo hay una forma de proteger las coordenadas que lleven a nuestra planeta, ocultarlos en el espacio y en el tiempo y asegurarse de que cada número o código binario tenga su propio guardián, sólo que para asegurarse aún más ni siquiera sabíais que eráis sus propios guardianes... eso... mi querido... queridos, doctores, significa que de alguna manera los tenéis aquí- con descaro posó uno de sus dedos en la cabeza de doce para después retirarse con rapidez- y que la forma de que podáis acceder a esa información es viajando a la época y el lugar concreto para encontrar el descodificador oculto por los señores del tiempo... como bien sabéis esos descodificadores pueden adoptar la forma de cualquier cosa, animal o cosa... y sólo se activaran cuando entre en contacto con su guardián- todos al escuchar aquellas palabras os distéis cuenta de que si existían esos codificadores y que era una práctica muy habitual de vuestra gente cuando de lo que se trataba era de ocultar información importante, y aquello realmente lo era... lo que significaba que los Daleks también querrían hacerse con los codificadores y luego... ¿secuestrarlos? era realmente un plan muy retorcido pero que casaba con la mente de Davros, el padre de los Daleks- Lo que tenemos que hacer es localizar los codificadores antes que nuestros enemigos- siguió hablando Missy mientras sacaba su espejito de mano... que como todo en ella era mucho más de lo que aparentaba- cada codificador emite una pequeña señal que si se sabe identificar nos conducirá al lugar adecuado, de momento esa señal nos ha dado fecha y lugar, en mi opinión no deberíamos perder más tiempo e iniciar el rastreo. 

David, ignoró cualquier comentario que tuviera que ver con su intelecto... él y sólo él eran la mejor versión de sí mismo y con eso le bastaba, además había tantas cosas importantes de por medio que su atención se dirigió rápidamente a la explicación de Missy... todo tenía sentido y si había posibilidad de salvar a Gallifrey él no se iba a quedar con los brazos cruzados además... hubo otra cosa que le llamó poderosamente la atención.

- ¿Arroz con leche?- no pudo evitar decir el décimo doctor cuando escuchó al onceavo- ¿Y en Linares lo tienen?... ¿A qué estamos esperando entonces?- declaró dirigiéndose hacia los mandos de la TARDIS y con cara de loco... que era lo que todos al fin y al cabo eran, gritó- ¡ALLONSY!- mientras accionaba la nave palanca que ponía en acción la nave.

De inmediato la TARDIS obedeció a su doctor... pues todos lo eran y como movida por un resorte o más bien muchos a al vez, comenzó a girar sobre sí misma, como si estuviera en una tormenta haciendo que sus pasajeros tuvieran que agarrase a algo, o entre sí mismos para evitar rodar cual croquetillas. 

¿Así que nos metieron las coordenadas en nuestras cabezas?- preguntó el Undécimo -No sé si es de las mejores ideas que han tenido o de las peores… aunque me pregunto desde cuando confían tanto en mí como para confiar en nosotros para eso- dijo -En cambio, lo de hacerlo sin preguntar, eso sí que es típico de ellos, siempre tan arrogantes y seguros de sí mismo incluso cuando…- añadió, aunque antes de que el Undécimo pudiese terminar la frase, su regeneración inmediatamente anterior decidió que no podían perder más el tiempo  y que debían ir a que pudiese probar el arroz con leche.

¡Vaya, estás más salvaje que de costumbre!- le grité a la TARDIS mientras se agarraba a una de las barandillas para no caer, lo cual logró… durante unos segundos, antes de que un movimiento especialmente fuerte le hiciese ir directo y sin frenos hacia donde estaba el vejestorio en quien al parecer se terminaría reencarnando, aunque no sin antes pisar la bufanda del Cuarto, lo cual le hizo perder aún más si cabe el poco equilibrio que conservaba.

Sonreí de satisfacción al comprobar como daba inicio una nueva aventura, esta vez posiblemente la más importante de todas.

Miré a Jo con una media sonrisa, ella sabría perfectamente que estaba disfrutando de lo que Missy nos había contado.

- Una jugada muy astuta la de guardar esa información en nuestras cabezas, no esperaba menos - después de aquello me pasé la mano por la frente, como en un intento vano por "acariciar la información".

- Ahora tan solo espero que el decodificador sea algo fácil de encontrar o manejar... aunque mi instinto me dice que seguramente será todo lo contrario - después de decir aquello me aferré con fuerzas a la Tardis puesto que sabía que llegaban turbulencias. Con la mirada dirigí a Jo para que se agarrase también fuerte.

- ¡Espero que hayas calculado bien y no aparezcamos en el Mar de Alborán! - grité en mitad del frenesí del viaje.

Estaba entusiasmado, la curiosidad invadía mi cuerpo ¿y si el decodificador era una persona? ¿y si realmente era un animal? Lo peor que podría pasar es que se convirtiese en una piedra que pasase desapercibida entre la multitud... aunque eso también tendría sentido.

- Sobre actuas demasiado. - Dije a Missy tras observarla todo ese tiempo, hasta que puso su dedo en mi frente, algo que me hizo sacudir la cabeza para quitarme esos dedos de encima. Pero no me dio tiempo a decir mucho más, puesto que uno de mis yo, decidió arrancar sin preguntar si quiera y eso no era lo peor. Mi TARDIS, lo secundó.

- Me siento traicionado por mi mismo... - Susurré dolido por aquello, mientras me aferraba con fuerza a la estructura de la TARDIS. Por fortuna para mí, yo la conocía mejor que ninguno y sonreí cuando vi a mi predecesor no ser capaz de mantenerse sujeto. Pero mi sonrisa se borró en el momento que vi que venía directo hacia mí. Me revolví en aquel sitio y coloqué mi brazo de tal manera que, cuando llegase a impactar en mí, pudiese separarle de mi lado. No iba a amortiguar su golpe, no iba a ser su colchón y menos aún su sistema de agarre.

Y eso ocurrió, Once golpeó conmigo y me zafé de él, viéndole de refilón seguir moviéndose por la TARDIS. A quien también pilló desprevenida, fue a mi ayudante, Clara, la cual iba dando bandazos de un lado a otro. - ¡Clara! ¡Aquí! - Extendí mi mano para que se agarrase a ella. En cuanto lo hizo, tiré con fuerza hacia mí de la mano de la joven. - Agárrate aquí. - Dije mostrándole una barra. - Estarás más segura hasta que esto pare. - Aún así, sin darme cuenta de ello, mi brazo pasaba sobre su hombro y la mantenía pegada a mí, protegiéndola de aquel alocado vuelo por el tiempo.

Podría haberse pensado que el cuarto Doctor, que había parecido torpe en un principio, sería el más vapuleado por la Tardis. Sin embargo, gracias a su corbata y a que escondía unos reflejos que no solía mostrar, se libró de ellos gracias a su bufanda. Atada como estaba, no se caería... o eso pensaba él. En realidad, meneándose como un péndulo, se golpeó varias veces con todas las paredes, con sus ayudantes, con los otros doctores e incluso con un gato naranja que no se sabía como había llegado allí.

Durante un momento llegó incluso a llevar en volandas al tercer Doctor. Finalmente aterrizó casi llevándose por delante a Clara y cayendo arrodillado ante Sarah. En ese momento, no teniendo muy claro que hacer, disimuló sacando una flor de uno de sus bolsillos. 

–Para tí– dijo con una sonrisa tan grande como su dolor de lumbares.– Bueno, va siendo hora de ponernos en marcha. Tenemos una máquina del tiempo, pero eso no significa que tengamos tiempo. Vaya, en realidad a nadie se le ocurre eso ¿verdad?

Mientras el unceavo doctor salía precipitado hacia el doceavo y este lo esquivaba para que Matt se terminara estampando contra la barandilla y rodara hacia abajo para dar con sus huesos en algún lado de la TARDIS, concretamente en la biblioteca cuya puerta se abrió pues... porque sí... dado que el doctor de la pajarita no podía dejar de rodar tuvo que parar chocando con una estantería de la cual cayó una caja que fue a para en su cabeza, quien al abrirla descubrió unas gafas de lo más molonas... que seguramente debían servir para algo, sólo que con su cuerpo serrano tan dolorido, no recordaba exactamente para qué, pero lo mismo era bueno guardarlas en sus bolsillos y averiguarlo después.

Mientras... tras el zarandeo bufandero del cuarto, que se chocó con todo lo estrellable, pasando por cada rincón de la TARDIS, incluidos doctores, ayudantes y... el MARRAMIAUUUU del gato que pasaba por ahí, que le hizo preguntarse al doctor que desde cuando tenía él un gato... terminó por ir a parar a los pies de su Sarah, pero antes de que pudiera recuperarse un objeto no identificado fue a caerle en toda su frondosa melena rizada, que al menos le libró de un incipiente chichón en el único sitio que no tenía hematomas, al palpar lo que sus rizos habían atrapado y mirarlo de cerca, comprobó que se trataba de una especie de pitillera, tan sorprendido como extrañado la abrió para comprobar que lo que guardaba eran golosinas, ¡Sus queridas gominolas!... pero, un rápido examen hizo que se percatara que no eran normales y que antes de comerlas sería prudente saber para que servían, puesto que parecían tener instrucciones... curioso... realmente curioso, mejor guardarlas de momento.

El meneito de la TARDIS se prolongó unos minutos más mientras el tiempo y es espacio se contraían, se estiraban, se coordinaban y... firmaban pactos para ponerse de acuerdo. 

Hasta que finalmente la TARDIS dejó de bribar dando un respiro a sus ocupantes, entre ellos a Missy que fue la primera en ponerse de pie, saliendo de detrás de la bufanda del cuarto con el moño despeinado y cara de agobio, sin decir nada ni esperar permiso se plantó junto a los mandos de la nave para ver donde estaban. Mientras, una melodía comenzó a sonar yendo de menos a más.

- Parece que estamos en las coordenadas correctas... aunque hay algo que todavía no anda bien... ¿Pero, pero que es esto?