Partida Rol por web

Remiel se mostró escéptico ante la propuesta de Papagena. Probablemente era uno de los mayores expertos del grupo en el arte de destruir la magia o hacerla desaparecer, y por todo lo que les habían estado contando acerca del laberinto, dudaba que aquel truco pudiera funcionar.

Si el laberinto es capaz de eliminar nuestros poderes, un hechizo de camuflaje mágico no será suficiente como para protegernos. La verdad, creo que es una pérdida de tiempo. Tiempo del que, por otra parte, no vamos sobrados; deberíamos estar ya en camino, la verdad. Cuanto más tardemos a ponernos en marcha, menos ventaja tendremos respecto a nuestros perseguidores.

Remiel empezaba a impacientarse; le gustaría ponerse ya en marcha, pero le daba la impresión de que sus compañeros iban a hacer todo lo posible para demorar su partida.

No falla; cuando no quieres ir a un sitio, ellos se empeñan en ir. Y cuando al fin decides ponerte en camino, entonces son ellos los que de repente no tienen prisa. Dioses... 

Armand no dijo nada. Tenía la sensación que toda pregunta sólo demoraría la marcha, con lo que se acercó a lo que parecía la salida del lugar, y esperó a que el resto terminara sus preguntas para poder dirigirse hacia el laberinto.

 Suspiro y asiento, tocando el objeto que nos habían dado los primus, dentro de mi bolsillo, para intentar captar su potencial mágico y saber si nos supondría o no un problema. Prefería no sacarlo delante del muchacho ese, no le fuera a dar por preguntar.

En principio no debería ser una tarea difícil, cuan mayor es el poder mágico de un objeto más fácil es de detectar, eso lo sabe cualquier aprendiz. Y entonces la información te golpea con tanta fuerza que por un momento no puedes creerlo. Pero es así, tu magia no deja lugar a dudas. Lo que roza tu manos no posee magia en absoluto. Nada. 

Terminadas las preguntas y en previsión de adelantarse a cualquier otra, el joven extiende el brazo con visible alivio para que Pix se pose y le susurra:

-Ya sabes donde llevarnos, por favor Pix, que sea rápido.

Y vaya si lo es. Esta vez estáis preparados para el viaje y no os sorprende, pero si el primero había sido movido, este segundo lo es todavía más y solo su duración inferior os impide vaciar de mala manera el contenido de vuestros estómagos. Caéis de pie, aunque algo desequilibrados, sobre una superficie mullida que resulta ser hierba. Aquí es de noche, justo como lo era cuando Pix os sacó de la Alianza de los vampiros, no hay rastro de la brillante luz que se desprendía en la guarida de Magnus.

Rafael es quien más rápido se ha recuperado de todos y se ha adelantado unos pasos. En su mano sostiene un pequeño artilugio metálico que abre y mira durante unos segundos antes de volver a cerrarlo y señalar en dirección a la arboleda que se alza delante de vosotros.

-Tenemos que ir hacia el Este. Tengo recuerdos de esta zona, aún nos deben quedar al menos cuatro o cinco días de camino hasta llegar al bosque. Descansemos hoy aquí. -dice, aunque su tono no suena muy seguro y parece más bien una pregunta.

Frunzo el ceño tras las palabras que me hacían detectar la magia del objeto. ¿Se habría desencantado al entrar a algún sitio?¿Su pulsión sería demasiado débil en aquella zona? A saber...

En cualquier caso, a no mucho tardar, el muchacho da la señal y nos toca un nuevo viaje. Ésta vez conseguimos orientarnos y caer con los pies por delante, aunque con un grado variable de mareo.

Escucho las palabras de Rafael, que parece más habituado a estos viajecitos, y frunzo el ceño.

- Espera, ¿hemos dejado un santuario seguro para descansar justo donde caemos? -pregunto, sin tener muy claro por qué era todo ésto.

Se me venían a la cabeza varias explicaciones, pero ya que tenía al chaval a mano, prefería quitarme la curiosidad.

En cuanto el hada empieza con los preparativos para llevarnos al nuevo destino, cierro los ojos, intentando mantener la concentración para sufrir lo menos posible. Sino fuera por eso, habría echado hasta la primera papilla por la boca, y eso no me hubiera dejado en buen lugar con el resto, aunque no creo que me tengan en demasiada estima.

Aterrizo clavando los dos pies en el suelo, con un sonido sordo al chocar las botas con la tierra y equilibrándome con las manos. La posterior sugerencia que saldría de la boca del muchacho no me había sentado muy bien, y la pregunta de Barry era más que apropiada. Podría haberlo dicho antes de que nos fuéramos, podríamos haber descansado en un mejor ambiente que en mitad de la nada.

-Espero que, al menos, haya alguien esperándonos allí.
 

¿Cuatro o cinco días? ¿Por qué nos ha dejado el hada tan lejos?

Remiel no acababa de entender por qué no les habían "descargado" más cerca. Ahora tendrían que echar a andar cuatro días más, como mínimo. Pues menudo plan...

La verdad, yo estoy bien; no creo que tengamos que comenzar la expedición deteniéndonos ya antes de empezar. Creo que deberíamos iniciar la marcha, y a ver hasta dónde llegamos. Si sabemos la dirección, sugiero que avancemos.

A Remiel le parecía que sus compañeros también estaban dispuestos a echar a andar; llevaban demasiado tiempo parados.

Las palabras de Barry tienen un efecto instantáneo con Rafael, que se gira y agacha la cabeza. Tras unos segundos, responde, aún sin miraros:

-Yo...tengo mis motivos para no seguir allí por más tiempo. -comenta, afectado.

Hace un intento de decir algo más, pero no dura mucho. En su lugar prefiere responder a las otras preguntas. 

-Como os parezca, si queréis continuar reanudemos la marcha. Y Remiel, Pix no puede hacer viajes tan largos transportando tanta gente, antes lo dije. El otro viaje ya la cansó demasiado, muy cerca nos ha traído, mas de lo que creía. Su magia es poderosa, pero limitada.

- Son cuatro o cinco días. Supongo que habrá que esperar, nos guste o no. ¿Alguno tiene un hechizo para desplazarnos todos más rápidamente o para no tener que descansar o para teleportarnos de forma similar a como lo ha hecho anteriormente Pix? Si la respuesta es no, este lugar es tan bueno para descansar como cualquier otro- pone su mano sobre el hombro de Rafael- Puedes contarnos, si quieres, Rafael. Por cierto, ¿eras el aprendiz de Magnus? ¿cuantos son tus conocimientos y tus capacidades mágicas?

Cuatro o cinco días de viaje... y no había forma de llegar antes, eso seguro.

Bueno, pues nada; vamos a tener que tomárnoslo con paciencia. La verdad, creía que todo esto corría un poco más de prisa, pero siendo así, que no viene de aquí un día más o un día menos, no veo por qué no podemos pararnos a descansar aquí, tienes razón Rafael.

Remiel trata de buscar un sitio donde no haya mucha hierba, que a estas horas ya debe estar húmeda de rocío, para sentarse y descansar cómodamente.

Por cierto, ¿alguien ha pensado en traer provisiones? Porque la verdad, yo no creía que fuéramos a estar tanto tiempo fuera, y algo necesitaremos comer durante el viaje.

Remiel estaba seguro de que Oskari probablemente sería capaz de conseguir comida para todo el grupo, pero le parecía que pedírselo sería insultante; al fin y al cabo era un mago, no un cetrero o algo parecido.

Papagena escucha la disertacion de todos. Ciertamente estaba cansada y el sueño le estaba pasando factura, pese a que realmente necesitaba sentirse libre tras todo aquel tiempo en la casa-prision ahora parecia que sus fuerzas se habian visto mermadas.

Mira de soslayo a Aigor que levanta las manos indicando que no sabia que hacer muy bien.

Cuando ante la pregunta de Remiel su estomago decide responder entonando en Do.

- Creo... que yo puedo tratar de cazar algo.

Mira a su alrededor.

- Aigor

Dice levantando la mano, el Custos ya tenia preparado el arco y el carcaj.

- Espera aqui a que vuelva. El resto igual, tardare un rato, sobretodo ahora que la noche caera en breves por lo que no garantizo nada, pero intentare algo.

A ver, hago dos tiradas, una de caza para detectar animales y la otra de Alerta por si hay bayas, frutos o algo.

Si no fuera Alerta, Supervivencia lo tengo al mismo nivel

Y no recuerdo si las especialidades sumaban +1 si es asi, la tirada de caza es 9 y no 8

Observo al chaval detenidamente, y suspiro. Asiento con la cabeza.

- Perdona. Lo entiendo mejor de lo que creerías. -le digo, apoyándole una mano en el hombro.

Ante las propuestas de los distinto miembros del grupo, medito un momento y respondo:

- Creo que es mejor que nos detengamos a dormir, entonces. Daremos un poco de tiempo a quien lo necesite para prepararse, y podremos planear lo que sea necesario. -expongo con tranquilidad- Papagena, creo que hoy podemos pasar sin comida, ya es de noche y sería mejor no desperdigarnos. Confío de sobra en tu instinto, pero prefiero que no nos arriesguemos mucho si no sabemos ni dónde estamos. -concluyo.

Se estremece al notar que ambos ponéis las manos sobre sus hombros, pero solo un segundo. Respira hondo y levanta la cabeza, asintiendo.

-Sí...supongo...aunque no del todo. Es complicado.

Parece guardarse algo que no quiere decir. En cualquier caso, tomada ya la decisión, deja sus cosas en el suelo y se acomoda para pasar la noche al raso, dado que ninguno tiene tienda ni nada similar. Es entonces cuando vuelve a hablar.

-No soy el aprendiz de Magnus. Por lo menos si a poderes mágicos te refieres. Soy un mundano. Pero he aprendido muchas cosas en estos cien...en todo este tiempo. También he traído algunas provisiones, aunque pensaba cazar por el camino, no se me da mal el arco. Pero no creo que haga falta -dice mirando a Jax significativamente.- ¿Fuego a la antigua usanza o alguien se anima a usar la magia? -pregunta, con un tono que da por sentado lo primero.

No tenía sentido pedir a los demás que contribuyeran a traer comida y quedarse con los brazos plegados. Con un simple gesto, Remiel logró que una llama encendiera una agradable hoguera.

Al menos no pasaremos tanto frío. 

Si todo fuera tan fácil de solucionar... pero estaban a varios días de su objetivo, no sabían dónde se encontraban sus competidores y cuando llegaran hasta allí empezaría el verdadero desafío, por si no habían tenido suficientes emociones hasta ahora.

De repente, una punzada de nostalgia aguijoneó a Remiel, que se vio añorando su antiguo laboratorio, su confortable cama y las reconfortantes paredes de la biblioteca de su antigua Alianza, repletas de tomos de lo más aburridos y poco emocionantes.

Realmente, uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde - reflexionó.

Ante la pregunta del muchacho, me recorre un pequeño escalofrío, tras lo que niego con la cabeza. No obstante, Remiel toma la iniciativa y crea una pequeña hoguera, y yo me quedo mirando el fuego recién creado. Para mí era como el canto de una sirena.

- Cuéntanos, ¿de dónde vienes....? -pregunto, sacando un tema un poco al azar, aunque era algo que me causaba cierto interés.