Adam mira al resto de compañeros
- Tal como yo lo veo debemos tratar de obtener de Morgan todo lo posible. Tal vez nos ofrezca algo... ya se verá. Daniel, no me he olvidado de ti. Vienes con nosotros esta noche. Allí espero poder cumplir con lo que te dije sobradamente. Mientras... ¿qué nos puedes contar sobre la situación en Port Royal? [/B]
Después de echar un par de tragos, me dirijo a la taberna de la cita...
Ahora que releeo mi mensaje veo que no está claro.
Quería decir que me iba a la taberna de la cita YA, para no perder el tiempo. Me exprese mal :)
-A mi se me ocurren muchas cosas para hacer...- una sonrisa lasciva recorre mi rostro.
-Deberiamos ir a la taberna y distraernos un rato.-
El transcurso de los acontecimientos cruza ante mis ojos como un sueño ligero del que cuesta despertar. Desde el incidente inicial del puerto con la peluca, mi mente se ha mantenido completamente ausente de mi cuerpo, mientras éste presenciaba las conversaciones y actos de mis compañeros como un mero autómata. Recobro la consciencia, obligando a mi psique a regresar al mundo real de su deambular por los rescoldos de mi memoria y mi imaginación. - Estoy en Port Royal, no en mi tierra natal. Más aún, ahora debo odiar mi tierra natal. Bien, espero que no me resulte difícil. No lo creo. Ahora soy un pirata. -
- Disculpad mi lapsus ausente, amigos. Estoy en esto con vosotros hasta el final. No confío mucho en Morgan, pues desconozco que beneficios podemos obtener de este "intercambio", no obstante, en estos momentos parece la única salida a nuestros intereses. Creo que deberíamos partir ya a la taberna. -
La española se me adelantó y lanzó ella primero los agravios hacia el capitán Morgan.
-Tranquila querida española, pronto recibirá su castigo. Nunca más insultará a un español de esa forma, y mucho menos enfrente mio.
Luego acercándome al grupo:
-Creo que es cierto que es la única manera de marcharnos de esta isla asquerosa e irnos a la mar. Pero no estoy seguro de querer viajar con ese capitán de poca monta...
Pero antes de terminar mi frase un pensamiento me llenó la cabeza:
"Espera, es una gran idea viajar con este capitán ... estúpido José ...".
Y cambiando mi discurso por completo continué:
-Qué esperamos para alistarnos en su barco? BOCASECA, ME VOY CONTIGO A TOMAR ALGO A LA CANTINA.
-¡Hey, ustedes dos!-me dirijo a Bocaseca y al Sabio.-¿Qué tal un poco de compañía femenina?
No pienso aburrirme en lo que esperamos que el tal Morgan se digne a vernos, al menos no estaré pensando en ociosidades y calmando ciertos apremios por allí con cualquiera; mejor cerca de los amigos si se dejan.
Mientras ibamos a la taberna seguía aun con mi borrachera y que mejor idea que contar un chiste.
Un marinero y un pirata se encuentran en un bar y se empiezan a contar
sus aventuras en los mares. El marinero nota que el pirata tiene una
pierna de palo, un gancho en la mano y un parche en el ojo y le
pregunta al pirata: "¿Y cómo terminaste con esa pierna de palo?"
El pirata le responde: "Estabamos en medio de una tormenta y una ola
me tiró al mar, caí entre un montón de tiburones. Mientras mis amigos
me subían un tiburón me arrancó la pierna de un mordisco."
"!Guau!", replicó el marinero. "¿Y qué te pasó en la mano, por qué
tienes ese gancho?" "Bien...." respondió el pirata, "estabamos
abordando un barco enemigo y mientras luchábamos con nuestras espadas
contra los otros marineros, un enemigo me cortó la mano."
"¡Increíble!", dijo el marinero, "¿Y qué te paso en el ojo?"
"Una paloma que iba pasando y me cayó excremento en el ojo."
"¿Perdiste el ojo por un excremento de paloma?", replicó el marinero
incrédulamente.
"Bueno...", dijo el pirata, "era mi primer día con el gancho."
xD
Río abiertamente ante la chazna de mi compañero y me envalentono para contar una yo mismo:
Hace mucho tiempo vivía un hombre de mar. El Capitán Bravo era muy valiente y jamás mostró temor ante un enemigo. Una vez navegando los siete mares el vigía vio que se acercaba un barco pirata y la tripulación del barco se volvió loca del terror.
El capitán Bravo gritó: “Traigan mi camisa Roja”, llevándola puesta instigó a sus hombres al ataque. Vencieron a los piratas.
Unos días más tarde, el vigía vió dos barcos piratas. El capitán pidió nuevamente su camisa roja y la victoria volvió a ser suya.
Esa noche, sus hombre le preguntaron por qué pedía la camisa roja antes de entrar en batalla y el capitán contestó:
- Si soy herido en combate, la camisa roja no deja ver mi sangre y mis soldados continuarán peleando sin miedo.
Todos los hombres quedaron en silencio, maravillados por el coraje de su capitán. Al amanecer del día siguiente, el vigía vió no uno, no dos sino DIEZ barcos pirata que se acercaban. Toda la tripulación dirigió en silencio sus ojos al capitán, que con voz potente, sin demostrar miedo gritó:
- Tráiganme mis pantalones marrones
Con aire meditante camino hacia la taberna, mirando el cielo y deseando que anochezca...-Qué aventuras nos traerá este anochecer?- con aire distraido y distante bebo de mi petaca.
Haciendo tiempo vais caminando por las calles de Port Royal. Daniel os guia por diversos lugares esperando a que al llegar la noche reciba su recompensa. Está algo nervioso, resignado a tener que esperar hasta la noche para recibir su pago ni siquiera se rie con el primer chiste que cuenta José, ¿acaso ha perdido hasta el sentido del humor?
El atardecer va afectando la vida en la colonia, la gente de bien comienza a retirarse a sus casas y otros de peor calaña van apareciendo. Ya se dan algunos enfrentamientos, apuñalamientos y pasais por barrios llenos de mujeres que se ofrecen por dinero, todo relativamente normal. Hasta que al llegar a una esquina ois unos gritos de mujer pidiendo ayuda, provienen de una casa cercana...
Esta tarde abro la nueva escena.