El largo viaje desde la milenaria China parecía interminable, la paja húmeda y el olor intenso a pescado rompían ocacionalmente el sueño que tanto costaba conciliar, con el movimiento de la barca remontando las olas y la sal de la briza pegándose a tu piel, la fatiga y las nauseas fueron lo único que nunca hizo falta. Con las raciones escasas y los ánimos empobrecidos, la bodega del barco mercante parecía un auténtico calabozo, y las gentes a bordo no distaban de presos comunes mas que por la ausencia de grilletes.
Para hacer la travesía algo mas llevadera, algunos de tus acompañantes de aspecto reprochable y dudosa reputación, trataron reiteradas veces de entablar conversaciones contigo, y aunque en principio eras reacio eventualmente cediste. Allí conociste un ladrón de poca monta con el que "hiciste amistad", que tenía un amigo en la ciudad portuaria de Umioka a la cual se dirigían. El ladronzuelo apodado "sabueso" fue tu enlace para conseguir un trabajo, sirviendo como "cobrador" para aquellos deudores morosos u olvidadisos, una labor escabrosa pero que te dio de comer.
Tras un año de vivir en el puerto, conseguiste dinero suficiente para construir una choza cerca a los muelles, si bien no era mucho, cuando menos era tuya y bajo su techo podías dormir sin la preocupación de ser echado como un perro. Con el tiempo pasaste a ser independiente, tu orgullo como otrora un ejecutor imperial no te permitía seguir como un simple matón, y el recuerdo de aquella princesa te lastimaba la conciencia al pensar qué diría si te viera así.
Cansado de vivir en la necesidad, un día te presentaste ante un hombre adinerado con fama de enemistarse fácilmente, llevando contigo un bulto cargado en hombros. Aunque sus guardias eran reacios a permitirte el paso, finalmente se les ordenó dejarte entrar al saber que se trataba de uno de sus mas tediosos enemigos, y encontrando simpatía en tu iniciativa pasaste a ser su arma oculta.
Una tarde oscura ensombrecida por nubes de lluvia, llega un hombre tocando a tu puerta, tu señor Kurosawa te espera en su mansión del distrito del placer.
Me sorprende lo bajo que e caido ultimamente, pero al menos parece que estoy remontando la mala racha, no voy a negar que me emociona, recobrar poco a poco lo que era antes de conocerla, ese fue mi gran error, fui blando, pero no me arrepiento lo único que en verdad lamento es no haber echo nada para evitarlo, pero como podría yo evitarlo, era bueno, pero había decenas de personas en el clan que eran mejor que yo , lo único que puedo hacer es dejar de mortificarme, lo echo echo esta.
estos pensamientos me han invadido,incluso mientras me dirigía al distrito del placer, moviendome de sombra en sombra, mezclándome entre la multitud, puede que no fuera necesario, pero ya lo hacia por costumbre mas que por otra cosa, fue la primera lección que se me dio, un buen asesino es el que no existe y solo se deja ver cuando su señor lo requiere.
Recortas camino por callejones oscuros y te mezclas entre las ajetreadas gentes con una mirada gacha, ocultas tu rostro con un amplio sombrero que te sirve de sombrilla, solo alzando la vista ocasionalmente para cerciorarte de que nadie te siga. tras algunos minutos de ascender por las calles lodosas alcanzas el umbral imaginario donde se levanta el distrito del placer, con sus muchos burdeles y las lascivas mujeres que te invitan tras las rejas de madera a compartir el lecho. Antes de llegar a la mansión del jefe debes cruzar por una amplia calle adornada con el único cerezo del distrito, si bien no sueles perder el tiempo cuando tienes trabajo, hay una prostituta en particular en la ultima residencia antes de doblar la esquina que siempre merece dedicarle una vista.
Avanzas por un costado de la calle buscando en los techos un poco de refugio, el ruido azaroso del agua rompiendo contra las tejas cubre el rastro de tu presencia, y no hay un alma que se cruce en el camino ante la amenaza del temporal. Cuando alcanzas la última casa, sientes la necesidad de hacer una pausa y te estiras un poco para revisar por la ventana de Tsuru, allí la ves de espaldas lanzando un par de puntadas a su desgastado yukata amarillo, con los sentidos adormecidos puestos todos en la labor. Aún en la penumbra puede verse la blanca piel de su cuello desnudo, y su pequeña silueta delineada por la luz amarilla de las velas te atare, su vista nunca es un desperdicio y casi parece suficiente para satisfacerte, pero te tienta la idea de quedarte un poco mas.
quería quedarme, pero el trabajo era lo primero, y no planeo cometer mas errores, me pidieron que fuera y llegare lo antes posible,sigo caminando discretamente para no llamar la atención de indeseables mientras me dirijo a la casa de mi señor
Despegas la vista de la mujer con un poco de dificultad para continuar tu camino, avanzas hasta la esquina y doblas por ella, caminas unos metros hasta llegar a un riachuelo donde hay un pequeño puente de postes rojos desteñidos por el tiempo, y al pie de la otra orilla puedes ver el gran edificio de dos plantas que sirve de residencia para tu jefe.
Cuando por fin llegas al sitio las puertas del recinto están abiertas a la espera de clientes, pues al igual que todo el distrito no hay edificio que no albergue un burdel, pero en la entrada hay dos hombres armados que sirven de porteros, quienes señalan hacia dentro con un gesto cuando descubres tu rostro. Atraviesas los sombríos pasillos húmedos de tablones desgastados, el crujir de la madera a tu paso se mezcla con los gemidos que se filtran bajo las puertas, y llegas a la escalera que lleva al segundo piso donde la guardia es mas robusta. Tras despojarte de una daga y dejarla al recaudo de uno de los hombres, subes a la otra planta donde el ruido de los jadeos se vuelven lejanos rumores, allí una nueva puerta puerta se abre a tu llegada, y tras ella ves al jefe tendido entre cojines rodeado por columnas de incienso.
Me postro en una rodilla y agacho la mirada, mas por protocolo que por respeto
Mi señor
- Ah... Ye Mo, ya estás aquí, perfecto perfecto -
Dice el hombre que se levanta aletargado con su kiseru en la mano, exhalando una bocanada de humo y fijando la vista en ti. Viejo como es, con su kimono negro a medio vestir dejando un hombro por fuera, revelando un tatuaje que le escala hasta la cabeza rapada, hace un gesto con su cabeza y un hombre cierra la puerta tras de si, quedando en la habitación solamente tu, él, y dos hombres que conoces son de su entera confianza.
- Bueno, ya sabrás que no te llamé para tomar el té, hay algo de lo que necesito te encargues - continúa diciendo mientras busca un poco de licor que tiene al lado. Te hace una señal apuntándole con la mano abierta para que le sirvas y para que tomes una copa tu también.
- Verás, mandé a traer un cargamento de opio desde Korea, pero resulta que nunca llegó. Ese imbécil de "pez ahogado" dice que unos wakos lo asaltaron antes de que tocara puerto, pero que fueron tan estúpidos para venderlo aquí mismo a un tal Matsuoka, un contrabandista que opera en el puerto sur, tiene una izakaya cerca del muelle -
El hombre bebe la copa de sake que parece revitalizarlo, transformando su mirada adormilada con un fuego airoso.
- Necesito que vayas y averigües si es verdad que ese tal Mysuoka tiene mi opio, y si es así, haz que ese bastardo idiota desee no haber nacido, pero si resulta que es mentira, entonces traeme la maldita cabeza de pez ahogado... eso es todo -
como no podía ser de otra forma serví el licor y tome de el- señor perdone mi atrevimiento pero aunque pez ahogado no haya tenido que ver con esto merece un castigo, no hizo bien su trabajo, aunque el rey del infierno hubiera aparecido su deber era asegurar ese cargamento y si aun esta completo significa que o bien no le teme suficiente como para poner su vida en la linea para proteger el cargamento o directamente esta colaborando con los ladrones, en los 2 casos su deslealtad es evidente-
El hombre te sostiene la mirada con seriedad por un momento, escudriñando en tus ojos detenidamente mientras vacía el sake de la copa en mano, luego pasa su mano para limpiar su boca, y ves como poco a poco su mueca se tranforma en una marcada sonrisa, y después una risa ronca, solo interrumpida por una tos.
- Ah... maldito, tienes razón, ve y busca a pez ahogado, a ese tal Matsuoka y si puedes también a esos hijos de puta wakos, averigua que pasó con mi opio. Juzga por mi, si el bastardo de pez ahogado dice la verdad, tráeme una de sus manos que necesitaré que siga trayendo mi opio pero con lealtad renovada, y si no, tráeme su cabeza que no la necesitará mas.
El hombre se remueve en su sitio para estirar las piernas y rascarse la espalda bajo el kimono.
- En cuanto a los demás, mira si puedes sacarle algo valioso y luego mátalos, eso es todo.
Él hace un gesto con su mano y un hombre se acerca a ti por la espalda, extiende su mano y deja caer junto a ti una bolsa cerrada que retumba por el sonido metálico de las monedas chocando contra el suelo, no la abres allí por respeto, pero por lo el peso al tomarlo entre tus manos supones que se trata de una buena cantidad.
- El resto te estará esperando cuando termines, como siempre... no me falles Ye Mo, ahora largo, tienes cuellos por cortar.
A la orden mi lord.
sin perder mucho mas el tiempo hago una pequeña reverencia antes de salir y a las platas inferiores para buscar a las prostitutas,nadie consigue tanta información como ellas no me molesta la tarea, es mas lo estaba deseando, ese bastardo de pez ahogado me hizo trampa en las cartas una vez, la misma mano que me la jugo esa le voy a cortar, aunque no me molestaria llevarme su cabeza pero eso no lo aria tener pesadillas en la noche, lo cual no me gusta ni un poco, quiero que el bastardo me recuerde, la bondad no ayuda a nadie, si ella no hubiera sido buena aun viviría, si ella me hubiera pedido que matara a ese loco bastardo cuando supo lo que planeaba, todo seria diferente ahora pero fue buena, confío en el y en que si todo fallaba yo la protegería, pero solo huy como una rata... ese dia aprendi que los peligros potenciales están mejor en una caja de madera a 7 metros bajo tierra, pero supongo que ver su mano amputada cada día le bastara como recordatorio de a quien no se la tiene que jugar,me gustaria llevar mi arco pero, lo mejor es parar desapercibido con mis 2 dagas me tendrá que bastar asta que sepa que paso, menos mal que nunca se separan de mi sino tendria que ir a buscarlas a mi choza.
Bajas a la primera planta donde están las prostitutas, hay muchas habitaciones, el burdel es uno de los más grandes del distrito y uno de los mas concurridos dada la variedad de mujeres allí, Japonesas, Koreanas, Chinas, el jefe Hamakasi las trae de todas partes. Además se ofrecen varios otros tipos de placer exótico, algunos licores exóticos, brebajes y como no, opio, de allí que el sitio sea tan popular. Hay unas 20 mujeres en el burdel, y solo 5 están libres justo hora. Abordas a la mas cercana que está recostada en el umbral de su puerta, y te lanza una mirada coqueta mientras remueve con los dedos los bordes de su kimono, invitándote a entrar. Es una joven de unos veintitantos, de cabello negro suelto, y ojos muy pequeños, el sudor le resbala por el cuello y la frente.
Pasando una manga por su rostro para secarse, te dice:
- ¿Buscas pasar un buen rato?... déjame ayudarte con eso, pareces cansado, yo te ayudaré a relajarte.
En la ficha de tu personaje, está equipo inicial con el que cuentas.
miro a las prostitutas y me doy cuenta de que no es la mejor de las ideas, sin duda pueden ser efectivas pero sabrán mantener el secreto?, yo apuesto por un no y la verdad es que paso de matar mujeres. salgo del prostibulo y me dirijo hacia los bares de mala muerte cerca de los puerto,Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo; en cien batallas, nunca saldrás derrotado, primero me encargare de los wankos los desleales piratas venderán a pez ahogado a la mínima no tengo duda de eso y mas si tienen un cuchillo en la garganta.
tratando de pasar los mas desapercibido posible me muevo entre los callejones hacia los bares del puerto.
La prostituta frunce sus labios a tu negativa y te maldice por lo bajo, pero poco te importa. Conoces un sitio en los muelles mas al sur, donde hay un una pocilga de mala muerte que han llamado con descaro izakaya, es un nido de ratas en todo el sentido, donde se reúnen contrabandistas, piratas, criminales, y que además frecuenta pez ahogado, has estado allí un par de veces, pero decir que el sitio puede ser conflictivo además de apestoso, es poco.
La lluvia no da cuartel, pero desciendes al puerto escampando como puedes entre las calles empantanadas, hasta que el olor de la madera mohosa y el mar embravecido te advierten de la cercanía, y buscas entre las derruidas casas hasta encontrar el sitio. Entras al lugar y casi podrías decir que afuera hay menos agua, un charco espera en la entrada y la madrea podrida se resquebraja bajo tus pies, el lugar pobremente iluminado con luz de velas, está lleno de sujetos de aspecto miserable, pero no encuentras entre ellos a pez ahogado, o algún wako que suele resaltar por su piel quemada y un wakuzashi en cintura, en su lugar hay marinos y encapuchados, algunos de un aire intrigante similar al tuyo.
tomo asiento en la barra del bar y pongo un bu sobre la barra.
-si me dices donde están los piratas que le robaron hamasaki a te esperan 3 mas como ese si no lo sabes dame una botella de licor de arroz-susurro al cantinero.