Leyendas del Alba.
En el segundo año de la era Bunsho, ochomil jinetes bajaron de las montañas de Dewa arrasando los sembradíos de Shimotsuke y saqueando las aldeas del norte de Echigo, territorio del clan Uesugui. Incapaz de contener el avance de los Fuki, Hiroake Uesugui imploró la ayuda del shogun Ryozo Amakura, el cual no se negó siendo Hiroake un lealista confiable.
Dada la urgencia del asunto, el shogun ordenó a los Takeda disponer de cincomil hombres que se unirían a los quincemil de los Amakura, pero aunque los hombres partieron de Shinano, les tomo mucho tiempo reunirlos. Para cuando los hombres comandados por Isamu Takeda, hijo de Masanori Takeda, se unieron a la batalla, los Fuki ya habían tomado el castillo de Mizumi y las bajas entre los Amakura y los Uesugui sumaban los diez mil. Aunque la ayuda de los Takeda fue imprescindible para expulsar a los invasores, Hiroake culpó de la catastrófica campaña a la tardía llegada de los Takeda, acusándolos de querer menguar su poder, e incluso llegando a insinuar que tal vez fue el mismo Masanori quien provocó el ataque de los Fuki.
Siendo que la disputa entre los Uesugui y los Takeda empezaba a escalar en hostilidades, el Shogun intervino para evitar el conflicto entre los clanes, pero la cuota de esfuerzo puesta en conservar la paz entre sus partidarios más leales, le costó el descuido de los clanes del sur.
La administración de Ryozo Amakura se caracterizó por ser descentralizada, a medida que avanzaba en años cedía más poderes a los Shugos, que facilitaban la administración del país pero fortalecía a los señores feudales. Tras el ataque de los Fuki, las fuerzas del Shogun y sus lealistas se habían debilitado, por lo que los clanes del sur llegaron a tomarse en muchas ocasiones libertades que superaban sus cargos, y es que de cierto modo, en el sur siempre guardaron más lealtad por el emperador que por los Amakura.
En el cuarto año de la era Bunshu, Ryozo Amakura muere a causa de su avanzada edad, a los 73 años, abandona este mundo dejando tras de sí un escabroso problema de sucesión. Su hijo mayor Suichi Amakura, había renunciado a su derecho de sucesión, por lo que en su lugar, su hermano menor Takeo, fue designado como heredero. Sin embargo, ante la vejez de su padre volvió para cuidarle en los últimos dos años, y Ryozo le nombró nuevamente su sucesor sin que este se negara. Sin embargo, tras la muerte del Shogun, pese a que Suichi recibió los juramentos de los lealistas, no pudo ser legitimado por el emperador.
Pese a que la ceremonia para obtener el beneplácito del emperador enclaustrado Nobuyuki, fue fechado varias veces, el emperador nunca asistió, puesto que una enfermedad le acaeció de repente postrándolo en cama e impidiéndole salir del palacio. Sin la investidura del emperador, se levantan varias facciones en contra de Suichi, que preferían que su hermano menor Takeo suceda a su padre.
Primer año de la era Bunmei, lo que empezó como una guerra de sucesión, se transformó en pretexto de conquista, los Daimyos tratan de sobreponerse entre sí, ya no para decidir cuál de los hijos de Ryozo Amakura le sucederá, pues estos han desaparecido, si no quién tomará el lugar como el nuevo Shogun. Las alianzas y los bandos cambian como el viento, cuando un clan parece consolidar un poder, es traicionado volviendo a un equilibrado caos donde el vencedor difícilmente se distingue del vencido. A la ausencia de un Shogun, el emperador guarda silencio tras los muros de su palacio, mientras los lamentos de las almas segadas descienden al Yomi en tropel. A la calamidad de la guerra, se suman espíritus oscuros merodeando la tierra, y múltiples criaturas que gustan de la muerte se dan un festín con la carroña. Un periodo oscuro, como solo se escuchaba en relatos, parece resurgir de entre la tinta y negras memorias, para hacer eco en el inicio de una nueva era.