Partida Rol por web

El frío y húmedo viento que sopla a sus espaldas les baña con la frescura del rocío matutino, mientras la tenue luz que rebota en las aguas dibuja sus siluetas temblorosas con el destello de las pequeñas gotas. Absortos en su incógnita, yacen ambos con la mirada clavada en la penumbra del bosque, sin atreverse a cruzar el linde a sabiendas que no hallarán respuesta alguna.

Solo los rayos amarillentos que se filtran entre los juncos son capaces de hacerles consientes del cansancio, y levantando la vista al horizonte ven partir la noche, cuando la regencia del cielo abandona la luna de plata y señala el amanecer.

Con los párpados pesados pero la guardia arriba, resuelven volver a la aldea para descansar y romper el estado de alerta. Entre mas vueltas le dan vueltas al asunto, mas confuso resulta el actuar de aquel desconocido joven, y resuelven que si alguien puede darles un atisbo de lo que pueda esconder tras esa incesante sonrisa, quizá sea aquél samurai con quien compartió camino.

No pasa mucho tiempo cuando el bosque de repente se abre, dejando ver las chozas que se asientan cerca de la orilla del río custodiando la rivera, y los viejos pescadores que alistan sus redes y botes para lazarse a la corriente. Nadie los detiene, pero la bugeisha da un par de instrucciones y alivia la tensión entre la guardia, mientras tu te escabulles para dejarte caer en un rincón de la bodega. 

Cuando finalmente despiertas en tu improvisado tendido de redes a causa de un golpe en la puerta, un niño entra y te alcanza un pescado en un pincho para salir nuevamente, la carne ahumada te abre el apetito y no tardas mucho antes de reducirlo a espinas, con cada mordida sientes disiparse el hambre y el cansancio. Te levantas buscando deshacerte del letargo, y cuando has terminado de espabilarte un poco estirando las piernas, te asomas a la puerta desde donde logras observar a Hayami, tomando asiento junto al samurai en el cepo donde alguna vez fuiste cautivo.

Hyuga se viste con todo el equipo que el monje le regaló, el Hara-ate, sus wakizashis en cada lado de la cintura, y las katanas a su espalda; revisa de nuevo su equipo antes de partir en encuentro con hayami. 

cuando se encuentra frente al samurai y la bugeisha hyuga busca un lugar en donde sentarse:

- bueno, creo que te me has adelantado Hayami, estoy tan interesado como tu en lo que el samurai tenga que decir respecto a ese raro muchacho.

Hayami y el samurai giran sus rostros hacia ti tras la repentina intervención, mientras hechas una ojeada buscando un lugar para sentarte, encontrando un tronco que ruedas con el pie hasta colocarlo frente a ellos.

Cuando descansas tu cuerpo en el madero, la mujer te saluda con tranquilidad.

-Buenas tardes Hyuga, finalmente despiertas - dice dedicándote una ligera venia - En realidad envié a ese niño a despertarte dos veces, pero como no respondías supuse que estabas aún muy agotado a causa de tus recientes heridas.

Ella se gira hacia el samurai que pone una mueca de incógnita tras escucharte, al parecer no sabía que sería interrogado de ninguna forma.

- bueno, Tetsuo san - dice la mujer sin caer en titubeos - en realidad de lo que quería... de lo que queríamos hablar con usted es respecto a su acompañante, el joven llamado Masayuki. ¿Volvió anoche para hablar con usted?, ¿o aún sigue en su paseo nocturno?.

La mujer, mas que ir directamente al grano es claro que no tiene mucho tacto para abordar el tema,  su tono firme y serio parecen transformar el cepo que les sirve de asiento en una sutil insinuación de juicio.

El hombre sin embargo, aunque visiblemente incómodo por la repentina pregunta solo alterna la mirada entre ella y tu cruzado de brazos.

- ¿Le pasó algo a Masayuki? - pregunta el hombre alternando la postura de sus brazos - no he hablado con él, estoy algo preocupado desde que no lo vi en la mañana, pero supuse que madrugó a ayudar a los pescadores - dice levantando las cejas con incertidumbre.

hyuga observa con los ojos entrecerrados al samurai, como buscando desentrañar algun secreto o engaño, pero parece ser sincero en su confusión.

- En la noche de ayer, ese extraño joven aprovechó la distracción de la aldea en la celebración por la derrota de los piratas para desaparecer en el bosque pasando el vado del rio. no se usted señor, pero un joven tan indefenso caminando por la noche y adentrandose despues en el bosque es inquietante, con todas las amenazas que pueden haber... algo puede estar trayendose en manos, ¿no cree?

Hyuga observa a hayami con complicidad.

- ¿Masayuki... traerse algo entre manos? - dice el samurai  entrecerrando sus ojos y llevando sus dedos a la barbilla.

- Es cierto que Masayuki puede ser un poco raro, en lo que puedo ver es algo melancólico a pesar incesante de su sonrisa, pero no lo imagino tramando nada malo- dice alternando la mirada a Hayami que observa con expectativa - por el contrario me preocupa que le haya pasado algo, si es como dicen y el lugar es realmente peligroso como dicen.

Hayami casi ni parpadea, su mirada se llena de resolución casi desafiando al hombre a que diga una verdad oculta, solo la presencia de un par de niños acercándose al lugar rompen su semblante, cuando les pide mantenerse alejados en tanto estén hablando.

Luego vuelve la mierada hacia el samurai y le comenta con un tono inquisitivo

- Su amigo, o compañero, o como sea que lo considere ¿siempre suele desaparecer en medio de la noche? -

Pero el hombre nos responde con palabras, si no que su semblante cambia tornándose su expresión de preocupación en culpa, y da un suspiro con la mirada al suelo solo para redirigirla a la mujer.

- Lo siento, pero no entiendo de lo que hablan, si Masayuki está desaparecido debería buscarlo antes de seguir con esta intriga, que sinceramente no sé en qué se basa. - 

El hombre ajusta su calzado con un golpesito de su pie en el suelo y aprieta su siento, luego dirige su vista hacia ti y pregunta

- ¿Tienen idea de a dónde fue?, ¿o solo saben que desapareció?. - dice con un aire de afán.

Hyuga consiente de que seguir insistiendo en una presunta culpabilidad de algúna mala intención de parte del extraño muchacho, decide ayudar al joven señor, sirviendo de compañía en caso de que sus sospechas sean ciertas.

• Bien, tiene usted razón señor Tetsuo, antes de seguir con estas especulaciones, que de hecho tienen buenos fundamentos, vayamos a buscar al joven Masayuki - Hyuga mira a hayami de soslayo antes de volver a posar su vista sobre el samurái – pero ya que ha sido usted tan amable con los pobladores me presto como ayudante en su búsqueda, ví el ultimo sitio a donde fue el muchacho, puedo guiarlo y desde alli y acompañarle al bosque en que se internó.

Tetsuo se levanta, pone su mano en la empuñadura de su espada asegurándola en su funda y te observa

- Bien, vamos guieme al sitio

Hayami que cede a tu intención y desiste de continuar el interrogatorio, sin embargo no les acompaña, en su lugar recomienda que vayan con "el gigante", después de conocer que ni tu ni el samurai son capaces de seguir un rastro.

- Tengo asuntos que atender en la aldea, mas tarde partiremos en busca de las armas - Dice antes de perderse tras el umbral de una choza.

Junto al gigante, que ya parece haberse recuperado de sus terribles heridas por la milagrosa medicina, parten río abajo en busca de Masayuki. Su paso es mas lento del esperado, el cansancio de la noche en vela no fue del todo restaurado, probablemente por el poco descanso que has tomado tras recuperarte de tu lesión, lo que merma tu fuerza y adormila tus sentido, cuando llegaron al sitio, casi pasas de largo por el descuido en tu letargo, pero finalmente te detienes al encontrar los pétalos de flores y los tallos dispersos por el viento. Inspeccionan el lugar en busca del rastro, las huellas húmedas que podían distinguirse ahora se han secado, y el único capaz de darse cuenta de que las hubo, solo es Hiroshi que lee el terreno detenidamente con sus manos. Si ya te parecía algo extraño antes, ahora se torna un poco cuando menos confuso, ya que según Hiroshi, hay un rastro de dos personas en la arena, uno saliendo del río que se une a otro en la rivera, pero una vez las huellas se adentran al bosque, es como si solo una persona hubiese entrado en él.

Las hojas removidas, las ramas rotas, las marcas dejadas por el peso de una pisada, no parece que hubo nunca dos personas. Te preguntan por el tiempo del rastro y cuando les compartes que tiene poco mas de medio día, solo consigues la incredulidad de Hiroshi y logras avivar la ansiedad de Tetsuo, que cuestiona de cómo es eso posible, pero el gigante no haya respuesta para ello. Sin embargo el samurai alienta a Hiroshi en segur el único rastro y se adentran al bosque, pero la sombra de los altos juncos y otros árboles le impide ver con claridad, lo que ralentiza su tarea y les demora bastante. El trayecto que se haría en media hora a ustedes les toma cuatro, pero finalmente el rastro los lleva hasta el otro extremo del bosque, donde se pierde al entrar al camino junto al portón rojo que lleva a la aldea, desde donde alcanza a verse el templo sobre la colina.

Hyuga, agitado por las horas de caminata, observa el templo con misterio, toma un respiro antes de dirigirse al samurai.

- Muy bien, es evidente que tiene usted bastante aprecio por ese muchacho, que sin embargo no le dijo nada de su excursión nocturna- Hyuga se adelanta hacia el templo sin parar de hablar - pero usted confía en el, así que veamos que ha sucedido aquí y luego volvamos a la salvedad de la aldea, si se ha perdido, la ayuda de los pobladores será necesaria.

Hyuga recuerda los pétalos y la aparente increible percepción del joven que sin duda le había descubierto.

- Señor Tetsuo, tienen los pétalos de sakura, algun significado? no se, algo asi como una señal, mensaje o yo que se?

Ahora que el rastro se ha perdido entre el desgastado camino de tierra, lideras entonces la marcha hacia el pequeño templo que corona la colina, aunque el camino no lleva directamente a al sitio sino que lo rodea la loma por un costado. Tetsuo que ha permanecido callado durante todo el transcurso del camino, discurre en pensamientos con un rostro siempre preocupado.

- Puede que Masayuki sea un poco extraño, tal vez esquivo, pero dudo que sea alguien malo. Suele caminar por la noche porque no puede dormir, pero creo que sufre en silencio.

Él saca una cantimplora echa con un junco de bambú para beber, y luego la ofrece a Hiroshi, quien pasa de ella inclinando su cabeza, y la ofrece a ti para que bebas también.

- Cuando lo conocí, estaba siendo arrastrado por unos bandidos en Tanba, en el camino sur que lleva a Tajima, yo pasaba por allí con mi caballo, entonces me vio y suplicó mi ayuda, gritaba como un niño... Así que le rescaté, desde entonces viajamos juntos hacia el sur.

El hombre un poco menos ansioso clava su mirada en el camino sin levantar la mirada, como recordando.

- Es un bueno para nada, no sabía encender fuego, ni pescar, pero se ofrece a ayudar de buena fe. Lo único que sabe son historias de fantasmas, rezar y que quiere viajar al sur. Pensé que estaba por ahí ayudando a los campesinos, pero si está desaparecido, lo último que pienso es que esté conspirando. No tengo idea de lo que puedan significar los pétalos, mas allá del inicio de la primavera.

Aunque la perspicacia y la astucia es fuerte en Hyuga, el joven guerrero siente un leve alivio frente a las palabras del samurai, duda sin embargo en que el honorable carácter de Tetsuo puede estarlo volviendo ciego a evidentes comportamientos sospechosos, o puede que lo que diga es cierto y el joven masayuki esté verdaderamente perdido, sin embargo, el monton de petalos como señal y que muy probablemente el joven se haya percatado de su prescencia la noche anterior es un pensamiento clavado en la mente de Hyuga; decide por ahora apoyar al samurai, desde atrás observa con duda y curiosidad a tetsuo mientras éste camina como abriendose paso entre el viento, Hyuga mira su amuleto y sus espadas remembrando aquellos tiempos en que sirvió al señor Shimozuna, pensando que posiblemente los espíritus hayan alfin respondido a sus plegarias dando claras señales en respuesta; el extraño ser que salvo su vida en el bosque, y ahora un joven samurai que parece buscar apoyo en el pueblo usando la caridad, todo parece apuntar a una causa, y hyuga estaba en busca de una.

- Muy bien, encontremos a Masayuki, el mismo despejará nuestras dudas y al mismo tiempo le sacaremos de problemas si se ha metido en alguno.

Hyuga observa al gigante silencioso, y apura sus palabras antes de llegar al templo donde tiene la corazonada de que habran pistas sobre el muchacho perdido:

- Hey gigante, tu crees en el destino? 

El gigante que hasta ahora parecía guardar una tensa calma, relaja la tensión de sus hombros y baja la mirada que tenía al frente para dedicarla a ti, su expresión seria se disuelve en tranquilidad, y sus brazos rígidos se tornan en suave paja que se agitan al hablar.

- ¿Qué si creo en el destino dices?... por supuesto que sí, mi padre decía que el destino es como el pan de calabaza, esponjoso por fuera, pero por dentro solo los dioses saben que le ha puesto tu madre, a veces tenían queso, otras veces solo semillas, una vez le puso arroz, ¡ARROZ!, ¿quién le pone arroz al pan de calabaza?... en fin, la cuestión es que siempre te sorprende.

El hombre eleva su vista al cielo con sus manos extendidas y recogiendo sus hombros, luego retoma su postura y continúa hablando en voz alta.

- ¿Pero sabes qué es mas sorprendente?, un buey hablando, mi abuelo tenía una buey, cuando niño yo solía darle agua, todas las mañanas y las tardes llevaba una cubeta con agua para llenar el abrevadero y luego acomodaba la paja, un día me convenció de que lo saque del corral, dijo algo entre labios que entendí claramente, mi abuelo decía que era hipo, pero los bueyes no tienen hipo así que era ridículo. Como sea, ambos salimos y fuimos a divertirnos en el campo, robamos un par de zanahorias de nuestro vecino pero el hambre venció al buey y se puso a comer ahí mismo, ese estúpido animal no conocía lo que era la discreción y finalmente nos descubrieron, me apalearon a mi en vez de al buey, ¿puedes creerlo?, cuando yo solo me comí 3 zanahorias y él mas de veinte...

El hombre parece ser de fácil palabra, solo necesitaba que alguien le impulsara para hablar, transformando a aquel imponente gigante en un amable fortachón y deformando completamente el ambiente.