Partida Rol por web

Natasha, la pequeña de tres hermanos (un chico y dos chicas). Tu familia se había hecho rica con la minería y vivían como auténticos nobles. Una enorme casa, ropa cara, viajes aún mas caros. Tu vida se presentaba sencilla y llena de comodidades.
A los seis años entraste en el colegio, una gran institución donde se presumía de haber formado a loa mejores estudiantes del continente.
Pronto aprendiste que la información era el mejor arma, tus compañeros se metían contigo por ser "la hija del minero" (algo relativamente deshonroso en una sociedad de grandes militares y héroes de guerra). No tardaron en dejarte en paz cuando descubriste, y en algunos casos sacaste a la luz, que todas las familias tenían algo humillante que ocultar.

Desde bien pequeña descubrí que los juegos de muñecas no eran lo mío. Mis hermanos mayores, como todos en el mundo, siempre me molestaban por lo que yo hacía que siempre que lo hagan poder tener yo la razon y que ellos fuesen los castigados. No me gustaba mi colegio. Estaba lleno de hijos de gente que no se había ganado estar allí en su mayoría y que encima se metían conmigo por la familia en la que vivía. Idiotas.

Pero todo eso pronto cambió, lejos de ser una niña fácil de someter ya desde los 8 años no dudaba en pegarme con los demás niños si era necesario, pero prefería el saber cosas de ellos, cosas que podían decir inocentemente sobre sus familias pero que alguien más despierta como lo era yo podía usar en su contra. Aunque las mejores partes eran donde sus miedos infantiles salían a la luz y yo se los mostraba. Llantos y mis risas sonaban por igual y para mi eran dulce melodía.

Luego estaba mi pequeña afición, aun creciente, sobre los deportes del país. Brutales y de contacto, como me gustaban. Esos eran los únicos militares que me caían bien. Fuertes, competitivos, feroces... Al menos así los veía a mi edad. No es que no quisiese a mi padre, pero... no era como ellos. Algún día quería poder hacer lo que ellos, pero sin ninguna competición.

Esta fase de tu vida la recuerdas con especial incertidumbre. Todo el mundo decía que habían matado al Emperador y que había que vengarse.
De una semana para otra desaparecieron casi todos los adultos de la ciudad, habían sido llamados a filas.
Tu padre y tu hermano se marcharon a la guerra, tu madre pudo quedarse porque tenía que cuidar de tu hermana y de ti. Incluso la mitad de los profesores se marcharon y pusieron a otros demasiado mayores como para luchar.
Aquellos deportistas que admirabas también se unieron a la lucha y a veces se oían noticias narrando los logros que habían obtenido en el frente.
A medida que avanzaba la guerra mas países se unían contra el Imperio, veías como algunos vecinos regresaban a sus casas con miembros amputados y horribles heridas. También oías de otros muchos que no regresaban. Por suerte cada semana recibíais una carta indicando que tu padre y tu hermano estaban bien y que no corrían peligro.

Mientras tanto llegaste al instituto, serían tres años de formación antes de hacer el servicio militar obligatorio de cuatro años. Si la guerra continuaba te mandarían al frente tras un año de formación, pero todavía quedaba tiempo para que llegase ese momento, así que optaste por disfrutar en la medida de lo posible de tu nueva vida adolescente.

Mi vida se ponía interesante. Temía por padre y por mi hermano pero sabía que podían apañárselas por lo que me centré en mi misma. Tras probar con éxito mi don en los chicos de mi edad comencé a hacerlo con gente aun más mayor e incluso algún adulto y funcionaba. Conseguía tras seguirlos durante unas semanas y espiar su día a dá información necesaria para usarlo en mi provecho. Claro que eso me causaba algún enemigo... ¿pero que podían hacer? No poseían mi don para averiguar cosas, no sabían aun espiando advertir las cosas que de verdad importaba.

Mi cuerpo era menudo por lo que me esforcé en trabajarlo un poco y mantenerme en forma. No quería ser más fuerte, sólo quería poder entrar al servicio militar en condiciones. Además tenía que trabajar la mente. Todo el avance militar llamaba mi atención así que me esforcé en aprender de él todo lo que pudiese ya que no podía acceder a él. Mediante libros, noticias y demás cosas buscaba información. 

Ahora mi mente estaba trabajada y mi cuerpo, era hora de ser adulta.

Antes de marcharte llegaron noticias de que la guerra había terminado. El Imperio tuvo que hacer muchas concesiones e incluso se vio obligado a ceder parte de su territorio.
Había muchas viudas y huérfanos furiosos con el resto de naciones. Por suerte para ti tu padre y tu hermano regresaron intactos.

Para cuando empezaste tu adiestramiento ya casi sabias todo lo necesario, al menos en teoría. Te veías muy superior en todos los sentidos a tus compañeros, la mayoría eran campesinos o mano de obra barata que apenas sabían leer.
Destacaste rápidamente y tus superiores se dieron cuenta. Inteligente, hábil y con dotes sociales, sería un desperdicio darte un arma como a todos los demás.
El coronel Yuri, que apenas tenia diez años mas que tú, solicitó tu traslado al área de Inteligencia donde serias instruida en espionaje internacional.
También fuiste tentada por el Ministerio de Seguridad, donde te querían como futura agente cazaespias.
Mientras tanto meditabas ofertas y continuabas tu instrucción básica.

La vuelta de padre y mi hermano fue bien recibida, aunque una guerra te cambia y ellos, pese a ser los mismos, eran diferentes. Se les notaba.

Yo no quería sentir eso, me gustaba ser yo. No era una mala persona, pero tampoco buena. No era la alegría de la huerta pero tampoco seria. Me gustaba así y no dejaría que eso me pasase.

Durante mi entrenamiento me esforcé por evitar eso, no quería un trabajo de frente sino algo más sutil y a mi entender, más útil. Me centré aun más en explotar mis habilidades y parece que eso llamó la atención de quien yo quería, pero no me esperaba tener dos ofertas tan importantes.

Lo medité durante días, ambas ofertas eran realmente importantes y buenas pero quería servir a mi país consiguiendo datos útiles y además demostrar que alguien como yo, viniendo de la familia que venía, podía ser mejor que todos ellos. Pedí una cita con el coronel en cuanto pude e informarle de mi decisión.

Si tuvieses que hacer un ranking de personas inteligentes que hayas conocido Yuri estaría con toda seguridad entre las tres primeras.
En cuanto aceptaste su oferta te propuso realizar un pequeño test para comprobar que no se había equivocado de persona. En las primeras preguntas detectaste que el test no era mas que una trampa y así se lo hiciste saber. Orgulloso de su elección y de tu inteligencia decidió tomarte como su discípula personal. Te comenzó a llamar su "pequeña luz".
Durante años estudiaste psicología, técnicas de interrogatorio, estrategia militar e incluso teatro para poder actuar convincentemente.
Tus primeras misiones consistían en descubrir datos secretos de tus compañeros y de algunos oficiales. A medida que la dificultad aumentaba los datos requeridos pertenecían al propio Yuri, de quien era imposible obtener información.
Finalmente terminó tu adiestramiento y te enviaron a un trabajo de reconocimiento en los Estados Confederados, para entonces tenias 21 años.
Mas tarde realizaste varias misiones en Omertia con el fin de encontrar a futuros golpistas, sin embargo tuviste que huir al declararse independiente la región.

A tu regreso Yuri había desaparecido y nadie pudo decirte nada. Tu nuevo jefe te prohibió cualquier contacto con tu familia y toda vida fuera del trabajo.
Mientras estabas en una misión para conocer los planes de Scudia fuiste capturada. El Imperio negó toda relación contigo e incluso te acusó de intentar crear un incidente internacional.
La noche de tu decimocuarto día de cautiverio un grupo de mercenarios entró en la prisión y te liberaron. Solo pudiste saber el nombre de misión: "Operación Pequeña Luz".

Realmente no sé que quiere esta gente de mi. ¿Información? Si saben mínimamente quien puedo ser deben también conocer el detalle de que no les diré nada. Y mientras tengo que pudrirme en este cuchitril, sin apenas diversión pues estos no saben ni pegar de verdad.

¡BANG! ¡BANG!

¿Qué narices ha sido eso?...

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Esos eran mis últimos pensamientos en aquella prisión personal. Y ahora tengo más dudas que nunca, sin saber donde ir y por donde empezar a buscar a Yuri. Estaba claro que él estaba detrás de todo esto pero... ¿dónde estaba? Tenía que valerme por mi misma como siempre para averiguarlo. Debía obtener información de los archivos del Imperio.