Partida Rol por web

En cuanto sacas la pistola, pese a tu actitud inofensiva, los dos policías se ponen en tensión y uno de ellos se apresura a recogerla de la mesa.
Pese a que mucha gente va armada por el mundo hay determinados lugares donde mostrar un arma puede causar cierta intranquilidad, uno de esos lugares es una comisaría.

El otro agente coge el carnet y lo lee detenidamente, después saca una libreta y apunta todos los datos. su compañero mira por un lado de la mesa para verificar que la mochila sigue conteniendo algo.

- Señor, necesitamos ver el contenido de su equipaje, la licencia del arma y el permiso para cruzar la frontera con ella.

La situación se tensa aún más cuando te piden que muestres tres cosas que van a implicarte en quién sabe cuantos delitos. Si no lo hubieras hecho tú solo hubiera sido una trampa perfecta.
Cuando estás a punto de actuar alguien llama a la puerta, ves asomarse a otro agente e intercambiar susurros cuando se acercan los dos hombres que te están "interrogando".

El agente se marcha, cierra la puerta y los dos policías regresan contigo. Dejan la pistola en la mesa y te devuelven la identificación.

- De acuerdo, puede marcharse. La mujer herida ha sido trasladada al hospital Yiyuan, hasta donde sabemos ha ingresado estable.

Te acompañan hasta la salida y te dejan en la puerta, totalmente libre y sin pedirte explicación alguna por lo sucedido.

Y justo cuando me creía encerrado de por vida, me liberan... Sinceramente, no sé qué es lo que habría pasado, menos qué le había contado el tercer agente a los otros dos para que se tomaran tanta prisa en acabar conmigo... pero, fuera lo que fuese, daba gracias a todos los dioses por escuchar mis ruegos... Y mira que soy de los que no creen en absolutamente nada.

Una vez fuera de comisaria, avancé lo más rápido que pude hasta alguna estación de autobuses... sin mirar atrás, fuese a ser cosa que los agentes cambiaran de parecer antes de tiempo. Además, quería coger un autobús o cualquier medio de transporte que me pudiera llevar lo antes posible al hospital Yiyuan. No sabía si Jessie tenía familia... a decir verdad, no sabía nada de ella... pero no podía dejarla sola después de todo lo que había pasado.

Preguntas a un par de transeúntes sobre como llegar al hospital y no tardan en darte indicaciones y recomendarte ir caminando ya que en autobús tardarías mucho más. Aún así andas durante casi tres cuartos de hora hasta que finalmente encuentras el hospital.

La recepcionista te mira con desconfianza, afortunadamente no pareces despertar recelo en el par de policías que hay en la puerta.
Tras preguntar a par de enfermeras te llevan a una sala de espera, Jessie aún sigue en el quirófano y no podrás verla por el momento. Mientras estás allí, rodeado de familiares de pacientes, un hombre con un elegante traje y un maletín se sienta a tu lado. Es el primero que lo hace, dado tu aspecto parece hasta normal que los demás guarden las distancias.

- Hay días en los que es mejor no levantarse de la cama ¿verdad?

Tardas unos segundos en percatarte de que el hombre se dirige a ti, aun así su mirada sigue fija en la pared al otro lado de la sala.

- Su amiga es valiente, todo saldrá bien y muy pronto volverá a casa. Al igual que usted, ahora es un hombre libre pero hace una hora las cosas se podían haber puesto muy feas. Parece que los dos son muy afortunados, dentro de la gravedad, claro.

Su tono es tranquilo, su voz áspera es la típica del hombre de mediana edad que ha fumado casi desde la infancia. El peinado cuidado y el bigote recortado le dan un aspecto de vendedor de casas de lujo o anticuario millonario.

- La fortuna a veces sonríe a quién menos lo espera. Mírese, casi sin querer ha encontrado algo que muy poca gente en el mundo conoce. Algo cuya existencia es incluso un misterio a día de hoy. Algo por lo que mucha gente mataría o gastaría cantidades ingentes de dinero. ¿Quiere ser rico? ¿Quiere que su amiga tenga una vida larga y saludable? Estaré en el aparcamiento...

Sin más se levanta y se marcha de la sala de espera. Los presentes miran salir al hombre y vuelven su vista a ti, no han escuchado nada pero seguramente ninguno adivinaría lo que acaba de pasar.

Sentí como se me congelaba el cuerpo mientras el hombre salía de la sala de espera. No fue hasta pasados unos segundos tras haberse ido del todo que volví a respirar...

Maldición, no tuve que haber dejado escapar a ese cretino...

Por supuesto, tenía que haber sido ese muchacho quién había hablado... El herido... el que había dejado huir sin matarle.

Kim, eres idiota...

Me llevé la palma de la mano a la cabeza... ¿En qué nuevo lío me podía haber metido ahora? Y lo peor de todo... Jessie también estaba involucrada. Lo más sensato sería huir, buscar una manera de que la bestia no pudiera ser descubierta y volver cuando todo hubiera quedado en el recuerdo... Pero en primer lugar, dudaba que pudiera encontrar una manera de proteger a la bestia, y en segundo lugar... ¿por qué no podía dejar sola a Jessie? La acababa de conocer, no debería importarme nada...

—Está bien...

Ni siquiera me di cuenta de que lo había dicho en voz alta... aunque apenas fue un ligero susurro. Cogí aire y salí de la sala de espera para dirigirme al aparcamiento. No me quedaba otra opción después de todo... Debía enfrentarme a este nuevo reto.

Ante la despectiva mirada de los presentes abandonas la sala de espera para dirigirte al aparcamiento. No tardas en encontrar al mismo hombre de antes de píe junto a un lujoso y elegante coche.
Te observa llegar mientras apura un cigarro, cuando estás cerca lo tira al suelo y lo pisa retorciendo el píe hasta que casi ha desaparecido al colilla.

- Ha sido una decisión sensata, aunque todavía queda lo más importante.

Mira hacia los lados para cerciorarse de que no hay nadie más, parece que el aparcamiento del hospital no es un lugar muy transitado a juzgar por la escasez de coches y sobretodo de personas.

- Sabemos lo que ha encontrado. Nosotros... o mejor dicho, las personas para las que trabajo y a las que represento en este tema, conocemos perfectamente el trabajo de la señorita Habler. Al fin y al cabo no deja de ser nuestra empleada pese a su independencia a la hora de trabajar.

Vuelve a comprobar que nadie os escucha u observa antes de continuar.

- Es evidente que si han luchado juntos ha sido para defender algo, no creo que ataquen a todo el que pisa ese bosque por pura diversión. Conociendo a esa mujer solo arriesgaría su vida por un descubrimiento importante, de modo que allí hay algo que ella considera más importante que su propia existencia. Si fuese arqueóloga diría que se trata de unas ruinas, pero ambos sabemos cual es su especialidad y lo que ha encontrado.

Levanta el maletín y lo apoya en el capó del coche, en cuanto lo abre puedes ver una cantidad incalculable de dinero. Si todos los fajos son iguales tus próximas tres generaciones no conocerán la pobreza.

- Un pago más que digno por un trabajo muy simple: Llevarnos hasta ese descubrimiento. He visto presidentes de naciones con menos dinero, créame.

Cierra el maletín y lo vuelve a colocar a sus píes.

- Supongo que se preguntará que ocurrirá con el descubrimiento, que será de él. No haremos nada que lo perjudique, si no confía en nosotros piense que la señorita Habler aceptó el trabajo y sus condiciones precisamente porque nuestras intenciones no son malignas. Nadie destruye unas ruinas antiguas después de invertir millones en encontrarlas.

Ya, y por eso no os contó absolutamente nada...

No me lo tragaba, siempre he sido avispado que no listo... listo sería el que aceptara el maletín sin pensar en nada más. Avispado era el que se daba cuenta de algo pero hacía el tonto y arriesgaba su vida sin pensar en las consecuencias. Ése era el tipo de persona que yo era: un avispado poco listo.

—Lo siento, ¿señor...? — aún no conocía su nombre, aunque dudaba que me lo dijera —. Pero, por desgracia para mí porque presiento que no voy a hacerme millonario con esto que le voy a decir, no protegíamos nada... simplemente nos atacaron y nosotros nos defendimos. Debieron confundirnos con algún tipo de saurio — solté una carcajada tratando de aparentar que no estaba preocupado —, qué irónico, ¿no? Sé que no se ven a muchos de Kaihatsu por aquí, pero no esperaba que me confundieran con un bicho.

No se lo va a tragar...

—Lamento no serle de mayor utilidad, de verdad...

El hombre te dice su nombre, o más bien su apellido, con una irónica sonrisa.

- Señor Brown.

Debe haber solo un millón de personas con ese apellido en éste país, desde luego ha sido elegido para dejar el mínimo rastro posible.
Tras tu explicación el hombre asiente y vuelve a mostrar una sonrisa, esta vez para ocultar ineficazmente su decepción.

- Desconozco a quien o a qué está siendo leal, pero rechazar el dinero no evitará que ocurran determinados acontecimientos. No tengo nada más que ofrecer, espero que la señorita Habler se recupere pronto y usted tenga una vida larga y próspera.

Abre la puerta del lujoso coche y deja el maletín en el asiento del copiloto, al dar la vuelta para entrar por el otro lado te hace un saludo con la cabeza.

- En el fondo admiro lo que está haciendo, es cuanto menos loable. Que la vida le devuelve con creces todo lo que siembre.

Sin más entra en el coche y enciende el motor para marcharse.

—No sé a qué se refiere, señor Brown — dije tratando de mantenerme fiel a mi mentira —. Pero gracias, espero lo mismo para usted.

Me quedé congelado esperando a que arrancara el coche y se marchara. Los segundos se me hacían eternos. Aquel hombre sabía que mentía... y eso no me tranquilizaba nada, por mucho que me dijese que admiraba lo que estaba haciendo. ¿Cómo me podía meter en tantos líos en tan poco tiempo? ¿Era humanamente posible?

En cualquier caso, había una cosa que tenía clara, tenía que hablar con Jessie...