Partida Rol por web

- Esto ya casi está, chicos. - les miro y me vuelvo hacia el zombi. Con un movimiento circular cargo la pala hacia atrás, apunto a su hombro para cercenar el brazo, y cargo con fuerza contra él.

Rápidamente, fui hasta el otro Zombie con la intención de sujetarle el brazo e inmovilizarlo para que le fuera más sencillo a Nara cortarlo pero ésta se me adeltantó. No hizo falta mi ayuda aunque... lo habíamos conseguido. Ahora lo que más deseaba era un merecido descanso. 

—Somos los mejores, chicos. 

​​​De verdad que sí lo éramos. 

En ese momento me dirigí a retirar la red de aquel zombi, que ya estaba lo suficientemente entrenado, como para que los guardias los llevasen con el resto del rebaño. Qué extraño aquello. Tantos podridos que los deseaban usar para ese trabajo. Y por otro lado, él siempre había pensado que eran los que había que eliminar... 

Doblé la red, mirando que no hubiera daños en ella. Luego, miré a las chicas, ligeramente cansado. - Felicidades, muy buen trabajo, las dos. Ya hemos empezado con buen pie, ahora hay que seguir... 

El segundo podrido es "entrenado" con éxito. A ambos les habéis llevado al límite de su resistencia, pero dadas las circunstancias no os lo reprocharán. El guardia parece complacido, y los otros se llevan a ambos podridos al interior de un corral. Tenéis unos segundos para recuperar el aliento, aún queda trabajo por hacer. El guarda que os vigilaba se acerca a vosotros.

- Buen trabaj...- es interrumpido por otro guardia, que le dice algo. Junto a ellos hay un superviviente, se trata de un señor mayor que se mantiene de pie junto a ellos, en silencio cabizbajo. Comienzan a hacerles preguntas y el señor sólo responde encogiéndose de hombros, los guardias comienzan a subir el tono y le obligan a contestar. Podéis escuchar algo.

- No sabía....no soy capaz, yo...de ribera... no hace falta...mi trabajo barcos...roda...quilla...calafateo- responde el señor con una mezcla de miedo y agobio.

No me atrevo a intervenir directamente, no aun. No sabemos mucho acerca del entorno que nos rodea, ni de los guardias de los narcos, ni de nadie. Ni siquiera, de aquel pobre anciano. Yo ya tengo dudas de todo el mundo, menos de mi gente. Ellas dos, Gaspar claro, el resto de Hoke, varios de los pobladores de Baroña... Así que, sencillamente, haciendo amago de estar cansado, me acerco un poco, inclinándose para poder escuchar mejor que dicen los dos guardias al anciano, y que termina de decir este. Porque, todo lo que está hablando me gusta, habla de mar y de barcas...

Veo a Sunhee y a Xose extremadamente cansados y me preocupo bastante. Mientras Xose se acerca disimuladamente a los guardias y aquel hombre encogido, abrazo a Sunhee y le digo:

-¿Estás bien? ¿Por qué no te sientas aunque sea en el suelo y descansas un poco? Siento no haberte ayudado más. - y miro a mi hermana a los ojos llena de preocupación.

Estaba realmente molida del trabajo duro. Y mira que no había sido mucho, pero... tanto tiempo encerrada en un búnker había menguado drásticamente mi resistencia física. Así pues, y siguiendo el consejo de Nara, cuando terminamos de entrenar a esos podridos, me senté en el suelo para tomar algo de aire.

El abrazo con ella fue efímero, pero muy reconfortante...

—Estoy bien —respondí, mintiendo un poco... no quería preocuparla—. ¡Me has ayudado mucho!

¡Ay! ¡Cómo se preocupaba ella por mí! Era la mejor... Sin embargo, mi sonrisa desapareció en cuanto empecé a escuchar el jaleo que había entre los guardias y el hombre mayor.

—¿Sabes qué está pasando? —le susurré a mi compañera, por si ella sabía algo más al respecto que yo...

Si prestas un poco de atención a la conversación entre los guardias y el señor mayor, te sonará su voz, es como aquella que escuchaste en el barco. Y si agudizas un poco más el oído escucharás "roda"

Al final el viejo, que dice llamarse Nestor, consigue hacer que venga la Faro y hablar con ella. Al parecer no está muy conforme con el trabajo en las granxas, y pide ser trasladado a los campos, al día siguiente. La Faro le pregunta por sus compañeros, a lo que el hombre afirma que lo hacen bien y que sólo habla por él.

La narco se lo lleva afuera, y al rato vuelve sin decir nada más.

Por vuestra parte, seguís con el entrenamiento de los podridos de los corrales. Cuando el guardia cuenta a la Faro lo que habéis hecho con los dos que se han escapado os sonríe y os felicita, aunque también os advierte de que no esperéis gran cosa como premio; "es vuestro trabajo".