Partida Rol por web

A los que elegís las armas os acompañan fuera del recinto, os separan en grupos y os montan en unos camiones que esperan aparcados. A gran velocidad os llevan hacia el norte, hacia "las granxas", siguiendo la carretera de la costa. En un camión de otro grupo te parece ver a Sunhee, Xose y Nara. Desde que salisteis del búnker de Baroña no les has vuelto a ver, aunque siempre has tenido la sensación de que andaban cerca. Durante el trayecto tienes tiempo de disfrutar del paisaje: a la derecha se abre el intenso azul de la ría y su olor salino; y a la izquierda se van alternando campos de cultivo, pinares y dunas de arena blanca.

Al llegar, a los pocos kilómetros, os hacen bajar frente a otro recinto vallado e igual de protegido que el de los barracones. Pero esta vez lo que hay dentro son viejas naves alargadas de las que emana un fuerte olor a estiércol o algo parecido, y ruidos extraños como de animales.

Aquí La Faro os cuenta por fin lo que habéis venido a hacer, vuestra función en todo esto:

La Faro os cuenta al grupo que los podridos son muy valiosos para "El Dorado", y os advierte de que matarlos es un delito grave aquí dentro. Sólo está permitido hacerlo en extrema necesidad, y eso es difícilmente demostrable; siempre hay una alternativa. Os empieza contando un rollo sobre ecología y economía que os importa bien poco y que, francamente, entendéis menos. Luego pone juntas en la misma frase las palabras "zombi" y "recurso", y es que para los narcos, los podridos, aunque pueden morder, son una fuente de energía, una fuente de movimiento, son energía en potencia. Antiguamente los humanos usaban animales, y también esclavos humanos mismamente. Pero en la actualidad ambas criaturas escasean mucho, por desgracia. Sin embargo lo que no faltan son zombis. Zombis para mover ruedas, engranajes, tirar de arados, de prensas, de carros... los zombis, señoras y señores, son "entrenados" y "arreados" para que desempeñen funciones de bestias de tiro y otras cosas. Vuestra labor, pues, es la de "entrenarlos".

El entrenamiento de un podrido consiste básicamente en cortarle ambos brazos y su mandíbula inferior. A algunos incluso las orejas y destrozarle las cuencas oculares. Todo lo que haga falta para convertirlos en dóciles bestias, menos peligrosas, pero sin matarlas. Trabajaréis en esta granja a cambio de sustento, y da igual que estéis de acuerdo o no; esto es lo que hay y esto es lo que vais a hacer.

Una vez dentro lo que puedes ver es esto:

Una enorme nave repleta de podridos. Están dentro de jaulas o corrales, construidos con malla metálica y postes de madera. Hay guardias aquí y allá, equipados con armas de fuego, pero se limitan a vigilar. Los que los entrenan y arrean de un lado para otro son otros como tú, como vosotros, que hacen el trabajo peligroso.

Venía enfadada de otro sitio porque unos recién llegados estaban liándola, no podía permitirme más problemas.

- Bueno, qué, ¿tenéis alguna pregunta?-

- No señora, lo tenemos claro- miro de reojo a mi joven compañero de fatigas y le susurro -Gaspar, espero que salgamos con vida de ésta, nunca vi nada igual-

Yendo y viniendo he terminado por separarme de Sunhee y Nara. Me paso el viaje en barco trabajando muy duro. Es que me han visto fuerte y sabían de mi facilidad para los mecanismos. Tuve que hacer trabajos que los marineros desechaban. Allí terminé de perder la pista de mis hermanas, al menos sabía que iban en el mismo barco.

Al llegar a El Dorado, hay una sorpresa detrás de otra. Primero pregunto por mis conocidos pero lo único que consigo como respuesta es un buen golpe. Aprendo rápido, lo mejor es estar callado y obediente hasta que, al menos, nos conozcan los narcos. Es que entiendo que traten así a unos recién llegados, el lugar hay que ganarlo.

El día llega después de que nos taparon de agasajos, nos han dado demasiado para unos prisioneros. Me pregunto cómo lo pagaremos, al menos no creo que gasten comida y agua caliente en alguien que piensan matar. La respuesta llega pronto, nos dividen en grupos, a punto estoy de elegir los trabajos de la tierra, es que presumo que Sunhee elegirá eso y podría encontrarla, luego pienso que el trabajo allí debe ser más duro y, sobre todo, ha de ser mucho más difícil destacar y hacerse un lugar de respeto entre los narcos y eso es lo que busco ahora.

La idea de esta gente me parece, en principio, una locura. Rodearse de esa manera de podridos… si algo saliera muy mal estaríamos rodeados. Sin embargo las explicaciones son buenas, se los vuelve inofensivos y se los usa de fuerza bruta. Está bien por mí, además, parece que cortaremos brazos y sacaremos ojos… que chulo.

No tengo preguntas, la experiencia me dice que mientras menos hable y más haga mejor. A quien sí respondo es a mi ocasional compañero.

- Andaremos con cuidado y nos protegeremos el uno al otro. ¿Tienes una red? -  Xose hacía maravillas con una. – Debemos tener los ojos muy abiertos, no quisiera tener que cortarte los brazos.

-Pues no, lo siento, no tengo red. Pero... me parece que no nos libraremos de cortarles los brazos y la mandíbula...no sé cómo vamos a hacer eso...me da pánico... sólo de pensar en estar cerca de uno de esos podridos...-  te responde con la voz entrecortada, el miedo le está aprisionando el pecho.

Elica te mira en silencio. La verdad es que desde que os capturaron en Hoke habla poco. Algo debió quedarse allí, ¿su bebé? ¿Su libertad? Desde entonces camina arrastrando los pies, y se deja guiar, haciendo las cosas más por inercia que por convicción, como si ya todo le dise igual. Por suerte no se llegó a saber que es una ferrolista; en este lugar, con los narcos controlándolo todo, ya estaría muerta.

Con vosotros también hay una chica que parece tener algo más de experiencia. En total sois cuatro en vuestro "grupo de trabajo", Nestor, ella, Elica y tú. Delante de vosotros tenéis un corral con cuatro podridos dentro. Están encadenados, así que será fácil acercarse a ellos y hacer el trabajo. El problema es dejarles con vida...

La chica, que dice llamarse Leo, es la primera en entrar, muy decidida y armada con un machete.

-Si no os decidís, ¡entro yo!...que tengo ganas de partir algunos brazos- dije súper decidida al ver que los de mi grupo estaban pensándoselo, seguramente era miedo, pero bueno...ahí estaba yo.

Algo hay que reconocerles a los narcos, son muy claros en las tareas que encomiendan. Allí estamos, frente a cuatro podridos, un grupo bastante variopinto. Llevo días tratando de animar a Elica pero la verdad es que yo tampoco es que estoy exultante, extraño mucho a mis hermanas y eso entristece mis días. Espero que hayan elegido los cultivos. Confío en que Nara cuidará de Sunhee.

El tal Nestor está asustadísimo, ¿por qué habrá elegido el grupo de combate? Está claro que no le alcanza la nafta para esto. Y luego… Leo… mierda, no la había visto antes, está muy bien la chica. No puedo quedar como un cobarde delante de ella. Tomo a Elica por los hombros para mirarla a la cara. - ¿Estarás bien? Puedo ocuparme yo si quieres. – Luego me giro para mirar a Nestor. – Viejo, puedo tomar tu zombi, pero prométeme que mañana pedirás cultivar. – Luego saco pecho, acomodo el sombrero de la manera que me queda más chulo y entro en el corral pavoneándome, con el hacha al hombro y aire despreocupado.

Encaro al primer caminante con el hacha tomada con ambas manos. Miro al ser un instante y luego abanico fuerte y preciso, la mandíbula cae a los pies del zombi.

- Ay, pero si yo no sabía en qué consistiría el trabajo...si no, desde luego que no lo hubiese elegido- me lamento ante mi joven compañero al que no le puedo servir de mucha ayuda y susurrando le digo -Mañana buscaré a la tuerta a ver si me deja cambiarme- 

- Vaya, muy bien vaquero ¿dónde aprendíste a mutilar zombis así?- me quedo impresionada al ver cómo el chico que tengo en mi grupo, por el que, aparentemente, no había apostado mucho controla la situación perfectamente.

El zombi se vuelve hacia ti pero al estar atado no consigue alcanzarte.

Más allá ves a otro grupo de "entrenadores" que parecen tener problemas con los suyos. Al parecer no estaban atados y se les está complicando.

Junto a ti, Leo ya ha cortado un brazo y arrancado el maxilar a "su" zombi.

Cuando veo de lo que se trata el trabajo que debo hacer, soy consciente que no podré con ello. El grupo lo formamos cuatro y hay otra chica que parece que tiene el mismo ánimo que yo, apenas habla. Así que, antes de causar más carga a mis compañeros y que ellos deban hacer mi parte, me dirijo a uno de los guardias para ver si es posible cambiarme de zona de trabajo. 

- Gaspar, sé que no podré con esto, voy a acercarme allí- señalo en dirección de uno de los guardias-  y preguntaré si puedo cambiarme de zona. Lo habéis hecho muy bien- felicito a Gaspar y a la chica que lo ha ayudado, no me acuerdo de su nombre.

- Vaya, pues parece que tocamos a más...porque si el viejo se va...- apunto.

- Gaspar, ¿a ella la conoces, no? porque la llamas por su nombre, Elica. Déjame que hable un segundo con ella.

Me acerco a la chica que aún sigue en silencio e inmóvil, no es que vea miedo en sus ojos, creo que se trata de otra cosa. 

- Hola, Elica es tu nombre, ¿no?, yo me llamo Leo. Sólo quería decirte que no te preocupes, sea lo que sea que tienes en la cabeza, mañana irá mejor...y yo te ayudaré a sentirte mejor- 

Me uno de nuevo a Gaspar y le digo - ¿Continuamos o qué? a ver si voy a pensar que te ha salido tan bien porque ha sido suerte- le sonrío

El primer golpe salió pèfecto. Esto es fácil. Sólo debo pensar en no darles muy duro, el hacha no ayuda. Tratode hacerme el desentendido al primer comentario de Leo. En plan hacerma el interesnte digo: - Así lo.hacíamos.en la Zona. - todo.serio. Me pongo realista cuando.habla el viejo. Lo tomo del brazo. - Ni se te ocurra. Pide el cambio mañana. Mientras simula. - me.vuelvo a Elica - Tu también, amiga. No hacer lo que nos dicen nos matará. - Me vuelvo al zombi justo.cuando Leo me provoca. Sonrío de.costado sin mirarla antes de golpear.

El viejo discute contigo, quiere irse, no está cómodo. Y además está asustado aunque no quiera reconocerlo, se niega a quedarse y enfrentarse de ese modo a un podrido. Sin embargo cuando le tomas del brazo se calla y deja de rechistar. Agacha la cabeza  y se calla, simplemente.

Luego, intentando impresionar a Leo, destrozas a ese ser repugnante que tienes encadenado frente a ti. Le asestas un golpe tras otro con tu hacha, ves la carne saltar hecha trizas, oyes el crujir de sus infectados huesos. Te recuerda a Rut y a sus golpes, es como si lo estuvieses reviviendo. E inevitablemente pierdes el control. Acabas con la cara y todo tu cuerpo manchados de sangre, el podrido ya no es más que una papilla irreconocible en el suelo.

Leo te mira con los ojos muy abiertos, inmóvil, entre asustada e impresionada. Elica sonríe de un modo macabro, hace meses que no la ves sonreír ni expresar emoción alguna. Y el viejo se ha ido; ha aprovechado tu carnicería para ir a hablar con un guardia.

-¡Nooo!, pero ¿qué haces? se te ha ido la mano- rápidamente lo agarro por el hombro - ¡No tenías que rematarlo! puede que te lo dejen pasar porque es la primera vez, pero no una segunda, yo he visto lo que le hacen a los que acaban con su mano de obra-

Bueno, creo que he dado todo un espectáculo. Honestamente, después del primer golpe en el que cayó el brazo del zombi, pero también la mitad de su torso, lo dí por perdido y se me fue la olla. Estoy hecho una porquería de sucio pero he impresionado a Leo y hecho sonreir a Elica, no se puede decir que fue todo pérdida. Quedan tres podridos. - ¿Alguno de ustedes piensa hacer algo?  - Trato de mantener el perfil serio y frío aunque estoy bastante emocionado. Voy por otro caminante.

Leo te ayuda a terminar con los demás. Incluso Elica se atreve a cortar un brazo a uno, animada por lo que acabas de hacer con el primero. Leo, la chica nueva, parece muy enérgica y despierta, y te cubre cuando la Faro vuelve y te empieza a recriminar que hayas matado a uno. Leo da la cara por ti; parece que está acostumbrada a llevarse más de un castigo por cosas así.

La Faro también os dice que Nestor ya no trabajará más aquí, y no da más explicaciones.

Cuando acabáis estáis agotados, y os llevan de vuelta en un "camión" a los barracones. El "camión", esta vez, es poco más que un remolque, tirado por seis podridos.