Partida Rol por web

ANTECEDENTE I. LA RUEDA DE PRENSA.

Aquella media hora pasó rápida, muy rápida. Los cuatro agentes integrantes de aquella unidad a medio disolver, se quejaron amargamente por la decisión de McGee de cerrar el caso. Raynor era partidario de seguir investigando en la sombra, Jefferson estaba con él. Zoddert y Vaamar estaban cansados de aquel asunto y de las presiones políticas y de su superior, pero fuera como fuera, antes de que pudieran darse cuenta ya habían traspasado la cortina de terciopelo azul marino y se habían situado ante el estrado.

Cómo pasara algunos meses atrás, durante la presentación de la unidad una intensa lluvia de flashes  les cegó durante unos instantes, hasta quela voz de McGee resonó con fuerza, dando por comenzada la rueda de prensa y entonces las manos en alto de los periodistas allí presentes  empezaron a reclamar la atención de los agentes.

- Crónicas élficas, para la agente Vaamar. - Dijo una periodista de orejas picudas y sedosos cabellos del color del trigo. - Ha transcendido que fue usted quien hizo las pertinentes averiguaciones sobre el presunto asesino. - Hizo una breve pausa.-  ¿Es así? ¿Le ayudaron sus compañeros con las pesquisas de investigación? ¿Tuvo una corazonada? ¿Qué opina de que el sospechoso sea un enana? 

- ¿Qué clase de pregunta es esa? - Respondió ofendida la agente Vaamar. - ¡Somos un equipo! ¡Nos repartimos el trabajo y cada uno seguía un hilo de investigación! - Exclamó aireada. - Al final de cada jornada poníamos en común lo que habíamos descubierto. Es... Ha sido un trabajo global y coordinado... - Hizo una pausa para asimilar las siguientes preguntas. - No trabajamos con corazonadas, sino con pruebas, con hechos. Y que sea enano es tan relevante como si fuera humano, elfo o de cualquier raza. No tengo opinión más allá de que si se le declara culpable, habrá un asesino menos en las calles de Nueva York...

- Del Herald Tribune. Para el agente Jefferson. - Se dirigió al  agente orco. - Mi pregunta va en relación al agente Johnson. - Le informó. - Se sabe que ha sido suspendido. Las malas lenguas dicen que es un alcohólico y que no fue hasta su marcha, cuando la unidad se puso a hacer averiguaciones. También se dice que tuvo enfrentamientos con varios integrantes, entre ellos con usted. - Expuso antes de empezar con las preguntas. - ¿Considera que Johnson es un racista? ¿Era un buen agente? ¿Qué hay de cierto en todo eso?

Jefferson sabía que no había mucho más que pudieran hacer de forma legal. McGee ya tenía a su culpable, la Asociación del Pueblo Élfico permanecía al margen de los crímenes, y aparentemente nadie investigaría a Eldren Nimwë.

-Johnson hizo un buen trabajo -respondió el orco, en tono seco a la pregunta del reportero del Herald Tribune-. Supo dirigir la unidad y estuvo conmigo cuando sonsaqué cuál era el modelo de vehículo del asesino a uno de nuestros testigos. Durante un mes entero, nunca imaginé que él tuviera problemas con la bebida. No puedo decir que fuera un alcohólico. La falta de pruebas contundentes que nos llevasen al culpable, terminar en varios callejones sin salida... -Arrugó el ceño mientras recordaba todas aquellas horas de investigación buscando posible relaciones entre las víctimas y consultando grabaciones para encontrar el Lambda-. A la larga, hizo mella en todos nosotros. Unos lo afrontaron de una forma, otros de otra. Lo que sí puedo asegurar es que Johnson no es racista. Nunca le oí decir comentario despectivo alguno ni contra mí, ni contra ninguno de mis compañeros. No sólo era un buen agente, también pienso que es un buen hombre.

- De la Gaceta Orca de Manhatan, para el agente Everton. - Preguntó uno de los periodistas, un orco que lucía una extraña boina. - Se sabe que recibió un impacto de bala. ¿Se sabe algo acerca  del autor? ¿Cree que fue un enano? ¿Podría tener relación con el acusado? - Hizo una pausa mirando sus notas en el cuaderno que tenía entre manos. - ¡Sí...! ¿Ha sentido menosprecio por parte del resto de agentes debido a su raza? Tengo entendido que las agentes de raza élfica y los humanos no  compartían información con ustedes, los orcos... - Miró a Zoddert y también a Jefferson.

-Se desconoce quien me disparó, eso continúa en otra pieza a parte del caso. Dijo tragando el orgullo de saber que a veces la justicia ni es igual para todos ni trabaja en beneficio de la comunidad. Por un momento pensó en accionar la granada que portaba en su cinturón, así moriría todo el grupo, incluyendo su Jefe, aquel maldito enano merecía morir entre terribles sufrimientos.

Al final un codazo de la elfa le retornó a la realidad y sacó el dedo de la anilla para continuar hablando sin explotar. Con respecto a mis compañeros sólo puedo decir que son lo mejor que se puede esperar de todas nuestras razas, entre nosotros ha quedado a un lado la política y sólo ha quedado el uniforme, hemos actuado como si no existieran razas y sólo contaba nuestra valía personal. Espero que la unidad continúe ya que la veo una buena iniciativa que nos ha permitido aprovechar la experiencia y los recursos que cada uno tenemos para este caso y sin duda podríamos continuar usándolos en otros casos. 
 

Con respecto a no compartir la información es falso, íbamos en patrulla varios miembros de diversas razas y si o si lo comunicabamos al resto de compañeros y cada uno investigaba la pieza que les tocaba. El racismo en esta unidad no ha existido, por lo menos entre nosotros. 

- Del New York Times, para el agente Raynor... - Dijo una joven enana con gafas y excesivo vello facial. - Se ha filtrado que estuvieron barajando al candidato a la alcaldía, el señor Eldren Nimwë entre los sospechosos. - Miró por encima de sus gafas. - ¿Qué lees hizo pensar en él? ¿Por qué le descartaron? ¿Cree que este tema podría afectar a su candidatura? ¿Si sale elegido finalmente, esperan represalias?

Ryan se acerco al micrófono, lo toco con el dedo, causando que resonara en la mayoría de los equipos, haciendo ruido de saturación.

Veo que funciona correctamente. – sonrió, poniendo las manos detrás de la espalda y avanzando para responder al micrófono. – Para ser preciso, señorita, las investigaciones a veces llevan rumbos extraños. Nosotros trabajamos exhaustivamente, no creo que el Señor Nimwë piense como usted, seguramente nos felicitara por ayudar a esclarecer el caso y limpiar su nombre de posibles sospechas. ¿Insinúa usted que hacer el trabajo policial es causal de venganza?  ¿Considera usted que el Alcalde es alguien rencoroso y que podría llegar a tomar medidas? Yo no lo creo. -Dijo el ex Marine devolviendo la pelota que le habían tirado con demasiada curva al lanzador original.

Las preguntas fueron bastante sensacionalistas en muchos de los casos. No obstante, los avezados agentes supervivientes de aquella unidad de la que el cincuenta por ciento de sus miembros habían causado baja en muy poco tiempo, supieron capear con mucha habilidad.

La rueda de prensa prosiguió durante casi media hora, no obstante, poco o muy poco más se sacó en claro de todo aquello. Las preguntas que se hicieron en primera instancia fueron la base de todas las que prosiguieron.

Por desgracia, las únicas preguntas interesante y relevantes tuvieron que ser resueltas con evasivas por parte de los agentes. El caso acababa de cerrarse y muchas de las pruebas estaban todavía bajo secreto de sumario. O podían estarlo, pues aquella improvisada rueda de prensa se había convocado demasiado rápido. Era en todos los sentidos un sinsentido.

En cambio, parecía que los líos políticos, raciales y los escándalos era lo que más periódicos vendia en un tiempo en el que el periodismo se había convertido en puro sensacionalismo barto. Lo cierto era que los agentes empezaron a agobiarse con las preguntas repetitivas y miraban a McGee co la esperanza de que diera por finiquitado el asunto.

Aquel enano era en esos momentos un pecho hinchado de orgullo. Sin duda, creía en que sus agente habían resuelto el crimen y que aquello serviría para revalidar su plaza de comisario una vez pasaran las elecciones. Eso era lo que realmente le interesaba a Khorlin McGee.

Tras casi tres cuartos de hora McGee intervino solicitando una última pregunta por parte de los periodistas. Esta fue una reiteración de las anteriores y fue respondida con otra evasiva por parte de la agente v
Vaamar.

- Creo que eso ya lo hemos respondido antes. - Dijo la elfa. - Muchas gracias. Tegan un buen día... - Y de esa forma finalizó la rueda de prensa.

Los periodistas fueron abandonado la sala progresivamente. Para cuando lo hizo el último de los reporteros, Zoddert ya estaba camino de casa en busca de su merecida baja. Mientras que el resto se reunió de forma silenciosa en el despacho número 17.

El caso estaba cerrado. Eran héroes para la opinión pública y tenían su culpable. ¿Pero habrían cesado realmente los asesinatos? Sólo el tiempo lo diría.

ANTECEDENTE II. EN ALGÚN RINCÓN OSCURO DE NUEVO YORK.

Pulsó de nuevo el botón del mando a distancia. Esa noche no hacían nada interesante en la televisión. No era nada nuevo y pese a estar pagando la televisión por cable desde hacía varios años, el panorama televisivo no mejoraba demasiado.

Agarró un puñado de aperitivos salados y se los metió en la boca justo antes de cambiar de canal. Por casualidad sintonizó la NBC y estaban dando las noticias. Parecía que hablaban de él y se recostó sobre su sillón de cuero para concentrarse al máximo en lo que estaba narrando el informativo.

- ...y tenemos novedades en el mediático caso del asesino de elfos... - Dijo la voz de una mujer.

- Así es Charlotte, pues el caso a dado un inesperado giro en las últimas horas. - Respondió un hombre. - Los chicos del comisario McGee acaban de dar esclarecer el caso. 

- ¿Y cómo ha sido eso, Mike? - Le siguió el hilo la reportera.

- Pues se ve que el asesino o presunto hasta que no llegué el juicio, ya estaba en prisión. - Respondió Mike. - Al parecer fue encarcelado por otros delitos menores justo cuando cesaron los asesinatos y siguiendo la pista, los agentes dieron con él y al interrogarle se derrumbó confesandolo todo.

- ¡Buenas noticias para los elfos de Nueva York! - Exclamó Charlotte. - Todavía no se sabe mucho más del caso, pero seguiremos infor...

Apagó entonces el televisor y lanzó el mando a distancia contra la pared. Estaba furioso y con razón. Otro se había atribuido el mérito y todo su trabajo no había servido para nada.

- ¡Joder! - Gritó pateando su propia zapatilla y haciendo que se estrellarse contra una estantería. - ¡Pero que cojones! ¡No, no, no puede ser! - Se lamentó terriblemente enfadado.

ANTECEDENTE III: DOS MESES DESPUÉS...

La conclusión del caso trajo consigo diez días de intenso trabajo y papeleo para la unidad de crímenes raciales de la Policía Metropolitana de Nueva York. Al encontrarse Johnson apartado del caso habían nombrado a Jefferson como el jefe circunstancial de la unidad, aunque eso únicamente equivalía a tener que firmar todos y cada uno de los folios que tenían relación con el caso, incluido el último que firmó y que declaraba a la U.C.R. disuelta con efecto inmediato.

Todos ellos disfrutaron de una semana de vacaciones para poder hacerse a la idea de la vuelta a la rutina de un policía neoyorkino más. " Os lo habéis ganado, muchachos" les dijo McGee cuando les entregó la hoja de permiso.

Entre los cuatro era evidente que se había forjado algún tipo de camaradería. Era cierto lo de que aquel tipo de casos solían hermanar a los agentes que actuaban en ellos y por aquello mismo desde que se reincorporaron, trataron de arreglar sus turnos para coincidir los cuatro de patrulla. "es como la metadona, para pasar el mono" dijo con una mueca graciosa Zoddert la primera mañana que coincidieron los cuatro en la sala de Brieffing.

Las jornadas de trabajo fueron pasando sin más novedades que las típicas actuaciones rutinarias de la policía de Nueva York: Peleas vecinales accidentes de tráfico, algún atraco a una licorería... todo usualmente aburrido y tedioso.

Lo cierto es que aquel mes de Mayo habría sido de lo más común de no haber sido por las inminentes elecciones a la alcaldía de Julio. Las llamadas rutinarias se intercalaban con aburridos servicios presenciales en mítines que podían alargarse más de 4 horas.

La campaña electoral había tomado las calles por completo. Carteles pegados en cada esquina, vallas publicitarias con los rostros de los candidatos acompañados de sus respectivos eslóganes en todas las autopistas y, en general, se podría decir que toda la ciudad respiraba ambiente puramente preelectoral.

Las encuestas mostraban un a clara ventaja del partido Republicano liderado por el presidente de la asociación del pueblo élfico de NY. Su discurso de mano dura con el delincuente y anti-inmigración parecía que había hecho pasar por alto el resto de su mensaje, en parte racista y pro-élfico si bien, como bien reza su eslogan "Primero el Neoyorquino".

La única candidatura que podía hacer peligrar de algún modo la hegemonía republicana era la de la candidata Demócrata Laurian Minderbrook, una carismática mediana que se había sabido rodear de un gabinete completamente multirracial, buscando el voto de las clases más desfavorecidas.

Pero todo aquello ya no era de la incumbencia de aquellos cuatro agentes que habían vuelto a engrosar la unidad de distrito y como tal únicamente se preocupaban de patrullar, cubrir los servicios asignados en el brieffing o atender a las llamadas asignadas por emisora. 

Y fue aquella emisora portátil que todos llevaban adosada al cinturón que, aquel 3 de Mayo a las 21:34 horas crepitó con estática medio segundo antes de anunciar "Atención unidades del sector Pomonk, tenemos una riña entre vagabundos, posible caso de violencia doméstica en la esquina de la 81 con la 118. 

La suerte o el destino quiso que fuesen las unidades 6 y 9, la de Zoddert y Vaamar y la de Jefferson y Raynor las unidades más cercanas, por lo que aquella en apariencia rutinaria llamada sirvió para reunir al equipo.

Los dos coches patrulla llegaron prácticamente a la vez, por lo que los 4 pudieron dirigirse juntos hasta el lugar de la llamada.

En el callejón donde habían sido comisionados había un vagabundo de deplorable apariencia que caminaba en círculos frente a lo que parecía una suerte de tienda de campaña hecha de cajas y trozos de cartón. Mientras deambulaba el hombre maldecía en voz alta y agitaba los brazos

-¡Y esa maldita furcia se piensa que se va a quedar con la esquina de Joe Mugre! ¡ Esto es un atropello! ¡No señor! ¡Allanamiento de morada, no más ni menos! ¡Y la furcia no quiere irse de la casa de Joe! ¡Que se haga con sus propias cajas, no con las del pobre Joe, no señor!- 

Zoddert se acercó al vagabundo con las manos embutidas en sus guantes anticorte de color negro en señal conciliadora.

-Ciudadano! hágame el favor de apartarse de la tienda de campaña para que podamos hablar, venga aquí por favor.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca del vagabundo le propinó un fuerte sopapo en la cara dejándolo parcialmente sin sentido, abalanzándose sobre el para reducirlo y ponerle los grilletes.

-Señor! queda detenido por escándalo público y por encontrárse en estado de embriaguez en la vía pública, Tiene el derecho a guardar silencio. Cualquier cosa que diga puede y será usada en su contra en un tribunal de justicia. Tiene el derecho de hablar con un abogado. Si no puede pagar un abogado, se le asignará uno de oficio. Ha entendido sus derechos?

-Vaamar, haz lo propio con el de la tienda de campaña! Yo me ocupo de este!

¿Otra vez iban a acabar tarde? ¿En serio? Parecía que a Zoddert le pagaran un plus por detenciones. Empezaba a cansarse de su mal carácter, aunque en el fondo admiraba sus malas pulgas.

Aquellos parásitos no hacían más que emborracharse, ensuciar la ciudad, dar mala imagen y sobre todo, gastar fondos públicos de la ciudad de Nueva York. Se merecían un Zoddert en su vida y quizás algo más.

Vaamar sacó su bastón extensible y se agachó para adentrarse en la chabola fabricada con cartones y palets que aquel borracho hijo de una perra sarnosa y una rata de alcantarilla llamaba hogar.

- ¡Policía de Nueva York! - Gritó la elfa. - ¡Salga de la caseta! ¡No me obligue a usar la fuerza! - Le ordenó a la zorra borracha que había descrito el vagabundo.

Jefferson esbozó una ligera sonrisa, dejando entrever sus largos colmillos al advertir con quiénes acababan de encontrarse.

-Vaya, vaya, mira a quien tenemos aquí... -le indicó a Raynor, señalando a sus dos antiguos compañeros de unidad, Vaamar y Everton.

Aquel no era un buen día para el agente orco. Llevaba toda una semana esperando que los del círculo de lectores le trajesen un libro, pero el encargo se había retrasado, lo que había crispado los nervios de Jefferson. "Solo me faltaba tener que detener una pelea entre vagabundos", pensó para sus adentros.

Vio que Vaamar y Everton ya se estaban encargando bastante bien de la situación, pero aun así decidió desenfundar su pistola y se dispuso a cubrir a Vaamar. No creía que necesitara utilizar su arma de fuego, pero uno nunca sabía qué esperar en aquel oficio.

-¡Ya ha oído! ¡Salga de la caseta con las manos en alto!

Celarian no obtuvo respuesta alguna por parte de la supuesta mujer que había invadido la morada de aquel vagabundo arrestado de forma brutal y sin demasiado sentido por parte de su compañero de patrulla. Por ello y tras mirar a sus compañeros se agachó y se acercó con cuidado enfocando con la linterna hacia el interior de la chabola.

Lo primero que vio fueron dos piernas largas y con color de piel clara con medias. Estaban estiradas en posición de cubito supino. A medida que fue enfocando hacia la parte superior de la propietaria de aquellas piernas, las cuales permanecían muy quietas, como si estuviera durmiendo, se desveló un vestido de noche de lentejuelas.

- ¿Qué cojones? – Alcanzó a musitar.

Algo raro estaba pasando. Cuando alcanzó la parte del cuello comprobó que sus sospechas eran más que fundamentadas. El cuello, el vestido, los cartones… todo estaba teñido de rojo carmesí. El cuello de aquella elfa ataviada con ropa de gala de apariencia cara, estaba cercenado de lado a lado. Un corte limpio y un rictus de terror en el rostro de la joven elfa degollada.