Partida Rol por web

Raynor fue el primero en llegar a la mañana siguiente al despacho 17. Para ese entonces ya había hecho no menos de trescientas flexiones y no menos abdominales. Había corrido diez kilómetros en la nieve y había vencido a un oso en un combate cuerpo a cuerpo. Estaba listo y como nuevo tras aquel ejercicio al aire libre, él no creía demasiado en gimnasios.

Raynor descendió por las escaleras adentrándose en un laberinto de pasillos, cubículos y mesas de trabajo que era la comisaría central de Nueva York; por suerte sabía que el departamento informático se encontraba en el primer sótano del edificio, por lo que no le costó encontrarlo. Por supuesto llevaba una bandeja llena dede café de diferentes tipos, no sabía cómo le gustaba el café al forense, ni tampoco a la víctima. Pero el comisario le había mandado allí y noeso iba a serser descortés con sus anfitriones.

En el camino se cruzó con algunos pocos policías administrativos que iban de aquí para allá y que o bien les ignoraban por completo o les saludaban con un simple movimiento de cabeza o mano. Bajó los dos tramos de escaleras y llegaron al pasillo del departamento forense.

A diferencia del resto de la comisaría, aquella zona lucía más como un hospital que como un edificio policial. Los pasillos eran completamente blancos a excepción de algunos extintores rojos que colgaban en la pared. El suelo estaba cubierto por chapa metálica que producía un curioso sonido a cada paso que se daba sobre él y en el ambiente se respiraba un fuerte olor a medicamento.

La puerta de cristal que anunciaba oficialmente la entrada en el departamento forense no ofreció ninguna resistencia y se abrió con suavidad, dándole paso a una estancia grande y aséptica, al fondo de la cual había seis camillas de acero inoxidable, todas ellas vacías excepto una, que mantenía un bulto oculto con una manta blanca. Una larga encimera metálica llena de material médico cubría toda la pared lateral. La estancia la completaban un sencillo escritorio arrinconado en una esquina y una hilera de picas de acero con grifos en cada una de ellas. Junto a la zona de camillas había una puerta estanca que sin duda conducía a la cámara frigorífica.

Al entrar vio a un viejo conocido, el forense de origen japonés Francis Takamiya, quien le saludó desde el escritorio.

- Buenos días, agente Raynor. - Dijo nada más verle. - Tras la autopsia de este cadáver pensé que tarde o temprano alguno de ustedes aparecería por aquí. - Sonrió levemente.

-Bueno, doc ¿Que va a decirme?

preguntó sin rodeos el agente de policía, ansioso por añadir más conocimiento acerca del caso.

- Poco más puedo decir que en las otras ocasiones, agente Raynor. - Dijo resignado el médico forense del departamento. - Esta vez un único corte, pero muy limpio. En el cuello. Seccionó arteria carótida y vena yugular. Murió en pocos minutos por hemorragia masiva. Hay muestras biológicas. Restos de semen en la ropa y un pelo de color negro rizado, de la cabeza sin duda, que no concuerda con los suyos. Lo encontré en el interior de sus braguitas. El arma utilizada sin duda es el misma que en los cuatro anteriores casos.

-Buen trabajo con las braguitas, doc. coteja el ADN con la base de datos a ver que sacamos de todo esto, ¿si?

dijo mostrando su socarrona sonrisa

- En eso estoy, señor Raynor, en eso estoy. - Respondió Francis Takamiya. - Espero que los resultados del ADN estén listos en una hora aproximadamente y luego cotejarlos con la base de datos... - Hizo una pequeña pausa para pensar. - Puede que me lleve un par de horas más. Esto no son películas señor Raynor. Las cosas van más despacio. - Sonrió. - Mientras tanto... - Miró el café que portaba en la mano. - ¿Por qué no me trae un café a mi también? 

Sonó entonces el teléfono móvil de Ryan. Se trataba de un mensaje de texto por lo que disimuladamente lo miró y el texto era realmente inquietante.

Cita:

-¡Ese café va a tener que esperar doc!-Gritó Raynor alarmado. Sin dar tiempo a respuesta abandonó el lugar a la carrera, en dirección al garaje de la comisaría.