El museo fue fundado en 1869. Antes de la construcción del complejo actual, el museo se encontraba en el edificio Arsenal de Central Park. Theodore Roosevelt, Sr., el padre del 26° presidente de Estados Unidos, fue uno de los fundadores junto con otros ilustres norteamericanos. La fundación del museo realizó el sueño del naturalista Albert S. Bickmore. Bickmore, un estudiante del zoólogo de HarvardLouis Agassiz. Presionó incansablemente durante años para el establecimiento de un museo de historia natural en Nueva York. Su propuesta, respaldada por poderosos patrocinadores, se ganó el apoyo del gobernador de Nueva York, John Thompson Hoffman, quien firmó un proyecto de ley creando oficialmente el Museo Estadounidense de Historia Natural el 6 de abril de 1869.
El Museo Estadounidense de Historia Natural, estaba ubicado en el Upper West Side de Manhattan en Nueva York, Estados Unidos. Era uno de los museos más grandes y famosos del mundo. Situado en unos terrenos ajardinados enfrente de Central Park. Estaba compuesto por 27 edificios interconectados que albergaban 46 salas de exposición permanentes, laboratorios de investigación y su famosa biblioteca.
Su colección está formada por más de 32 millones de especímenes, de los cuales solo una pequeña parte puede ser expuesta a la vez. Cuenta con 225 investigadores a tiempo completo, patrocina más de 120 expediciones cada año y recibe una media anual de cinco millones de visitas.
Desde el año 2001, alberga en una de las salas más grandes de todo el complejo una colección permanente, que si bien no cumple el propósito del estudio de la fauna y la flora terrestre y marina del planeta, si que es el deleite de muchos de los visitantes, pues presenta parte de la historia de las diferentes razas que pueblan la tierra y cuenta con un sinfín de objetos antiguos de todo tipo, desde artilugios medievales fabricados por enanos, pasando por inventos humanos de la edad moderna o una colección de filos de manufactura élfica de gran calidad y bella artesanía.
Nada más llegar al museo, Jeannine se identificó como agente de policía en medio de una investigación. Acto seguido solicitó ser conducida hasta donde se encontrara el profesor Tylor, doctor en historia antigua y experto en armas medievales y un trabajador la condujo de inmediato a través del complejo, hasta el edificio donde se encontraban la zona reservada al armamento medieval.
Una vez en el lugar, Jeannine quedó algo decepcionada al ver la colección expuesta. Se trataba de tres vitrinas de tres por tres en la que se exponían armas de todo tipo. La mayoría eran armas de filo, pero también había martillos enanos, lanzas de caballería, alabardas y manguales. No eran todas las armas de manufactura élfica y de éstas, a parte de varios sables, algunas dagas y espadas, no había tampoco demasiados ejemplares. Eso sí, las que estaban expuestas brillaban como el primer día, estaban todavía muy afiladas y eran verdaderamente hermosas.
- Buenos días... - La voz de un hombre a su espalda sobresaltó a Jeannine.
La agente se había distraído contemplando alguna de las armas expuestas en las vitrinas. Le parecía increíble no haber escuchado los pasos de aquel hombre, pues todo permanecía en un silencio casi sepulcral. Al girarse observó a un hombre peinado hacia atrás que portaba gafas y que vestía con unos pantalones vaqueros y una chaqueta de pana con parches en los codos. Le ofreció la mano inmediatamente a la vez que lucía una amplia sonrisa.
- Ben Tyler. - Se presentó. - Supongo que usted es la agente de policía que preguntaba por mi... ¿Verdad? ¿En qué puedo ayudarle?
-Buenos días… - contestó amablemente la agente. – Soy la agente Courier del Departamento de Policía de Nueva York. – le mostró la placa según solía proceder en este tipo de encuentros. – Lamento importunarlo, prometo que si colabora conmigo no le robaré más tiempo que el necesario. – dijo mientras guardaba su placa.
A decir verdad, en Boston no había tenido tiempo para hacer trabajo de campo, y si bien golpear malhechores era lo suyo, este tipo de entrevista también se había echado de menos. Era mejor que lidiar con las cuestiones burocráticas. Aun así, no podría vivir para siempre en el mismo puesto. No te desconcentres, pensó Nueve.
-Entiendo que tiene aquí un arma única, un bastón látigo élfico. Tengo por seguro que tenemos en cuenta la importancia y la delicadeza con que se deben manipular este tipo de objetos. Pero necesitaríamos llevarlo al laboratorio para realizar algunos estudios. Entiendo lo molesto que debe resultarle, pero deberá entender que es la pista más cercana que tenemos continuar con nuestra investigación. Nuestro fin es siempre la seguridad de los civiles. – todo este discurso solo pretendía generar algo de empatía en aquel especialista para que le ceda el arma. – En todo caso, si usted temiera por una mala utilización del objeto en cuestión, por favor lo invito a que lo traiga por usted mismo, y que supervise la manipulación del mismo.
-En otro orden de cosas, permítame hacerle unas consultas que me surgen por curiosidad. Al ver la exposición, entiendo que este tipo de armas es muy escaso, no es así? Sabe cuantas familias de tradición élfica podrían tener objetos similares? Unas 100 en toda la ciudad? Tal vez menos? Y sabe si este estilo de objetos es de común tráfico en el mercado negro. – Este tío era un experto, y Jeaninne confiaba en que tenía las respuestas a esas preguntas. Tema distinto era si estaba dispuesto a contestar.
- No tengo ningún problema en ello señorita Courier. - Afirmó el experto. - De hecho estaba esperando su visita desde hace algunas semanas. - Afirmó con rotundidad. - El agente Johnson, el encargado del caso vino hace cosa de... ¿Dos meses? No lo recuerdo ya. - Se encogió de hombros. - Me pidió lo mismo que usted y yo le dije que no había impedimento alguno, pero lo que debía hacer era una solicitud por escrito. No puedo sacar así como así un material tan valioso y someterlo a pruebas... - Negó con la cabeza. - No, no... si luego se extravía o se deteriora... - Soltó una risita nerviosa. - ¡Me juego mi puesto de trabajo! Y me gusta mi trabajo.
Se dio media vuelta y agarró algo. Al volver a encarar a la agente Courier le mostró uno de aquellos bastones. Se trataba de una pieza excepcional. Manufacturada por elfos hace mucho, mucho tiempo pero aún conservaba toda su belleza y relucía. Estaba fabricado con maderas nobles e incrustado en piedras preciosas, acabado en un mango con forma de cabeza de garra de oso.
- La solicitud fue cursada y admitida por el museo. - Desveló el doctor. - Se lo comunicamos al departamento pero nos dijeron que ya no era necesario. - Le ofreció agarrar el bastón. - ¿Quiere cogerlo? ¿Tenemos que ir ahora o ya me llamarán?
-Perfecto, confiaba en que Johnson haría un buen trabajo. – dijo contestando al experto. Y luego llevada por la curiosidad, se detuvo a inspeccionar el bastón. – Vaya, es una pieza absolutamente hermosa. - y levantando la mirada para llevarla a la del experto añadió. – Tenemos que ir de inmediato. Tienes donde transportarlo con seguridad? – luego, insistiendo con las consultas hechas anteriormente y de las que no había tenido respuesta agregó. – En el camino ya me podrás ir contando las curiosidades de este tipo de reliquias.
No perdía las esperanzas de que la pasión del Tyler por el trabajo lo llevara a revelar los datos que Jeaninne le había pedido.
- Bien... - Dijo el doctor afirmando con la cabeza. Empezó a toquetear con las yemas de los dedos sobre una de las vidrieras. - ¿Me permite una llamada? - Sin esperar respuesta agarró su teléfono móvil y marcó un número. - Soy Tyler. - Dijo tras unos segundos. - Estoy aquí con una agente de policía. Me pide... - El profesor se alejó unos pasos y segundos después regresó junto a Jeannine. - No hay problema agente...
El profesor sacó una funda de plástico introduciendo el bastón en su interior. Justo después lo introdujo en un maletín muy parecido a un portamapas.
- ¿Nos vamos entonces? - Dijo Ben Tyler. Espero que me proteja de los maleantes. Uno no Siempre sale a la calle con un objeto tan valioso. - Dijo en tono de broma.
Minutos después, la agente Courier y el profesorado Ben Tyler se encontraban en el interior del vehículo policial camino de la jefatura de policía. Les esperaba un largo viaje hasta la base. El tráfico de Nueva York a esas horas era infernal, así que tendrían tiempo de hablar sobre el bastón espada o de cualquier otra cosa, de lo contrario el trayecto se haría bastante incómodo.
Nueve no era desconfiada por naturaleza, pero sin embargo percibió algo raro, no solo porque Tyler se alejó para realizar una llamada informando que se llevaría el bastón, sino por el comentario que este último realizó acerca de los malhechores y del peligro que significaba transportar ese objeto tan valioso.
No tenía razones para sospechar de Tyler, pero si alguien más tenía el dato de que el bastón sería transportado, esa información era susceptible de ser filtrada.
Sin pensarlo dos veces, sacó su teléfono y envió un mensaje de texto a Celarian. Mi cara no demuestra preocupación alguna, y no detengo mi avance, aunque me lo tomo con calma mientras vamos de salida del Museo.
Para Celarian:
URGENTE!
Tal vez sean sospechas infundadas, pero es probable que intenten interceptarnos en el camino mientras transportamos el bastón élfico. Necesito confirmación para saber cómo proceder, espero una unidad de refuerzo para realizar el transporte. O emprendemos el viaje de inmediato tomando lo mayores recaudos posibles?
PD: Me debes una cena.
Sonó entonces el teléfono móvil de Jeannine. Se trataba de un mensaje de texto por lo que disimuladamente lo miró y el texto era realmente inquietante.
Cita:
Acto seguido sonó el tono de llamada, era Celarian. Sin duda su mensaje le había alarmado. Había cancelado todo lo que el resto estaba haciendo por la mera intuición de Courier. Finalmente descolgó el teléfono.
- Nine, he mandado un mensaje a todos. Vamos para allá. Ni de coña vas a ir tu sola con el bastón si te hueles algo. Espera dentro a que llegue, ¿me has oído? - Dijo la elfa con tono de preocupación.
Jeaninne recibió el mensaje agradeciendo la pronta respuesta, pero se alarmó por la gravedad con la que Celarian se lo había tomado. Tendría ella otra información con la que Jeaninne no contaba y que hacía todo esto más preocupante? O solo había bastado la sospecha de la agente Courier para que Vaamar tomara semejantes precauciones.
El teléfono sonó en medio de estas cavilaciones. La elfa sonaba preocupada, pero con la intención de no preocupar a Tyler, Nueve respondió con la serenidad y los nervios de acero que le habían brindado sus años al servicio de la fuerza. – Copiado, los aguardamos aquí.
Luego se volvió hacia el experto y le dijo manteniendo el estado de calma, como si todo esto fuera cotidiano. – Nuestro transporte está por llegar. Esperemos aquí mientras me cuenta aquello. – al decir esto la agente le sonrió a Tyler, era la tercera vez que le preguntaba, no podría evadir nuevamente la pregunta sin levantar sospechas de que estaba tirando evasivas a propósito.
- Ya lo hablé en su día con su jefe, el oficial Johnson, pero mientras esperamos no me cuesta nada repetirlo... - Dijo el doctor. - Estamos hablando de unss piezas de valor incalculable... la última de la que tengo conocimiento se vendió en subasta privada en Christies por 38 millones de dólares... - Explicó Ben.
- Con respecto a la lista, no existen demasiados bastones cómo esté. La gran mayoría están catalogadas y en museos, pero tambien existen piezas que se encuentran en colecciones privadas o incluso en familias élficas donde han pasado de padres a hijos durante siglos, por lo que es dificil decir que estén todas las hojas de Niobinio catalogadas y localizadas... Si quiere sí que puedo pasarles una lista de las hojas catalogadas en museos, eso sí, claro. - Sin duda aquel tema apasionaba al señor Tyler. Mientras hablaba gesticulaba ostentosamente con sus brazos.
- Usar este tipo de armas no es tan complejo, claro que requiere décadas de perfeccionamiento, de eso no hay duda... pero no debe olvidar que durante el periodo Muromachi de Japón, cuando los clanes humanos se enfrentaron al sistema de castas impulsado por los elfos, muchas fueron las hojas Niobinio que cayeron en manos de aquellos primitivos samurai... A raiz de eso, adaptaron sus técnicas marciales de espada a aquellos filos tan temibles... Como le he dicho, en ningún caso lograron usarlos con la maestría de un elfo, eso está claro... pero sí que fueron capaces de empuñarlos en las batallas de manera más o menos solvente... - Se calló durante unos segundos y se colocó las gafas, que se habían ido deslizando por el puente de su nariz hasta la punta de la misma. - Eh... lo que quiero decir, es que cualquiera que tenga conocimientos de esgrima más o menos básicos, como por ejemplo de kendô, iaidô o incluso esgrima occidental, sería capaz de usar un filo de niobinio para, al menos, asestar un corte como es debido, puesto que esas hojas nunca pierden su filo...
Pese a que se encontraban en el interior del coche patrulla, todavía no habían arrancado a la espera de instrucciones por parte de Vaamar, la ahora encargada de la unidad. Sus órdenes habían sido claras, esperar en el museo a que llegara el resto de la unidad. Si tenía sospechas de que podía ser interceptada por alguien, valía la pena no arriesgarse. Al menos eso pensó Celarian Vaamar cuando Courier le reveló sus sospechas. Al fin y al cabo, si se había vendido un arma como la que ahora estaba bajo su protección por 38 millones de dólares, valía la pena esperar una escolta. No sabía cuanto valía aquel, pero imaginaba que no sería mucho más barato que el subastado.
Poco a poco fueron llegado el resto de compañeros de la unidad. Cada uno en un vehículo policial diferente. La primera en llegar fue Celarian, era quien estaba más cerca. Después aparecieron Everton, Raynor y Jefferson en ese orden. Una vez los cinco miembros de la unidad de crímenes raciales del departamento de policía de Nueva York, se reencontraron a las puertas del museo, se les planteó la siguiente cuestión. ¿Iban a regresar a base cada uno con un vehículo o iban a dejar alguno estacionado allí mismo?
Fuera como fuera, a medida que descendían de sus respectivo coches patrulla, fueron descubriendo que no tenían demasiado motivo para alarmarse. Que Courier hubiera requerido su colaboración era tan solo una corazonada. Su instinto le decía que no estaba segura transportando aquel arma tan valiosa ella sola hasta la comisaría. Ahora que todos estaban de nuevo juntos debían decidir que hacer, como distribuirse y revelar si alguno había descubierto algo. Aunque también podían esperar a regresar a la seguridad e intimidad del despacho 17.
Pues eso... ¿Pasos a seguir ahora?
Nine esperó la llegada de sus compañeros. Y no fue hasta que estuvieron todos juntos que les explicó la situación.
-El experto comentó que una pieza similar a esta fue subastada no hace mucho por un valor de 38 millones de dólares. EL museo está al tanto de que se trasladará el día de hoy hasta la comisaría. No veía conveniente hacerlo yo sola. Es una cuestión de sentido común más que otra cosa. No se alarmen tanto, pero tampoco se distraigan. Estaremos transportando un objeto extremadamente valioso. – Jeaninne prefirió no mencionar lo de la llamada telefónica. Con lo dicho era suficiente para justificar los refuerzos.
- Por otro lado, este tipo de reliquias por su valor pueden imaginarse que no son muy frecuentes de encontrar fuera de museos. Las familias con acceso a ellas son muy privilegiadas económicamente. Aquí nuestro especialista se ofreció a enviar una lista de los objetos de este estilo que se hallen catalogados en los museos. Luego podemos investigar a los últimos compradores, y en última instancia tratar de confirmar a las posibles familias que tengan este tipo de reliquias. Pero todo esto después de confirmar fehacientemente que una de estas armas sea la que buscamos.
Solo faltaba llevar con éxito el arma a la comisaría y la parte asignada a la agente Courier estaría cubierta. Le restaba ponerse al día con lo que hubieran conseguido sus compañeros.
Bueno, pues que mejor que una comitiva de 5 coches patrulla para escoltar este artefacto!, ponemos luces y directos a dependencias policiales! Courier que vaya en el vehículo central y Santas Pascuas! Que os parece?
A Zoddert no le parecía tan disparatado el dispositivo, total, si les atacaban valía la pena desperdiciar esos patrullas con tal de defender una reliquia como aquella.
Nada más llegar, miré a Jeannine. Despertaba en mí las mismas sensaciones que la primera vez que la había visto. Pero en aquellos instantes, teníamos demasiado en qué pensar.
Al ser la primera en llegar, me acerqué a ella, enfadada, pero también nerviosa.
-Estaba interrogando a Nimwë cuando me has mandado ese puto mensaje. Sé que lo has hecho porque has pensado que era lo mejor, y querías prevenir lo que podía ocurrir, pero me ha cabreado la interrupción. Tenía a ese malnacido justo donde yo quería.
Una vez hube soltado todo aquello, me relajé un poco.
-De todas maneras, has hecho bien. Prefiero pecar de cuidadosa. Además, no me perdonaría nunca que te pas... -no terminé la frase. En lugar de eso, enrojecí como un maldito pimiento rojo hasta la punta de las orejas -. Quiero decir que no me gustaría que te ocurriera nada.
Miré hacia otro lado para tomar aire y seguir hablando, mientras veía a los coches de los demás acercándose.
-Y por cierto, antes de que vengan los demás. No me he olvidado de la cena -le dije, bajando el tono hasta convertirlo casi en un susurro.
Cuando llegaron los demás, Nine explicó los hechos que ya conocía. Era un objeto importante que merecía ser protegida.
-Has hecho bien, "Nine". Creo que es mucho mejor si permanecemos juntos y la protegemos entre todos -comenté para todos.
Bueno, pues que mejor que una comitiva de 5 coches patrulla para escoltar este artefacto!, ponemos luces y directos a dependencias policiales! Courier que vaya en el vehículo central y Santas Pascuas! Que os parece?
-Bien a casi todo, menos a la situación de Courier. Las dos iremos en el mismo vehículo y en el penúltimo. Frank encabezará la comitiva. Después Ryan y cerrando el grupo, Zoddart. Si alguien nos ha preparado una emboscada por el camino, quiero que los cuatro coches se dispersen, Frank y Ryan por un lado y nosotras y Zoddart por otro. De ese modo, puede que consigamos despistarlos. Si todo va bien, no sucederá nada. Si hay problemas... la prioridad es proteger el arma. ¿Entendido? ¿Alguna pregunta o sugerencia?
No se habló mucho más aquel asunto. Una comitiva de cuatro vehículos policiales emprendió el camino desde el museo de Historia Natural de Nueva York, por la ruta más rápida hasta el Departamento de Policía. Couirer y Vaamar iban en el mismo vehículo que el profesor, quien custodiaba sin soltar la funda de aquel arma tan valiosa, con Jefferson y Raynor por delante y cerrando la comitiva el bueno de Zoddert Everton.
Con las luces de emergencia activadas fue un trayecto más rápido de lo habitual. Los vehículos se apartaban a su paso y en pocos minutos estuvieron frente a las puertas de la Jefatura. Lo que no evitaron fueron las miradas de los muchos viandantes que miraban con curiosidad algunos, con miedo otros e incluso otros con desprecio, aquella comitiva de cinco coches patrulla desplazándose en fila india a través de la ciudad.
Fuera como fuera, llegaron sin ningún problema o incidente a su base. Quizás la alama que había levantado la agente Courier era desmesurada, pues nadie sabía acerca del transporte que estaban realizando, había sido del todo improvisado por su parte, pero fuera como fuera así lo habían decidido y más valía prevenir que luego tener que dar explicaciones.
Al llegar a dependencias policiales introdujeron los coches patrulla en el aparcamiento y subieron al despacho 17. Tendrían que regresar a buscar el quinto coche oficial que había quedado en el museo, pero como también tendrían que devolver al profesor a su puesto de trabajo, no iba a ser tampoco un problema. Ese viaje también estaba previsto.
Continuamos aquí: