Partida Rol por web

Las palabras de la rubia aún seguían rondando mi cabeza, no sabía cómo tomarlas, advertencia, consejo, invitación formal, pero ya era tarde, demasiado por hoy, tal vez, luego, de noche, cuando no pueda dormir, piense en ella y lo que me ha dicho. Camino un par de pasos antes de soltar a mi hermana para activar el móvil y solicitar un taxi, este no es un barrio de los conflictivos, no habría problemas en obtener uno, siempre y cuando muestre mi placa para que no se asuste de mi inseparable amiga.

Apenas si digo cuatro tonterías a Ae, a la que llevo encima durante todo el trayecto, y por supuesto el silencio es lo único que brindo a mi hermana, porque si le digo lo que pienso delante de la niña, uff, no, no sería justo para nadie, así que mejor calladitos, cavilando una solución para que se encuentren a salvo. Joder, claro, la señora Swan, seguro que ella las tendría en su piso durante unos días, hasta que me asegure de que todo esto no va mucho más lejos, porque lo de las coincidencias, como que no.

Así, llegamos por fin a casa, con la pequeña ya casi dormida. La cargo en mis brazos, y con una sonrisa cansada ayudo como buenamente puedo a mi hermana, la rabia va desapareciendo a marchas agigantadas, maldita sea, malditos sean todos esos hijos de puta, joder, la quiero, y se está matando, no tiene porque ser así. Pero la impotencia que siento es tan grande, que ni siquiera se me ocurre como desahogarla. Antes de entrar, tiendo a la niña a mi hermana, y escopeta en ristre, abro la puerta “asegurando el perímetro”.

Todo limpio, que irónico, todo menos ella, le señalo el sofá, y llevo a la pequeña al dormitorio, y la cubro con la pequeña manta de estrellitas dibujadas, acariciando su frente, para que termine de dormirse con tranquilidad, me relaja, me ayuda a seguir para adelante, no me joderán, pienso sonreír con ella. Beso su frente, y vuelvo al diminuto salón tras recoger una cerveza de la empotrada nevera.

La miro a los ojos, tan parecidos a los míos, tan diferentes, ¿Y bien? dije dando un sorbo a la bebida, pidiendo explicaciones.

Las manos aprietan con fuerza el manillar de la moto cuando me monto en ella dispuesta a arrancarla de una maldita vez. Suspiro aliviada cuando siento a Keith en mi espalda, con la complicidad de siempre cada uno se ha colocado en el sitio que le gusta, sin tener que emitirse ninguna palabra. Hay algo de alivio flotando en el ambiente: Nos estamos largando, lo hemos conseguido. Puta mierda, por poco no. Acelerón y carretera, camino al lugar en el que vivimos, no a mi hogar, ese, no sé en que asfalto se encuentra ahora mismo.

La adrenalina que se ha acumulado en ese lugar jodidamente claustrofóbico empieza a hacer mella, el sabor en la boca es amargo, he tenido una baja, el poli morenito no merecía ese final… Pero debo reconocer que no hubiese soportado que fuese mi rubio el que se quedase en ese sillón. Los ojos brillan con restos acuosos, cago en la leche, encima sensiblona. Suerte que el viento es mi cómplice y me las va quitando, visera levantada, necesito notar el frescor de la noche en la cara… demasiado rato ahí dentro, demasiada porquería de la ducha esa en la piel. De todo lo del edificio, en realidad. Bueno, siendo sincera, hay excepciones.

La moto va a toda hostia por entre las calles, como si de una autopista se tratase, esa es la costumbre, a la vez que el cabreo empieza a hacerse notar, los recuerdos van ordenándose, y el motivo de la situación, a definirse. El cabrito ha buscado a McMord a mis espaldas, no tiene más historia el asunto. No sé por qué, pero él sí sabe lo que significa para mí, perfectamente, además. Trago saliva. La noche promete ser larga. Detengo para aparcar donde siempre, mirando la ventana sin luz que da a nuestro cuchitril particular. Que ganas tengo de ver a mi petardo… él no me traicionaría nunca.

Son otras las palabras que salen por mi boca, me quito el casco y zarandeo la cabeza, bajándome del vehículo sin mirarlo, para, inmediatamente después, cruzar y meterme en el portal.

Espero que no tengas sueño- Completamente segura de que sabe por donde van los tiros.