Partida Rol por web

La noche había caído pero para Max era como cualquier otra noche. O quizás no, quizás eran un montón de recuerdos, jueves y aún estaba a la espera de algo jugoso, de algo que le redituara un buen número de billetes para poder seguir manteniendo a sus hijos. Se detuvo a media calle con la firme intención de dar vuelta a la avenida y seguir en sentido contrario para ver a ese par de diablillos que eran de alguna manera su razón de vivir o al menos la más importante pero no lo hizo, era tarde y no quería una discusión con la rubia, con su ex mujer.

Siguió su camino, mirando poco y nada. Evitando las zonas más difíciles de la ciudad, no era miedo, simplemente aquella noche no tenía ganas de ensuciarse las manos, lo que le fue llevando cada vez más al centro de la ciudad, sin darse cuenta terminó a unas cuantas cuadras de sus hijos, miró en esa dirección unos instantes, aunque sin perder de vista nada de lo que había alrededor, no quería ninguna sorpresa y un hombre como él, no es propietario de pocos enemigos. Bajó la mirada algo molesto por esa sensación y entonces escuchó la explosión. Se cubrió los ojos como un reflejo y entonces vio el humo y las llamas. Eso estaba muy cerca de la casa de su antigua familia.

Un par de hombres vestidos con trajes negros y con aparatos de última moda como comunicadores, se volvieron hacia Machete y lo observaron durante largo rato, cuando la explosión se sucedió, una sonrisa se dibujó en ambos y entonces el hombretón pudo ver que se alejaban a paso lento hacía una camioneta no muy lejos de allí. Pero no había una sola, había seis o siete. Más su mente no estaba para aquellos detalles en ese momento, una cosa retumbaba en su mente, aquel era el edificio donde vivía su ex mujer y sus hijos, ¿o no?

Debería pasarme. Entrar, decir hola, darles un par de besos y salir. Soy su padre, ¿no?...y este mes no ha habido retrasos en la pensión. Puede incluso que ella esté de buen humor, que aquel tipo...- sí, el pendejo picapleitos con el que anda liada -...tenga un lío de cojones en la oficina. Puede que los críos aún no se hayan acostado. Puede...

O puede que hoy sea jueves y tu día de visita sea los Sábados, güey. Que sean las tantas y la rubia ya los metió en cama. Puede también que estés sin blanca, que cuando vuelvas al agujero en el que vives esté con la chapa y tus cuatro cosas en la puerta, que en el contestador hay dos llamadas de la perrera (tengo que agarrar sitio más barato para dejar a "Trejo") y otra de los abogachos de Miranda: debería haberle partido la cara a esa piruja. Una puñera en serio. Así me sacaría los tuétanos con motivo...Me tiene hasta la madre...

"Machete" es un tipo educado, de los que no mezclan trabajo con placer: doblarla en un curro violento no implica ser un tipo violento, ¿verdad?. Pero esta noche que nadie le infle las pelotas. Que nadie lo haga, por la Virgen de Guadalupe.

¿Qué te pasa, Maximiliano?. A mitad de semana y la libreta de contratos en blanco...Te estás haciendo viejo, güey...

Aguirre junta las manos y las frota una contra la otra, desperezándolas, haciéndose crujir los huesos. Se nota tenso, malhumorado: han sido demasiados días en los que su escaso cerebro se ha encontrado dividido entre las facturas y sus hijos. No son buenos tiempos, no señor. Eso le distrae, impide que focalice el problema inmediato - trabajo, que raras veces viene sólo y menos por esta parte de la ciudad- y los elementos...digamos...adyacentes: ese vehículo que acaba de pasar a toda pastilla con los cristales tintados, por ejemplo. Ni se percató de él hasta que lo vé doblar el cruce rechinando neumático: podrían haber bajado la ventanilla, sacar una Uzi y freírlo allí mismo. Ni se hubiese enterado...

...y saberse ahora tan jodidamente vulnerable le cabrea aún más. Por eso levanta la vista del suelo y la enfoca tras meterse un golpe en la sién con la palma de la mano. El subconsciente le había manejado los pies, y éstos le habían llevado a donde sólo se puede ir en Sábado.

Ahorita mismo agarras el hierro y tiras underground, ¿entendido?. ¡Vé a buscar pan de una vez, pendejo!.

Y en esas le pilla la explosión.

-¡A poco!- dijo entre los dientes apretados. El pepinazo le baja definitivamente de la parra y, sólo un segundo después, su alertado cerebro ata cabos: había detectado la presencia de aquellos tipos, los que ahora caminan despacio hacia las camionetas, los que sonrieron antes de largarse. Las cervicales de "Machete" gimen porque el cuello obliga a girar violentamente la cabeza: del edificio a los trajeados, de los trajeados a las llamas, como un puto partido de tenis. La adrenalina estalla. Las casualidades no existen.

Ahora, Maximiliano Aguirre está cagado de miedo. No por liarse a trompadas con dos elementos, con siete camionetas o con veinte si las hubiere. Está hasta las trancas de jindama por una sonrisa oscura en el momento y el lugar menos adecuado. El movimiento reflejo es el de echar mano del arma y salir a preguntar...pero el olor ponzoñoso del mal augurio se le incrusta en las narices.
Durante unos instantes que le parecen siglos, escruta a los tipejos, los vehículos, las matrículas, los andares. Intenta recordar caras, gestos, bultos bajo la ropa...

...y cuando no puede aguantar más se gira hacia el fuego y sale a la carrera como alma que lleva al diablo, sabiendo que, por mucho que corra, el demonio siempre llega antes.

El grupo había dejado marchar a Machete, a pesar de que más de uno amagó con ir tras él pero no era el plato fuerte y aunque no les era del todo desconocido, ya tendría su ración de realidad cuando llegase a la corporación de Marmod. Era una pena o quizás no, que esta estuviera tan cerca de edificios tan caros. Claro que para Jhansen Drugs, aquello no importaba. Un civil más o menos daba igual, el problema era que Marmod se había metido donde no debía al querer incursionar en el campo de Jhansen y las cosas no eran tan fáciles, menos cuando no querías dar el dinero suficiente.

Un retumbido se escuchó, uno nuevo, no el primero y Machete pudo ver que los tipos iban bien armados, quizás en las camionetas llevaran más explosivos; una cara en especial, la de aquel que sonríe le parece conocida, quizás lo ha visto en otro lado pero en el momento no puede recordar el nombre por más que intenta y lo piensa. Luego lee en una de las placas (matrículas) "MIAMI", es una puta broma pero continúa observando por unos segundos y entonces ve una placa de verdad dentro de una de las camionetas con ventanas polarizadas (tintados ;)), parece ser el logotipo de los laboratorios Jhansen.

Ahora sí, echa a correr como alma que lleva el diablo; no es blanco de aquellos malnacidos o la estaría pasando muy mal quizás. Debe apurarse, asegurarse de que su familia..., sus dos chamacos están bien. A la rubia que le den. La lluvia empieza a caer sobre el rostro de Max, la siente, no es la primera vez que se topa con lluvia ácida pero tampoco lo detendrá esta vez. Está sólo a unas cuadras de la corporación Marmod, a unos metros de la que fuera su casa, las llamas, la desolación, ya se pueden percibir con más facilidad, el olor a carne quemada es repugnante. A lo lejos le parece escuchar el ruido de una motocicleta. Echa una mirada atrás pero aún está lejos, vuelve a mirar al frente, parece grande el problema.

Alguien le dijo una vez a Machete que el hombre, para sobrevivir, cuenta con tres mecanismos de defensa: dolor, miedo y paranoia. Ahora, mientras el calor de las llamas se deja notar en su rostro picado de viruela, siente que lleva encima el trío de ases.

Max se detiene cerca del edificio pero a distancia prudencial, bajo una pequeña marquesina que le resguarda de la lluvia ácida. Jadea y echa mano de la sangre fría, porque no quedan más cojones: hace mucho que aprendió a mantener los nervios aplacados en situaciones jodidas. De todas formas, con el apartamento a escasos metros, dos explosiones recientes y el fuego devorándolo todo...hay que tener Nuka-Cola en vez de sangre para no tirarse a pecho descubierto como un puto Lemming.

Aún así, con el corazón al ritmo de un baterista cromado, se toma un segundo y observa. Busca con la mirada un Dataterm y aparta de la mente la visión de sus dos chamacos reventados por la deflagración. Recuerda ahora el celular que le intentó vender aquel dealer por 500 ed's

¿500?. ¡Pero si es más grande que mi cabeza!. ¿A quién intentas engañar, pendejo?. Fuera de mi vista o te despellejo vivo...

y escupe al suelo. No merece la pena: las sanguijuelas de Trauma Team deberían estar ya avisados por las alarmas o por los agentes de seguridad corporativa. Es lo que tiene esta parte de la ciudad..., aunque alguien debió cagarla bien para dejar que un par de tipos pusiesen los petardos. A Max no le estrañaría ver algún "segurata" con la cabeza como un colador.

Para el resto ya habría tiempo. La placa, el rostro familiar, Miami, los putos laboratorios Jhansen y las guerras corporativas: estaba claro que no iban a por él. Nadie se tomaría tantas molestias por un buscavidas. ¿Efectos colaterales?: Mike y Danny, como les llama su madre. O Miguelito y Daniel, como prefiere Aguirre.