Partida Rol por web

Un cartel de madera colgaba de un listón de hierro de la pared de adobe y piedra. La mayoría de las personas de aquella ciudad no sabía leer, pero el emblema de la posada era inconfundible. El naipe de nueve espadas con las siglas D&D grabadas al rojo vivo.

Esta famosa posada esta situada justo al lado del puerto, en uno de los peores barrios. Tiene una sala común que sirve de taberna donde se pueden admirar nueve espadas enmarcadas en la pared apuntando al cielo, todas iguales, pero distintas en algún modo.

-Ya era hora!

La madre de Domingo salió de detrás de la barra con el ceño fruncido y los brazos cruzados bajo sus abultados pechos.

-Te parecerá bonito llegar borracho a casa después de tanto tiempo... Yo todo el día cocinando para ti y así me lo pagas. Vaya hijo me ha tocado... Mírate, estás en los huesos. Venga, sentaros a la mesa ya que las empanadas de pescado se enfrían.

Cuando ya ibais a sentaros en una de las mesas de la posada Encarnación regresó de la cocina con una bandeja repleta de empanadas caseras horneadas unas horas antes.

EH, eh eh... Os habéis lavado las manos? Qué poca vergüenza. Todo el día corretenado por ahí vete a saber donde metiendo las manos con espadas arriba y abajo y luego os sentáis a comer como si nada? Vamos, vamos... En la cocina hay una palangana con agua.

Y no tardéis mucho, aun hay que rezar a Mitra y la comida se enfría.

-Muchas gracias Señora Encarnación, ahora mismo volvemos. Vamos capitán, vamos a ponernos algo mas presentables-dice Damon mientras ayuda a Domingo a llegar a la palangana.

La tarde se alargó agradablemente durante horas, envueltos los aromas familiares y deliciosos. Aquello era casi como un sueño inconsciente que os esculpía una sonrisa relajada imborrable en el rostro.

Después de meses en el mar comiendo pescado seco y galletas rancias disfrutar de una empanada de anguila recién horneada, un cocido de garvanzos con chorizo, verduras frescas y tocino, todo regado con algo de vino peleón lograron quitaros una buena capa de cansancio de encima, incluso con los constantes comentarios de crítica, alago, júbilo y reproche de Encarnación, la madre de Domingo.

Con la barriga llena y la cabeza más despejada del ruido y el ron de la taberna, Diego, el socio y maestro de Domingo se os unió para una relajante partida de cartas mientras tomabais algo de postre. El juego era terriblemente complicado para Damon, quien no lo había visto jugar jamas algo tan rápido y caótico. Le costó cinco monedas de su bolsillo aprender a jugar, pero pronto recuperó la inversión.

Después vino el baño. Una enorme tinaja de bronce llena con agua caliente, unos trapos limpios y una astilla de jabón de manteca os esperaba en la parte trasera de la cocina para que os quitarais un més de salitre y roña de encima. Mientras tanto, Encarnación labaría vuestras ropas. En pocos minutos sería de noche y estaríais listos para reuniros con Valenso en el Palacio.

-Capitán- dijo Damon a Domingo mientras se daba agradecidamente el primer baño en semanas.- Si se puede preguntar, ¿que es lo que haremos en el Palacio?