Un rápido vistazo por encima de la multitud te reveló donde se encontraba el hombre al que buscabas.
El ophirio de abultado vientre estaba en uno de los palcos del primer piso, cerca de los músicos. Para llegar allí tendrías que bajar primero a piso de abajo y luego subir por otras escalerillas, o saltar por encima del vacío que había entre varios valcones, cosa que no sería demasiado discreta.
Estaba sentado en a una mesa con el hombre y la mujer que habías visto al salir del local y mantenían una conversación tensa y espesa. Puede que por dificultades con el idioma.
Un rápido vistazo por encima de la multitud te reveló donde se encontraba el hombre al que buscabas.
El ophirio de abultado vientre estaba en uno de los palcos del primer piso, cerca de los músicos. Para llegar allí tendrías que bajar primero a piso de abajo y luego subir por otras escalerillas, o saltar por encima del vacío que había entre varios valcones, cosa que no sería demasiado discreta.
Estaba sentado en a una mesa con un hombre y una mujer que no habías visto antes. Él parecía un nómada del desierto, pero no tenía el aspecto de haber montado a caballo en su vida. Ella estaba algo borracha, y tanto su estatura como su porte hacían suponer que procedía del norte. Mantenían una conversación tensa y espesa. Puede que por dificultades con el idioma.
-Mira, es ese de ahí, verdad? Dijo tu amigo señalando entre la multitud. Un rápido vistazo te reveló donde se encontraba el hombre al que buscabas.
El ophirio de abultado vientre estaba en uno de los palcos del primer piso, cerca de los músicos. Para llegar allí tendrías que bajar primero a piso de abajo y luego subir por otras escalerillas, o saltar por encima del vacío que había entre varios balcones, cosa que no sería demasiado discreta.
Estaba sentado en a una mesa con un hombre y una mujer que no habías visto antes. Él parecía un nómada del desierto, pero no tenía el aspecto de haber montado a caballo en su vida. Ella estaba algo borracha, y tanto su estatura como su porte hacían suponer que procedía del norte. Mantenían una conversación tensa y espesa. Puede que por dificultades con el idioma.
-No se, colega, esto pinta feo... Qué tal si me quedo por aquí echando un ojo? Siempre va bien que alguien te vigile las espaldas.
Hundra miro al tipo que se acercaba con desconfianza ¿como sabia que se habia disfrazado tiñendose el pelo en el pasado? En cualquier caso ofrecia trabajo y ella queria irse cuanto antes de Shadizar.
- ¿Que tal si nos cuenta de que se trata y luego decidimos si nos relajamos o no?.- pregunto ella pero al ver que segun parecia solo pretendia negociar se relajo un poco, solo un poco.- Sientese y hablemos.
Tulio escuchaba a su compañero en silencio mientras observaba el lugar. Por costumbre lo primero que hizo fue localizar las posibles salidas ya fuera mediante otras entradas al lugar o posibles ventanas desde las cual escapar. Después de localizar a su objetivo se fijo en si había más gente observándolo. Y finalmente le dijo a su compañero.
Quédate por aquí y vigila discretamente. No creo que esto sea una encerrona pero nunca se sabe...
Tulio se movía entre la gente con soltura como alguien acostumbrado a moverse entre grandes grupos de gente y pese a todo conseguir pasar desapercibido. Sus movimientos le permitían avanzar mientras evitaba el contacto con otras personas o cuando menos el contacto continuado pues se movía ágilmente de un lado a otro para no estar demasiado tiempo junto a la misma persona pero pese a todo conseguir avanzar por la sala.
Desde la planta del medio consiguió descender hasta la planta baja para subir de nuevo por otra escalera hasta un reservado situado a media altura en el que estaba la persona que andaba buscando.
- Hombre de Ophir, Tulio ya esta aquí, y espero que tu oferta sea tan buena como me prometiste - dice tulio apartando la capa a un lado y buscando un hueco en el que sentarse aunque sin dejar de mirar la mesa y al resto de los presentes.
Si hay alguien más sentado a la mesa puedes hacerle publico a esas personas este mensaje.
La tarde dio paso a la noche. Ya fuera por el molesto ruido o por una extraña compulsión, decidimos ir a la planta superior para observar desde allí el espectáculo que brindaban desde hacía tiempo en El Dragón Rojo.
El espectáculo que brindaba aquella mujer era atractivo y sugerente, pero no llamó demasiado mi atención*. Me resultaba mucho más interesante observar el rostro de Hundra. La bárbara estaba experimentando un sinfín de emociones que no podía ocultar. La línea que marcaba su mandíbula endurecida, sus ojos chispeantes y peligrosos, la fuerza que hacía por autocontrolarse. Se veía a lo lejos que la bailarina estaba bajo los efectos del loto, pero no creía que esa fuera la causa que provocara semejante desazón en mi compañera. Sin embargo, no llegué a preguntarle por qué se encontraba casi furibunda. Un tipo de aspecto extraño se nos acercó interrumpiendo nuestra conversación.
Al referirse a mi turbante, levanté una ceja mirándolo con desdén y curiosidad. Poco conocía de las costumbres de mi pueblo si pensaba que lucía un disfraz, pero no hice observación alguna. No entendía por qué asumía que Hundra iba disfrazada o debía ir disfrazada. ¿Sería que ella me estaba ocultando algo? Rápidamente lo descarté. Después de todo, había sido yo quien la había invitado a tomar unas copas en este lugar.
-Ya has oído a mi compañera extraño. Dinos que te trae hasta aquí y veremos si podemos hacer algo por ti- agregué en tono educado. El tipo parecía inofensivo, pero en Shadizar nunca se podía estar seguro. Mucho menos si la conversación tenía lugar en un sitio como la taberna donde nos encontrábamos.
*Creo que Eban nunca vio a Perla bailar así que no sabe que puede ser lo que le molesta a Hundra, pero le divierte igual XD
La hora señalada llegó y Anahissa dejó atrás aquel banco, introduciéndose en la noche con su característico andar. Sus pasos la condujeron hasta El Dragón Rojo. Allí la aguardaba su misión.
Entró en el bar y la atmósfera la golpeó un poco. El ruido de las conversaciones en múltiples idiomas se mezclaba con los acordes estridentes que los músicos interpretaban mientras una bailarina sensual movía su cuerpo rítmica y estudiadamente. Una mirada más observadora le permitió notar que la chica no estaba allí, su mente vagaba lejos, en los sueños que provocaban las drogas. Sin embargo, aquello no era de su incumbencia. Había venido buscando a alguien y a ese alguien encontraría.
Con cuidado se introdujo un poco más en la estancia para poder observar detenidamente. La mayor parte de las mesas del piso inferior estaban ocupadas y la tenue luz no le permitía a sus ancianos ojos ver muy bien así que debió repasar dos veces esa planta antes de descartar que allí estuviera su mecenas.
Descartado ese lugar, se colocó cerca de una columna, un poco atemorizada, intentando no llamar la atención. ¿Y si el hombre no estaba allí? ¿Y si todo había sido un engaño? Anahissa notó que su corazón se aceleraba, que su respiración comenzaba a entrecortarse. El miedo se hizo palpable.
Estaba a punto de dar media vuelta y volver por donde había llegado cuando algo en el rabillo del ojo le llamó la atención. Miró hacia el sitio que la atraía y lo vio. El ophirio se encontraba en uno de los palcos del primer piso, aunque no estaba solo. Una mujer de aspecto formidable, de esas que solían venir del norte y venderse como mercenaria conversaba con él. También había otro hombre, de porte un poco más distinguido que vestía como los nómadas del desierto, aunque no parecía tener su temple ni su dureza. Realmente eran una compañía extraña.
¿Qué haré? Creí que este hombre estaría solo... ¿Debo seguir adelante?
Las dudas volvieron a asaltarla pero su resolución pudo más. Su familia dependía de lo que ella pudiera hacer por ellos así que no desaprovecharía la oportunidad. Con cuidado, comenzó a moverse entre las mesas para alcanzar el piso inferior. Si quería llegar hasta el palco, debía atravesarlo por completo y subir la escalerilla que se encontraba en la otra punta de la estancia. Una vez allí, vería cómo encararía al extraño que la había citado en aquel lugar.
Post como Anahissa
Las doce me alcanzan, debo partir al Dragón Rojo donde me aguarda mi destino. Como cada vez que me disfrazo, me dedico a contemplar la ciudad a través de los ojos del personaje que interpreto. Es un ejercicio interesante, ejercicio que me permite aprender más de Shadizar y de las sombras que por ella se mueven, brindándome cobijo y cobertura para cumplir con mis encargos.
Llego a la taberna y la encuentro como siempre. A esa hora ya la gente está en brazos del alcohol, perdiendo su dinero en apuestas de dados o de cartas, buscando una excusa para matar o matarse en medio de una riña. Detrás de la barra se encuentra Maldiz, sirviendo tragos con una agilidad excepcional para alguien que sólo tiene una mano buena. Lo reconozco, pero él no me reconoce a mí, como debe ser.
Me interno entre el humo y la cacofonía. Mientras, voy observando el lugar, las mesas, las ventanas, las salidas. Hoy no debería tener problemas, hoy simplemente vengo en busca de un trabajo. Sin embargo, tengo por costumbre dejar mi espalda bien cubierta. Si es necesario escapar, tengo que tener bien en claro por donde lo haré.
Cuando me siento satisfecha con la inspección, miro hacia la mesa donde se encuentra el ophirio para observar con más atención. Lo he visto casi al entrar, pero una inspección detallada del sitio es mi prioridad cada vez que entro en un espacio cerrado.
Qué fácil sería llegar a él descolgándome de unos saltos! me digo mientras me recuesto sobre una columna. Sin embargo, nadie debe fijarse en mí así que deberé llegar hasta él de la manera tradicional.
Mientras me interno en la planta inferior, analizo a los otros dos. Problemas. La morocha es una bárbara, de eso no hay dudas. El otro parece un nómada pero sus modos son demasiado afectados. Si ha vivido en el desierto, eso ha sido mucho tiempo atrás. Evidentemente ahora es un bicho de ciudad.
Voy acercándome a la escalerilla mientras analizo las posibilidades. ¿Por qué ha venido acompañado? ¿Por qué por personajes tan variopintos? No poseo el don de la adivinación, así que sólo lo averiguaré cuando esté frente a ellos. Por ahora, mi plan sigue en pie.
Post como Moraine
Perdona por el parón, pero empiezo un curro nuevo la semana que viene, tengo que mudarme de Londres a Barcelona, y proseguir con mi entrenamiento privado de QA engineer.
A ver, Vonotar va a invertir el tiempo en encontrar todas las entradas normales (puertas, no ventanas ni agujeros) a la taberna. Luego se apostará en la más próxima y razonable al elevado status social del gordo.
Por apostar, me refiero a que estará vigilando esa entrada desde una cierta distancia. Y si es posible, en un sitio que esté cercano a otro desde el cual pueda ver al gordo.
La idea es controlar la posición del gordo cada poco X tiempo y vigilar las salidas. Con discrección, por supuesto, no quiero que los guardaespaldas se fijen en mi.