Partida Rol por web

Había llegado el momento. Tras cruzar la puerta metálica aparecisteis directamente en la entrada del rascacielos de Detroit.

Existía un cordón policial que separaba a los ciudadanos y la prensa del perímetro de seguridad, aunque si realmente en aquel edificio había una amenaza de bomba ese perímetro era tan solo una broma de mal gusto.

Los helicópteros sobrevolaban el edificio a gran velocidad y notabais que todo el mundo se fijaba en vosotros, dos personas armadas y con chaleco antibalas que iban a dirigirse a la boca del lobo a resolver la situación.

De repente un mensaje de radio llegó a vuestros diminutos auriculares.

“Es la hora, el éxito o el fracaso del proyecto de Imperum depende del resultado de esta operación. Recordad, en una planta de este edificio se encuentra la hija del presidente de los EE.UU la cual está siendo retenida al igual que otros civiles"

Esto no es una simulación, esto no es “La Barca”, esta es una misión real. Vuestras prioridades son las siguientes:

• Rescatar a la hija del presidente a toda costa.
• Desactivar la bomba, recordad que intentan liberar un arma biológica.

Neutralizar a los terroristas o liberar al resto de los rehenes es secundario mientras no se consigan los objetivos principales

¿Ha quedado claro?

Confiamos plenamente en ustedes...”

Entrasteis en el edificio, su interior era como cualquier otro centro de negocios, bien decorado, amplio y con ascensores. Había que tomar una decisión sobre qué hacer. Ahora no estabais en la simulación, notabais vuestro corazón palpitar a toda prisa...

¿Habrá servidor de algo todo lo que se ha aprendido?

- ¡La misión!- exclamó Isabel dándose un ligero golpe en la frente, con tantos viajes en el tiempo se le había ido completamente de la cabeza, cuando en realidad aquellos eran los verdaderos objetivos de todo aquel tinglado- ¡Bien, bien!- se dijo así misma oxigendando los pulmones para tratar de llegar a la calma ninja que les había enseñado el "Maestro Roshi"

Echando un vistazo a las armas miró alternativamente a una y otra, la reciente aventura hizo que en un primer momento su mano sobrevolase la katana, pero tras pensarlo mejor se decidió por la pistola.

- Bueno... creo que tendríamos que ir primero a desactivar la bomba, si explota, aunque rescatemos a la rehén habremos muerto todos ¿no te parece?- le dijo a Alexander buscando su opinión.

La puerta no dejó ver el fin sino el verdadero comienzo. Todo había sido una prueba o un entrenamiento o quizá un poco de ambas pero poco importaba ya aquel era el momento de la verdad y si algo iba mal no volverían a la habitación blanca.

Alexander se decantó por la katana, se había sentido cómodo con aquel arma teniendo una sibiosis especial y con el arma de fuego en manos de Isabel podrían cubrir los rangos largo y corto mejor.

Estoy de acuerdo, por mucho que se la hija del presidente la bomba debe ser nuestra primer objetivo. Vamos!

Decidisteis ir en búsqueda del artefacto explosivo. Según el informe de inteligencia debería encontrarse en la zona baja del edificio para que así el daño estructural sea más grave. Eso implicaría ir registrando cada una de las plantas entre la 1 y la 20, con lo que conlleva emplear un tiempo del que probablemente no dispondríais, debíais usar la lógica y la intuición para llegar hasta el lugar a tiempo antes de que todo se vaya al traste.

Tras un par de plantas registradas os disteis cuenta que debíais concentraros ¿dónde la habrían colocado? Solo teníais unas pocas referencias... aquello era más complicado que encontrar un tesoro perdido.

Llegasteis incluso a entrar en plantas que estaban en reformas.

Isabel se desesperó... con lo feliz que estaba ella por haber acabado bien la última prueba... y ahora, ahora que la hora de la verdad estaba más perdida que el barco del arroz, no sólo no iban a poder encontrar la bomba sino que además ¡tampoco iban a tener tiempo de rescatar a la muchacha! y todo por su maldita manía de no saber orientarse, pero es que... es que ¡aquello era peor que ir al Mercadona!

- Joder... joder...- exclamó exasperada mirando a un lado y a otro- ¿Donde pondría yo la bomba si fuera un psicópata criminal? ¿Dónde?

Aquel edificio era enorme, los agentes empezaron a revisar una a una rápidamente pero pronto se dieron cuenta de que todas las plantas parecían iguales y que el ritmo de revisarlas era demasiado lento.

Alexander optaba por las plantas inferirores, las más cercanas a la calle donde la explosión hiciera más daño y la propagación del virus pudiera ser más rápida o incluso en la sala de máquinas junto a la ventilación para conseguir un mayor efecto. 

Aquello solo eran conjeturas y desde luego necesitarían algo de suerte para encontrar la amenaza.

¡Fue imposible encontrar la bomba! Eso significaba que si todo se iba a ir al traste y había que encontrar un plan alternativo. Si todo iba a saltar por los aires y se iba a liberar un virus letal las prioridades cambiaban. ¡Había que buscar a los rehenes y sacarlos del edificio cuanto antes! Sin más tiempo que perder dejasteis la idea de explorar las plantas intermedios para buscar a los rehenes... tan solo rezabais para que tuvieseis éxito o toda la misión habría sido un fracaso.

Ahora la prioridad que os habíais marcado era clara: teníais que salvar las vidas inocentes que estaban retenidas en aquel edificio.

Según el informe de inteligencia los rehenes estarían en cualquiera de las últimas plantas, así que con premura decidisteis usar las escaleras para no alertar innecesariamente a los terroristas junto con el ascensor.

Por desgracia existía un problema, el rango de posibilidades era demasiado alto y teníais en contra tanto el tiempo disponible como el hecho de que os puedan descubrir. Teníais que concentraros en ser sigilosos y astutos a la hora de rastrear a los terroristas y al lugar donde tenían a la hija del presidente y resto de civiles.

Encontrar la bomba antes de que explotará resultaba casi imposible.  La inmensidad del edificio y que pudiera estar en cualquier sitio acabo por las esperanzas de los agentes quienes decidieron cambiar de estrategía.

Maldito edificio, demonos prisa

El camino se hacía monotono y más tortuoso por cada una de las plantas que revisaban.  Los servicios de inteligencia apuntaban a las plantas altas en aquella ocasión pero aun así era un concepto lo suficientemente vago como para que les llevará mucho tiempo revisarlas.

Isabel, sabía que las cosas iban mal... rematadamente mal, asediada por al culpa de no haber elegido correctamente comenzó a correr tras Alex como pollo descabezado, consciente de que la posibilidad de éxito se reducía a cada segundo, estaba tan mal y tan nerviosa que quiso vomitar... ¿Acaso todo el esfuerzo había sido en vano? "Tanto pulir cera y luego "pa na" "cagoento"" pensó con amargura.

- Maldita sea... ¿por donde?... ¡JODER!

¡Fue imposible encontrar a los rehenes! Y lo peor era que la bomba tampoco se había localizado en todo este tiempo que se había invertido;  dedicar más tiempo en encontrarlos sería una locura. Si todo iba a saltar por los aires y se iba a liberar un virus letal las prioridades cambiaban. ¡Había que intentar encontrar la bomba de nuevo para ganar algo más de tiempo! Rápidamente dejasteis la idea de encontrar a los civiles para buscar los explosivos... tan solo rezabais para que tuvieseis éxito o toda la misión habría sido un fracaso...

Pero de repente se escuchó una explosión ¿qué demonios era eso? ¿Era ya demasiado tarde?

Ya lo único que podíais hacer era escapar, escapar con vida.

Empezasteis a bajar las escaleras esquivando obstáculos continuamente. Lo peor era que se había desatado humo por todo el edificio y la visibilidad era reducida. Vuestra capacidad de orientación sería clave para lograr escapar a tiempo de aquel edificio antes de que suponga un problema de verdad.

Habíais descendido unas diez plantas, pero notabais que cada vez los pasos eran más torpes, cometíais más errores ¿era la presión? ¿Era el cansancio? Teníais que concentraros, recordar las pautas del edificio, ¡si no lograbais salir de allí con tiempo el edificio se convertiría en vuestra tumba!

Además, al haberse liberado el gas letal, notabais como vuestra respiración era cada vez más ajetreada. Un picor en la garganta indicaba que estabais sufriendo las consecuencias de estar expuestos a esa nociva bomba. No sabíais si sobreviviríais pero no ibais a dejar de intentarlo.

Además, había que tener en cuenta que al haberse producido explosiones adicionales el edificio estaba a punto de colapsar. Grandes fragmentos de hormigón caían a vuestro alrededor, el ruido era ensordecedor y eso provocaba que el estrés fuese más contraproducente. Aún había opciones de salir, no ibais a rendiros, pero si no encontrabais la salida pronto caeríais.

La misión se había convertido en un fracaso absoluto, sin tiempo de encontrar a los rehenes, con la explosión de la bomba y más perdidos que el barco del arroz, la cosa pintaba de oscuro a más oscuro todavía... lo único que podían hacer era tratar de escapar de todo aquel caos en lo que se estaba convirtiendo el edificio.

- Creo que podemos encontrar una salida por la puerta de emergencia...- sugirió Isabel que aprecía que después de todo, aquel episodio del Minotauro le había servido de algo, de manera que sin esperar mucha respuesta por parte de su compañero, le cogió la mano y tiró de él hacia lo que ella consideraba la mejor vía de escape para salir con bien de aquella encrucijada.

La moral de la pareja se vio por los suelos, habían pasado las pruebas para fallar en lo realmente importante... pero en verdad no sabían si realmente había alguna posibilidad de haber resuelto la situación.

Ya todo daba igual y salir con vida parecía era lo único que importaba en aquel momento, el edificio empezo a temblar , sin dudarlo ambos agentes comenzaron a descender por las escaleras que ya conocían pues habían estado recorriendolas para acceder de planta a planta sin éxito.

Vamos

Es lo único que consiguió articular Alexander para concentrarse totamente en salir de allí.

Y haciendo alarde de vuestras habilidades, salisteis por la puerta principal del edificio justo antes de que pudiese significar el final para ambos. Habíais conseguido salir con vida de aquella pesadilla, la misión del edificio había sido sin lugar a dudas la más difícil de todas... era la consecuencia de ser la única misión en la vida real, donde cada decisión significaba la muerte real o la gloria eterna.

En cuanto atravesasteis el cordón policial las cámaras no dejaban de enfocaros, la ambulancia os esperaba para poder examinaros y trataros las heridas. Habíais hecho un sobreesfuerzo tan grande que era difícil saber cómo podíais manteneros en pie... pero ya eso daba igual ¡teníais que evaluar la misión!

Pero de repente empezasteis a encontraros mal... ¿náuseas? ¡¿Cómo era posible?!

Isabel salió tosiendo por el polvo y toda la que se había liado, al ver a tanta gente congregada sintió verguenza, no era ella muy amiga de las cámaras y más después de haber fracasado tan estrepitosamente en la misión más importante de todas... se sentía una fracasada absoluta, miró a su compañero con desánimo al tiempo que le indicaba el lugar de las ambulancias sin decir palabra... lo cierto es que no tenía ganas de nada, sólo de irse a su casa darse un ducha y tratar de conciliar el sueño.

Sin embargo cuando estaban a tan sólo unos metros de las ambulancias, Isabel comenzó a sentirse mal, ¿nauseas? ¿qué era aquello? le recordó por un instante la sensación que habían tenido durante el programa... pero no podía ser ¿qué significaba todo aquello? Se aferró al brazo de Alexander asustada, no sabía si a él también le pasaba lo mismo.

Alexander corrió tanto como pudo mientras todo parecía desplomarse a sus pies... finalmente los agentes consiguieron salir del edificio antes de ser sepultados. Las sirenas, el gentío y el propio cansancio parecieron hacer mella en Alexander quien a duras penas consiguió seguir a Isabel entre la gente.

Algo no iba bien, Alexander no pudo identificar pero notaba como aquella sensación se extendía por su cuerpo y amenazaba con hacerle caer. Las nausias llenaron su boca, ya no sabía que imaginar o que pensar... quizá ni tan siquiera estaba allí realmente.

El pitido del electrocardiograma mostraba que vuestras constantes vitales eran estables, por lo menos eso era lo que decía el doctor ahora.

- Bienvenidos, agentes Dawson y Turner – comentó un tipo en bata blanca y con una barba oscura que hacía creer que su edad rozaba más la juventud que la madurez.

Estabais confundidos, no entendíais porqué habíais vuelto a sentir náuseas, eso tan solo ocurría cuando regresabais a la sala blanca... mirasteis a vuestro alrededor y todo era blanco... impoluto... impecable. El doctor sonrió.

- Hemos conseguido muchísima información gracias a vuestros progresos, a vuestras decisiones, a vuestros fracasos y también a vuestros éxitos... – observasteis horrorizados como la bata tenía escrito el nombre “Caronte”. ¿No era ese el nombre de la banda terrorista? ¿para quién estabais trabajando?

- Quizás ahora os encontréis un poco confusos... pero debéis saber que en pocos minutos recuperaréis la memoria... ¿verdad agentes?... tan solo tened paciencia – poco a poco iban llegándoos los recuerdos, sobre como en mitad de una misión en la agencia unos terroristas provocaron un tiroteo y acabaron con todos vuestros compañeros y... también con vuestras vidas.

El electrocardiograma empezó a pitar con más frecuencia, vuestro ritmo cardíaco subió por encima de las 100 pulsaciones. ¿Qué pasaba? ¿dónde estabais? ¿qué era entonces el programa? ¿la barca? ¿Imperum?

- Ahora debéis relajaros... tomad... – con la velocidad de un rayo el hombre administró un potente sedante para que estuvieseis más tranquilos.

- A estas alturas ya deberíais haber recordado que técnicamente tendríais que haber muerto agente Dawson, al igual que usted agente Turner... sin embargo, lo que ha quedado funcional de vuestro cuerpo ha servido para un propósito mayor, para el proyecto Caronte. Gracias a su colaboración hemos extraído los patrones que pueden llevar a un soldado a mejorar sus habilidades tales como la orientación, la destreza en combate, el liderazgo, su percepción... estos resultados nos harán salvar muchas vidas – os sonrió afable.

- Vuestros seres queridos han recibido un cheque muy cuantioso por el compromiso con nosotros. Espero que las simulaciones, incluida la del atentado de Detroit hayan sido como mínimo, entretenidas – así que esa era la realidad. Todo había sido una simulación, incluso Detroit... ahora tan solo eráis un conejillo de indias a manos del Estado.

- Por desgracia, me temo que el tiempo se agota, no podemos mantener vuestro cerebro y corazón funcionando mucho más, de ahí que aprovechásemos el tiempo al máximo, una vez pasadas las primeras 48 horas desde la resurrección cerebral el organismo empieza a deteriorarse... así que tan solo puedo daros mi más sincero agradecimiento por parte del país y de su presidente: sois unos héroes – dicho aquello el científico hizo un saludo militar mientras notabais que aún tenías fuerzas para moveros y hablar... si es que realmente queríais hacerlo.

El blanco volvió a llenar los ojos de Alexander, era una sensación que ya conocia sobradamente pero en aquella ocasión había algo diferente. La blanca habitación impuluta se torno en una especie de quirófano lleno de maquinas, la sorpresa llegó cuando vió que todas aquellas máquinas estaban conectadas a su propio cuerpo.

La reacción de Alexander fue de algo parecido al pánico, ¿que había pasado? por lo que recordaba había salido por su propio pie del edificio, intentó incorporarse cuando se dió cuenta que su cuerpo no reaccionaba a sus pensamientos... la sedación fue la primera responsable que vino a la mente del agente pero pronto comprendió que pasaba algo más, su cuerpo estaba desecho podía intuirlo tras los vendajes y las sabanas y aquella especie de cuento de terror que el doctor les espetó a bocajarro fue como despertar de un sueño para acabar en una pesadilla.

No era posible, es lo que intentaba pensar pero en el fondo Alexander tenía conciencia de que las palabras del doctor eran ciertas, la mente evasiva de Dawson intentó agarrarse a alguno de los recuerdos que había vivido pero solo uno vino a su mente con fuerza... allí estaba él deteniendo a un sospechoso cuando empezó a recibir el fuego de varios de sus complices llenando su cuerpo de plomo, un escalofrio recorrio su cuerpo, un escalofrio que fue incapaz de sentir en su cuerpo retorcido por el dolor y las heridas.

Una lagrima asomo en sus ojos mientras volvió su rostro al cuerpo de su compañera que sin duda compartía su propio destino. Los ojos de Isabel sería la última imagen que verián sus ojos, pues la sedación empezó a surgir efecto. Nos veremos al otro lado... fue todo lo que pudo decir Alexander el heroe anónimo al que llegó su hora...

Una ligera brisa, el olor a primavera inundaron los sentidos de Alexander, al abrir los ojos reconoció al instante donde se encontraba, los cerezos en flor eran un espectaculo que jamás olvidaría. Había sido un sueño profundo, sin duda el haber acabado con su enemigo y los entrenamientos de las últimas semanas le habían dejado exahusto, pero su deber estaba cumplido y la venganza de su señor se había completado.

Se incorporó y pudo ver a Isabel descansando, con un vendaje en su torso cubriendo la herida que empezaba a cicatrizar, Alexander miró sus manos sus piernas mientras estas se movían, era una preciosa sensación aunque no sabía porque aquel pensamiento se cruzaba en su mente, había sido un largo sueño o quizá seguía en él pero a Alexander poco le importaba aquello pues estaba en casa...

Isabel no entendió nada al principio pero conforme fue recordando su pánico aumentó al igual que su impotencia, pues realmente no se sentía como una heroína sino como un conejillo de indias... sólo que uno con complejo de momia... al mirar a su compañero fue recuperando el aplomo, no quería morir... le daba miedo, mientras trataba de serenarse llegó a su momento el tiroteo, como los terroristas habían burlado los controles de seguridad haciéndose pasar por compañeros suyos... como Isabel y Alexander hicieron lo que pudieron entre la lluvia de balas, como ambos se parapetaron tras unas mesas y descargaron sus armas resistiendo hasta el final, eliminando a todos los que pudieron para después sentir un dolor indescriptible en el abdomen y al mirar sus manos verlas cubiertas de carmesí para después volverse todo negro.

Saber que no podría despedirse de su familia le llenó aún más de tristeza, joder... no quería morirse, con la de cosas que tenía que hacer.

Nos veremos al otro lado... fue todo lo que pudo decir Alexander el héroe anónimo al que llegó su hora...

Aquellas palabras hicieron que mirara nuevamente a su compañero, al otro lado... con él, un ligero rubor le hizo recordar las aventuras vividas en Caronte, todo mentira y todo real al mismo tiempo, la Antigua Grecia, Los Piratas, El Salvaje Oeste y... el Lejano Oriente... aquella última aventura había sido sin duda la que más habían llegado a disfrutar juntos, recordó al calma de la casa del pescador, los cerezos en flor, el entrenamiento... la satisfacción de hacerse más fuertes y conseguir restaurar el honor de su señor... aquel momento de calma que vivieron ambos y entonces lo tuvo claro, si tenía que ir a algún lado, tenía que ser junto a Alexander y si de algo estaba segura era la realidad que su compañero había elegido.

Resignada y esperanzada por volver a encontrarse con el maestro Rossy y en especial con su compañero, se fue relajando hasta cerrar los ojos, al abrirlos vio como una suave brisa mecía las flores de los cerezos, estaba descansado, recuperándose de la herida en el costado, al sentir una presencia a su lado se giró con un ligero dolor para después sonreir ante la presencia de Alexander.