Partida Rol por web

A pesar de las dificultades los dos agentes consiguieron llegar a la montaña, que según los cálculos de Isabel tenía que ser la última prueba.

- Anda que como veamos a Zeus...- le dijo cuando recuperó el resuello tras la salida del río- estoy por preguntarle que que detergente usan para su colada- bromeó recordando una escena de unos dibujos animados, Asterix y las doce pruebas... o algo así donde los dos galos más famosos del cómic tenían que realizar varias misiones y una de ellas era subir a una montaña donde un abuelo les preguntaba sobre que dos toallas habían sido lavadas con el detergente de los dioses...

Lamentablemente el tiempo apremiaba, y no tardaron en comenzar el ascenso de la montaña sin poder dedicar más energías a otra cosa que no fuera el ascenso. Y cuando parecía que iban a poder llegar y concluir las pruebas, un loco o alguien con muy mala fe comenzó a lanzarles rocas.

- Será hijo de...- farfulló la policía mientras se iba hacia un lado tratando de esquivar una roca mediana, al hacerlo perdió una mano y no se despeñó de milagro, puesto que se aferró como una gata a un saliente que encontró a su paso, entonces miró a su compañero para ver como le iba.

Alexander estuvo a punto de sucumbir a la fuerza del rió, pero su coraje interior y su confianza en si mismo fue lo suficientemente grande como para vencer a la corriente. El río parecía llegar a su fin y con él la mayor parte de las fuerzas del agente, sin duda el cansancio empezaba a hacer mella en los entumecidos músculos.

La montaña parecía imponente vista desde abajo, pero era mejor no pararse a pensar y comenzar a escalar cuanto antes. Poco a poco, paso a paso los agentes se habrían camino hacía la cima hasta que algo sucio sucedido cuando Alexander noto como algo de arena caía de arriba, al alzar la mirada pudo ver como el que iba en cabeza desprendía rocas con la intención de derribar a sus rivales.

No hubo tiempo para la reacción y antes de poder si quiera apartarse una roca de considerables dimensiones pareció arrastrar a Alexander colina abajo.

Tras haberse puesto a salvo bajo, la joven Turner vió como su compañero se la iba a dar con una roca como un camión.

- ¡ALEXANDER!- gritó desesperada

Y así fue como te precipitaste al vacío casi 150 metros. Tu cuerpo impactó contra el suelo recibiendo a cambio un fuerte dolor... sentiste que apenas podías moverte, que tu visión se turnaba borrosa y que el paladar tenía gusto a cobre.

En cuestión de segundos supiste que este era el final de tu camino, bajo una vil traición... ¿qué podrías esperar? Apenas te dio tiempo a sumergirte mucho más en tus pensamientos al comprobar que las náuseas empezaron de nuevo a apoderarse de tu cuerpo.

En un abrir y cerrar de ojos estabas transportado de nuevo en la sala blanca, con tu uniforme de Imperum y con la rabia en el cuerpo de haber sido “expulsado” de la Grecia Clásica por culpa de una injusticia.

Sin que pudieras hacer nada para evitarlo, viste a Alexander caer. Probablemente sería descalificado de la competición pero al menos tú podrías continuar.

Y así fue, como contra todo pronóstico, fuiste capaz de continuar escalando por aquella montaña que fue testigo tanto de lo mejor como de lo peor de las personas.

Los últimos 50 metros fueron arduos, y más sabiendo que a pesar de todos tus esfuerzos no llegaste a ser la primera ¿pero qué más daba? En el fondo habías conseguido alcanzar la cima siendo una de las cinco primeras que era lo realmente importante.

Junto al templo de Zeus se encontraba Jason, el cual sonriente empezaba a estrechar su mano a todos los que habían llegado hasta la cima con éxito, haciendo especial honor a aquellos que lo lograron en primer lugar.

De pronto, ese momento de celebración se tiñó de violencia cuando empezaron a sonar gritos:

- ¡¡¡Axos es un tramposo!!! – gritaron algunos.

- ¡Deshonra esta prueba, intentó tirar a uno de los compañeros al vacío! – aclararon otros.

Parecía que más de una persona presenció el acto de vileza que habían cometido contra ustedes, y aquello no pasó desapercibido para el maestro de ceremonias.

- Axos, en base a la violación de las reglas de esta competición y con el juicio de la atenta mirada de los dioses, quedas descalificado de por vida de los juegos olímpicos... para llegar a lo más alto hay que saber ver a los demás desde lo más bajo... estos no son los valores que intentamos transmitir aquí – y finalmente señaló el camino de regreso a casa, por el cual caminó el infame griego que “condecorado” con abucheos abandonó la competición.

Después de aquel suceso todo regresó a la normalidad.

- Campeones de Grecia, ahora estamos aquellos que merecen participar en la 2ª y última parte de esta competición. La cornucopia de oro está más que lista para ser recibida por sus posibles ganadores. Arrodillaos ante ella puesto que es un regalo del mismísimo Dionisio, y escuchad atentamente en qué consistirá la prueba final. -

Isabel no podía unirse al jolgorio por haber llegado a la cima, en el camino había perdido a Alexander. La imagen de la roca llevándoselo por delante no hacía más que darle vueltas. Tenía que haber intentado algo pero se quedó paralizada en el peor momento... aunque por otro lado, ¿qué podía haber hecho ella?

Tan sólo consiguió reaccionar ante el nombre del infame griego que había tirado las rocas, una súbita ola de odio se apoderó de ella, quiso ir detrás y arrojarle todo tipo de improperios, maldiciones y rocas enormes de por medio... pero decidió centrarse, a esas alturas sino ganaba la prueba todo habría sido en vano, sintió un enorme peso sobre sus hombros pero su determinación era aún mayor.

- Campeones de Grecia, ahora estamos aquellos que merecen participar en la 2ª y última parte de esta competición. La cornucopia de oro está más que lista para ser recibida por sus posibles ganadores. Arrodillaos ante ella puesto que es un regalo del mismísimo Dionisio, y escuchad atentamente en qué consistirá la prueba final. -

Ahora, dentro del templo de Zeus, Jason os reunió a los finalistas en una sala iluminada por una única antorcha, haciendo que la escenografía fuese más lúgubre de lo necesario.

Tan solo quedabais cinco, os mirasteis cara a cara con satisfacción y orgullo pero a la vez con algo de nerviosismo por pensar que la última prueba pueda suponer un desafío demasiado complicado o quién sabe si peligroso.

- Ante todo felicitaros por haber llegado hasta aquí – esputó Jason rompiendo el silencio de la sala.

- La segunda y última prueba no será sencilla, puesto que tiene como objetivo superar la mayor de las creaciones de Dédalo. Justo bajo este templo, oculto en la montaña que acabáis de escalar... se encuentra una recreación del laberinto del minotauro escondido en Creta. Muchos habéis oído los rumores sobre dicho laberinto y la criatura que mora en él... cabe decir que todas las historias son ciertas y que para conmemorar tan magnífica obra de la arquitectura, tendréis que competir para alcanzar el centro del laberinto y adquirir el pañuelo que os distinguirá como campeón de estas olimpiadas – dicho aquello los allí presentes comenzaron a murmurar, algunos sorprendidos por la prueba, otros con temor de que el minotauro exista realmente. Solo uno de ellos se lo tomaba a risa y no parecía sentirse amenazado.

- Ahora escuchad atentamente, en el momento que crucéis esta puerta – señala una gigantesca puerta de madera que se encuentra al final de las escaleras que descienden en el interior del templo – se encuentra la entrada al laberinto. Una vez dentro solo podréis salir una vez se haya completado la prueba ¿lo entendéis, verdad? Solo podrá ganar uno y tan solo os deseo la mejor de las fortunas -

Dicho aquello los hombres empezaron a bajar las escaleras y se prepararon. En breves segundos comenzaría la prueba y eso implicaría analizar cómo afrontar este desafío... ¡La suerte estaba echada!

Finalmente entraste en el laberinto, para tu sorpresa estaba todo exageradamente limpio y pulido, como si fuese una construcción reciente. En las paredes y en el suelo había mosaicos que representaban la figura del toro, pero también la de otras criaturas de la mitología griega como Hidra, las górgonas o incluso pegaso.

Como era de esperar, aquel laberinto no era lineal, sino que disponía ya de inicio con distintos caminos a elegir. Los participantes sin pensárselo dos veces se dividieron con idea de encontrar el centro del laberinto, ahora tan solo quedaba pensar cuál iba a ser la estrategia a seguir...

El Laberinto del Minotauro... tenía que ser un laberinto, se dijo a sí misma Isabel angustiada "¡Si siempre me pierdo en el Mercadona!" y encima estaba sola... si hubiera estado con ella Alexander lo mismo podía haber tenido alguna posibilidad... pero así, así no llegaba a ningún lado.

Miró al resto de competidores desaparecer entre los muros para encontrar el centro, en un primer momento pensó en seguir a alguno de ellos, pero Turner era demasiado honesta como para arrebatarle el pañuelo así que trató de buscarse la vida ella misma.

- Veamos...- dijo tratando de tranquilizarse- en las pelis prueban todo tipo de cosas desde chuparse el dedo hasta hacer marcas, por probar...- comentó mientras se chupaba el dedo y lo extendía ante ella para ver si andando en algún momento el daba frío y le indicaba el camino, tras un rato caminando con el dedo índice elevado cayó en la cuenta de que su dedo no era sabio y que tendría que probar otro sistema, así que se apoyó en uno de los muros y trató de escuchar, para después mirarlo todo detenidamente y proceder a hacer marcas, así al menos sabría si había pasado por el mismo sitio.

Pensaste que la mejor opción era seguir un patrón para avanzar, en este caso la idea sería rodear la misma pared para así llegar al centro de la sala sin tener que dar vueltas en círculos. Esa teoría puede ser efectiva siempre y cuando el arquitecto del laberinto no haya tenido en cuenta esa estrategia. Por suerte, tenías tu lógica para buscar elementos que sirviesen de referencia para evitar caer en volver por los mismos pasos y convertir tu avance en un bucle sin fin.

Tras varios minutos en el laberinto, creíste que avanzabas hasta el centro con éxito, sin embargo te diste cuenta con pavor como había distintos motivos en la decoración que se estaban repitiendo. Al principio no quisiste darle importancia ya que consideraste que simplemente se repetía la decoración pero cuando llegaste a la conclusión de que llevabas casi una hora dando vueltas entendiste que quizás la mejor opción ahora era buscar otra estrategia a seguir.

Isabel estaba empezando a marearse y lo peor de todos es que le estaba dando claustrofobia... Al menos en el Mercadona te ponían música pero allí... Allí sólo había piedras, toros dibujados y muchas esquinas. De manera que ante su desesperación decidió seguir a uno de los participantes, con la oreja pegada a la pared se concentró en escuchar los pasos para seguirlos, con un poco de suerte a alguien se cruzaría por el camino

Consideraste que lo más astuto ahora era dejarse llevar por el entorno. Teniendo en cuenta que allí había cinco personas buscando un objeto las probabilidades de que fuese otro personaje ajeno a ti quien lo encontrase eran elevadas, así que decidiste guiarte por el sonido que podía generar el avance (y los progresos) de tus otros compañeros.

Te pegaste a la pared y escuchaste todo lo que había a tú alrededor: pasos, risas, incluso alguna caída. Decidiste justamente ir allá por donde se encontraban los pasos, eso te llevó hasta la posición donde uno de los competidores avanzaba entre los laberínticos pasillos.

En un principio no parecía haberse dado cuenta de tu presencia, así que decidiste seguir yendo detrás de él para comprobar si finalmente te llevaba hasta el destino codiciado: el centro del laberinto.

A pesar de que el ritmo de tu contrincante era elevado y que se movía por el laberinto como pez en el agua, lograste mantener el ritmo y seguirle la pista durante más de 10 minutos. Parecía que habías elegido bien a quien seguir puesto que en menos que canta un gallo habías llegado a la sala central del laberinto donde, en un altar imponente, se encontraba el pañuelo rojo que marcaba la victoria frente al resto de competidores.

Aquel a quien seguías, sin pensárselo dos veces se lanzó hacia el altar y agarró el pañuelo para irse corriendo a la salida. Aquello fue para ti el momento oportuno para ir hasta él y alcanzarlo, pero parecía que no habías sido la única en tener esa misma idea.

De repente, justo en mitad del camino que separaba a tu rival de la salida, un corpulento hombre con torso desnudo y cabeza de toro hizo acto de presencia. ¿Era el famoso minotauro? ¡Si es pura mitología! Sin dudarlo ni un momento la criatura, la cual estaba armada con un hacha, atacó con una embestida a tu compañero dejándolo KO al instante.

Mientras rugía mirando al techo, arrancó el pañuelo rojo de su cuerpo inconsciente y miró a su alrededor. Para tu desgracia, aquella criatura se dio cuenta de tu presencial ¡y no dudó un momento en abalanzarse contra ti también! Correr no era una opción debido a que había demostrado ser más rápido... ¿qué podrías hacer ahora?

Le había costado seguir al griego que había tirado hacia delante... O hacia todos lados porque el muy condenado parecía que tenía azogue... Pero gracias a él Isabel vió la luz, bueno en realidad estaba oscuro pero la semipenumbra del centro del laberinto era más que suficiente para que las cosas adquirirán otro color... Ahora lo que tendría que hacer eran varias cosas para poder hacerse con el pañuelo y salir del laberinto, una ponerle la zancadilla, dos tirarle una piedra... O tres... Esperar a que el Minotauro hiciese el trabajo por ella... Que fue exactamente lo que pasó.

- Mierda... Tenia que haberme puesto algo más oscuro - maldijo al darse cuenta de que el Minotauro la había visto, seguramente porque el blanco resaltaba demasiado sobrea penumbra y... Porque estaba en medio como los jueves.

La joven Turner tragó saliva, por nada del mundo se había imaginado que la hubieran metido en la Grecia Mitológica y que los mitos tuviesen vida, ya solo faltaba que el jefazo del Olimpo se presentara para echar unas cañas... A él hasta le pediria un autógrafo, pero si no resolvía la papeleta con "Copito de nieve" la cosa iba a complicada--Joder... ¿Cómo se supone que se puede vencer a un Minotauro? En la academia no enseñan eso... - dijo al borde de un ataque de nervios cuando vio como el medio toro medio hombre embestía hacia ella... En plena angustia un anuncio de la tele le trajo la solución-Be water my friend- fue lo que Bruce Lee dijo en una entrevista que luego adaptaron para el anuncio, y que venía a ser que lo mejor en su caso era aprovechar la fuerza traztora del toro irse hacia atrás en una llave marcial y empujar lo justo en su abdomen para mandarlo a volar.

¡Victoria! Gracias a tu sabia decisión sobre cómo proceder, conseguiste librarte del minotauro. Eso tan solo significaba una cosa: ¡debías salir del laberinto lo antes posible!

Continuaste tu camino hacia la salida empleando el mismo recorrido que habías usado para llegar hasta tu posición actual. Tan solo te tomó un minuto que se hizo tan largo como un día para llegar hasta la escalera que indicaba que tu triunfo estaba al alcance.

Casi tropezándote, subiste las escaleras sin desvincularte de tu más preciada posesión ahora: el pañuelo rojo.

De vuelta en el templo de Zeus observaste como Jason estaba rodeado de más de una veintena de personas, eran otros competidores que no fueron capaces de llegar hasta donde tú.

Comenzaron a gritar eufóricos cuando te vieron salir con el lazo, era la prueba definitiva de que habías tenido éxito.

En un gesto triunfal, Jason se acercó a ti y alzó tu brazo. El resto del público te vitoreó y aclamó tu nombre a la vez que te hacían entrega de la cornucopia de oro.

Nunca habías sentido una sensación así, tener a tanto público alabando tus esfuerzos. Si ya de por sí la llegada al templo fue dura, el poder salir del laberinto teniendo en cuenta quién había en su interior fue una proeza aún mayor.

De repente, mientras sostenías aquella reliquia, sentiste las náuseas que caracterizaban que tu paso por la Grecia clásica había llegado a su fin. ¿Había sido aquello una victoria frente al desafío que te había propuesto el programa? ¡Por supuesto que sí!

En cuestión de segundos llegaste de nuevo a la sala blanca, con tu uniforme de Imperum y con la iniciativa de continuar con el proceso: el programa te estaba poniendo a pruebas y acababas de demostrar que estabas a la altura a pesar de las circunstancias.