Cuando llegamos al interior, fue cuando me di cuenta realmente de que nos íbamos a jugar el todo por el todo. Aquello no era como con el tren, en donde como un idiota me había lanzado a disparar para atraer el fuego, sin pensarlo demasiado. No. En esos momentos supe que era mucho más peligroso y que existían posibilidades reales de morir.
Al ver que había guardias, pensé que era mejor evitar la lucha, así que alcé mi dedo índice hasta los labios para indicárselo a Morrigan y empecé a caminar agachado, lentamente, evitando hacer ruido al moverme.
Aunque no era mi especialidad, logré cruzar la sala en silencio. Cuando llegué al otro lado, le hice una señal a Morrigan para que hiciese lo mismo, pero me preparé, al mismo tiempo, para saltar a defenderla si es que aparecía por sorpresa algún guardia o nos escuchaban.
Como siempre, estábamos los dos en aquello, así que si ella tropezaba, no se quedaría sola en la lucha.
Motivo: Qué no se entere nadie
Dificultad: 8
Habilidad: 4
Tirada: 4 6 10
Total: 6 +4 = 10 Éxito
Seguimos las instrucciones que nos había dado Aoshi hasta llegar a los túneles que nos conducirían, con un poco de suerte, al interior del castillo donde vivía Saotama. Con sumo cuidado fuimos avanzando hasta que unas escaleras de madera que parecían estar a punto de derrumbarse nos encontramos por fin en el hogar de nuestro rival, el mismo al que debíamos matar. Sólo esperaba que simplemente nos tuviéramos que enfrentar al samurai de negro ya que, sin saber el número de guardias con los que contaba aunque me imaginaba que serían bastantes, quizás no fuéramos capaces de acabar con todos, algo que a mí tampoco me hacía demasiada gracia, antes de poder enfrentarnos a Saotama.
Los oí llegar justo en el momento en que Columbus me hacía una seña para mantener silencio. Asentí con la cabeza confirmándole de esa forma que yo también los había escuchado y que, al igual que él, mi intención era pasar lo más inadvertida que pudiera. Un enfrentamiento en esos momentos se llevaría al traste nuestra misión.
Con todo mi cuerpo en tensión vi como Columbus atravesaba la sala en completo silencio y ahora llegaba mi turno. Respiré hondo, como hacía tantas veces cuando me disponía a realizar un acto que consideraba peligroso o que requiriese de concentración y, recordando todo lo aprendido hasta el momento, crucé la habitación sin ser detectada por los guardias. Al llegar al lado de Columbus volví a respirar hondo, pero esta vez simplemente fue de puro alivio.
Esbocé una tímida sonrisa a mi compañero mientras le indicaba con un gesto de mentón que podíamos continuar. A cada paso que dábamos nos encontrábamos más cerca de acabar con aquella peligrosa misión.
Motivo: Sigilo
Dificultad: 0
Habilidad: 3
Tirada: 4 6 8
Total: 6 +3 = 9 Éxito
Usando la mayor discreción posible, decidisteis esperar a que la patrulla pasase de largo antes de avanzar por las distintas habitaciones. Os disteis cuenta que el lugar estaba más custodiado de lo que creíais, pero sabiendo usar las sombras con astucia y con la velocidad que os caracterizaba pudisteis avanzar entre el laberíntico castillo para llegar a vuestro destino.
Después de superar aquel imprevisto con los guardias, continuasteis avanzando hasta llegar a lo que sería una doble puerta ornamentada con dragones en relieve y grullas doradas. Escuchasteis voces desde el interior, parecía que dentro estaba llevándose a cabo algún tipo de reunión o encuentro pero todo cambió cuando reconocisteis la voz del samurai de la armadura negra, Saotama estaba allí y tan solo había una puerta que os separaba.
Irrumpisteis en la sala sin miedo a nada, con la convicción de que estabais haciendo lo correcto, de que un buen hombre iba a ser vengado... y sobre todo que un alumno descarriado encontraría su final definitivo.
En cuanto entrasteis se escuchó como varias voces de sorpresa os señalaban. Un rápido vistazo hizo comprobar que allí estaba el objetivo, Saotama se encontraba allí de rodillas junto a dos mujeres en Yukata y cuatro guardias que rápidamente se interpusieron en mitad de la sala para proteger a su líder.
- Vaya... esto sí que no me lo esperaba... así que habéis regresado y... ¿venís directamente hacia mí? ¿en mis aposentos? Que necios... ¿o debería decir valientes? –
Las mujeres rápidamente se escondieron en una de las habitaciones contiguas y los guardias bajo una orden rápida no dudaron en abalanzarse sobre ustedes mientras Saotama contemplaba sentado y expectante.
Debéis narrar tanto vuestras impresiones como si quieres decirle algo a Satoama antes de que sus guardaespaldas vayan hacia ustedes. Después de todo lo que has aprendido, del frenesí de haber llegado hasta vuestro enemigo y la fuerza del coraje, podréis narrar como acabáis con los cuatro guardias que vienen a por ustedes, de manera libre
El camino estaba siendo más sencillo de lo que yo me había imaginado, y cuando alcanzamos una puerta hermosamente decorado, supe que habíamos llegado. La voz de Saotama nos lo confirmó unos segundos más tarde. Con el dedo índice le señalé a Morrigan la sala para hacérselo saber y espada en mano, ambos entramos, preparados para cualquier cosa.
En la sala estaban, no solo Saotama, sino dos mujeres... y cuatro guardias que tomaron posiciones rápidamente.
Todo estaba yendo demasiado bien, pensé.
- Vaya... esto sí que no me lo esperaba... así que habéis regresado y... ¿venís directamente hacia mí? ¿en mis aposentos? Que necios... ¿o debería decir valientes? –
-El honor no necesita valientes, sino guerreros comprometidos, y ambos nos hemos comprometido a vengar a nuestro señor -le respondí yo.
Tras el intercambio de rigor, los guardias se abalanzaron sobre nosotros, dos para cada uno, mientras Saotama esperaba sentado. Quizás aquello me dio más rabia que todo lo demás, seguramente, porque no soportaba a la gente que no se tomaba en serio la vida de otros. Cuando el primero de los guardias se lanzó contra mí espada arriba, yo esquivé con habilidad agachándome y blandiendo la espada en horizontal, a la altura del vientre.
Su muerte fue instantánea.
Pero no tuve tiempo de pensar en nada, porque el otro guardia vino detrás y lanzó un poderoso ataque que a duras penas logré bloquear, blandiendo la espada arriba y abajo, mientras ambos nos movíamos como si estuviéramos haciendo un paso de baile.
Tras unos segundos en los cuales nuestras espadas permanecieron en contacto y sin moverse, y nuestros ojos se miraron con furia, ambos volvimos a atacar a la vez. El guardia atacó hacia mi izquierda a la altura del cuello. Yo bloqueé con esfuerzo manteniendo la espada vertical. Casi al mismo tiempo, volvió a lanzar su espada contra mí, en este caso, hacia el otro lado, y yo volví a bloquearla. Entonces, en lugar de esperar el siguiente ataque, rodé en el suelo hacia mi izquierda, amagué un ataque de arriba hacia abajo apuntando a su cabeza y en el último momento, cambié para cortar el aire horizontalmente... y también su cabeza, que rodó por el resto de la habitación mientras su cuerpo sin vida caía al suelo.
Con el rostro y la mayor parte de mi cuerpo ensangrentados, me puse en pie.
A pesar de que había más guardias de los que a mí me hubiera gustado encontrar, pudimos recorrer todas las salas en completo silencio, pasando inadvertidos para todos,hasta que por fin dimos con lo que estábamos buscandi. Detrás de una puerta bellamente decorada que daba a los aposentos de Saotama fue donde lo encontramos.
Con un gesto de asentimiento hacia mi compañero, los dos entramos a la vez en la habitación espada en mano. De un rápido vistazo contabilicé las personas que se encontraban en el interior, cuatro que a mí me pudieran interesar, aparte de Saotama, ya que las mujeres rápidamente se escondieron en un cuarto adyacente.
—¿Acaso pensabas que te ibas a librar para siempre de tus malas acciones? —Aquella pudiera ser una pregunta demasiado infantil para formulársela a alguien como Saotama, pero necesitaba que él supiera que toda acción, tarde o temprano, tenía sus consecuencias.
Como era de esperar, fueron sus hombres los que avanzaron dispuestos a defender a muerte a su srñor, mientras Saotama se disponía a disfrutar desde su asiento del combate que estaba a punto de iniciarse, como si de un espectáculo ameno se tratara.
Eran dos guardias para cada uno, dos hombres que defenderían a su señor hasta el final, dos pobres diablos que estaban a ounto de morir bajo el filo de mi katana.
Las enseñanzas de Aoshi fueron visibles desde el primer movimiento que realicé cuando, esperando el ataque de los dos guardias me mantuve firme e inamovible en mi sitio. Cuando el primero llegó como una tromba a mi altura, sólo tuv que dar un oaso lateral a toda velicidad para apartarme de su trayectoria, descargando mi espada en su costado al pasar a mi lado. Uno ya estaba fuera de combate nada más iniciado y, con una agilidad y velocidad aprendida durante los últimos días, me enfrenté al hombre que quedaba y que ya dirigía su espada sobre mí. Detuve su ataque co mi propia espada, dejando que su filo resbalara por el mío. Me eché a un lado y lancé mi ataque sobre uno de sus hombros que el guardia consiguió esquivar. Recompuse mi guardia y me mantuve frente a él, vigilándonos mutuamente y esperando a que fuera el otro el que iniciara un nuevo ataque.
Fue él el que perdió antes la paciencia, dirigiéndose hacia mí espada en alto momento que aproveché para, y antes de hacerme a un lado igual que había hecho con el otro, aproveché que dejaba la parte baja de su torso al descubierto para lanzar el cortante filo de mi katana sobre él. Cuando me aparté, el guardia estaba de rodillas desangrándose, pero ya no era un peligro para nadie. Dejé de prestarle atención y, al lado de mi compañero que también había acabado con su dis ooenentes, los dos cubiertos de sangre, nos enfrentamos por fin a Saotama.
—Llegó tu hora.
Saotama se quedó impresionado, reconoció la técnica que habíais usado para acabar con sus esbirros.
- Ah... el viejo Aoshi os ha instruido... por eso habéis sido capaces de llegar hasta aquí. ¿Sabíais que éste era antes su castillo? Justo antes de arrebatárselo por mi propia fuerza... al igual que hice con vuestro señor, y al igual que haré con otros señores en esta época de caos y desesperación – mientras decía eso desenvainó su katana, aquella que tanto había arrebatado.
- Ahora... ahora que solo estamos ustedes y yo... pongamos fin a esto. Solo podrá sobrevivir una persona, y ése seré yo. No podréis conmigo por mucho que os haya entrenado ese vejestorio ¿lo sabéis verdad? Ahora preparaos y ¡luchad! –
Con un estilo mucho más agresivo, Saotama corrió hacia ustedes, ahora pudistéis comprobar que él usaba el mismo estilo de lucha que el pescador, o lo que es lo mismo, vuestro mismo estilo de lucha. Tres iguales estaban a punto de batirse en un duelo sin igual ¿quién ganaría?
Debéis narrar vuestras impresiones y como comenzáis la encarecida batalla, la cual estará muy igualada.
Adjuntar una tirada de Autodefensa, dificultad 8 (tirada normal, es decir, el dado de en medio)
¿Qué puede suceder?
Si ambos falláis la tirada: Narráis la superioridad de Saotama, y como os derrota en combate de nuevo.
Si solo falla una persona: Quien ha fallado deberá describir como Saotama consigue herirle de gravedad (dejándolo fuera de combate), sin embargo quien la ha superado podrá narrar que le derrota en el último momento.
Si ambos superáis la tirada: Debéis narrar que en conjunto, conseguís derrotarle.
¡Suerte!
Saotama se abalanzó contra nosotros con rapidez y agresividad, y empleando el mismo tipo de movimientos que el anciano nos había enseñado. Solo era uno... pero ciertamente valía por muchos más.
Sus movimientos eran veloces y certeros. A pesar de ser dos, varias veces me vi obligado a detener su golpe sin poder reaccionar con la suficiente rapidez como para intentar atacarle yo por mi cuenta. Era como... si se moviese al doble de velocidad que nosotros.
Su espada reflejaba la luz de la habitación, pero era su cuerpo, que cambiaba continuamente de posición, lo que "iluminaba" mis propios movimientos.
Yaaa sé que hay nieve, no os quejeis.
A mi lado, Morrigan se debatía con el mismo ímpetu que yo, intentando igualar sus movimientos y coordinarlos con los míos. Quizás uno solo no habría podido con él, pero juntos, obligándole a defenderse por duplicado, logramos lo que parecía imposible. Mi espada recorrió su vientre y cortó el aire como si nada hubiese ocurrido, pero Saotama se quedó petrificado. Entonces me di cuenta de que estaba herido de muerte y de que en sus ojos ya se veía la muerte.
Entre ambos, habíamos acabado con él.
Motivo: Lucha final
Tirada: 1d10
Dificultad: 8+
Resultado: 7(+2)=9 (Exito)
Entiendo que "dado normal" significa 1D10, ¿no? Si no, tiro de nuevo y si me sale mal, cambio el post.
Significa que no usáis el dado más alto (o el más bajo) sino el dado medio. ¡Repita la tirada s'il vous plaît :D!
Motivo: Repetimos
Dificultad: 8
Habilidad: 2
Tirada: 5 10 10
El dado ha explotado: 4 5 10
Total: 15 +2 = 17 Éxito
Creo que no hace falta que repita el post jakajaja
Estaba claro que Saotama había sido entrenado por el viejo pescador al igual que nosotros, su técnica así lo mostraba, pero había una diferencia entre su forma de luchar y la nuestra. Mientras él luchaba con la fuerza que le marcaba el odio de su corazón, nosotros peleábamos con la destreza y la agilidad de saber que estábamos en el camino de la luz. Un pensamiento muy poético en el que yo quería creer.
Tanto Columbus como yo nos empleamos a fondo, poniendo en práctica todas las enseñanzas de Aoshi que, a partir de ese momento, habían quedado grabadas en nuestros músculos, nuestra cabeza y nuestro corazón.
Saotama era bueno, pero nosotros mejores. Éramos dos piezas perfectamente ensambladas de una máquina hecha para acabar con aquel hombre que había segado la vida de muchos otros. Nuestros movimientosn eran una danza hermosa y cruel a la vez, y nuestras katanas bailaban con nosotros dejando una bella melodía de muerte en el aire.
Guardia, parada, ataque, corte.... Nuestros movimientos eran perfectos a la par que armónicos, controlando cada una de las brutales embestidas de Saotama con agilidad y efcacia hasta que, de un certero golpe, Columbus consiguió segar la vida de aquel que tanto daño había hecho a otros.
—No creo que te merecieras el honor de morir en combate, pero Aoshi así nos lo ha pedido. Él ha sido mucho más generoso de lo que yo, hace ya un tiempo, hubiera sido —observé cómo la vida se escapaba de aquel hombre que se había creído invencible.
Motivo: Autodefensa
Dificultad: 8
Habilidad: 3
Tirada: 1 10 10
El dado ha explotado: 4 5 7
Total: 15 +3 = 18 Éxito
El combate fue frenético, pero esta vez la balanza se inclinó a vuestro favor. Saotama cayó de rodillas, agotado y repleto de heridas. Jadeaba a la vez que escupía sangre, pero jamás soltó su arma. Estaba claro que teníais ante ustedes a un gran guerrero, manchado por la corrupción de la vileza pero también un luchador nato.
Ahora teníais el control de la situación ¿qué haríais? ¿Le rematarías de manera rápida y limpia? ¿Le dejaríais morir en agonía?¿o por el contrario le dejaríais libre?
¡Flipo con ustedes! ¡Dos criticazos en el combate final!
Debéis narrar vuestra triunfal victoria ante Saotama a la vez que decidís sobre cuál será su futuro. Aprovechad para lucir a vuestros pjs :D
Somos geniales jajajaja
Al mirar a Morrigan vi que ella estaba a mi lado, respirando con fuerza debido al cansancio, igual que yo, y sosteniendo la espada en alto, de una manera similar a la mía.
Los dos habíamos conseguido herir a Saotama y desarmarlo y lo teníamos preparado para recibir la muerte. Pero al mirar en sus ojos y pensar en la batalla que habíamos librado, me di cuenta de que no podía odiar a aquel hombre. Incluso aunque hubiese matado de verdad a mi señor, sentía un cierto orgullo por aquel hombre que había luchado bien hasta el final y que aceptaba de buen grado su derrota.
No podía sentir deseos de venganza.
Miré a Morrigan.
Todo samurai que lucha con honor merece morir con honor. -le dije, indicando con ello que le daba la oportunidad de hacerse el seppuku antes de que nosotros le decapitáramos -. Qué sea tu mano pues la que inicie tu camino hacia tus ancestros y nosotros seremos quienes lo terminemos. Y-yo actuaré como kaishaku.
No estaba seguro de poder hacerlo, pero supuse que uno de los dos debía actuar así, y decidí que mejor que fuese yo, dado que quizás no aceptaría del mismo modo que lo hiciese una mujer.
¿Lo narras tú, compañera, en lugar de hacerlo solo yo o solaparnos?
Le estábamos ofreciendo la mejor y más honorable opción para acabar con su vida, aunque seguramente para él no hubier ceremonia, ni bebida ni poema de despedida, pero era la mejor forma que tenía de morir en esos momentos si no quería irse sin honor.
Escuché a mi compañero hablar mientras yo permanecía en silencio, observando a Saotama pensando en todo el mal que había causado aquel hombre y ¿para qué? ¿Sólo por el poder? Era increíble que alguien pudiera llegar a esos extremos de crueldad sólo para tener más posesiones o más poder sobre los demás. Pero estaba claro que aquel mal estaba arraigado en el ser humano fuera de la época que fuera.
Giré la mirada hacia Columbus cuando él terminó de hablar, asintiendo a sus palabras y mostrando, de esa forma, que estaba de acuerdo en que fuera él quien realizara la decapitación.
Disculpad el post corto, pero poco más puedo añadir.
Y fue así, como el destino de Saotama quedó sentenciado por ustedes; valerosos guerreros que tras perder a su señor crecieron bajo el instinto de la supervivencia, el honor y todo hay que decirlo: la venganza.
Sentíais que os habíais hecho mucho más fuertes, mucho más astutos, mucho más rápidos ¿sería eso lo que quería el programa? ¿Era eso lo que teníais que aprender del Japón Feudal? Probablemente fuese así, pero aún quedaba camino por recorrer...y aunque hubiese gustado regresar junto al anciano para darle las gracias una vez más, sentisteis las náuseas que indicaban que debíais regresar a la sala blanca, con el éxito entre manos y la sangre aún tiñendo la ropa por los enfrentamientos que habíais tenido que superar a lo largo de tu viaje...
Minutos más tarde, estabais ahí de nuevo, en la sala blanca donde debíais elegir el siguiente paso. Estabais más cerca del final y no había tiempo que perder...
Habilidad Maestría en Combate adquirida