Partida Rol por web

Parecía que el final de su entrenamiento estaba cerca y con ello llegaría el momento álgido del mismo, pues según había visto tantas veces en los animes y leído en los mangas, llegaba un momento en que el maestro daba su última lección que era donde se terminaba de revelar todo el poder que los discípulos habían acumulado o desarrollado y además era donde cualquier identidad oculta del maestro quedaba al descubierto, razón por la Isabel estaba más que motivada... lo mismo hasta les enseñaba una especie de ataque de la garza a lo Karate Kid... o hasta un ¡Kamekameha al más puro estilo Goku!

Por ese motivo Isabel empleando sus técnicas ninjas se apresuró en llegar la primera al lugar donde se encontraba el anciano, saltando todo árbol o arbusto que se le pusiera por delante.

Una vez en la cascada la joven Turner observó alternativamente a la cascada y el anciano, ahora sólo le faltaba decir que era el antiguo caballero de oro de Libra y que les iba a enseñar La Colera del Dragón, el ataque preferido de Shiryu el caballero de bronce del Dragón... ¡Con lo que le gustaban a ella los Caballeros del Zodicaco!

La mañana siguiente vino con un nuevo día y con unas renovadas ganas de seguir con el entrenamiento, Alexander a penas conocía aquellos samurais y sus costumbres por lo que había visto en la televisión. Tras asearse y dar un bocado se puso en marcha junto con Isabel.

Parecía que el viejo les había dado esquinazo hasta que un grito en la lejanía llamo la atención de los héroes, al llegar a su altura pudieron ver al anciano junto a una enorme cascada.

No me jodas fue el primer pensamiento de Alexander quien en su cabeza no pudo venir otra imagen que los caballeros del zodiaco ¿Este cabrón no querrá que cambiemos el sentido de la cascada no? una ligera sonrisa se poso en su rostro al ver a Isabel quien sin duda parecía que estaba pensando en lo mismo que Alexander en aquel mismo instante.

Tras menear la cara rápidamente para que esa estupida sonrisilla se le fuera de la cara, el agente Dawson saludó al maestro.

El anciano se colocó justo a un lado de la cascada y la señaló.

- Vamos, colocaos justo debajo, dejad que el agua golpee vuestra cabeza, que turbe las ideas y convertidlo en la fuente de vuestra concentración – dicho aquello asintió con la cabeza.

- Tan sencillo como lo veis… quedaos sentados y cerrad los ojos… y pongamos a prueba la paciencia y la concentración – al parecer la prueba consistía simplemente en colocarse debajo de la cascada, dejando que el agua fluyese sobre vuestro cuerpo pero… ¿por cuánto tiempo?

En el momento que os colocasteis donde indicó el viejo pescador empezasteis a entender la prueba: lo que al principio parecía algo relajante e incluso refrescante en cuestión de minutos se convirtió en algo tedioso. Notar el impacto del agua constantemente en el cuerpo no era tan agradable como parecía a simple vista.

- Deberéis quedaros así durante medio día, ni más, ni menos. Si abandonáis la cascada aunque solamente sea para cambiar de postura habréis fallado ¿lo entendéis, verdad? – os miró con ese semblante serio.

- Que comience entonces la siguiente fase del entrenamiento –

Isabel simplemente no se lo pudo creer... ¡¡Aquel abuelo era de verdad el maestro Roshi!! les acaba de pedir que se metieran bajo la cascada y se pusieran a reflexionar como lo hacía Shiryu del dragón, por poco la joven Turner estuvo a punto de decirle si después de eso les iba a enseñar la furia del dragón o si uno de los dos se iba a llevar la armadura de bronce del dragón... pero se contuvo por un pelo, sustituyendo la efuria y el acojone por temor a resfriarse... por un educado asentimiento de cabeza.

- Me tenía que haber traído Paracetalmol- le susurró a su compañero- pero seré yo quien gane la armadura del dragón- le guiño un ojo a Alexander segura de que el agente sabía a que se refería.

Entonces Isabel se dispuso a ponerse bajo la corriente de la cascada tratando de resistir, a los diez minutos pensaba que había pasado una eternidad... a los quince que se iba a morir y a los dieciséis que le iba a salir un agujero en la cabeza. Tras aquello tuvo que salir, coger aire, tratar de calentarse y maldecir al abuelo porque si no la mataba el agua la iba a matar la pulmonia que iba a pillar... joder que frío estaba pillando. Aún así se esforzó en intentarlo con un grito de guerra.

- ¡DAME TU FUERZA PEGASO!- soltó en el segundo intento, donde comprobó que su sufrimiento continuaba pero que lo mismo el sentimiento de querer morirse tardaba un poco más.

Y así invocando a Pegaso y a todos los santos que se le ocurrieron fue consiguiendo resistir más con cada intento.

La refrescante lluvia proveniente de la cascada pronto se torno en un torrente húmedo y frío. El tiempo pasaba muy despacio y las sacudidas del agua cada vez eran más insoportables.

Alexander aguanto un tiempo hasta que su magullado cuerpo no pudo soportar más el golpeo del torrente pasadas un par de horas. La mañana siguiente no sería diferente pero su cuerpo y sobretodo su mente consiguieron sobreopnerse el doble de tiempo antes de caer de nuevo en el intento con el cuerpo lleno de magulladuras.

Los intentos se sucedieron al igual que los días, hasta que el agente por fin entendió que tenía que evadir su mente de su cuerpo... nunca antes había experimentado una sensación tan espirítual pero fue al cuarto día cuando al fin Dawson pudo someter a su mente sacandola de su cuerpo, manteniendose en un estado neutro en el que las horas pasaban sin notar el dolor y sufrimiento de su carcasa corpórea.

Había pasado medio día aunqeu a Alexander se le hizó más corto que nunca cuando su mente regreso junto a su cuerpo para darse cuenta de que había superado la prueba.

Finalmente, tras una semana que pasó como si fuese un solo día, sentisteis que vuestra concentración y vuestra resistencia habían llegado a un límite que jamás soñasteis alcanzar. Cuando salisteis por última vez de la cascada notasteis que la percepción del tiempo era distinta, sentíais armonía con todo lo que había a vuestro alrededor, hasta el aletear una mariposa parecía ser fácilmente reconocible aleteo a aleteo, como si la percepción hubiese llegado más allá y vuestra paciencia se hubiese endurecido.

El maestro pescador estaba satisfecho, muy satisfecho… su rostro no podía disimularlo. Habíais superado ya dos de las pruebas, a falta de una tercera que podía ser la más difícil de todas.

- Estoy orgulloso de lo que habéis alcanzado… sin embargo ahora debéis aprender la lección y no dormiros en los laureles. Queda una última prueba que determinará si realmente habéis sabido poner en práctica todo lo que se ha entrenado en estas semanas – Se acercó y os dio una palmada en la espalda

Con la sensación de satisfacción aún en el cuerpo decidisteis que era un buen momento para irse a descansar a la habitación. Después de haber superado las dos pruebas notabais que vuestra mente y el cuerpo estaban más curtidos pero también más agotados así que reposar las horas necesarias se había convertido en un aspecto clave.

Un nuevo día amaneció, ya casi sentíais que aquella choza era vuestro nuevo hogar y que el viejo pescador más que un entrenador podría haber sido perfectamente un padre.

Al salir al exterior comprobasteis que Aoshi estaba esperando (como siempre) con una sonrisa en los labios. Ahora tan solo había que seguir nuevas instrucciones.

- Bueno, no voy a andarme con rodeos. Acompañadme hasta el lago, allí tendrá lugar la última prueba. Espero que no la infravaloréis puesto que es más importante de lo que parece – acto seguido os llevó a un lago que estaba situado a casi medio kilómetro de la choza. Era un lago hermoso, digno del mejor cuadro, con aguas tranquilas y ambiente agradable ¿la prueba? Toda una incertidumbre…

- Y aquí se encuentra el último desafío… os preguntaréis de qué se trata y sorprenderá seguramente la respuesta: debéis capturar a Yenyi - ¿yenyi? ¿qué clase de criatura era?

El viejo pescador se rió al comprobar vuestro rostro.

- Yenyi es una carpa peculiar, rápida como el rayo y escurridiza como las algas. Todo lo que os he hecho entrenar es para un cometido: pescar a Yenyi haciendo uso de vuestra paciencia, dureza y reflejos ¿podréis conseguirlo? – dicho aquello os lanzó una caña vieja a cada uno que llevaba con él junto con una bolsa llena de cebo vivo.

El entrenamiento llego a su fin y aquella noche podía ser la última de entrenamiento. Habían ya pasado muchas noches desde que llegarán a aquel mundo, sin duda había sido un camino duro durante el cual Alexander pensó en abandonar varias veces, pero su percepción de las cosas había cambiado al igual que su propio cuerpo.

La mañana trajo de nuevo el cantar de los pájaros que nutría la naturaleza, Dawson respiró profundamente en el pequeño porche de la cabaña.

Podría acostumbrarme a esto Le dijo a Isabel mientras se sentía en paz.

El maestro les llevo a la que sería su última prueba, sin duda la prueba sorprendió a Alexander quien no había pescado en su vida, pero bueno habría que ponerse a ello.

Alexander tomo la caña, colocó el cebo como pudo y tiro el hilo, si tan escurridiza era aquella carpa dudaba que fuera capaz de sacarla con aquel palo pero lo primero de todo era visualizar al objetivo y medir sus fuerzas.

Para Isabel aquella semana se le habías pasado en un suspiro, había aprendido a cultivar cuerpo y mente, aquella misión más que misión parecía una especie de escape donde incluso había tenido oportunidad de conocerse mejor a sí misma, conocer sus límites y superarlos... ¡lo mismo hasta había sido capaz de llegar al séptimo sentido y todo!

El caso es que cuando su compañero la saludó por la mañana y le dijo que se podría acostumbrar a aquella vida, ella no pudo estar más de acuerdo.

- Yo también- le respondió con una cálida sonrisa, consciente de que les quedaba poco tiempo de esa relativa paz.

Entonces el maestro los volvió a urgir para contarles en que consistía la última prueba... la definitiva y las que terminaría con aquel entrenamiento, si la superaban seguramente tendrían que ir tras el samurai negro, pero la joven Turner prefirió no hacer elucubraciones, tenía que centrarse y capturar al pescado, para ello se remangó los pantalones del kimono y las mangas sy se dio unas palmadas en la cara para espabilarse.

- ¡¡Claro que podremos conseguirlo!!- se animó contestando al abuelo.

- Vamos, no perdáis el tiempo. Coged la caña y traedme a Yenyi. Si lográis pescarlo habréis conseguido todo lo necesario para saber los secretos que os llevarán a la victoria – dicho aquello os dejó a solas en el lago. Mirasteis en las cristalinas aguas para comprobar que allí no había nada ¿o sí que lo había? Comprobasteis como una escuálido pececillo se movía de un lado a otro como un relámpago incansable ¿sería Yenyi?

Rápidamente entendisteis que para completar esa última prueba necesitaríais buenos reflejos y la paciencia suficiente para no rendirse ¡era la prueba definitiva!

Isabel miró al pececillo con intensidad, no podía permitirse dejarse ganar por algo así, ni siquiera con esa cara de pez inocente, con todo lo mono que parecía, así pues con las piernas semiflexionadas y las manos abiertas, parecía más un orangutan que una experta en artes marciales, ¡Menos mal que sólo estaba Alex para verla! o eso fue lo que se obligó a pensar.

- Be water my friend...- dijo rememorando el anuncio de Bruce Lee y se lanzó a la carga contra el pescado que fue más rápido en aquel asalto y se le escurrió entre los dedos haciendo que la joven Turner con el impulso acabase de bruces en el agua, con todo lo que eso implicaba... mojarse del todo, indignada se levantó y se puso a buscar al pez, pero se dio cuenta de que así lo único que conseguiría sería cansarse, de manera que ya que estaba mojada tomó nota mental de lo vivido en la cascada, se sentó en el agua y se puso en actitud meditabunda, relajando cuerpo y mente, tratando de fundirse con el medio siguiendo los aleteos de Yenyi, esperando el momento oportuno para atraparlo...

La silueta del pez dejaba entrever su tamaño, sin duda era más grande de lo que Alexander podía imaginar. Después de aquel vistazo dudaba mucho que aquel frágil palo en forma de caño pudiera hacer algo...

El agente se sentó en la barca y cerro los ojos, por unos instantes intento sintonizar su mente con el entorno, escuchando los distintos sonidos que la laguna le proporcionaba. Tras unos minutos supo aislar el leve siseo que el pez hacía cuando pasaba cerca de la superficie.

Podía escucharlo e identificando con certeza, hasta que en un momento vio su oportunidad y con un movimiento rápido y seco lanzó sus manos a un lado de la barca, tocando el lomo del pescado pero éste en el último instante se escapó entre sus dedos...

- ¡Lo lograsteis! -  No podíais creerlo pero era realidad. Yenyi, esa condenada carpa más rápida que el viento estaba bajo vuestro poder. No sabíais si fue realmente suerte con el conjunto entre habilidad o azar. No pudisteis contener la emoción de la victoria antes de que se escuchase un carraspeo detrás vuestra.

- Habéis superado mis expectativas, no solo superando poco a poco todas las pruebas que he estado imponiendo sino que habéis sabido aceptarlas y llevarlas a cabo con disciplina. Quizás vaya siendo hora de que sepáis la verdad, toda la verdad – después de aquellas palabras Aoshi os lanzó vuestras armas.

- Probad a luchar, atacadme, ahora sentiréis la consecuencias de vuestro entrenamiento – en cuanto cogisteis de nuevo el arma, sentisteis un gran poder en ella ¿le había hecho algo el pescador? ¿o era vuestra determinación?

No queríais atacar a vuestro maestro, pero él  lo había pedido y no ibais a desobedecerle ahora, pero para vuestra sorpresa comprobasteis que en un abrir y cerrar de ojos desapareció de la vista. Cuando os girasteis para reaccionar, recibisteis un golpe brutal en vuestro costado. ¿Ese viejo había sido capaz de moverse tan rápido?

- ¡Vamos! ¿Qué creíais?¿Qué solo era un pescador? ¡Concentraos! ¡Fijaos en mis movimientos! ¡Imaginad que soy Yenyi! – y tras decir aquello el viejo se abalanzó contra ustedes a gran velocidad, pero esta vez pudisteis ver cada paso que daba, cada zancada ¡podíais prevenir su siguiente golpe!

Tan solo tuvisteis que anteponer vuestra arma ante su ataque para bloquearlo ¡habíais tenido éxito! Y jamás pensaríais que hubieseis sido capaces de algo así.

Fue entonces cuando Aoshi se colocó de nuevo su caña a la espalda y os hizo una reverencia.

- Enhorabuena, finalmente estáis preparados para derrotar a mi discípulo caído - ¿su qué?

- El samurai de la armadura negra no es más que Saotama, mi primer alumno, el cual usó todo lo que le enseñé para hacer el mal, para servir a los codiciosos y humillar a los débiles. Cuando supe que atacó al Daimyo temblé ante las consecuencias que tendría para esta tierra... así que recé para que alguien de corazón puro llegase ante mí para darle la oportunidad de instruirle, sería mi redención... – el semblante del pescador era serio, había mucho sufrimiento en su ser.

- Ahora marchad, buscad a mi anterior discípulo y matadlo con honor, es lo máximo que se merece – esas últimas palabras las comentó mirando directamente a los ojos y sujetando vuestro hombro.

Isabel no cabía en sí de gozo por el avance en el manejo de la espada y por el gran honor que les hizo el maestro, en realidad le daba un poco de pena haber terminado el entrenamiento, pero gracias a ello habían descubierto la verdad y... ¡Ahora todo encajaba! 

- Ahora marchad, buscad a mi anterior discípulo y matadlo con honor, es lo máximo que se merece – esas últimas palabras las comentó mirando directamente a los ojos y sujetando vuestro hombro.

- ¡Lo haremos, maestro!- exclamó muy convencida y segura de sí misma, se lo debía al abuelo y a sí misma, ya era hora de patearle el culo al dichoso samurai negro.

Así pues ambos agentes se pusieron en marcha siguiendo las indicaciones del anciano, por lo que no tardaron en llegar a la fortaleza.

- Ahora tenemos que encontrar el pasadizo- le susurró a Alexander, uno de los puntos básicos de toda buena infiltración consistía en ser cautos y no llamar la atención.

Alexander se sentía como nunca, exultante por haber conseguido superar los entrenamiento. Se sentía especialmente cómodo en aquella dimensión, recuerdo, sueño o lo que fuera aquello. Sentía por primera vez en todas las misiones que había encontrando un sitio acorde a él, tanto que no podía quitarse de la cabeza que aquello terminaría más pronto que tarde.

Se despidió del maestro con un profundo respeto, pues había despertado en él algo que todavía no era capaz de asimilar. Su objetivo era claro y sin duda lo iban a llevar a cabo. Alexander sonrió a Isabel asintiendo con fuerza mientras emprendían el camino.

Lo haremos!

Tras más de media jornada de camino, llegasteis a los exteriores del castillo feudal. Allí se escondía Saotama, vuestro objetivo y estabais convencidos de que no iba a ser fácil dar con él y acabar con su vida ¡pero debíais intentarlo!

Avanzasteis hasta el lugar donde indicó el maestro, se trataba de un pozo abandonado que al introduciros en él conducía por unos pasadizos secretos que conectaban con el subsuelo del edificio. Con la visión reducida por la falta de luz continuasteis vuestro camino hasta llegar a una escalera demasiado rudimentaria como para soportar demasiado peso, así que con el cuidado suficiente lograsteis subir por ella y acceder por una trampilla oculta que transportaría inmediatamente al interior del castillo.

Llegasteis con éxito a una sala común, parecía ser un pequeño salón de reuniones adornado con motivos florales y armas de madera. De repente escuchasteis un ruido, se trataba de un grupo de guardias que estaban patrullando la zona...

Isabel, que en todo momento se había comportado con la disciplina aprendida por el viejo maestro, había permanecido atenta y tranquila durante todo el trayecto, quizás por ese motivo la llegada hasta el interior del castillo se había producido de manera rápida, sin mayores contratiempos... quizás por eso o por toda la adrenalina acumulada, la joven Turner comenzó a ponerse nerviosa cuando escuchó los pasos de los guardias patrullando la zona... si los descubrían acabarían con el efecto sorpresa, tenía que ser capaz de controlarse, de no hacer ningún movimiento extraño... "Vamos Isabel... tranquila... be water"

Habían llegado a su destino, una preciosa y lujosa estancia fue lo primero que se encontraron. Pronto los primeros peligros se presentaron en forma de ruidos de lo que parecía ser una patrulla rutinaria.

No había tiempo para dudar, estaban allí y habían sido entrenados para ello así que sin pensarlo dos veces Alexander desenvaino su katana lanzando varios cortes precisos al encuentro de los guardias. Tan solo fue una fracción de segundo, un golpe preciso y quirúrgico buscando las zonas mortales de cada uno de los soldados que cayeron antes de saber que les estaban atacando.

Después de superar aquel imprevisto con los guardias, continuasteis avanzando hasta llegar a lo que sería una doble puerta ornamentada con dragones en relieve y grullas doradas. Escuchasteis voces desde el interior, parecía que dentro estaba llevándose a cabo algún tipo de reunión o encuentro pero todo cambió cuando reconocisteis la voz del samurai de la armadura negra, Saotama estaba allí y tan solo había una puerta que os separaba.

Irrumpisteis en la sala sin miedo a nada, con la convicción de que estabais haciendo lo correcto, de que un buen hombre iba a ser vengado... y sobre todo que un alumno descarriado encontraría su final definitivo.

En cuanto entrasteis se escuchó como varias voces de sorpresa os señalaban. Un rápido vistazo hizo comprobar que allí estaba el objetivo, Saotama se encontraba allí de rodillas junto a dos mujeres en Yukata y cuatro guardias que rápidamente se interpusieron en mitad de la sala para proteger a su líder.

- Vaya... esto sí que no me lo esperaba... así que habéis regresado y... ¿venís directamente hacia mí? ¿en mis aposentos? Que necios... ¿o debería decir valientes? –

Las mujeres rápidamente se escondieron en una de las habitaciones contiguas y los guardias bajo una orden rápida no dudaron en abalanzarse sobre ustedes mientras Saotama contemplaba sentado y expectante.