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ALIENS: CONQUEST.

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17/01/2011, 16:52
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Espadas de Thule. – Trasfondo.
 
Hacia el año 4000 d.C. la Humanidad se ha expandido por las estrellas a lo largo del brazo espiral de la Galaxia.
 
Los viajes se realizan a velocidades muy cercanas a la de la luz, por lo que se tardan generaciones en llegar a las estrellas lejanas. La lejanía entre las colonias ha dado lugar a toda clase de sociedades en los diferentes mundos. En algunos existe una alta tecnología que facilita la vida de sus habitantes, en otros impera la decadencia y se ha perdido gran parte del saber acumulado.
 
Estrella de Barnaard, cuarto planeta. Sus fundadores sufrieron una revuelta en la nave-arca cuando quedaban pocos años para llegar a su destino.
 
El propósito original era utilizar la avanzada tecnología para crear una sociedad idílica llena de comodidades. Los rebeldes pretendían crear una sociedad primitiva en la que el hombre se viera enfrentado a la naturaleza, imperando la supervivencia del más apto.
 
El motín de los rebeldes en el Arca de Barnaard tuvo éxito, aun a costa de muchas muertes, la pérdida de equipos de colonización irremplazables y graves daños en el Arca.
 
Al llegar al planeta, un fallo catastrófico en los sistemas de propulsión impidió a la nave colonial mantener una órbita estable, por lo que los sistemas automáticos llevaron a cabo un planetizaje de emergencia.
 
El Arca se estrelló en uno de los mares del hemisferio norte planetario, cerca de una isla-continente que fue bautizada como Thule.
 
Casi la mitad de los 10.000 colonos que transportaba el Arca pudieron salvarse en cápsulas salvavidas y llegar al continente o a otras tierras habitables. Sin embargo, no contaban con apenas herramientas o medios tecnológicos que les ayudaran a poblar y colonizar la tierra.
 
La mayor parte del Arca quedó inundada e inutilizada, excepto una pequeña porción (el equivalente en tamaño a cuatro manzanas de edificios de 10 pisos de alto). Varios de los líderes de la revuelta emplearon la tecnología de la parte del Arca que restaba intacta (renombrándola como Asgaard) para jugar a ser dioses.
 
La escasa tecnología médica restante permitió dotar de la inmortalidad clínica a unas dos docenas de individuos, muchos de ellos científicos brillantes o líderes políticos demagogos. Por votación, acordaron adoptar la mitología nórdica y personificar a sus dioses, utilizando una combinación de manipulación genética, potencial psíquico natural y tecnología para simular poderes divinos.
 
Entretanto, la vida era muy dura para los colonos, habituados a las cómodas condiciones de vida de su mundo de origen y al uso de la tecnología para todos los aspectos de la vida.
 
El planeta en sí resultó ser hostil a la vida humana, aunque al principio el número de animales indígenas era reducido. Midgaard (como fue bautizado Barnaard IV) no era un mundo deshabitado, sino que contaba con una raza autóctona de seres de pura energía, muy vinculados al medio ambiente y dependientes del equilibrio ecológico del entorno.
 
Los humanos empezaron a alterar el entorno, construyendo pueblos, talando árboles, preparando presas, pescando y cazando, excavando en la tierra en busca de minerales y combustibles. Utilizaban para ello la tecnología salvada de las cápsulas y los regalos que a veces les ofrecían los nuevos “dioses”.
 
Eventualmente todas estas acciones llevaron a los humanos a entrar en conflicto con los nativos seres energéticos, muchos de los cuales finalmente adoptaron formas sólidas físicas para poder enfrentarse mejor a los invasores.
 
Obteniendo forma gracias a las ideas robadas de la psique de los invasores, los más poderosos de los nativos adoptaron el aspecto de gigantes con grandes poderes. Otros, más humildes en cuanto a energía y poder en bruto, hubieron de conformarse con formas menores: hadas, duendes, trolls, trasgos y multitud de seres únicos aparecieron en el mundo de esta manera.
 
Los gigantes, con sus terriblemente poderosos líderes a la cabeza, y sus hordas de seguidores menores, parecían una fuerza más que sobrada para exterminar a los invasores humanos y borrarlos de la faz del planeta.
 
Los colonos se defendieron como pudieron, usando las escasas armas de energía de que disponían de forma efectiva (los antiguos seres de energía, ahora materializados de forma permanente en forma sólida, eran más vulnerables a esas armas que a las de energía cinética). Aun así parecían predestinados a perder, hasta que intervinieron los “dioses” usando sus poderes y cuanta tecnología les quedaba (incluyendo un satélite artificial de control climático que con gran esfuerzo lograron lanzar a la órbita, el “Aegis de la Tormenta”).
 
Las formas físicas de los principales líderes gigantes fueron destruidas (aunque algunos lograron huir en forma energética y vincularse a lugares geográficos, como volcanes o glaciares, ya que una vez adoptada forma material no era posible volver a desvincularse por completo de la materia, sino que se veían atados a ella de alguna manera irreversible).
 
La guerra supuso un gran desgaste para ambos bandos, tanto en pérdida de población como de poder y recursos. Los colonos perdieron gran parte de la tecnología que habían conseguido salvar, y los propios dioses vieron sus poderes muy disminuidos con la pérdida de sus arsenales de tesoros tecnológicos.
 
Los gigantes y demás criaturas de lo que los habitantes humanos darían en llamar el “Antiguo Pueblo” se retiraron a las zonas más recónditas, salvajes e inhabitables, dejando atrás una barrera de miedo para mantener a ralla a los humanos.
 
Han pasado cinco siglos. Los humanos han prosperado extendiéndose por muchas tierras habitables. Dominan la pesca, la ganadería, la navegación marítima, la agricultura, la alfarería, la carpintería, la construcción con madera, la minería y la metalurgia.
 
Guiados sutilmente por sus dioses, los pobladores de Thule adoptaron un modelo cultural inspirado en las antiguas tradiciones nórdicas. Otras islas más sureñas tenían variaciones y divergencias culturales notables, si bien en general en todo el planeta el nivel tecnológico y cultural de los humanos es equivalente a Edad Antigua o Temprana Edad Media.
 
Para suplir la pérdida del armamento tecnológico avanzado, se desarrollaron los Nueve Senderos de la Espada. Artes marciales que permitían a un simple humano armado sólo con afilado acero hacer frente a casi cualquier amenaza.
 
El epítome de cada Sendero de la Espada fue ejemplarizado por un arma extraordinaria, forjada por los propios dioses o por herreros inspirados por un gran poder. Esas armas extraordinarias, eran capaces de dañar incluso a aquellos del Antiguo Pueblo invulnerables a las armas normales.
 
Con los siglos, el Miedo creado por el Antiguo Pueblo fue ganando fuerza y sustancia gracias sobretodo al temor y superstición de los humanos. Esto debilitó considerablemente al común de la raza, con excepción de unos pocos, llamados Héroes, inmunes o resistentes al miedo.
 
Los Héroes en su mayoría eran descendientes de Linajes Heroicos, creados por los dioses mediante manipulación genética, o por el mestizaje con otras razas en algunos casos.
 
Al menos una vez cada generación, algún miembro del Antiguo Pueblo de poder notable busca venganza contra los humanos que les robaron su mundo y su antigua gloria (cuando eran seres pacíficos de energía pura). En solitario, o con la ayuda de séquitos de seres menores, causan estragos y matanzas entre los humanos, hasta que eventualmente son detenidos por los Héroes.
 
La situación se ha mantenido desde entonces en equilibrio, sin que ningún bando puede imponerse al otro y sin que se desate ninguna nueva Gran Guerra entre hombres y gigantes.