La marcha se inicia y ambos caballeros encabezáis el grupo. Todos a caballo, y acostumbrados a los rigores de los viajes, hacéis jornadas largas de camino. Optáis por dormir al raso, aunque si es verdad que parada y descanso habéis hecho en castillos y señoríos ya conocidos por vosotros de anteriores visitas. Aprovecháis la estancia para entregar correo del conde a esos vasallos de Logres y de los Pendragon.
Todo trascurre rutinario y tranquilo hasta que un hecho rompe la cansada rutina viajera.
Vuestro cansino trote es detenido repentinamente, ya que un viejo yace tirado en el camino.
Sin pasar por encima suyo, no es posible atravesar el camino. Hay vida en él, pues os mira ignorándoos.
El viejo gasta ropa vieja y raída, como de pastor, pero no distinguís cerca de él ninguna oveja. Luce luengas barbas blancas, lleva las manos y la cara sucia como de hollín, y no dice palabra alguna, ni hace trazas de moverse.
¿Le decís o haceis algo?
Aunque mi primer impulso es descabalgar para darle auxilio al campesino dos pensamientos me detienen. El primero es que los hombres no tengan buena opinión de mí si detengo la columna sin que Gwilherm lo haya ordenado. A menudo mis impulsos me impelen a acciones impropias de mi rango que me resulta complicado justificar y que pueden dañar mi imagen ante los ojos de algunos. El segundo es que se trate todo esto de una celada. Así que detengo mi caballo, espero que mi primo de orden a alguno de los hombres de que levante y acerque al hombre para que se explique, mientras oteo alrededor buscando una explicación al deplorable estado del hombre o algún tipo de emboscada sajona...
en resumen, busco posibles tropas ocultas y espero que Gwilherm se encargue de que alguno de nuestros hombres auxilien al viejo.
La travesía es interrumpida por un hombre que por su jubón de lana pudiera que se tratase de un pastor de ovejas. Durante el invierno, Sir Gwilherm estuvo dilucidando la posibilidad de traer algún rebaño a las aldeas, con el fin de hacer negocio con sus productos. Así pudo reconocer el posible oficio del transeúnte.
Pero sus ropajes estaban hechos jirones, la cara manchada de negro y en aparente estado de desorientación. Algo grave le había ocurrido, además es raro ver a un pastor sin sus fieles cánidos al lado.
_ Es posible que todo sea una treta para emboscarnos en el camino. Pero, ¿quién en su sano juicio atacaría a un destacamento armado de caballeros y soldados? Sin duda unos vulgares ladrones no tendrían los medios ni el valor para semejante hazaña. Quizás, sobrevivieron demasiado sajones..._ A su lado, Walter reflejaba en su mirada la inquietud por actuar. Estaba claro que el Señor de Malderoi no era el único en pensar en las opciones que se les presentaban ante ellos.
_ ¡¡¡Alto!!! _ Ordenó súbitamente, levantando su mano derecha. _
_ Sargento Cherhan, vaya con dos hombres y averigüe qué le ha sucedido a ese pobre desgraciado. _
_ ¡¡Formen dos columnas, vigilen los flancos y la retaguardia!! _ Esas fueron las últimas indicaciones, antes de lanzar una mirada de aprobación a su primo. Puede que no estuvieran en peligro, pero algo había sucedido y era mejor ser precavido.
Tirame en privado una percepción
Obedeciendo a su señor, 2 caballeros, y el sargento 3, descabalgan y se dirigen hacia el viejo tumbado.
De malos modos le mandan apartarse.
El viejo hace caso omiso de las exigencias.
Uno de los soldados, el más joven de vuestra soldadesca de Malderoi, acaso por querer destacar entre iguales, y o por tratar de ser más capaz y leal, alza la lanza queriendo de un lanzazo marcar las costillas, acaso la crisma, a tan mal encarado y yacente viejo.
Vano intento, pues antes de que la lanza a modo de vara marque en su bajada al yacente desobediente, cae el soldado, como desmayado, fruto de un desvanecimiento. A unos palmos del pastor, que no hace gesto ni de mirarlo.
Con el soldado impetuoso caído, sir Walter y sir Gwilherm, contemplan atónitos como el resto de soldadesca, cae suavemente, pero cae, de sus cabalgaduras. Los caballos en cambio, están tranquilos, como si la cosa no fuera con ellos, cosa por otra parte cierto.
Sir Walter de Lickey Hill et Sir Gwilherm de Malderoi, guardad vuestras bravuconadas et pendencias por destreza de brazo y bravura de corazón os he felegido, no por tener la bocota más grande que el escudo. Aparcad la tontura, despertad la bravura, et encender el corazón que habemus tarea.
Motivo: PERCEPCIÓN
Tirada: 1d20
Dificultad: 7-
Resultado: 19 (Fracaso)
Estoy mirando a mi alrededor buscando posibles emboscados cuando el sonido de desplomarse los soldados en torno al aldeano devuelve mi atención a la escena. Como acto reflejo mi mano vuela en busca de la empuñadura de mi espada dispuesto a blandirla, pero las sorprendentes palabras y actitud del viejo me paralizan en el acto. De repente toda la tradición oral de los cuentos a la luz de la lumbre del viejo salón de mi padre allá en LickeyHill relampaguean en mi memoria. Mi familia es cristiana, pero donde crecí mi gente aún conserva muchas de las viejas creencias, y puede que en el fondo de mi corazón, como en el de mi padre, permanezcan las raíces de muchas de ellas. Así que como no soy ni mucho menos un cobarde sino bastante temerario, finalmente dejo que mi brazo desenvaine la hoja. Con ella en alto, decidido a no mostrar temor, digo bien alto:
- ¡Tente primo, no es la voz de un hombre la que escuchas!... sangre faérica sólo puede hacerle eso a unos soldados. Colocando mi hoja entre él y nosotros- ¿quién eres criatura? no somos paganos, mide tus palabras y exigencias porque tu vida está en ello.
Listo para reaccionar, espero que se explique antes de decidir mi siguiente acción.
Nunca se creyó los cuentos de viejas, las historias que se contaban alrededor del fuego para amenizar las guardias y asustar a los novatos. NO era Gwilhem hombre que creyera en otra magia que en los milagros de nuestro señor Jesucristo. Pero sin duda lo que había contemplado no podía recibir otro nombre.
_ Guardad la espada, primo. Si hubiese querido estaríamos en el suelo como nuestros hombres. No es situación que el acero pueda zanjar. _ Dijo intentando mantener la calma.
_ Parece que sois hombre sabio y muchas cosas conocéis. Sabéis quienes somos, así pues si queréis que hablemos cordialmente, no seáis descortés y presentaros. _ Dijo mientras descabalgaba.
Puede que no crea en las historias infantiles, pero sólo una persona en este reino puede inhabilitar 50 hombres sin luchar. Si es que los rumores son ciertos... Bien nos hubiera venido estos conjuros, aunque sea magia pagana, en el enfrentamiento contra los sajones. Cuantas vidas se podrían haber evitado.
Motivo: Reconocer
Tirada: 1d20
Dificultad: 4-
Resultado: 3 (Exito)
No me lo creo, he sacado la tirada. XD
Que no se si viene al caso. Supongo que será Merlin, no?
Es entonces , tras la plaga de desmayos que ha asaltado a vuestros soldados, cuando el anciano, de modo energico se levanta.
Mientras se levanta, una luz parece surgir entre el y vosotros. Una luz brillante que os deslumbra. Tras protegeros con la mano, y ladear la cabeza, ese anciano mohoso, se ha convertido en otro ser .Os mira sereno, puede que disfrutando de vuestro asombro y atónita cara, y os dice:
Es una pena, pero no viene al caso la tirada de reconocer.
Sir Walter de Lickey Hill et Sir Gwilherm de Malderoi, descabalgad, seguidme, et escoltadme, pues habemus labor. Sacad la espada, apretad embrazado el escudo, y no tengáis pereza en usarlos.
Le reconoceis de inmediato
Casi ensarto al mismísimo Merlín. Eso si que hubiese sido un final que cantar en las tavernas para el infeliz Walter el temerario... suspiro aliviado al tratarse del consejero del Rey. Guardo mis armas y bajo de la montura. Está claro que el poder de este hombre es abrumador y que conoce más de nuestro futuro que probablemente nosotros mismos. Una vez en el suelo descubro mi cabeza y con el yelmo bajo el brazo añado.
Será un honor serviros en algo, señor. Imaginando su aprovación, miro a mi primo y dejo en su decisión ordenar a alguno de los hombres que nos siga o esperen- Me coloco el casco después de entregar mi caballo a un soldado, tomo el escudo y como ha ordenado desenvaino la espada y avanzo con intención de seguirle si hacer más preguntas dada la aparente urgencia
Las sospechas de Gwilherm eran ciertas, el anciano dejó atrás el hechizo que enmascaraba su rostro para mostrar su verdadera faz. Tenían ante ellos al mismísimo consejero de Rey, y les pedía escolta.
Muchas preguntas se presentaban en la mente del Señor de Malderoi. ¿Por qué un hombre capaz de dormir a 50 hombres necesitaba de nuestra custodia?¿por qué de entre todos los señores fieles a la corona les había escogido a ellos?...
_ ¿Por qué nosotros? Está claro que nos habíamos ganado un renombre entre los lores que luchan en vanguardia, pero dudo que en la corte real sepan de nuestras hazañas o es a caso ese mismo hecho... Somos reemplazables para el reino. O en verdad, el príncipe Madoc nos tenía en tan alta estima... Lo dudo. _
Por muchas incógnitas que tuviese, sabía que no serían resueltas en ese instante. Así que, sin decir palabra y atónito por la respuesta de su primo Walter ya que él no era partidario de su cultura ni de sus artes, pero tomó el escudo y desenvainó la espada dispuesto a seguir a quien el Rey tomó por su asesor principal.
Intuyo que los hombres siguen contando ovejas, no?
No es Merlin muy partidario de recibir halagos, ni de fomentar la palabreria vana, más bien lo contrario.
No parece el anciano ejercer de tullido, cojo o cansado, pues acelera el paso a buen ritmo, tanto que os cuesta seguirle, aunque lo hacéis a una cuarta detrás del viejo.
El nuevo Merlín viste ropa clara, y ni a su ropa ni a él, le afectan nada de nada el polvo y la suciedad del camino.
El camino antes llano, pica ahora cuesta arriba. No obstante esto no merma el ritmo ligero de Merlín. El paisaje sigue siendo verde, con arbustos bajos y poca arboleda, y más pedregoso de lo que os gustaría caminar.
hacedme 1 Tirada de conoc. Feérico- mágico.
Y si, todos duermen menos vosotros, escuderos incluidos
Motivo: Cultura mágica
Tirada: 1d20
Dificultad: 1-
Resultado: 16 (Fracaso)
Motivo: cultara mágica
Tirada: 1d20
Dificultad: 1-
Resultado: 10 (Fracaso)
Había entendido que se dormían los que habían ido a levantarlo a él. Bueno, pues he atado yo mismo el caballo a un árbol antes de seguirlo.
Había entendido que se dormían los que habían ido a levantarlo a él. Bueno, pues he atado yo mismo el caballo a un árbol antes de seguirlo.
Fueron los primeros en caer, luego toda la compañia menos vosotros 2