Partida Rol por web

Tras la lucha y avanzar un trecho, siempre a la espalda de un ligero de piernas Merlin,  contempláis atónitos, que el cielo se torna a noche, raro os parece pues el dia no debería haber llegado aun a la mitad.

El mago detecta vuestra preocupación, y cree conveniente compartir algo con vosotros:

En el mundo feérico, un instante es a veces como un día, y un día es a veces como una hora. Tenedlo en el recuerdo.

Descansad y recuperad fortaleza, que de ella todos necesitamos. Yo velaré esta noche.

Dicho lo cual caéis en un terrible sopor, traducido en un letargo a modo de sueño. Contra ello nada podéis hacer, salvo abandonaros a él.

No os habeis detenido en algun sitio de facil defensa o acomodo ideal,no .

Caeis desmayados en mitad del prado, que antes vio vuestra lucha, y al que regasteis con vuestras heridas. Lo último que visteis es a Merlin haciendo un braceo extraño.

Al día siguiente, y a en la amanecida, bastonazos poco  amistosos os despiertan. El druida acostumbra a despertar de ese modo. No os ha parecido un descanso reparador ni placido, puesto que habéis sentido inquietudes a modo de pesadillas. Pero lo cierto es que no hay atisbo de dolor en vuestras carnes, y las heridas, aunque mantienen el mal aspecto propio de un tajo, no parece que sangren, ni que supuren. Parecen congeladas pero  siguen estando abiertas. Lo importante es que no sentís dolor de ellas, y notáis otra vez el brío propio de estar sanados y bien. Os sentís vigorizados y con ansia de aventura, siendo esto muy del gusto de Merlín.

El mago os ofrece fruta, una manzana para cada uno. A saber de dónde las ha sacado, pues no hay árboles frutales al alcance de vuestra vista... os apremia a comerla, mientras él se pone a andar camino. No parece Merlín de esos que gustan de pereza ni de gula.

La situación se os asemeja a la del día pasado, en cuanto que Merlín a paso ligero marca el camino, y vosotros con esfuerzo lográis seguirle el paso.

Ahí andabais persiguiendo a Melin, y así varias horas. No sabéis si os falta mucho o poco para llegar al destino que solo el mago sabe. No es el archimago compañero de agradable charla, así que no tenéis información de nada.

Por fin veis que el druida jefe se para.

La postura os recuerda a la situación pasada, aquella, en la que de la nada os salió un gigante “bravido”, y os hizo tirar de espada, y gastar sangre y sudor.

Se repite la secuencia tan temida, antes comentada.

No estoy tan hablador como suelo serlo porque lo cierto es que no sé como actuar ante Merlín. Por ratos puedo olvidar quién es y sólo ver a un viejo malencarado al que nos ha tocado escoltar como penitencia por los pecados de las vidas propias y de dos generaciones anteriores. Pero entonces, su actitud y sus referencias a este extraño mundo donde según dice nos está guiando dejan claro que esta situación dista de ser algo que yo pueda comprender. Lanzo miradas a Gwilherm cada vez que el druida hace una de las suyas, y no doy un sólo paso sin pensar qué clase de criatura puede atraer con su siguiente acción el mago del rey. Ahora, ante la alerta y su movimiento hacia nuestra retaguardia no tengo dudas.  Agarro mi fiel espada y preparo el escudo, si algo hace retroceder al gran Merlín, no es un asunto  que tomarse a la ligera... que Dios no asista si hay que medirse con otro gigante.

Tras la lucha con aquel gigante, muchas eran las preguntas que rondaban la cabeza de Sir Gwilherm. Pero allí se quedaron, pues Merlin no era hombre que diera pie a conversaciones ni respuestas que él no iniciara. Y el cansancio, las heridas y la experiencia vivida dejó a los dos primos en el más oscuro silencio.

Hasta que, como el día anterior, el anciano consejero real se cobijó tras sus espaldas y señaló con el dedo.

Un sudor frío recorrió la espalda del joven señor, nada bueno les esperaba y tan sólo pudo ver como su primo se preparaba para el combate con lo que fuera que fuese a surgir, pues al menos él no observaba enemigo alguno.

Devolviendo la mirada a Sir Walter, hizo lo propio y tomó su espada y su escudo preparado para el combate.