Partida Rol por web

El tal Almansa levanta la mirada por encima de vuestros hombros y después mira fijamente a Don Ambrosio.

- Mire vuestra merced, no se porqué debiera decirle algo. Quizá quiera vuace vender la información que yo le de ahora y, vive Dios, que yo no ando tan bien de los amigos como para andar regalandolos.

Pronto las promesas de una bolsa llena de Don Rodrigo alimentan la memoria del beodo.

- Pues verá, un amigo mio, don... un momento, casi comento el improperio de decir algo a quienes siguiera conozco. Quien sabe qué medios han usado vuestras mercedes para saber tanto de mi persona pero yo no los dispongo y, por gracia divina no me es posible averiguarlos. 

Mientras tanto, Chete os sirve la comida que hace ya pidio el Almansa.

No insistas Ambrosio que este canario no canta, al menos de momento...mejor que cantes tú a ver si lo despistamos y se le escapa el nombrecito...

Esto me recuerda una copla que oí en Valladolid, decía algo así - comento, entonando a media voz

Por lo despacio de vuestro cantar
y por quemaros donde no hay hogar,
debéis ser de cualquier lugar
nacido en medio del estío...

Dejemos de momento hablar a Don Rodrigo, que parece que se ha ganado la confianza del infeliz. Come Ambrosio, que puede ser la última vez.

Los medios usados no han sido nada extraños ni en ningún caso malignos, el encargo del interesado en cuestión lo recibimos ayer durante la tarde, como es un asunto sin demasiada urgencia ni preocupante pues invertimos el tiempo en ir a cierta taberna, donde bebimos más de un vino y más de dos.

¡Por Dios! ¡Un caballero mintiendo! ¿Qué será lo siguiente?

El caso es que hoy temprano mi buen amigo Don Ambrosio aquí presente-digo mientras le doy una palmada en el hombro-con esa voz que ya habéis oído vino buscarme a mi casa recordándome el encargo. Pues es cierto que aunque el pago del interesado es generoso, también es cierto que aligerará la bolsa cuando consiga dicho material...

Bebo un poco de vino, para dejarle tiempo de que asimile las palabras.

No andas mal encaminado Rodrigo, sigue así.

Vuestra merced es persona conocida en la Villa, si bien no se iguala al Félix de los Ingenios sí que tiene cierto renombre. Preguntando en los Mentideros, donde ya mantuvimos la charla que lamento profundamente, averiguamos el lugar donde soléis pasar el rato. A fe mía que tenéis buen gusto. ¿Se despejan las preguntas que Vuesa Merced tiene en la cabeza?

Sacando cuidadosamente un pañuelo de uno de mis bolsillos, lo coloco sobre mis rodillas a modo de servilleta. Comienzo a comer, sin prisa pero sin pausa, utilizando con evidente destreza los cubiertos.

Así que el buen Baco ha venido a visitar a Don Rodrigo...pues aunque llevo poco en los madriles, no había oído hablar del tal Félix, quizá quería referirse a Don Lope, el Fénix de los Ingenios, jajaja.

Bueno, no hay pena, así borracho se entenderá mejor con el otro. Espero que no vuelva a mentar a la Santa...

Félix os mira con cara extrañada hasta que la bolsa se adecenta un poco más con las palabras de Don Rodrigo.

- Bueno, despeja todas las dudas que pudieran venirseme a la cabeza en lo venidero, salvo una. Aún no se sus nombres mas si no quieren decirmelos será porque los dineros no se lo permiten.

De nuevo vuelve a pedir más vino al tal Chete y continúa.

- Bien, como les iba diciendo a vuestras mercedes, mi amigo Rafael, que trabaja como vigilante y hombre para todo de un garito, me hablo de los últimos negocios de su jefe mientras bebíamos a la salud de los viejos tiempos.

Vuelve a empinar el codo. Su voz cada vez suena más viciada y las palabras cada vez salen con más dificultad.

- Porque sí, su jefe es a la par dueño del garito y librero. Hiips. Parece que su jefe habia comprado unos libros a un contacto italiano con los que decía podía contactarse con el Diablo - baja la voz y se os acerca cuando dice esto último.

Notáis que la dificultad en la palabra cada vez es más notoria y el hombre no para de apretar la jarra y de llenarla las veces que sea menester.

- Ya saben vuestras mercedes, un "bocatto di cardinale" para las bibliotecas de los más extravagantes nobles, siempre y cuando, claro está, pudieran pagarlo.

Si me lo permitís, me presentaré - digo con más solemnidad de la requerida, levantándome y haciéndole una reverencia al de Almansa - Mi nombre es Ambrosio de Casares, desde ahora a vuestro servicio para lo que gusteis. Músico estudiado en Salamanca tengo por profesión, y allí sin duda hallareis quien me recuerde si os place pedir recomendación alguna.

Sin embargo, como veis, las musas no son mi única ocupación. Algo debo tener de urraca, pues por amor a los brillos - añado, golpeando la bolsa que llevo al cinto para hacer sonar las monedas - me dedico también a la "representación" de gentes de calidad que desean "cosas" que pueden permitirse pero no pueden comprar...

Y este es mi amigo, Don Rodrigo de Rivas, nos conocemos desde niños y pondría la mano en un brasero de vieja por su discrección - continúo, señalando al cortesano - Creo que la cruz que luce en el pecho es sobrada referencia de sus virtudes...

Bien, hablemos de negocios- digo, bajando la voz - ¿Son suficientes 10 reales para que compartais con nosotros la amistad de vuestro compadre Rafael?. Voto a lo más alto que no sería mal pagada la referencia, diez reales por el nombre de la taberna y el de su dueño, así, por muy largos que sean, valen al menos 2 reales por palabra...si tarda usted en pronunciarlas diez segundos, a real por segundo...eche usted las cuentas, serán los diez segundos mejor pagados de su vida...

Poco a poco el estado del tal Félix va tendiendo más a lo beodo que al resto de la parroquia que va terminando de comer y desalojando en lugar; bien sea para salir a la calle, bien para acabar hablando en algún que otro reservado.

- Sabe, vuejtra mersed - acaba diciendo con el paladar más que confundido - es muy lijto y mire por donde me han caído a bien

Hace una pausa y toma un nuevo trago.

- Francijco Robles, si señor, ese es el nombre - termina por decir finalizando las palabras con una sonora carcajada.

Vuelve a empinar el codo terminando una jarra más.

- Ahora... deseme lo convenido...

El cuello del de Almansa no puede más con su cabeza y esta acaba estampada con la mesa donde habéis comido. El vino ha hecho su efecto y el hombre a acabado confesandose con Baco en un sueño etílico.

- Ha tardado en aflojar la lengua, y ya puede ir durmiendo la mona con tiempo.- Aparta la escudilla, hace largo rato ya vacía, y chocando el vaso con el de Álvaro apura su contenido y marcha junto a sus comparsas- Les he visto hábiles señores míos en el arte de sonsacar, pues para tan poco como había de decirles a sus mercedes este hombre demasiado se ha hecho rogar.

Con sutileza se ha acercado el mozo al pieza ya inconsciente con la mano puesta en su hombro mientras dirige sus palabras a Ambrosio y Rodrigo. Zarandeando al borracho durmiente como para comprobar la profundidad de su letargo más bien examina por rabillo de ojo y discreto tanteo qué pudiera poseer de interés, aunque recién cobrada paga en oro de la Iglesia poco interés pudiera tener en sus dineros. Aunque nunca está de más llenar el bolsillo precavido con la bolsa del desprevenido.

Viendo el movimiento de mi acompañanete me apresto a actuar agarrándolo de un hombro y susurrando a su oído:

- ¿Acaso ahora andamos tan necesitados que debemos robar a los borrachos que nos han ayudado? Ten esas manos quietas en mi presencia, goliardo. La honradez es un noble arte que, por lo que veo, no figura en los libros que estudias.

Sin quitar ojo al muchacho me vuelvo hacia los otros:

- ¿Era necesario darle vuestros nombres? Entiendo que la conversación era amigable pero me ha parecido innecesario el gesto. Si alguien acaba buscándonos por la noche debido a nuestras preguntas no le pongamos tan fácil el asunto que hasta le digamos donde nos alojamos.

Me encojo de hombros, como quitándole plomo al asunto.

- ¿Movemos pues? Sabemos la taberna y el nombre... aunque ahora no hablaremos con borrachos. Es de cajón que el tal Francisco Robles será cuidadoso si tiene esa información en su poder, más todavía si es hombre cultivado.

Acompaño a la salida a mis socios, no sin antes dejar los diez reales en un bolsillo del confidente, como caballero que soy he de cumplir.

No sé si el nombre de mi acompañante es conocido en Madrid, el mío desde luego no, pues acabo de desembarcar en Valencia vía Cerdeña, y en las Españas sólo soy conocido en las tierras de los aragoneses, que por fortuna andan algo alejadas de aquí. Pero no es mal considerada vuestra merced al preocuparse de su salud a través de la nuestra.

Bien, vayamos pues al lugar conveniente, donde esta vez beberé algo menos, pues por no parecer descortés le he dado algún sorbo de más al vino, y ando algo torpe de pulso. Espero que no tengamos que hacer prácticas de esgrima...

Al ver la maniobra de Emilio me levanto rápidamente para taparla por si alguien estuviera observando, pero cuando me dispongo a recriminarle por su falta de tacto el bravucón ya se me ha adelantado, con lo que ahorro saliva.

Seguramente poseé las grandes cualidades de la juventud este de Vinuete, pues los vicios bien se ve que los tiene todos...

Vamos, vamos, Don Álvaro, no riña usted por tan poca cosa - digo a del Monzón con tono de chanza - Ahora no quedan aquí muchas almas, pues la mayoría se han retirado, pero todo Madrid nos ha visto sentarnos con el ilustre - continúo, señalando con una mueca a Félix -...quitando que el Chete no olvida una cara y nuestro aspecto...no es por ofender, pero formamos una cuadrilla difícil de olvidar. Darle nuestro nombre aquí a la lumbrera no cambiará nada, o al menos ese es mi pensamiento.

Pero razón no os falta en que ahora toca ser más prudentes - añado, mirando significativamente al jovenzuelo Emilio - si no queremos arriesgarnos a que nos pongan a secar colgando de algún madero. Algo habrá que inventar para mejorar nuestra historia..., para esto se me ocurre que iré en busca de "La Paca", que es buena compañía en las tabernas.

!Y nada de mencionar a nuestro sacro cliente, don Rodrigo, que nos la jugamos!- termino, en voz más baja para que no me oigan los demás, poniéndo la mano amistosamente en el hombro del caballero de Santiago.

Nos encontraremos en la taberna - me despido con la mano en alto - Iré lo más rápido que mis pies y el barro de las calles lo permitan.

Así diciendo, salgo caminando con garbo hacia mi alojamiento para recoger mi guitarra.

- ¡Pardiez! Nos empezamos a separar y no ha pasado ni media mañana

Tarde lo digo porque el bardo ya se aleja calle arriba. Encogiéndome de hombros me vuelvo hacia Rodrigo mientras seguimos caminando por la calle:

- De mi salud ya he cuidado muchas veces con acierto y no pocos enemigos he enfilado hacia el infierno con una patada en el culo y el llanto de sus viudas como música de fondo. Pero ahora debo preocuparme de la mía y de la suya...- sonrío al escuchar las palabras de mi noble amigo - ¡Y nunca he visto que el alcohol con mesura reste bríos al acero! Más bien al contrario nos dota del arrojo que en ocasiones la prudencia nos quita. De cualquier modo si su hoja se toma el día libre la mía gratamente ocupará su lugar. De hecho debo confesar que estaría encantado de que alguien nos causase problemas porque hace tiempo que no ejercito los músculos.

Las bravuconerías son marca de la casa. Espero que haya oportunidad de batir acero, porque estoy empezando a sentirme como una vieja haya con su noivicia en un convento de monjas: aburrida e inútil.

Casi sin mediar más palabra Ambrosio abandona la taberna diciendo y a buscar a no se sabe quien.

Mientras tanto la taberna se va vaciando, en un abrir y cerrar de ojos, casi os quedáis solos.