Partida Rol por web

Julietta sonreía ante el discurso de su primo y preguntó.

—¿Y qué es lo que haces, ahora? ¿Tienes algún proyecto nuevo en mente?

Rieron a la vez.

—Depende.

Sento cedió la palabra a Isa.

—Cantar la canzone es un privilegio exclusivamente femenino. No es cuestión del sexo del cantante, ni del género o el sexo del destinatario. Una chica puede declararle su amor a otra igual que a un chico. Eso sí, hacerlo es un gesto de feminidad. No asocies feminidad con fragilidad o algo así, las cantantes de canzone son fuertes, duras, les gustan las peleas. Mujeres de armas tomar. Vamos.

Tomó la palabra Sento.

—Un hombre que canta canzone a otro tiene que ser femenino. En ese sentido la canzone se ha convertido en un distintivo de la cultura trans. Si un chico ama a otro pero no se siente mujer, no debe cantar canzone. De hacerlo, será tomado como un insulto, como si cantara a una mujer.

Ah, y nos hemos conocido hace un rato, pero eso es cosa del carácter asteropés.

Isa asintió. Ambos se la quedaron mirando a Bediviere expectantes, sonriendo.

Los ojos de Bryony se pasearon con descaro por el cuerpo de Frida y cuando descubrieron sus pezones sus labios se curvaron en una sonrisa traviesa, llena de anticipación. Sus miradas se encontraron y la fragilidad que encontró en la chica erizó el vello de su nuca y aumentó el calor en su vientre. De algún modo a Bry le resultaba agradable provocar esas sensaciones en ella. En realidad, cualquier cosa que significase un impacto sobre otro alguien le gustaba, la hacía sentir relevante. 

Se humedeció los labios antes de inclinarse hacia su pecho, para lamer muy despacio un pezón, dibujando una espiral con su saliva. Sus dedos, mientras tanto, se colaban bajo la línea del bikini y la seguían, jugando a mantenerse en esa línea, tentando, insinuando un avance que no llegaba a realizar. 

Aumentó el movimiento de su boca, succionando, apretando con los labios, lamiendo, acariciando con cuidado con los dientes. Y cuando se separó, sopló suave sobre el pezón humedecido, con toda la intención de estremecerla por el contraste de temperatura. La miró, con media sonrisa, y con los ojos clavados en los suyos traspasó con los dedos la barrera invisible de la braga para buscar la humedad de su sexo. 

—Describe esto —le pidió, en un susurro rascado por el deseo—. Cuéntamelo. 

—La verdad es que la cosa pinta siniestra. Pero piensa que si sigue habiendo un alguien tras eso o bien no quiere hacerte daño, o para el daño que te quiere hacerte necesita que hagas algo en concreto. Normalmente las trampas están hechas contra los instintos, así que por ahora controla tu curiosidad y no des un paso sin decírmelo.

Miró a los lados.

—Bueno, un dia de estos nos tomamos una cerveza. Tienes mi teléfono. Cualquier cosa me llamas y acudo ¿Ok?

Sonrió.

—Ah, el Boss es Achi. No hay otro boss que tu tío ¿No te parece?

Reían con facilidad, casi con cada interacción. Etna se rascó el pelo con un dedo.

—Pues espero que no te resultaremos empalagosos, Adam. Aquí en Astérope la gente es tan tan tan enrollada que los de fuera a veces les da mal rollo y piensan que les queremos secuestrar o robar. Mi tía Enriqueta invitaba a los turistas a cenar a su casa, les hinchaba a comer y luego les invitaba a quedarse a dormir. Una vez una chica llamó a la policía porque pensó que le había drogado el vino para robarle los órganos. Mi tía lo pasó fatal. Tiene cara de bruja mala y en todas las reuniones familiares alguien saca la anécdota y nos partimos el culo.

—A mí me pasa al revés, los normales me parecen un poco siesos. Me he criado entre achuchones y a mi alrededor todo era diversión y alegría. Me costó mucho acostumbrarme a respetar la distancia interpersonal… Adam… ¿Te puedo dar un besito?

Nikita asintió a los consejos de la mujer y también a su sugerencia de tomar una cerveza. Relajó al fin el gesto de preocupación.

—Lo mismo digo. Cualquier cosa tenme al día, ¿vale?

Soltó una risita ante el comentario sobre Achille.

—Yo es que lo conozco como "el puto amo", ¿sabes? —y rió otra vez.

Se levantó del banco esperando a que Mariam hiciera lo mismo para darle dos besos de despedida. Había algo como muy serio y muy poco serio a la vez en la cara de aquella mujer que hacía que le fuera difícil no sonreír si la observaba con atención.

—Me ha encantado conocerte —confesó sincero—. Gracias por todo —Y tras un último saludo levantando la mano se marchó caminando por el paseo marítimo.

****

Trató de no hacer ruido cuando entró en el piso y tras una visita al baño fue directo a su habitación. Se desnudó hasta quedarse solo con los boxer y se tumbó en la cama con el móvil en la mano. Chequeó los mensajes que hubieran entrado durante todo el día y a los que no había prestado la más mínima atención. Suspiró de nuevo: o conseguía dejar de pensar en la casa o no iba a pegar ojo.

Fue entonces como si de pronto entendiera de verdad que al día siguiente comenzarían las clases. Hasta el momento había sido como una idea, a veces incluso una un tanto nebulosa. Sonrió burlón al imaginarse a sí mismo como universitario y a la primera persona a lo que quiso escribir fue a Ariadna.

Estoy nervioso, prima (carita con gotita de sudor). Se aceptan consejos

Después a Sharif:

A Irene no le gusta llevar pantalones por casa

Luego sostuvo el teléfono frente a sí, dudando. Buscó entre las fotos las que guardaba de Katerina (bastantes) y estuvo repasándolas. Ella estudiaba en el campus y aunque fuera enorme antes o después se encontrarían. Hacía tiempo que no hablaban y aunque la chica sabía que entre sus proyectos estaba estudiar, no tenía idea de que se había presentado a la prueba ese año, al menos él no se lo había dicho. Dejó caer la mano del móvil sobre la cama y miró al techo. Sintió que su rostro y sus ojos se enrojecían de rabia y pena. No saber qué escribirle ni cómo, cuándo era apropiado hacerlo o si se alegraría o la contrariaría tenerlo cerca. Pero no avisarla no le pareció una opción. No solo haría muy incómodo un encuentro sino que deseaba escribirle con todas sus fuerzas. Pero ¿el qué?

Era tarde aunque ella era bastante noctámbula, así que podría ver el mensaje, tal vez responderle. Joder, ¿cómo podía ponerse tan nervioso?

Levantó al fin el móvil con decisión y se puso a escribir:

Katya, pasé la prueba de acceso a la universidad y estoy dentro

no en derecho, en la nueva facultad de estudios esotéricos de Atlaneva, empiezo mañana

en casa todos están flipando. Yo un poco también

un poco bastante

espero que estés bien, Αικατερίνη

Pero antes de enviar el último borró la palabra en griego. Era el nombre que tenía tatuado alrededor de su brazo.

Ingvild arqueo las cejas ante el inesperado discurso del primo de Giulá.

—No es la primera vez que me dicen algo en esas líneas —replicó la joven con una sonrisa imperturbable— Aunque nunca de manera tan articulada —concedió sosteniendo la mirada de Telmo.

—Entiendo lo que dices. Pero me juzgas precipitadamente. Mi idea con los tours incómodos es divertirme, pasarla bien, y desmitificar el arte. La idea nació mientras recorría la Galería Nacional de Retratos en Londres con una amiga. Comencé a relatar los hechos más nefarios de los personajes allí expuestos, y a mi amiga le causó tanta gracia que me sugirió medio en broma que debería dedicarme a la tarea. La verdad es que siendo una estudiante pobre, la posibilidad de trabajar cerca de las obras que me inspiraban era realmente tentadora. Y luego todo explotó, pero no lo busqué activamente. No lo hago por provocar, aunque provocar sea divertido. Tampoco es un ejercicio revisionista; casi en todas las épocas hubieron voces en contra de la esclavitud, el patriarcado... Lo que sucede es que el mundo del arte puede ser muy conservador, paradójicamente. Y te lo dice una historiadora del arte cuya especialización es en los artistas de la Edad de Oro Neerlandesa del siglo XVII.

Se arregló el cerquillo como siempre hacía cuando debatía sobre algo que le interesaba.

—Al mismo tiempo, funciona como una lección de historia. ¿Conoces el HMS Bounty? El Bounty era una embarcación cuya misión en 1787 consistía en ir hasta Tahití para recolectar un fruto llamado panapen y llevarlo a Jamaica. Tras abandonar la isla parte de la tripulación se amotinó contra su capitán, Bligh, abandonándolo a él y al resto de leales en una pequeño bote en medio del Pacífico. Milagrosamente, el capitán Bligh fue capaz de realizar lo que probablemente sea la proeza naval más legendaria de todos los tiempos, y finalmente logró retornar a Londres. Las causas del amotinamiento son difusas, pero parecen residir en el anhelo de parte de la tripulación de vivir una vida de ensueño en Tahití, donde las mujeres eran voluptuosas y promiscuas y los hombres amables. Vamos, como haría Gauguin muchos años después. Desde luego, esa no fue la versión de los amotinados; declararon que el capitán era un déspota que los trataba de manera infame. Al final prevaleció la versión romántica, incluso en películas, y Bligh, sin el carisma ni las conexiones del líder de los amotinados, Fletcher Christian, quedó como el malo. Como sea, hoy en día en la Galería Nacional de Retratos se exponen los retratos de Bligh y de dos de los amotinados que fueron apresados e indultados gracias a sus conexiones familiares. Pues bien, a los Heywood no les cayó para nada bien que ensuciara la imagen de su ancestro con la pintada de amotinado. Pero Bligh tampoco se salva; la misión para buscar panapen tenía como causa subyacente la de alimentar de manera barata a los esclavos de la corona inglesa en Jamaica. Y ya no hablemos de los descendientes de los amotinados en la solitaria isla de Pitcairn, que han sido condenados por abusos sexuales de menores hace no muchos años.

No sabía por qué había recordado la historia del Bounty. Seguramente fuera culpa de aquel extraño sueño. Se encogió de hombros antes de proseguir.

—No sé, a veces leo cosas y me gusta vincularlas al arte. Tienes que pensar que en aquella época los pintores de retratos funcionaban como muchas casas de fotografía modernas; la tarea era más mercantil que artística. Consumismo, como bien dices. Pero te tomo el consejo. Intento flotar por sobre el sistema, pero a veces es difícil comprobar que uno ya está en la burbuja.

Telmo le caía bien. No parecía tener pelos en la lengua, y Ingvild podía identificarse con ello. Se había concentrado tanto en su respuesta que se olvidó por completo de la pregunta de Giulá.

El pezón se había hinchado todavía más. Frida gimió cerrando los ojos. Hablaba tan bajito que parecía casi que lo hiciera para sí misma, como si pensara en voz alta.

—Parece un cliché… Pero... Siento que me abro... Como una flor… Como una flor, sí... Es casi… Mecánico. Pero también soy un pájaro planeando en las alturas.. Muy alto, ah, aha… Jajajaja.

En un intento fallido de tomar la iniciativa se puso a quitarle la ropa con tanta torpeza que le hizo un jirón nuevo al vestido. Reía mientras le quitaba el sujetador a Bryony y después, mientras se quitaba las bragas.

Tenía el pubis muy poblado de un vello tan negro como su pelo. La abrazó y siguió hablándole al oído.

—Es una sensación... desemboca... en la vagina... pero ocurre en toda mi piel… es… se vuelve... líquida cuando, cuando me tocas… Sé que puedo entrar dentro de ti y que puedes entrar dentro de mi y eso me da un poco de… Vértigo…

El chico boqueó sin conseguir articular una sola palabra. Se encogió de hombros y asintió con la cabeza a la petición de Concetta.

- Soy de Richmond... Canadá. Allí somos... son los tipos amables de América del Norte. Hay hasta un refrán que dice que si le pisas un pié a un canadiense éste se disculpará por haberte manchado el zapato de nieve. No tiene ni puta gracia, la verdad. Allí la gente sonríe... siempre. Es agotador. Pero esto... esto es otro nivel. Mini sandwiches, té helado, cerveza... joder, no he cogido una cerveza por educación. Con permiso...

Adam tomó una de ellas... aún seguían heladas al estar dentro del cubo de hielo. La abrió y le dio un buen trago...

- Lo necesitaba. En serio. 

Tuvo que volver a hacer una pausa para retomar el hilo de lo que estaba diciendo.

- Lo que decía... que en Canadá la gente es muy amable y aún así no os llega ni a la suela del zapato. Pero no... no os hagáis ilusiones que os ha tocado el canadiense más antipático de todos. Y, claro... esto es un choque. Un choque de la leche. Y no quiero que penséis que os falto al respeto ni nada de eso. Es que yo soy un cuervo. Ni más ni menos. No tengo amigos y en general la gente no quiere estar conmigo. Y ahora me siento como que soy un puto maleducado. Pero creo que lo suyo es que sepáis quien soy. Sois buena gente y os merecéis cierta sinceridad. Espero que aquí la cosa cambie. Mi psicólogo así lo espera. Y yo también, la verdad.

No sólo le gustaba esa canción, sino que se prestó a tocarla con una guitarra eléctrica que tenía en la habitación.

Hablaron sobre todo de música, pero también de cine, y de la vida en el colegio, que le enseñó en un paseo. Cenaron juntos en el comedor y por la noche fueron un grupo de estudiantes a cenar de bocadillo en la playa para ver el atardecer.

Se cruzó con Azia de regreso al colegio. Intercambiaron números de teléfono y cuando estaba a punto de acostarse recibió un WhatsApp de ella con una foto en blanco y negro de Adam con la capucha y gafas de sol, señalando al cielo con un montón de esos pajarracos al vuelo.