Partida Rol por web

Astérope

La Invasión.

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10/08/2021, 21:33
Adam Dyer

La funcionaria tiró aire por la nariz y habló.

—Su discurso tiene tanta elocuencia como dignidad, señorita. Pero no deja de ser eso, un discurso elocuente, cosa que yo no necesito. Lo que he pedido es información.

Se acercó a la puerta, la entreabrió e hizo un gesto a uno de los soldados, que se marchó, quedando otro de guardia.

—Entiendo la urgencia. Está claro. Pero por ser fieles a ella, si de verdad quieren que fructifique, deben entender cuál es mi función aquí. Estoy para valorar la veracidad de la información que recibo. Y para conseguir que el aviso salve vidas necesito todas las pruebas y detalles que me puedan dar. No una foto de Google.

Volvió tras su mesa.

—Por ejemplo: ¿de dónde ha salido esa información? ¿De quién? ¿Qué cargo? ¿En qué lugar están emplazados esos misiles? ¿Cómo y por dónde van a entrar en nuestro territorio?

No se sentó.

—No quiero parecerles insensible. Tampoco me importa. Lo que me importa es que se esmeren en demostrar la fiabilidad de su información. Su gravedad está clara, y su urgencia. Entiendan que aunque su intención sea del todo pura y noble, pueden haber sido contaminados por la inteligencia enemiga.

Un soldado abrió la puerta.

—De todas formas por deferencia a su sangre le he pedido a mi superior que venga y les escuche. Pero por las vidas de las personas que han venido a salvar, cuéntenle todo lo que sepan.

Un hombre alto y apuesto entró en la sala. Vestía pantalones hasta las rodilla, unas largas botas y un chaleco color turquesa.

La funcionaria se puso firme y golpeó su pecho con el puño, a modo de saludo militar. Él le pidió que descansara y se presentó.

—Soy Maceo, duque de Iablonka. Contadme qué ocurre.

Adam tomó la palabra casi de inmediato, sin esperar posibles intervenciones de aquella marioneta empolvada que permanecía impertérrita tras el escritorio como si su única función fuese precisamente esa, estar allí. De nuevo habló con franqueza y sin aspavientos en la voz intentando que aquella actitud fuese probatoria suficiente para refrendar su caso.

Estimado duque, le ruego nos escuche atentamente. Sé de lo inverosímil de esta visita y, aún así, espero que nos crea y haga cuanto pueda para que la información que traemos sea llevada a quién corresponda. Mi nombre es Adam y hasta hace apenas un mes pensaba que era un humano, pero no lo soy. Soy hijo de la Reina Nofret y, aunque nací en la Horatura de Derl, con apenas unos días fui intercambiado con este chico que me acompaña y crecí en el otro lado. 

Adam tenía la sensación de que se iba por las ramas y aún así, esperaba que su interlocutor aguardara pacientemente a que cada pieza del discurso tomara su forma y su lugar para que pudiera contemplarlo todo en conjunto. Que no se cansase pronto de prestar atención y gastar su tiempo y que entendiese que todo tenía un por qué.

Si le cuento esto es para que tenga a bien disculpar la falta de conocimiento sobre la burocracia de este mundo... MI mundo, al fin y al cabo. Pero tanto da. Lo importante no ha de ser el cómo se entregue esta información que traigo, sino el hecho de traerla. 

Adam paró un instante y se puso las manos en las sienes. No quería dejarse nada y aún así sentía que estaba disperso. Aquella mujer de la cara blanca le había exasperado en cuestión de unas pocas palabras y ahora se sentía inmerso en un discurso quizá demasiado denso y arduo de seguir.  Pero se esforzaba... vaya si lo hacía.

Mi cuerpo ahora mismo está allí, en el mundo de los humanos. Escondido en un bunker intentando protegerme de los estragos de esta guerra. Pero allí estoy en contacto con el mando militar humano. Bueno... con un asesor externo que trabaja con ellos. Un profesor de la Universidad de Astérope llamado Nió Vicassy. Ha conseguido contactar con nosotros para asegurarse de que nuestro estado de salud era bueno y que estábamos protegidos de ataques. Ataques tanto de un lado como de otro... y nos ha dicho que el mando militar humano pretende utilizar contra la población feérica bombas termobáricas. La información que traemos es un simple artículo de Google en el que explica su composición, funcionamiento y, por descontado, devastador efecto en cuevas y espacios cerrados. Sin duda es el arma perfecta para atacar ESTE mundo. He atravesado el Sueño por segunda vez para traer esta información.

Adam volvió a parar un instante... ahora para decidir si dar o no el siguiente paso. Un ligero toque al freno para identificar hasta dónde era prudente llegar. Y aún así, brevemente, continuó poniendo toda la carne en el asador. Una ligera mirada acusadora a la funcionaria dio paso a nuevas palabras.

No hay más que decir... no hay más pruebas, ni fotos, ni testimonios... ni intenciones ocultas más que el mero hecho de intentar proteger vidas. Desconozco, insisto, lo conveniente o impopular de mi postura... las implicaciones o las interpretaciones que puedan hacer ustedes de la misma. Pero esto es lo que vengo a decir y creo, mi señor, que ya lo he hecho. A partir de ahora, el asunto está en sus manos y, aunque le ruego que haga cuanto pueda para elevar ese dato hasta dónde sea necesario y se tomen las medidas oportunas para asegurar que todo nuestro pueblo esté a salvo y nuestras ciudades puedan quedar de una pieza tras este conflicto, creo que no hay mucho más que yo pueda hacer. Y me gustaría, créame. Pero aquí solo soy un noble desterrado y allí solo soy un chico insignificante.

Y al decir esa palabra "insignificante" se sintió precisamente así. Con un paso liviano se colocó al lado de Branwen y la tomó de nuevo entre sus brazos buscando una especie de híbrido entre apoyo y consuelo. O simplemente quería sentirse un poco "en casa". 

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10/08/2021, 23:21
Bediviere Lafayette

La sonrisa de Nikita la hizo sonreír también, a pesar de todo. A pesar del caos, del miedo, del cansancio y de la muerte que los rondaba de manera constante desde hacía varias horas. Inspiró, profundamente. Sentía su sed, tan cercana y familiar, e igual a la propia, que durante un instante notó como si le ardiesen los labios, provocando que se mordiese el inferior. 

Decidió también prestar atención a lo que ocurría, por ser de vital importancia. Asentía a las palabras de Frida- Se ve que la mayoría vamos a ser intercambiados, al final. Adam, vosotras, yo... Y a saber si Branwen. - suspiró, sintiendo aún la espita que se le había clavado en lo profundo al enterarse de la noticia- No voy a decir que es imposible que vuestros padres sepan sobre todo esto o hayan sido una parte activa del proceso. Pero, también cabe otra posibilidad. Y es que sus superiores los hayan metido en algo de lo que ni siquiera son conscientes.- apuntó- No se puede fingir amor paternal tanto tiempo. Las mentiras tienen las patas cortas. Para ellos, de alguna manera, sois sus hijas. Se preocupan por vosotras. -insistió- Así que no descartéis nada. Yo por lo pronto, estoy bastante convencida de que si bien mis padres pudieran sentir algo extraño con respecto a mí, no fueron conscientes de que me cambiaron en algún momento, aunque sí de que soy diferente. -aseguró- Pero como ha dicho Nikita, comentádselo a Branwen cuando despierte. -dijo, mostrándose de acuerdo con las palabras del asteropense. 

Observó mientras tanto la interacción entre Bryony y Calista. La forma de ver el mundo que tenía Bryony era... Especial. No le extrañaba en absoluto que hubiera sido la primera en ver los rasgos feer que todos compartían. 

Nikita confesaba tener esa conexión sensorial con el cuervo, y Mariam lo dejaba en manos de Bryony e Ingvild. La última acariciaba el pico de Fausto, y aunque su idea no era mala, no pudo evitar mirarla con cierta suspicacia- Pero sólo código morse, y sólo le tocáis el pico, o la cabeza. -advirtió, casi como si la sombra que había en su sangre se arremolinase en su voz, y en sus ojos, dándole un tono sombrío a aquella sentencia. Pero aquello duró solo un instante. Sus gestos se suavizaron, acto seguido, mostrando preocupación y cierto temor excitado- Tened mucho cuidado. Os quiero ver de una pieza al volver. Si tenéis alguna emergencia médica y necesitáis que os guíe, utilizad eso del código Morse, tratad de comunicaros a través del bastón, o con mi cabeza. Obviamente esto es si no funcionan los teléfonos. Es mejor que llaméis a emergencias primero. - sugirió. 

Luego se volvió de nuevo hacia Nikita. Negó con el rostro al ver que le dedicaba un guiño y la invitaba a subirse a su nuevo vehículo. No, jamás habría esperado un secuestro así- V kontse kontsov, ty uvedesh' menya daleko. Pochti do kraya zemli.*-respondió, con cierta malicia, antes de acompañarlo al interior de la nave, dedicando un último gesto de despedida a las chicas. 

Notas de juego

*Al final sí que me vas a llevar lejos. Casi que hasta los confines de la tierra. (en ruso)

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10/08/2021, 23:22
Bediviere Lafayette

Una vez dentro de la nave, Nikita se detenía frente a ella. Habría reconocido aquella expresión entre miles, aunque no sirvió para que evitase emitir un respingo involuntario al notar que la echaba hacia atrás, agarrándola, para besarla de aquella manera, sacada de una  película antigua en blanco y negro. 

- I chto my yeshche ne vyigrali voynu...susurró, cuando volvía a dejarla en posición vertical, siguiéndolo a él, y a Calista, hacia el interior de la cabina. 

Lo observó todo ajustándose las gafas, a medio camino entre la incredulidad y la fascinación, a pesar de que le ardiesen las pupilas de la falta de descanso y de que tuviese una creciente sensación de irrealidad palpitando en la cabeza. 

Nikita se mostraba entusiasmado ante la idea de aprender a manejar la nave, y ella símplemente dibujó una sonrisa suave, cruzándose de brazos, a un lado- ¿La nave tiene camarotes? Habitaciones, para dormir y eso.-preguntó a la ginoide- Creo que no estaría mal que aprovechásemos la hierba de Mariam para descansar un rato mientras nos haga efecto. O no dormir empezará a pasarnos una factura seria. 

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11/08/2021, 04:30
Bryony J. White

Los ojos de Bryony se abrieron más cuando la estatua cogió su mano. Su sonrisa se curvó un poquito en las comisuras y por un instante, se mordió el labio con el colmillo, expectante, aunque al final no pasó nada. 

Le importó menos que Mariam se marchase cuando supo que el cuervo se iba a quedar con ellas. Y luego escuchó lo que decía Frida. Tenía sentido, claro que lo tenía. Al menos desde un punto de vista racional. Pero a Bry, que llevaba dos días sin dormir y que se había encabezonado, le costaba razonar cuando se trataba de sus padres. Si no hubiera habido esa cena una semana atrás, sin duda habría estado más receptiva. Pero la había habido y aún quería creer que si algo de eso fuese cierto se lo habrían dicho ese día, una vez que ya todo había empezado. 

Entre los extremos que representaban Frida y Bediviere, Bry optaba por una vez por inclinarse hacia la opinión de la americana y darles el beneficio de la duda. Así que no dijo nada, solo frunció un poquito el ceño y se propuso hablar con sus padres en cuanto pudiese. 

Prestó atención a lo que Carme podía ver desde el techo y suspiró.

—Será mejor que entremos al búnker cuanto antes. 

Pero cuando ya estaba enfilando hacia la casa la revelación sobre el cuervo y Nikita hizo que abriese los ojos de nuevo. Lo miró, sorprendida, y al momento siguiente una sonrisilla traviesa se perfiló en sus labios. Los apretó intentando contenerla al escuchar la intervención de la novia del chico, pero no era difícil notar que tenía toda la intención de hacerle cosquillitas al ave en cuanto tuviera ocasión. Y no en código Morse.

Al fin, les despidió con la mano cuando entraron en el submarino terrestre y dirigió sus pasos hacia el interior de la casa, esta vez sí que sí.

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11/08/2021, 04:42
Bryony J. White

Se metió en el búnker, esperando que las otras tres chicas también fuesen con ella, y una vez ahí echó un vistazo para ver si Mariam les había dejado algo de esa maría mágica que quitaba el sueño. Tenía la sensación de que la iban a necesitar, ella al menos. Pero enseguida que lo hubo comprobado, se giró en busca de Ingvild. 

—Tía, me tienes que enseñar lo de tu cámara negra. Ahora vamos a tener tiempo de sobra y me muero de ganas por ver de qué va esa movida. Ah —agregó, al caer en algo—, y me tienes que pinchar un dedo con algo afilado, ¿vale? Pero cuando esté en modo hada de luz o lo que sea. Quiero comprobar eso de la sangre. 

Miró a Frida y le hizo un gesto con la barbilla.

—¿Te apuntas al pinchazo? Si yo la tengo azul tú también.

Notas de juego

Estoy dando por hecho que al menos Frida e Ingvild vuelven al búnker con Bry. Si no es así, avisadme y corrijo :3.

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11/08/2021, 07:22
Nikita Pontecorvo

Al oír la exclamación de Ingvild, Nikita volvió a girarse. Su idea acerca del morse, original sin duda y con aquel toque muy… de Ingvild, le hizo sonreír, y mientras ella se explicaba, sintió un pequeño golpecito en la nariz que le hizo guiñar los ojos. Estaba por confirmarle que funcionaba, cuando el sonido de la voz de Bediviere emitiendo aquella advertencia lo dejó descolocado. No sonó a broma y hasta su mirada se oscureció. Nikita frunció el ceño observándola, pero el nubarrón que había cubierto su expresión desapareció en apenas un instante. En todo caso el amago de sonrisa de Bry no parecía indicar que se hubiera amedrentado demasiado.

Funciona —aseveró volviendo sobre el asunto—. Pero no conozco morse… Tal vez Calista. O tal vez el don de lenguas incluya cualquier tipo, habladas o no —comentó mirando ahora a Bediviere mientras sus manos se movían haciendo gestos por idioma de signos—. [¿Si te hablo así me entiendes?] —dibujó en el aire.

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11/08/2021, 12:10
Bediviere Lafayette

Bediviere afiló un tanto la mirada, al percibir la sonrisilla inquieta de Bryony- Sólo el pico y la cabeza.-repitió, para las dos. Suspirando para no cruzarse de brazos, tratando finalmente de relajar su postura- Haréis lo que os de la gana, por supuesto.-tradujo, de ambas expresiones- Pero eso es algo que puedo hacer yo también, entonces. Vosotras veréis.- dijo, sin que quedase del todo claro si hablaba en broma o en serio.

Moderáos un poquito al menos. No está la situación para que nos esté pasando algo importante o grave y vosotras estéis toqueteando a Nikita con un control remoto que lleva plumas.-dijo, cruzándose finalmente de brazos.

Luego escuchó a Nikita preguntándose si ella entendería lenguas no escritas también. Lo vio utilizar lengua de signos. Para su sorpresa, lo entendió- [Sí, te entiendo]- respondió, como si sus dedos supieran por inercia lo que tenían que hacer, queriendo transmitir aquella frase, mirándolo a continuación, absolutamente perpleja- [Lo entiendo.]-repitió, mirando ahora hacia las chicas y asintiendo. 

Y al ser consciente de que entendía algo como eso, sintió cómo el corazón se le encogía- [Ahora vas a poder decirme lo que quieras, aunque todo sea silencio]- dijo, resumiendo lo que sentía en ese instante en una frase, y recordando lo que le había dicho del silencio antinatural que percibía en su cabeza, cuando no llevaba los audífonos. De lo distinto que era al silencio que percibían los demás. Las pupilas se le humedecieron peligrosamente, e inspiró hondo. Tragó saliva.

Bryony conminaba a las chicas a volver al bunker- Cuidáos mucho.-dijo, a modo de despedida final- Nos vemos mañana. 

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12/08/2021, 11:34
Calista

La máquina se movía con un leve traqueteo, como si fuera un tren moderno de alta velocidad.

Calista le ofreció a Nikita ponerse al timón y el joven comprobó que éste, acolchado, parecía el volante de un choche de carreras si éstos hubieran existido en el siglo XVII, se movía con la suavidad de la dirección asistida de un camión articulado de última generación.

También le enseñó algunos indicadores que habían en el cuadro de mandos, como una especie de nivel de burbuja circular giratorio—que parecía un laberinto tridimensional dentro de un cristal que estaba lleno de un líquido naranja fosforescente salvo una burbuja de aire— que informaba de la inclinación y la dirección, una rueda giratoria como las de las balanzas analógicas antiguas pero con los números en tipografía humanística que informaban de la velocidad en millas/hora y un indicador como el cuentakilómetros de los coches, pero más grande, y en millas y esa misma tipografía, que informaba la distancia recorrida. La milla en cuestión era, según les explicó Calista, la milla romana, que equivalía en este caso 1478 metros del sistema métrico moderno.

También se podía graduar la velocidad de las distintas brocas con unos diales que parecían tuercas de oro e indicadores, en otra parte de la "cabina" —que recordaba a la de un barco— de presión, temperatura, refrigeración, nivel de lubricante, etc. Todas ellas en unidades antiguas. Y un comunicador con la sala de máquinas que parecía hecho con los cuernos de un toro dorado.

Calista sacó un plano muy grande, un rollo de dos metros de alto, y lo tensó en una especie de biombo que hacía el efecto de una pantalla o un enorme pergamino. El papel circulaba desenrollándose por la izquierda y enrollándose por las derecha, haciendo el efecto de una pantalla en la que la imagen se fuera presentando. Era un plano del manto en el que habían flujos de corrientes. Les indicó su destino, que llamó "El Nacimiento de los Seis Grandes Ríos", y que explicó como un nodo en que confluían varias corrientes de lava en el manto. Llegarían allí en diez horas, pero habría un cambio abrupto dentro de seis, al pasar por el borde inferior de la litosfera y el paso a la astenosfera, ya en el manto, con zonas de material fundido.

En "El Nacimiento de los Seis Grandes Ríos" estudiaría las corrientes de lava y obtendría seguramente pistas sobre dónde podría ocurrir la cadena de erupciones volcánicas que se esperaba.

Como Bediviere le había preguntado por un camarote —entonces Calista había respondido afirmativamente—, una vez mostrados los rudimentos en el pilotaje del subterreno, les invitó a que descansaran diciéndoles que les avisaría de cualquier contratiempo durante el viaje y pidiéndoles que le dijeran cuándo querían que les avisara si no ocurría nada que debiera interrumpir su descanso.

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12/08/2021, 22:22
Nikita Pontecorvo

Habría tenido sentido pensar que tocar el subterreno o dirigirlo con sus propias manos haría que todo pareciera más real. Sin embargo no fue exactamente así. Más bien Nikita comenzó a sentirse él mismo como una ensoñación, al igual que todo cuanto veía.

Esa sensación parecida a un aumento de la propiocepción que se siente cuando uno conduce un vehículo y se acostumbra a él y sus dimensiones como a una extensión de uno mismo, la sintió Nikita como un cosquilleo que pasaba de sus manos al volante a su espina dorsal. La dirección le pareció una maravilla y así se lo hizo saber a Bediviere a quien le pidió que sostuviera el volante también entre sus manos para que pudiera comprobarlo. Los indicadores, pese a su extraño diseño, le parecieron bastante intuitivos tras observarlos un rato cotejándolos con su propia sensación de movimiento, aunque habría querido tener la cabeza libre de la pesadez que desde hacia un rato no podía ya ignorar. Sus ojos iban sin embargo de un punto a otro —viajando de tanto en tanto hasta los de Bediviere para compartir con ella su fascinación—, y escuchaba con toda la atención de que era capaz. Habría querido tener todo el tiempo del mundo para toquetear hasta la última pieza de aquella máquina maravillosa. Empezaba a admirar profundamente a Ariosto por haber sido capaz de construir algo así y —aunque de una forma aún difusa que mezclaba lo que podía ver en ese instante y las piezas de orfebrería de su madre—, Nikita empezó a imaginar las cosas que le gustaría construir si tuviera la pericia y los conocimientos para ello. Tal vez algún día Calista le pudiera enseñar.

El mapa del manto parecía el típico pergamino que representara el Inframundo de una antigua mitología, pero copiado por algún estudioso del siglo XVI. Y, pensándolo bien, seguramente lo fuera, solo que los mitos habían resultado de una realidad mucho más literal de lo que jamás hubiera imaginado, como quedaba claro al observar a Calista. Acostumbrarse a su presencia, verla moverse y hablar, no era tampoco tarea fácil y tal vez no llegara a serlo nunca.

Cuando la Doncella les preguntó cuándo querían que les avisara, Nikita intercambió una nueva mirada con Bediviere. Un camarote, un lugar a solas en lo profundo de la tierra, con ella y horas de tiempo por delante para, como había dicho Bediviere, "dormir y eso". Sonrió. Con todo, aquello casi le parecía lo más increíble teniendo en cuenta la locura continua en que estaban sumidos.

Si no hay contratiempo deja que salgamos nosotros. Si no lo hubiéramos hecho antes, despiértanos cuando falte poco para llegar, por favor —miró también a su chica para ver si estaba de acuerdo. Después se volvió hacia Calista y le tomó las manos—. Gracias. Muchas gracias por todo. Por esperar tanto tiempo y encontrarnos. Por ayudarnos ahora —A pesar del agotamiento y todo lo sucedido se sentía esperanzado. Suspiró—. Ojalá lleguemos a tiempo.

Después soltó las manos de la ginoide y tomó la de Bediviere. La miró con la misma expresión que cuando habían embarcado.

Ven, vamos a buscar el camarote.

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13/08/2021, 11:27
Branwen Glyndwr

Respiró profundamente en todo el periplo de respuesta la escribana y la rauda contestación dada por Adam. Necesitaba la gimnasia física de inspirar y expirar y, pensó también, el sobre exceso de oxígeno para concentrarse en un solo punto: Bombas Termobáricas y evitar las muertes de su uso. Que el resto de las voces de sus pensamientos internos se eclipsaran.

Con la proximidad del fin de la cuerda con la que Adam se había dado fuerzas o el del límite que se había impuesto, no llegaba a tener claro del todo porque senda estaba yendo, lo sintió acercársele y sin reparo se volvió a mezclar con su contacto, brazo aquí, roce de mejilla allá, mirada participe entre medias.

Era un abrazo que le asegurara que ya estaba lejos de la insignificancia. Que lo que le había dado a ella y le daba y esperaba que le siguiera sorprendiendo con más y mejor obsequio, era importante para ella y que eso lo sacaba a el de cualquier nivel de nimiedad en el que él antes se colocara.

Asintió, con sentimiento de acuerdo a lo que Adam había explicado sobre la amenaza y contempló a los dos interlocutores que los estaban juzgando y también a su información, con interés de saber lo que engranaba y se movía en sus cabezas.

Para añadir una pequeña confesión apenas levanto la voz

- Créanme. Somos conscientes de las dificultades de asegurar la certeza de la información. Somos jóvenes, pero leídos y vivimos en el mundo de las fake news. No lo tomamos a mal. 

- Pero por eso es la urgencia de que corriera lo más rápido por la cadena de decisión. Porque a veces hay que aligerar el peso de las cadenas las valoraciones. Que le llegue a quien tiene más perspectiva del puzzle rápido, si nos valiera la comparación, y pudiera encajar o descartar nuestra pieza más correctamente.

- Para nosotros este conflicto ... pues ... solo tiene unas semanas. Nuestra ignorancia, supongo, es ingenua y candorosa. Y si es contagiosa igual hasta peligrosa. Porque a saber lo que se ha cocinado antes. Y como que ingrediente se nos ha considerado en la receta.

- Nosotros solo queremos salvar vidas. El Imperio y la guerra esta por encima de nuestro sueldo. Creo. - la pausó una mueca muy expresiva de genuina duda - Ni siquiera sé de qué papel somos responsables por nuestra sangre o legado o nobleza o como este llamado.

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13/08/2021, 11:29
Branwen Glyndwr

El hombre siguió callado, como meditando. Sin cambiar el gesto le pidió a la escribiente que abandonara la sala y cerrara la puerta. Ella miró con gravedad.

—Señor, los chicos parecen sinceros.

Él contestó con aspereza.

—Estamos en guerra. Cumpla mis órdenes.

Ella hizo un saludo marcial y salió de la sala dejándolos solos.

El duque se levantó de su asiento y tomó una lámpara de aceite de una estantería. La prendió con una cerilla que llevaba en un pequeño bolsillo de su chaleco y la dejó sobre la mesa.

Les hizo un gesto para que no hablaran, levantando el índice y poniéndolo sobre la nariz.

Se acercó a la puerta, sacó una tiza de un bolsillito del otro lado del chaleco y dibujó una circunferencia atravesada por muchos radios, como la rueda de una bicicleta.

De espaldas se le veían las orejas picudas entrando en su pelo castaño, un poco ondulado.

Guardando la tiza en el bolsillo del que había salido, movió las líneas con las manos, como si fueran de cuerda en lugar de polvo de yeso. La luz que entraba por la ventana se fue apagando hasta que la sala quedó oscura, iluminada solo por la lámpara de aceite, que emitía muy poca luz. Ahora los rasgos del hombre eran más afilados, como de un depredador.

Les mostró su mano izquierda a Denis —era el primer gesto hacia él, hasta entonces todo había sido como si no existiera— y luego a Adam y a Branwen, cuando se hizo visible, en su dedo anular, un anillo similar al suyo, solo que en otro alfabeto que ella reconoció como el del Manuscrito Voynich.

Bajó su mano y habló, a Branwen.

—Tú debes ser la hija del conde Felsovadaszi Rákóczi. Yo también soy del Único Ojo.

Justo, se le quedó en la punta de la lengua, la duda que hubiera dejado en el aire, su ahora huérfana, pregunta: ¿Entonces que va a pasar?

El superior de la escribana les metió, al menos a ella se la metió, la inquietud en el cuerpo cuando corto la presencia de esta en su sala.

Por un momento, se le cayó el ánimo hacia el nivel "ahora si la hemos cagado", y se dio cuenta de que no se le ocurría una salida rápida. Pero después, el gesto de su interlocutor paso a ser confabulador y le provocó que lo mirara todo, con los ojos complemente abiertos y fascinados, pendientes de no perderse nada por siquiera pestañear. Si la verdad de los espías era esta se estaba dando cuenta que no estaba hecha para ello.

Sin embargo, obedeció la propuesta de silencio de noble incluso cuando se puso a hacer cosas arcanas que le hacían desear llenarlo de preguntas.

Lo que hizo, cuando al fin estuvo terminado y lo vio usarlo, le pareció una opción de velado para que las confidencias que se revelaran dentro no se pudieran escrutar. Aunque, en la montaña rusa de sensaciones que estaba experimentando, el semblante predatorio bajo la oscuridad de su interlocutor la volvió a alterar, imaginando que más, si él quisiera, podía ocultar.

La instintiva búsqueda de la proximidad con Adam parecía ir camino de hacerse perenne, aunque en la intimidad del fondo de su cerebro ella estaba deseando explorarla con otro ánimo mucho más placentero y en paz. Pero por ahora, bastaba con conformarse con una mutua auxiliación, que no era tan sexy, pero si cálida y más interesante que el vacío. Ella lo abrazó aún más y también con un ligero respingo cuando vio aparecer el anillo desde su resguardo en el dedo del hombre.

¿Por qué yo no he hecho eso? ¿Qué va a moverse porque yo haya enseñado el mío sin reparo?

Exhaló con profusión, averiguando si así podía aflojar un poco la tensión, y eso ayudó a que le acudieran notas de reconocimiento del alfabeto que adornaba el anillo del otro. ¿El Voynich? Eso explicaría mucho. Y alarga esto muy lejos atrás. Joda...

La pregunta del hombre la alejó del torrente de sus reflexiones. Lo miró sorprendida, la verdad no esperando ser la protagonista, pero se rehizo lo suficiente para asentir y dedicarle una sonrisa amable. Ahora les tocaba la Mierda de su Padre y a saber como la iban a superar.

- Si lo soy. Espero que no la única... - se sacudió la verborrea difusa y se centró. Aunque su acento se quedó encallado en su base de gales nervioso - Por cierto soy Branwen. Branwen Glyndwr - se presentó con una reverencia apresurada. Luego volvió a recuperar los ojos de él - ¿Esto es una especie de Jaula de Faraday mágica? ¿Verdad? - repitió el esfuerzo de enfocarse - Perdón. Es que... Sí. Él me lo dio - señalo su anillo - el Único Ojo - se mordió el añadir que no tenía ni repajolera idea de para o por qué. Supuso que para este momento o para otros iguales. Pero no lo expresó. Se destensó, compartiendo el desasosiego que de verdad la estrujaba, con un hilo trémulo.

- ¿Lo que hemos traído os sirve de algo? Vicassy puede que haya querido meternos un farol. Bien ducho es con las manipulaciones. Si estuvieran a la defensiva se lo alabaría. Pero no siento que haya pobres agraviados en contraposición de desalmados villanos en esta historia - vistió su juicio con una mueca decepcionada con la sociedad, en justicia con las sociedades - Solo ambiciones y un montón de sus víctimas. Como siempre, maldita sea.

Se cuadró frágilmente. Agradeciendo visiblemente el soporte de Adam a su lado. Le buscó un instante con la mirada allá en lo alto, sus ojos camino de los de él y el calor de la ilusión caminando firme aunque supiera que lo hacía rodeada de infinitos enemigos.

- ¿Qué podemos hacer para remediarlo, enmendarlo o hacerlo menos terrible? - suspiró. Luego se envaró como cayendo en la cuenta de algo malo y se abrumara - Mierda... Estoy siendo desleal, subversiva y anti lo que sea y no debería... - murmuró frotándose la sien - Debería ser lista, dura y fuerte.  Eso me pide mi Padre y quisiera complacerle pero... Estoy muy cansada, joda, muy cansada - pareció ir a caer, pero se recompuso buscando un lado, el que fuera, positivo - Por favor. Si es posible. No sé cómo apelar a vos ni si sois o seréis receptivo a  ello. Pero os lo ruego. Si podéis. Ayudadnos a evitar más matanzas.

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13/08/2021, 12:03
Bediviere Lafayette

Bediviere escuchaba y miraba, aquí y allá. No sentía la misma pasión por la mecánica que Nikita, pero aquello era tan fascinante y tan salido de una novela de Julio Verne que no podía evitar contagiarse de su fascinación. 

El mapa se le antojó antiquísimo, y el sistema que lo hacía rodar una maravilla para ser tan antiguo. Se preguntó si a través de alguna de esas corrientes se podía llegar a Agartha. Se preguntó cómo era posible que un mapa de hace tanto tiempo tuviese datos geológicos que a día de hoy, se consideraban fruto de investigaciones más o menos contemporáneas. 

Vio a Nikita agarrar el timón, y sonrió. Su expresión era la pura fascinación. Quizá demasiado para ser el capitán de su propia nave. 

Estaban en el seno de la Tierra, pensó, mientras se dejaba guiar y lo agarraba ella también, notando la increíble respuesta a los suaves movimientos- Joder. ¿Nos podrían poner una multa si le pisamos a esto?-dijo, notando el leve traqueteo bajo los pies, mientras sus manos se soltaban, despacio, del timón.

Calista los invitaba a descansar. Y en ese momento recordó repentinamente a Sento. Había elegido la habitación más pequeña del piso porque le gustaba sentir que dormía en una madriguera. El camarote de aquella nave debía ser igual, y tras todo lo que había ocurrido, el calor de una madriguera se le antojaba deseable y acogedor. Sobre todo si Nikita la miraba de aquella manera.

Lo vio agradecer a la ginoide aquel viaje, y la ayuda que les estaba prestando. Y ella asintió detrás, dejándose guiar acto seguido por su mano. 

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13/08/2021, 14:02
Calista

La ginoide les acompañó a un camarote que era sorprendentemente confortable y amplio teniendo en cuenta la dimensiones del vehículo. Tenía un camastro que se descolgaba de la pared, una estantería con libros del siglo XVII. Un escritorio con una lamparita de gas, una pila y una bañera de cobre como las del lejano oeste, con un grifo.

En lugar de un ventanuco, el camarote tenía un cuadro en la pared en el que unos puntos circulaban formando formas armoniosas. Parecía una mezcla entre una linterna de lava y la típica imagen sinuosa que muestran los reproductores de música en el ordenador.

Calista les contó que aquello era una ventana construida con materiales sensibles a las texturas y al magnetismo y que con el tiempo uno acababa viendo en sus dibujos el paisaje del interior de la tierra.

Les dijo también que el subterreno tenía suficiente reserva de agua como para que se dieran un baño y se marchó dejándolos solos.

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13/08/2021, 14:03
Nikita Pontecorvo

Nikita cogió su petate y siguió a Calista sin soltar a Bediviere. Mientras se movían por el Cotone no podía evitar rozar con los dedos de su mano libre las paredes, ávido por retener las texturas de todos los materiales y explorar las formas de cuanto encontraban. No se cruzaron con los venichiale y pensó si estarían acaso en la sala de máquinas y cómo sería la vida de seres semejantes. No quiso sin embargo preguntar a la Doncella en aquel instante. Estaba demasiado cansado para querer preocuparse por las condiciones laborales de las criaturas antes fantásticas, así que se dejó guiar sin abrir la boca hasta llegar al camarote.

Había esperado un rincón más pequeño y desde luego lo de la bañera le pilló por sorpresa. Nikita repasó los lomos de los libros con la mirada, curioseando los títulos. Después observó durante unos instantes las formas cambiantes del recuadro que hacía las veces de ventanuco tratando de imaginar qué realidad geológica representaría cada cosa, y dándose cuenta —por enésima vez desde que habían embarcado y no por ello con menos sorpresa— de que, efectivamente, estaban viajando hacia las profundidades a través de la corteza terrestre.

Le dio las gracias de nuevo a Calista antes de que se marchara y después miró a Bediviere alzando las cejas a modo de interrogación mientras se acercaba a la bañera.

Démonos un baño, ¿te parece bien? —propuso en voz baja no sabía por qué mientras abría el grifo y probaba la temperatura del agua con los dedos. Le parecía que hacía un siglo que se había duchado por última vez y bañarse con Bediviere a la luz de una lámpara de gas en el camarote del capitán Nemo, era algo que simplemente no podía dejar pasar. 

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14/08/2021, 13:18
Bediviere Lafayette

Bediviere siguió de igual manera a la ginoide, y entreabrió un tanto la boca al observar el camarote. Esperaba sin duda algo más pequeño, y la presencia de la bañera también la sorprendía. 

Se quedó absorta, mirando el cuadro que supuestamente dibujaba las formas de la tierra, tratando de definir e imaginar cómo podía corresponderse aquel patrón de ondas y color con el exterior. Imaginó el cañón del Colorado, o la sedimentación de los pantanos de Luisiana. Imaginó aquella enorme cueva llena de estalactitas y estalagmitas que había visitado en la costa de Francia, y se dijo que debía ser algo así, pero a gran escala. 

Se permitió no pensar en lo que vendría después. En el bienestar de sus compañeros. En Bryan, atrapado en los reinos de la muerte en un estado liminar similar al de Carme. Suspiró hondo y acarició las tapas de los libros viejos. Se preguntaba si podría también leerlos, aunque estuviesen en idiomas que en principio no había aprendido, pero antes de que pudiese agarrar alguno, Nikita llamó su atención hacia la bañera. 

Susurraba, y creyó entender por qué. Supuso que no querría romper uno de esos instantes que se formaban entre ellos, en los que parecían ser capaces de desdoblar momentáneamente el tiempo para escaparse de una realidad que los perseguía sin descanso y que se le antojaba demasiado densa y cruda como para pensar en ella.  

Asintió, y se acercó a él, abrazándose a su cuello. Lo besaba, despacio, y lo miraba, con una sonrisa torcida- Me encanta tu nave, capitán.confesó, comenzando a desvestirlo, con calma- Y me va a sentar bien quitarme el olor a bunker del cuerpo.-añadió, mientras a penas rozaba su piel con la yema de los dedos, ahí donde sus manos se ocupaban de desnudarlo. 

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14/08/2021, 14:42
Nikita Pontecorvo

Bediviere lo besaba, abrazándose a su cuello mientras él tomaba su cintura y sentía cómo sus pensamientos parecían flotar mecidos por el cansancio y la caricia de sus manos y sus labios. Sonrió cuando ella le llamó "capitán".

Tú debes ser el segundo de a bordo más sexy que haya existido jamás —comentó sin que la sonrisa de complacencia abandonara su gesto. La observaba hacer, cerrando los ojos e inspirando hondamente con cada pequeña caricia que acompañaba a los movimientos de sus manos, y se dejó hacer sumiso, prefiriendo esperar a hacer lo mismo con ella cuando la chica hubiera terminado.

Allí si estaban escondidos de todo, ¿quién podría encontrarlos? Y a aquel pensamiento no lo acompañó ninguna impresión de desasosiego o claustrofobia, sino una sensación de libertad intensa y profunda, similar a la que había sentido al estar con ella junto al lago, pero aún mayor. Ese lugar sí les pertenecía totalmente. Sonrió para sí al pesar que aquello en cierta forma era una cueva y al mismo tiempo disponía de su bañera, y por tanto tenía algo del lugar perfecto dadas sus respectivas naturalezas, algo del refugio que habrían querido encontrar para perderse juntos. Se propuso preguntar a Calista dónde había un lago subterráneo para llevarla en otra ocasión, pero aquel refugio que parecía tan fuera del tiempo como lo estaba de la superficie, le pareció perfecto.

Una vez la chica hubo terminado, Nikita comenzó a desvestirla sin prisa. Primero aquella sudadera con la que se habían cubierto de las miradas de las chicas, luego su camiseta del Unknown Pleasures, luego su calzado y calcetines, luego sus leggins negros y su ropa interior, por último sus gafas… Se recreaba con la visión de su piel y cómo se erizaba si le daba un pequeño beso o la recorría delicadamente con las manos.

Quería sentirse desnudo de verdad, despojarse de todo el horror que habían conocido en los últimos días junto a la ropa. Quería que sus caricias y el agua se llevaran el dolor de las pérdidas y el miedo a lo que estaba por venir.

Y fue con aquellos pensamientos en mente, viendo frente a él su preciosa figura despojada de todo, que comprendió que en realidad no lo estaban, que había algo que aún los cubría, por mucho que fuera algo tan suyo que habían llegado a interiorizar y amar el uno en el otro: sus máscaras humanas.

Por un instante una pequeña sombra nubló la mirada de Nikita. Se aferraba de tal manera a su humanidad, a todo cuanto había conocido hasta entonces, que pensar en desprenderse de aquella piel le resultó doloroso, como si así dejara atrás para siempre el mundo que había conocido hasta entonces y que todo lo acontecido había hecho igualmente saltar en pedazos. Pero, ¿dónde sino allí, con ella? Solos. Juntos. Si había unos ojos que quería que lo conocieran y unas manos que quería que lo tocaran tal cual era en realidad, eran las suyas. Y era ahí y en ese momento o tal vez nunca, aunque no quisiera pensar en aquellos términos.

La última vez que habían llegado a entreverse, la oscuridad era casi total y también habían estado bajo tierra, en contacto con la sombra de Bediviere que abría un portal.

La luz de la lámpara de gas teñía ahora de dorado la estancia con la luz cálida y amable del fuego. Nikita se concentró en la oscuridad de las pupilas de Bediviere, y en sus propios latidos, sabiendo que también la sombra formaba parte de él y lo recorría como si viajara por sus venas. Se concentró en la sensación de estar acogido por la profundidad y las rocas. Y concentrado en el silencio, allí en en el seno de la tierra, quiso dejar caer todo lo que no fuera él mismo. Quiso regalarse a ella en su propia naturaleza desnuda.

Notas de juego

Éxito en la tirada en la Natilla.

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14/08/2021, 17:33
Bediviere Lafayette

Dibujó cada uno de sus tatuajes con los dedos, mientras lo desvestía. Admiró su piel y sus formas, sumergiéndose en sus ojos grises y permitiendo que la desnudara. Que le quitara cada una de las prendas que la cubría.

Se encontró desnuda, frente a él, y se estremeció al toparse con su mirada, llena de significado, de un dolor sordo y superficial, y de una intención indefinida. Suspiró, entrecortadamente, y tomó sus manos. 

De alguna forma, la realidad del Nikita humano que había conocido, comenzaba a desdibujarse ante sus ojos. No habría sabido explicar cómo lo sabía, pero estaba cambiando. Se estaba desnudando de verdad, para ella. 

Sí, ya lo habían intentado antes. Pero la verdad de sus presencias físicas, en aquel mundo, aún quedaba velada por sombras, por ropa, por prisas, por miedos. También quería que él la viese. También quería desnudarse de verdad, para él. 

Y la sensación de que aunque ya hubiesen compartido tanto en tan poco tiempo, aquella podía ser la primera vez que se conociesen de verdad, encogió su pecho. El agua fluía en la bañera, y la llamaba. Tiraba de sus manos que recordaba haber visto hechas como de piedra preciosa y esculpida. 

Y mientras los latidos de su propio corazón la ensordecían, levantó cada una de sus piernas, despacio, para meterse en la bañera, pensando en que ese agua no sólo lavaría el polvo y la tristeza que podía alojarse en su pecho, sino que además desharía aquella máscara que la había hecho creer que pertenecía a un lugar en el que era ahora una extranjera. 

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14/08/2021, 18:51
Director

La sensación era de entrar en un líquido denso y tibio. Cabían, pero por fuerza sus piernas tenían que estar entrelazadas.

El suelo del camarote compensó la inclinación del subterreno y el agua de la bañera, que se había desnivelado un poco, sin llegar a amenazar con verterse al suelo, volvió a la horizontalidad. Fue algo sutil, lento.

La luz de gas hacía un ambiente crepuscular y se oían las brocas trabajando, atenuadas, como la rueda de un molino moliendo grano.

Nikita era casi transparente, sutilmente blanco por las vetas que se veían en su interior, como ríos de cristal perlado. En su interior se veían gemas blancas y lo que parecían zafiros. Sus ojos, ahora más grises que azules, parecían haber sido alguna vez una geoda que se hubiera abierto y colocado en sus cuencas para contemplar un mundo nuevo, mucho más joven que él.

Contrastando con esa pretemporalidad mineral, el gesto de su mirada, sus orejas picudas y su pelo lacio, que ahora parecía hecho de hilos de bronce, emanaban esa infancia que ya había conocido Bediviere en la isla de las rusalkas como si fuera un aroma alimenticio.

Esta vez Bediviere tenía la melena roja, de cabellos gruesos que parecían estar regados por la sangre de su cuerpo. Sus ojos eran negros como la oscuridad y se dio cuenta Nikita que las pupilas de ella no le reflejaban, como si fueran dos agujeros de una noche de la que él era la luna, o una estrella.

La piel de ella también era blanca, pero ésta como la cáscara del huevo, opaca y porosa, que la dotaba de una sensibilidad sobrehumana.

Un nuevo viraje de la nave y un nuevo movimiento del nivel del agua de la bañera hasta nivelarse, les hizo darse cuenta que ésta se había vuelto oscura como el vino y que sus cuerpos, sumergidos en ella, parecían brillar.

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15/08/2021, 18:48
Bediviere Lafayette

El roce entre sus piernas entrelazadas, la ayudaba a reafirmar que aquello que veía era real. Que el agua en realidad se sentía más densa, que aquella gema preciosa y tallada en forma de hombre era Nikita, y había viajado de pronto a la geoda gigante de Pulpí sin tener que moverse del sitio, y que el agua que los rodeaba se volvía roja como el vino. 

El tacto perlado de su piel de cristal pulido la distrajo lo suficiente como para no entrar en pánico, al percatarse del cambio de color del fluído que los rodeaba. El color del agua cuando contenía la sangre de un cuerpo. El color de su bañera, cuando había estado a punto de no vivir jamás aquel instante. 

Lo sentía, tan aterciopelado e intensamente liso, que sólo la idea de tocarlo le entrecortaba la respiración y difuminaba sus pensamientos. Sus pupilas negras como la noche se perdían en la miríada de piedras grises como la luna que eran sus ojos, y la visión de su pelo compuesto de cobre, tiró de su mano, como si ésta no pudiese resistir la tentación de acariciarlo. De enredar aquellos dedos porosos y sensibles entre cada mechón, para estremecerse al deslizarse a través de su cuero cabelludo y arrancarle un suspiro al rozar su mejilla. 

Selenita.-susurró, absorta, fascinada- Creo que estás hecho de selenita.-aclaró- Eres lo más hermoso que he visto nunca.-dijo, acongojada y sin poder tragar aquellas palabras, dibujando las vetas blanquecinas que adivinaba en la transparencia de su ser, de la misma manera que había dibujado tantas veces sus tatuajes, que permanecían, como una impresión hecha a hierro candente sobre la superficie cristalina- Mi piel... -susurró, incapaz de seguir hablando por la impresión que le causaba aquella percepción agudizada, observando su propia mano absolutamente blanca mientras acariciaba el torso esculpido y casi transparente. La cicatriz, en su muñeca, permanecía. Estaba cerrada. El miedo terminaba de marcharse. 

Te veo.-musitó, sintiendo un nudo en la garganta- Mi hermoso y noble sidhe, estás aquí. 

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15/08/2021, 23:46
Adam Dyer

Adam torció el morro cuando la cosa empezó a ponerse mística. El ceño se arrugó profundamente y un claro presentimiento de "nos hemos metido en la boca del lobo" inundó sus sentidos. Aquello de dibujar con tiza algo en algún sitio y que, como por ensalmo, esto cobrase un sentido y utilidad física, lo había visto ya en algún sitio. Vaya... en alguna película para más señas, pero presenciarlo ante los propios ojos resultaba como poco abrumador. Y es que el chico aún seguía reticente a la existencia de la magia como tal. no es que no creyese lo que veía... era simplemente que su yo racional emitía una voz oscura y átona dentro de su cabeza que auguraba que aquello que entraba por los ojos era, en efecto y por definición, imposible. Y aún así, allí estaba.

La oscuridad dio paso a un ambiente de secretos. Si estos iban a ser buenos o malos aún estaba por ver, pero era perentorio seguir caminando con pies de plomo. Tal vez más que nunca. Si bien en un principio la presencia del Duque había aliviado las expectativas funestas del muchacho ante la funcionaria, ahora las tornas parecían cambiar y virar en un sentido inesperado. ¿Acaso no era esa la tónica general de los acontecimientos allí en el mundo de las hadas? Lo que otrora no era más que una conversación interesante en el compartimento de un tren, sin comerlo ni beberlo se transformaba en proposiciones sexuales con peligrosas consecuencias. Y ahora lo mismo... de una entrevista con la siempre aséptica administración, a una puerta de entrada secreta y sorpresiva a una logia que, al parecer, opera a medio camino entre el bando fae y el humano. Por es así, ¿no? ¿O es que el padre de Branwen era un hada infiltrado en el mundo humano desde varias décadas atrás? En todo caso, a Adam le vino a la memoria aquello de la multiplicidad de las facciones que le había mencionado su madre en la breve reunión que mantuvo con ella. Aquella, el Único Ojo, era una de las que querían su parte del pastel si no la tarta entera. Y aquel símbolo circular pintado en vulgar yeso cobró de nuevo especial sentido. Faltaba por saber qué era aquel círculo y quién acabaría ostentando cada "quesito". ¿Astérope...? ¿Europa...? ¿El mundo... er... cual, el humano o el fae? ¿Ambos...?

Y si todo parecía oscurecerse a tenor de la escasa luz que quedó allí, en aquel despacho, el corazón del chico se oscureció a la par cuando el nombre del "suegro" fue puesto encima de la mesa. A Adam se le apretaron las entrañas y, por qué no decirlo, también el esfínter al pensar que el padre de Branwen podría estar en el despacho contiguo. Había amasado aquella conversación con ella hasta la extenuación, preguntándole por él y tratando de conocer su ascendencia y motivaciones... tratando de exorcizar a ese fantasma antes siquiera de que apareciera en escena. Solo para que diera menos miedo. Pero no lo había conseguido. El padre de tu novia da miedo... es un concepto. Pero si este es un conspirador, medio brujo y preside una secta transhumana... entonces estás jodido, chaval. Así, Adam se envaró y trastabilló con la voz antes de poder articular palabra. Y cuando lo hizo, cuando consiguió reunir redaños para juntar un par de balbuceos y hacerlos entendibles, lo hizo para contradecir a Branwen. Lo cual no tenía mucho sentido y, aún así...

Y si no... si no quiere ayudarnos, si piensa que el mundo en guerra es mejor, si de verdad cree que de esto saldremos fortalecidos y toda esa propaganda que se usa en estos casos, entonces no nos ayude. Pero sí aprovéchese de nosotros. Use esta información que le traemos gratis... en son de paz y sin posibilidad alguna de que esta pueda perjudicarle. Por dios... solo os pedimos... os rogamos que alcéis las puertas, que os protejáis contra algo que puede devastaros. Si esto fuese una estrategia para que bajaseis la guardia sería la peor estrategia de la historia ya que lo que os decimos es justo lo contrario. Apúntese el tanto.