Partida Rol por web

Astérope

La Invasión.

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23/08/2021, 05:38
Bryony J. White

Ingvild le había hecho recordar ese dibujo, en el que habían aparecido imágenes en un juego visual que ella no tenía claro todavía cómo había sacado. Tenía por ahí pendiente el volver a intentarlo, pero por algún motivo le daba la sensación de que si lo hacía a propósito no le iba a salir, que solo había funcionado por ser involuntario. Y esa impresión estaba revestida de cierto encanto, pero también era un poquito frustrante. 

Colocó la caja como le decía su amiga y apuntó con ella hacia Frida, el objetivo del dibujo que iba a intentar. Entonces metió las manos y le guiñó un ojo a Ingvild.

—Allá voy. Pero espero no robarle al alma, la tiene preciosa. 

Siguió sus instrucciones, miró por la lente y se puso a dibujar, llena de curiosidad.

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23/08/2021, 11:59
Adam Dyer

Adam se acercó al samovar para observarlo con curiosidad museográfica. Realmente le parecía un aparato fascinante... simple en su concepción mecánica y, a la vez, de una sofisticación apabullante en lo social y ornamental. Toda aquella estancia parecía la suite presidencial de un jodido hotel de cinco estrellas ubicado en algún palacio europeo reconvertido en lujosa casa de huéspedes. Pero no lo era. Era una cárcel. Una un tanto especial... pero una cárcel al fin y al cabo. Y Adam paseaba por ella como si estuviese en una exposición sobre los tiempos expansionistas decimonónicos del viejo continente. Eso sí, escuchaba atentamente las palabras de Branwen. 

Ella tenía la capacidad de verbalizar sus propias emociones. Esto es, las de ella, por descontado, pero también las de él. Acertaba diez de diez la dirección en la que su corazón latía y esto, aún siento muy impresionante, resultaba más que nada, tremendamente práctico. Ahorraba mucha conversación. 

Pero Adam atendía a la vez dos voces. La de Branwen y la suya propia... su voz interior. Y a pesar de la torpeza del chico para hacerlo, ahora no se le daba mal. Quizá precisamente por eso... porque tanto la una como la otra vibraban en la misma longitud de onda. Ciertamente muy práctico.

Pues como la mierda... lo llevo como la mierda, Amor Mío. —confesó apesadumbrado en respuesta a la cuestión que enmarcaba todo el discurso de la chica. —Me siento cansado, torpe y desanimado. Creo que he fallado a Denis. Creo... siento —precisó—que tengo una responsabilidad para con él. Y que no he estado a la altura. La promesa era protegerle. No ya la promesa que le hice a él. La promesa que me hice a mí mismo. Yo debía proteger a ese chico como acto responsable de haber usurpado su vida y ni siquiera haberla aprovechado.

Adam siguió moviéndose, ahora observando los lomos de los libros. ¿Qué habría allí? ¿Algo de lectura ligera o quizá algún título de trascendencia política? ¿Quizá algo de historia fae? Tal vez incluso pudiesen aprovechar aquella estancia allí para aprender algo de aquel pueblo al que pertenecían.

Sin embargo... —continuó intentando encontrar las palabras—...sé que no fui yo quién le secuestró. No fui yo quién nos intercambió y por lo tanto mi responsabilidad llega hasta dónde llega. Y aún así... me siento mal. Fatal. No sé si esto es ser un príncipe... si va con el cargo o lo que sea, pero es una mierda de proporciones épicas. 

Adam rio amargamente, casi con dolor.

Pero no pasa nada... me da que eso de "sacrificar reinos de importancia simbólica" iba por Derl. Probablemente no haya reino que heredar cuando todo esto termine. Me alegro de no ser un príncipe al final. No creo estar hecho para ello. Pero me jode que sea porque esa bella tierra vaya a ser arrasada por los humanos en connivencia con los planes estratégicos de las hadas. La mezquindad no hace distinción entre razas. Eso está claro. En respuesta a tu premisa... no, no creo que podamos ni debamos intentar avisar a Derl. El plan es el que es... ya has oído al Duque. El siguiente paso es avisar a los guardias de las bombas termobáricas y aguardar a que se disponga nuestra huida.

Adam se acercó a la cama, junto a Branwen. En un principio iba con la intención de sentarse al lado de esta y quizá abrazarla. Ella, su contacto, le reconfortaría. Pero se sentía realmente deprimido. No se había podido despedir de Denis ni había sabido verbalizar lo mucho que lamentaba su situación... la pasada y la actual. Esperaba que tuviera suerte y pudiera dar con Nikita. Él le protegería y le ayudaría. Sobre lo de actuar como agente doble... era mejor no pensar en el riesgo que comportaba. Era una auténtica locura. Con ello encima, Adam se desplomó sobre el colchón pesadamente como si el alma lastrara el cuerpo hacia abajo.

Al respecto del asunto de la huida... se supone que en realidad no estamos aquí, ¿no? Solo nuestro... er... ¿espíritu? ¿No resulta un poco ridículo que nos encarcelen? No sé muy bien cómo hice en su día para regresar a mi cuerpo, pero quizá si nos dormimos otra vez, despertemos en el búnker. No digo que debamos hacerlo... creo que seguir el plan del Duque es nuestra mejor baja. Y aún así me parece todo muy absurdo.

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23/08/2021, 13:45
Nikita Pontecorvo

Nikita apoyó su mejilla de roca pulida sobre el pecho suave de Bediviere. La sentía vibrante entre sus brazos, aferrándose a él con fuerza, aunque desde luego no pensaba soltarla, tal y como le había pedido.

Cerró los ojos. Envuelto por sus brazos y acogido en su interior le embargaban sensaciones tanto conocidas como desconocidas. Había temido que la dureza de su propia materia lo hicieran desagradable al tacto o tal vez en cierta forma insensible. Lo segundo lo había descartado en cuanto ella había puesto una mano sobre él o lo había besado; lo primero juraría que tampoco era cierto, razonó con una sonrisa, aún con los ojos cerrados, al pensar en cómo Bediviere había estallado en cuanto lo tuvo en su interior o la forma en que había disfrutado de su lengua. Más aún cuando escuchó sus jadeos en cuanto la chica se movió ligeramente de una forma suave y ondulante haciéndole suspirar. Su petición hizo que alzara el rostro para volver a mirarla a los ojos y besarla de nuevo muy despacio.

Ahora iba a ser desconsolador para él salir de ella, pero estaba de acuerdo con su petición; deseaba llevarla fuera de aquel agua, poder contemplar y recorrer su piel al completo y permitir que ella lo contemplara asimismo. Tampoco sabía Nikita cómo era el resto de su propio cuerpo. Y aquello de pronto encendió una luz en sus pensamientos, que se abrió paso a pesar de la bruma de cálida semiinconsciencia en la que se encontraba sumergido: realmente no sabían nada de sus nuevos cuerpos y aquello incluía alguna que otra cosa a tener en cuenta.

Salió de su interior con un suspiro y luego con cuidado de la bañera.

Dudaba poder encontrar entre las posesiones que una vez pertenecieron a Ariosto algo semejante a una toalla que hubiera sobrevivido cientos de años. Tampoco quería perder el tiempo revolviendo el camarote en busca, por ejemplo, del recambio de la ropa de cama, si es que la había. En lugar de eso, abrió su petate y sacó una de sus camisetas con que poder secar a Bediviere y a sí mismo, lo suficiente al menos para no tener que descansar después en una cama mojada. Ayudó a salir a la chica y la envolvió con la prenda, agachándose para recorrerla con sus manos que no solo la secaban mientras cubría su vientre de besos. Él mismo tardó poco en secar la piedra que había estado en contacto con el agua. La camiseta quedó teñida de sangre.

La llevó después hasta el camastro. Dejó que se sentara y quedó de pie frente a ella, acariciando su pelo rojo muy despacio. A pesar de la materia que lo componía, no se sentía más pesado que antes, cosa que le ayudaba bastante a sentirse él mismo; era extraño ver sus propios dedos moviéndose entre el pelo de Bediviere, sus brazos, su pecho, tan flexibles y ligeros como si fuera humano. Lo mismo sentía respecto a los gestos de su rostro o los movimientos de su lengua: todo era sumamente duro y al mismo tiempo tan flexible como había sido siempre. Vio su erección y luego volvió a mirar a la chica a los ojos. No pudo evitar una sonrisa entre divertida e incómoda ante lo que pasaba por sus pensamientos. Su nueva piel no podía sonrojarse, pero sus mejillas cambiaron de brillo ligeramente.

Vete a saber si eyaculo piedras preciosas —dijo con sorna, pero era cierto que no tenía ni idea, aunque lo alentaba pensar que no debía en realidad ser tan extraño al notar, por ejemplo, la humedad de su boca. Después su sonrisa se atemperó y la miró con dulzura.

»Bediviere, hay algo que tenemos que pensar —dijo mientras deslizaba la mano desde su pelo hasta su mejilla—. Me hablaste de que tomabas tus medidas, ya sabes, contra consecuencias infantiles —le recordó sonriendo un tanto al emplear la misma expresión que ella utilizara cuando le habló de ello en su coche, un bendito instante antes de que todo se desatara—. Pero ahora podrían no funcionar. No sé, somos tan distintos… —dijo con un suspiro recorriendo la mandíbula de la chica con el dorso de los dedos. Aún le costaba asimilar que fuera tan preciosa—. Solo digo que deberíamos tenerlo en cuenta, ¿vale?

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23/08/2021, 23:02
Branwen Glyndwr

- Ponlo más en acojonante que en absurdo, Amor. No te miento en que si me he preguntado de los aspectos técnicos de esta correría de um... ¿Desplazamiento de fase? - se tumbó a su lado arrimándosele y acompañando las palabras con la expresión de sus manos - pero... yaicks, no tengo malditas ganas de tantear cualquier matrixero detalle al respecto. Por mí que podamos echar vuelta atrás y que nos encontremos con unos colegas aburridos de mirarnos las caras - volcando su rostro hacia el de él añadió - Espero que por su lado tampoco se haya agotado la suerte y que estén decentemente bien.

- Estaría guay que hiciéramos un chasquido y de golpe hubiéramos vuelto... ¿Qué encontrarían por aquí? Igual ese polvillo tan grimoso de las pelis pero mejor... un misterio.

Se acurrucó en su costado con cariño y sencillez y el disfrute de algo tan pequeño como compartir espacio. Desde la altura del oído le acarició con susurros - Ah... joder mi Gacho... Sí, esa preocupación por la suerte ajena es parte de la nobleza de verdad... y suele ser una mierda... algún día te contaré la historia de la familia... Sin embargo es mierda de la buena en el fondo.

- Pero no estoy siendo graciosa... No le has fallado a tu hermano, Adam. Tiene mejor plan para llegar a casa que el que tuvo entre cejas. Solo porque lo fuimos a buscar. No es perfecto es verdad. Somos buenos, pero aún no tan buenos como para esquivar los caprichos de una tercera guerra mundial. Ya quisiéramos.

Acaricio mejilla con mejilla. Sus últimas palabras habían sonado como un objetivo más que como una chanza.

- Y sí. He oído al Duque, pero soy de la escuela que ha leído que ningún plan sobrevive intacto al campo de batalla - le confesó al oído - Una jugada B y una C e incluso una Z siempre es buena tenerlas en la recámara - tomó una pausa. Se puso circunspecta - Incluso con Derl. Algo nos vendrá.

Levantó el ánimo en su tono - Igual te enseño a jugar al Go y tú me enseñas a jugar a tu juego favorito. Y así pierdo un poquito de mi lustre simpático y conoces mi reverso aburrido y competitivo - se rió abrazando el rostro de él con la nariz y la sonrisa. Acabo por besarle la sien.

- Si te duermes de vuelta avísame que vayamos juntos y no nos volvamos locos si algo no vuelve a salir como podría. ¿Vale?

Se incorporó con la vista fija en la biblioteca.

- ¿Qué? ¿Hacemos un poco de espeleología y nos culturizamos? A lo mejor ahí - señaló con resolución - encontramos una respuesta. Está claro que yo estoy destinada a los volúmenes de abajo.

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23/08/2021, 23:51
Nikita Pontecorvo

Bediviere:

Sentir que salía de ella volvía a llenar su expresión de desconsuelo y abandono. Se abrazaba a si misma, en la bañera, mientras lo veía salir y buscar en su petate. Se refugiaba en el agua tibia, y se centraba en su piel. No era aún capaz de pensar con claridad, pero se decía que aún tenía muchas preguntas. Que tenía que probar cómo era eso de respirar bajo el agua. Que tenía que ver lo que pasaba si quería ser un híbrido, como le había dicho Mariam que podía ser. 

Pero eso tan sólo era ruido en segundo plano. Seguía a Nikita con la mirada, y se dejaba ayudar por él, para salir del agua teñida y secarse. Suspiraba, estremecida, bajo el tacto de sus labios sobre el vientre. Descubría que su pelo era rojo, por todo su cuerpo, cuando desviaba las pupilas hacia abajo, para observarlo, y el sonrojo en sus mejillas se hacía más evidente.

Soy completamente pelirroja.-dijo, sin poder evitar mencionarlo, mientras le ayudaba a secarse. Veía la camiseta empaparse de aquel líquido rojizo, y lo olisqueaba, por encima. ¿Era arcilla? ¿Era sangre? ¿Era vino? ¿Era tinta, como la de un calamar?

De nuevo era incapaz de pensar demasiado en eso. Lo tenía delante, en todo su esplendor. Lo veía moverse, probar sus extremidades como si acabaran de ponérselas, y sonreía, enternecida.

Sentada en el camastro, tampoco pudo evitar observar su erección, fabricada del mismo material que el resto de su cuerpo. Aunque eso ella ya lo había intuído, a juzgar por su tacto- Si es así entonces nos haremos ricos pasándolo bien.-sugirió, maliciosa, aunque ella no creía que eso fuese así. Su boca tenía fluídos más parecidos a los de los humanos. Lo demás debía parecerse entonces a lo que segregaría un hombre cualquiera. Aunque quizá brillase, pensó, entreabriendo los labios, mientras apoyaba las manos sobre sus caderas de piedra y levantaba la vista. 

Suspiraba, al sentir el tacto de su mano. Su sentido del tacto seguía saturándola, captando cada pequeño matiz. 

Fruncía un poco el ceño, al oir que mencionaba su nombre, y se sonrojaba un tanto más al escucharlo hablar, pero asentía- Tengo un DIU.-explicó- No creo que haya dejado de estar ahí... Colocado. Yo diría que siendo una barrera física y no algo como unas pastillas, debería funcionar. Pero supongo que... No sabemos si las cosas son iguales ahora.-admitió, esforzándose en seguir aquel hilo conversacional que ni siquiera había pasado de lejos por su cabeza, y que en el fondo sonaba lógico. El tacto satinado de su superficie la distraía- Perdona, me cuesta... Me cuesta pensar... -confesó- Me distraes mucho. -añadió, con un suspiro- No quiero incomodarte. Quiero... Sentirte. Pero lo haremos como tú te sientas mejor. - dijo, exhalando, lenta y largamente, mientras las yemas de sus dedos porosos y suaves acariciaban su pubis liso y carente de vello, y descendiendo, rozaban de nuevo su erección de piedra, ligeras como plumas. 

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23/08/2021, 23:51
Nikita Pontecorvo

"Quiero sentirte". Aquellas habían sido las palabras de Bediviere. Nikita sonrió pensando que eso era precisamente lo que se proponía mientras ella volvía a acariciarlo de una manera tan delicada que le arrebataba la respiración. Dejaba a su decisión qué hacer y hasta dónde, y aunque tenía sentido pensar que un dispositivo seguiría en su sitio, era imposible entender qué podría funcionar y qué no, porque ellos apenas eran físicos, o no solo físicos, aunque su presencia fuera más que real y rotunda. Eran fundamentalmente mágicos.

Así se lo parecía mientras acariciaba su pelo y su piel o veía sus pupilas como dos pozos profundos, tan hondos que ni siquiera llegaban a reflejar lo que había fuera de ellos, como si se tragaran la luz. Él por su parte era tan extraño como la propia Calista, algo que en principio no debería moverse, ni respirar, ni sentir. Y sin embargo no había perdido ni un ápice de las que habían sido sus cualidades al respecto, mientras que tal vez aparecieran otras que aún desconocía.

No habló sin embargo de aquello en ese momento. Sus pensamientos se hacían difusos bajo las caricias de Bediviere y aquellas que se dedicó a propiciarle. Y lo hizo a conciencia. La recorrió haciendo resbalar las yemas de sus dedos, o su lengua, besando, presionando con sus manos, mordisqueando suavemente, sin ninguna prisa, desde su cuello hasta sus pies. Perdía la noción del tiempo, del cuál parecía haberse desvanecido toda orientación. Saboreaba su piel en cada zona de su cuerpo, se impregnaba del aroma amado o reclamaba la nueva dosis de elixir que ella le había prometido en el búnker. Respecto a sí mismo, se dejó explorar y acariciar por Bediviere como ella gustara. Habría querido entrar en ella y dejarse ir —oh sí, cómo habría querido...—, y sin embargo no se atrevió a hacerlo esperando que llegara pronto el día que pudieran saber más.

Paradójicamente tal vez, se sintió más ligero que nunca, tal vez porque estaba en su elemento. Se sintió embebido por completo en las sensaciones y la placidez del cansancio que, tras un orgasmo, se fue adueñando de todo su ser.

Echado a su lado, incapaz de dejar de tocarla, Nikita se abrazó a ella. Dejándose acunar por el vaivén casi imperceptible del Cotone, respiró con placidez el aroma de su piel hasta quedarse dormido.

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24/08/2021, 10:58
Adam Dyer

—¿Volver...? No, volver no... al menos no por ahora. Supongo que ese es el plan B... o el H, ya no sé. Tirar de la anilla y esperar que el paracaídas nos salve del hostión. Si todo va bien, volveremos al búnker con la rusalka, el chico cuervo y la vampira recién nacida. No hay nada como el hogar... —repitió parafraseando las palabras y el tono de una afectada Judy Garland que entrechocaba los chaplines de rubíes. —Entiendo que por muy prisioneros que seamos no nos pueden prohibir que nos durmamos. Los humanos si hacen eso... en Guantánamo, ¿sabías? Les ponen música death metal a toda leche y así no hay quién pegue ojo. Cogí la idea de ahí para evitar... en fin... ya sabes, dormir. 

Las palabras de Adam se tiñeron de cierta vergüenza. Había huido de sus sueños toda su vida. Les tenía un miedo de muerte antes de saber que, en realidad, eran la antesala de su feudo. Quizá por eso rehuía de ellos... porque temía cruzar al otro lado como había hecho ahora y no saber volver. 

De todas formas, antes de obrar planes alternativos, habría que averiguar... o decidir, ya no sé... para qué planifica uno. El objetivo. Esto me sigue teniendo despistado. ¿Vamos a entrar en las filas del Único Ojo? ¿Lo estamos ya? Porque no creo que supiera hacer nada con él, pero un anillo de poder mega molón quedaría de lujo en mi mano negra. —bromeó. —Estamos en una guerra y aún no sé con quién voy. Es frustrante. Mis padres parecen ser pro Imperio. Por otro lado llevo veinte años viviendo con humanos... los de las bombas termobáricas. Y ahora el Duque nos recluta para este era New Age que no me termino de tragar. No solo nos recluta... nos ofrece un puesto en la mesa en la que se toman decisiones. Flipante. 

El cuerpo del chico rotó para ofrecer una cucharita sobre la que pudiera verse acogida Branwen. Desde allí podría oler y besar aquellos rizos. Y, por qué no, tropezarse intencionadamente con esos cuernecillos tan graciosos que asomaban entre medias. Y así mantuvieron aquel idilio durante unos minutos hasta que ella se incorporó poniendo el foco en la biblioteca. Él la siguió un poco a regañadientes.

Veamos... si encuentras un libro que se llama D'Alfunizá me lo tienes que leer... y luego habremos de tener relaciones sexuales. Es la tradición entre las hadas... no querrás que descubran nuestra tapadera. —bromeó de nuevo pasando la vista por aquellos volúmenes.

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24/08/2021, 11:24
Bediviere Lafayette

Volvió a sentir aquel tacto maravilloso, en cada rincón de su cuerpo. El de sus manos, el de su lengua y sus labios, que se perdían, aventureros, por el mapa de su nueva piel. 

Que volviese a desbordarse era inevitable, mientras trataba de devolver el placer que él le regalaba con sus propias manos, con sus labios, con su lengua. Acariciando, besando, lamiendo su cuello, sus orejas perfiladas, sus dedos, su pubis liso, sus muslos, su miembro. Todo en él resultaba ser igual de perlado. Igual de fascinante y adictivo. 

Su tacto la enloquecía. Sentía incluso la tentación de apretar contra la piedra que lo cubría. De apretar hasta que su propia piel cediese, abarcándolo por completo, acunándolo en el seno de su propio ser, o de lo que fuese que la compusiera por dentro. Pero sabía que aquellas eran ideas exaltadas y quizá contraproducentes. Temió poder hacerle daño con ello y no se atrevió ni siquiera a intentarlo. 

Lo contempló, con detenimiento, mientras alcanzaba su propio orgasmo. Su cara, seguía siendo igual de atractiva cuando se encontraba surcada por el placer, que aquella faz humana con la que podía soñar, si se lo proponía.

La abrazaba, echado a su lado, derrotado, exhausto tal y como lo estaba ella. Bediviere acarició su mejilla, y lo atrajo hacia su pecho. Apoyó la mejilla contra su pelo de bronce, y suspiró largamente, antes de que la densa oscuridad del sueño no conciliado de dos noches se apoderase de ella. 

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24/08/2021, 22:59
Branwen Glyndwr

- Creo que esa tapadera va a volar por los aires cuando nos confundamos e invirtamos el orden de los factores - le contestó traviesa y con un seductor alzado de cejas y una sonrisa primorosa a la que siguió una caída de órbita de su cuerpo tensado hacia el de él.

Había tanteo de cambiar su posición sobre la cama, de lateral coleguil, al más íntimo uno sobre el otro, y se apuntó hasta este último solo que con la guardia abierta para que él tuviera control según el humor.

La atmosfera en sí y la situación tenía ese tinte absurdo que Adam había apuntado. Un cruzado mestizo entre, el horror y la incertidumbre de la guerra, su incomprensible deslocalización onírica y el vago horizonte de una condena por alta traición y sus consecuencias. Si el destino loco la tenía que alcanzar, se decía, prefería no hacerlo con las manos en unos libros ajenos y si en el interior de los pantalones de Adam y lo que viniera después que se apañara como pudiera.

Cruzó su brazo e insinuó el resto de acompañamiento sobre el pecho de su compañero con el brillo en los ojos de muchas ideas. Mascullando algunas se desgranaron en sus labios y otras, no tan discretas, lo hicieron en el tacto. Se hizo una conversación, en parte monologo, a varios niveles pero todos entrelazados

- Guardar el plan H para luego... Estoy contigo en eso. Estoy curiosa de seguir experimentando con esta nueva realidad. Esta piel - le atusó el cabello pasando los dedos desde la raíz hacia las puntas - Hacer que Dora la exploradora esté orgullosa - buscó sus labios y los impregno con los suyos con un toque relámpago. Volvía a sentirse intensa como cuando él le había acariciado su cabello y ella había sentido por primera vez el roce de sus yemas en sus cuernecillos. Podía haberlo confundido con lascivia, pero, era mejor, era algo más perfecto que venía con algo más completo que los instintos sensuales, o eso a ella le estaba pareciendo. Lo sostuvo expectante, avizor de que él, su Adam, camarada en la revolución silenciosa de la vida inocente de Branwen hacia la vida adulta, le indicara que también quería ir en la misma dirección, allí y entonces: La de manos más comprometidas y comprometedoras. La de roces más significados. La del contacto íntimo y libre en el borde del fin de todo y con la esperanza de que tuviera un continuar al día siguiente. En donde ella se sintiera fuerte y plena y él no sufriera con los acechos de sus temores de dos décadas. Que fuera glorioso hoy como lo pudiera ser mañana. Ella estaba preparada para ir desde un nivel al opuesto. Del No al Si hiperbólico. Lo sentía no solo decaído en las palabras que pueden ser impostura, si no en la serenidad y en la resolución, supuso por lo confuso de lo que sentir: por sus padres los reyes, por su hermano perdido y encontrado, por su propia impotencia. Lo abrazo calidamente en mucho mas que deseo. Basicamente en comprension y empatia, como sabia Branwen expresarlas. Era un Cwth* en pañales, pero lo era.

En el curso de la espera algunos de sus pensamientos flotaron fuera de su boca, dulces y limpios sin mucha vuelta y revuelta sobre si eran lógicos o del todo correctos. Solo salieron allí para desnudarla ante él.

- No podemos elegir Bando como Bando a un lado u otro aun, Amor. Todo lo que sabemos es sesgado. Tu familia igual es Pro Imperio por una necesidad y no una convicción. El Ojo Único, porque no, seguro que tiene una agenda Oculta. Al fin y al cabo es política - comentó arrugando el morro.

- No, no tenemos que tragar con nada. Si hay que elegir yo solo elegiría, ahora, ese Hogar que bien describes. Con sus penas y glorias. Que a cada uno hay que querernos un rato para entendernos - se sonrió para besarle las líneas de las costillas a través de la ropa - pero al final, con nuestras diferencias, somos comunes a lo que importa. Cuando hay que ayudar ayudamos. Y no solo entre nosotros. También con los demás. Ese, creo es nuestro bando.

- ¿Entonces te tengo que declamar esa D'Alfunizá y después nos enrollamos o como ya te lo leyeron entonces podemos saltarnos los preliminares? ¿Te apetece? - le interrogó con sinceridad de saber su animo - Si nos interrumpen a mitad faena será señal de que se nos ha acabado la suerte y tenemos que redoblar la atención - iluminó su semblante con la broma, pero también la ternura en el rostro - Pero hasta entonces que nos quiten lo bailado. Y siempre podemos agotarnos a achuchones. Señor príncipe de Derl. Aquí tiene a la hija del Conde, dispuesta - rio bajito divertida - montemos un culebrón memorable**

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25/08/2021, 11:47
Nikita Pontecorvo

Director:

Hace unas horas habían dejado de sentir el traqueteo. Las brocas taladraban con suavidad, como si el aparato cortara mantequilla. Les despertó una campanilla y luego sonó la voz de Calista, que salía por una tubería terminada en una especie de cornetín, anunciando que habían llegado al destino y que les esperaba en el puente.

Allí la encontraron manipulando un mando que parecía un pequeño volante y observando un indicador de distancia en "pasos".

—Es el expansor de campo. Lo usamos para hacer burbujas. Estamos en un mar de lava y estoy haciendo una enorme burbuja para que podamos salir al exterior.

Les invitó a que inspeccionaran unos armarios con unas escafandras que parecían trajes de astronauta steampunk y unas armas antiguas. Una vez hubo terminado con la "burbuja" se ofreció a ayudarles a ponerse el traje.

—Van conectados con unas tuberías al soterano que mantiene la temperatura y aporta, en vuestro caso, el aire adecuado. Si queréis salir conmigo podréis disfrutar de un espectáculo de la naturaleza. Llevaremos los alcabuces para disparar unos perdigones que luego nos servirán para monetizar las direcciones y velocidades y así calcular los flujos y los lugares probables de tensión.

Notas de juego

Sobre dudas planteadas: la eyaculación de Nikita parece casi normal, quizá más densa y menos pegajosa. El agua de la bañera no parecía exactamente sangre y se tornó transparente cuando salió Bediviere, dando sensación de que podía beberse.

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25/08/2021, 11:49
Nikita Pontecorvo

Durante su particular madrugada —en la superficie en realidad estaría atardeciendo—, Nikita se despertó solo una vez para cambiar de postura con cuidado de no despertar a Bediviere y volver a dormirse mientras la contemplaba. Si había llegado a soñar algo, no sería desde luego tan alucinante como lo que ahora vivían. Él no llegó a escuchar la campanilla sin sus audífonos, pero notó moverse a la chica a la que no dejó escapar antes de darle un beso y sonreírle al pensar que ahora ya sabía lo que era despertarse al lado de una ninfa de las aguas —la más preciosa ninfa de las aguas. Por un instante no recordó que era la Tercera Guerra Mundial lo que los había llevado hasta allí, pero su cerebro había recuperado al fin la lucidez con el descanso, de modo que exhaló el aire despacio tras desperezarse entendiendo lo que podía suponer que tuvieran éxito en aquella misión. Branwen y Adam volvieron también a sus pensamientos: esperaba que hubieran podido entregar su mensaje y despertar sanos y salvos en el búnker.

Mientras se vestía —y volvía a colgar de su cuello el reloj de Nikolai—, se acercó a la bañera. Tras alzar las cejas en gesto de sorpresa, hizo un cuenco con las manos para tomar un poco del agua.

Mira, se ve limpia, como la de un manantial —afirmó acercando las manos a la chica con una sonrisa; aquello no podía ser más que una buena señal aunque aún supieran tan poco sobre sí mismos. Hasta su camiseta volvía a verse sin mancha.

De vuelta al puente de mando, mientras Calista explicaba qué les esperaba a continuación, hizo a un lado el hambre que sentía —tremenda después de toda la actividad amorosa del día anterior—, y se centró en sus indicaciones y en el aspecto de los trajes que habrían de protegerlos de las duras condiciones en el exterior, por mucho que estuvieran dentro de una burbuja.

Miró a Bediviere sin llegar a plantear en voz alta la pregunta que revoloteaba en su mirada y que estaba seguro de que ella contestaría sin que necesitara hacerlo. No hacía falta que saliera al exterior si no lo deseaba, ninguno de ellos en realidad, pues Calista podría hacer la prospección por sí misma, pero la vida era extraña y —ojalá no—, podía ser muy corta y lo que se traían entre manos demasiado importante como para no colaborar en todo lo posible, pues cada pequeño dato que obtuvieran podía suponer una gran diferencia. Así que se dejó ayudar por la ginoide para embozarse en aquel traje. Mientras observaba las armas, de aspecto tan extraño y antiguo como todo lo demás, se dirigió a la ginoide:

¿Quedan cosas de Ariosto a bordo? Además de los libros, me refiero a ropa, otras armas, objetos personales… Cualquier cosa —Tal vez era estúpido pensar aquello en ese instante, pero quién sabe si habría alguna pequeña maravilla que pudiera llevar después consigo o si podría encontrar algo de su talla y que resultara más decente que una camiseta y unos vaqueros para presentarse en el Palacio de los Muertos.

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25/08/2021, 14:23
Adam Dyer

Adam sonrió divertido y excitado al ver cómo Branwen comenzaba un juego que sabía muy bien cómo acababa. Una gran estancia... una cama digna de María Antonieta... unas vistas que... er... mejor no hablar de las vistas. Tener una buena sesión de sexo sin duda era la mejor de las opciones y a tenor de aquella nube negra que Adam había dejado entrar en la celda junto a sus depresiones y preocupaciones, una buena tormenta amatoria valdría para que el sol volviese a brillar con fuerzas renovadas. Pero no solo como una mera cura, como una alternativa a lo funesto o como una simple manera de perder el tiempo. También como un modo nuevo y conocido de amarse... con esa otra piel que ahora vestían y que era tan propia como la otra. Más quizá. Aquellos cuerpos se exploraban el uno al otro como Livingstones en tierras ignotas a pesar de que lo que había debajo de la piel, era lo más parecido a estar en casa. Probablemente nadie en el mundo pudiera estar en disposición de llevar a cabo una tarea tan placentera, excitante y cautivadora como aquella en la que estaban a punto de embarcarse los dos jóvenes. 

Y aunque la mente de Adam necesitaba pocas palmas para ponerse a bailar, quizá por la mera fuerza de la inercia, algunas preguntas se escurrieron por su boca mientras esta no estaba ocupada con los labios chispeantes de su amante y amada cornuda.

¿Podemos hacerlo sin condón? No tenemos así que... Claro que, por otro lado, se supone que nuestros cuerpos no están aquí pero sí nuestra proyección onírica. ¿No? 

El chico arrancó su propia camiseta a toda prisa y después, ya con la debida delicadeza, hizo lo propio con la de Branwen revelando una piel nueva que ansiaba por recorrer y conquistar. En comparación con la suya, oscura como el café amargo, la de ella le parecía casi irradiar una luz ambigua como el nácar. La hondura de los pechos conformaban un serpenteante camino que descendía hasta el valle del ombligo*... y más allá. Acarició aquellos cuernos absolutamente maravillado, besó aquellos labios deseados y deseosos y comenzó a descender cuello abajo.

Más vale... —continuó con su proceso discursivo— que si me vas a detener a tenor de las carencias del encuentro lo hagas ya. —volvió a bromear a la vez que se acercaba hasta pegar su propio cuerpo al objetivo de su fascinación.

Aspiró el aroma que de ella emanaba como si fuese un poderoso narcótico del que no quieres sino embriagarte hasta la médula. Y allí besó, bebió y lamió cuanto estuvo a su alcance. Sin prisa y con deleite. Aquello no era un "aquí te pillo y aquí te mato" para alejar a la Muerte con una buena ración de vida, sino algo más similar a aquella canción que a veces escuchaba su madr... er... Amanda, "The last night of the world. Y sí, por supuesto y con toda la convicción que pudiese caber en aquellos dos cuerpos, ambos iban a luchar para que aquella fuese memorable.

Memorable... —repitió haciendo eco de las palabras de ella con las suyas propias. Pronto la ropa empezó a caer y la carne a abrirse paso el uno hacia el otro. —Condesa... el Príncipe le concede audiencia. Aunque sé perfectamente que solo me deseas por mi posición social...—rio divertido dejando la puerta abierta a continuar con aquel ridículo juego de rol en paños menores. 

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25/08/2021, 19:08
Bediviere Lafayette

Bediviere a penas se movió, durante las horas que quedaron hasta llegar a su destino. Sólo era consciente, quizá, de una forma onírica, de que Nikita estaba a su lado. No se había percatado de que se movía, pero su mano lo había apretado, como un reflejo automático. 

La campanilla la hacía llevarse una mano a la cabeza, y emitir un quejido aturdido. No sabía dónde, ni cuando estaba, en un primer instante. Nikita la besaba y la situaba sobre la tierra. O más bien, en el seno de la tierra. 

Se sentó sobre la cama mientras él se levantaba, y lo miró, sorprendida, cuando mencionaba el agua de la bañera. Lo vio beber un poco, y contempló el resto entre sus manos, cristalino y limpio. Se sonrojó, al pensar que sus manos de cristal, al conformar aquel cuenco, parecían un cáliz. Se acercó ella misma a la bañera y además de beber también, se refrescó toda la piel, suspirando, con agrado, al notar la humedad, cubriendo su superficie porosa. 

Aún estaba un tanto mojada cuando se vestía, y acompañaba a Nikita al puente de mando. 

Y aunque hubiese visto ya antes a Calista, su apariencia no dejaba de sorprenderla. Sin embargo, ella no parecía sorprendida de verlos a ellos. Bevidiere la observaba, casi obnubilada, mientras les explicaba la misión que tenían a cargo. Nikita viraba el rostro hacia ella, con la pregunta pintada en la cara. La ninfa asintió. 

Los libros... Tendría que mirarlos. Aún no sabemos si soy capaz de leer en otros idiomas.-recordó, al escuchar que Nikita los mencionaba, mientras la ginoide le ponía el traje de buzo subterráneo. Se dejaba ella vestir, a continuación- No pareces sorprendida de vernos, Calista. ¿Nos viste sin máscara, al llegar? ¿Sabes lo que somos?

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25/08/2021, 23:21
Branwen Glyndwr

Los dos juntos eran una criatura de alivio y goce que bien se comportaba, con solo unos pequeños acordes dados, para entonar una sinfonía. Un justo camino para un Opus Magna.

Sentir la receptividad de Adam la bañó en sentimiento de placer, regocijado aun más si cabe, en el despeje de la carga en el rostro de su chico. Incluso cuando metió en la composición la mutua duda de lanzarse desprotegidos a la confraternización máxima, fue una aportación armonica.

Ella, con sencillez, le dio respuesta con una ligera sacudida de su cabeza y sus rizos alborotados. Su fuero interno y también el externo no iba a poner trabas, dándole cuenta, entre los besos, a su Amor de su conformidad consciente de las posibles consecuencias. Sus cejas se alzaron ofreciéndole la respuesta de Libertad total si también era partícipe de la aceptación. Iban a tener sexo y más, pero la selección del repertorio de cuál de sus múltiples capas estaba abierto a lo que fueran decidiendo coger y como, convencidos de verdad. Y ella estaba asegurándole que todo el menú estaba sobre la mesa.

- Aquí es como allá, imagino. Pero hagamos lo que queramos - le sonrió ampliamente demostrando que era suya y riendo alegremente cuando él se encargó de las camisetas de uno y otro. Fue divertida la tímida pausa en la que se prepararon para volver el uno al otro. Branwen lo abrazo con las emociones de su barriga, excitada por la visita de la boca de él y volvió a darle vía libre, Regla de su compromiso en mano - Hoy no hay carencias Amor. Para nada - quizás el tiempo pensó, pero no quiso perderlo en disquisiciones y más cuando tanto escaseaba la tranquilidad.

Así que retribuyo la atención de su Novio con los mismos agasajos. Despacito, con la puntillosidad del orfebre, pero más la morosidad del compañero. Tú me das e igual te quiero dar.

Su rostro era una constelación de felicidad cuando le respondió a la chanza

- Por su posición horizontal, en realidad, su Alteza - le corrigió igual de teatral y luego profundizo en la travesura - Y por la perfección de la extensión de su perpendicularidad - bajo la mirada en la dirección referenciada y la abrió maravillada - Su magnificencia.

Ella emancipó la mencionada geometría carnal de Adam de la opresión de los pantalones para que se alzara orgullosa. Hacer lo mismo con su humedad frondosa fue un poquillo más arduo - malditos leggings - pero puestos en sintonía no apreciaron mal el retardo.

Se deslizó hacía permitir el intercambio de las alineaciones para que fuera él, el que la viera desde arriba y ella lo pudiera contemplar en todo su poder de su hasta entonces escondida forma. Distraídamente las rodillas de Branwen abrieron el espacio de su exhibición completa para ser tomada en la piel que debía hacer suya.

- ¡¡¡Celestialmente Impecable!!! - se deleitó observándolo antes de abrazarlo para que viniera y se acabara el preliminar - Vente y Voy.

Había muchas imágenes de lo que podía venir por esa puerta desde revolucionarios a destiempo a una hermana sanguinaria inoportuna, pero por fin se difuminaron en la magia de hacerse uno con su chico y el deseo que por un rato y su recuerdo fuera lo mismo para él.

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26/08/2021, 01:39
Ingvild Hoem

Ingvild, que no paraba de intentar mirar por sobre el hombro de Bry para comprobar el progreso de su dibujo, finalmente desistió, de todas formas el orificio del lente era muy pequeño y estaba ocupado, conformándose con levantar la pequeña cortina y echar un vistazo a media luz cada vez que su amiga se daba un respiro.

—Hala, le estás dibujando su forma hada —exclamó entusiasmada.

Aún así los grabados con las runas, por alguna razón, no se activaban, lo cual ocasionaba en la noruega constantes suspiros de impaciencia. 

—No está funcionando del todo... —le explicó a Frida con una mueca incómoda— Se supone que de esta manera podemos transportar o canalizar parte de tú... esencia —definitivamente esencia sonaba menos terrorífico que alma o espíritu—  directamente al lienzo, o, en este caso, hacia la hoja. El lente convexo que apunta hacia ti  amplifica la proyección y la vuelve más nítida, pero por su propia convexidad invierte la imagen,  efecto que el lente por el que mira Bry corrige, permitiéndole contemplarte en el sentido correcto. Ésto último no es estrictamente necesario, pero ayuda al dibujar —afirmó Ingvild, que entonces creyó escuchar como en alguna parte del inframundo Miguel Ángelo, colgado de cabeza sobre el techo de alguna Capilla del Anticristo, se reía burlonamente de aquella comodidad posmoderna.

Sin embargo conforme el dibujo avanzaba las dudas de Ingvild hacían lo propio. Se acercó discretamente a su amiga,  susurrándole al oído.

—Para empezar por si acaso no la dibujes de cuerpo completo... tan sólo una parte... como una de esas orejitas élficas tan adorables —sugirió.

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27/08/2021, 14:25
Adam Dyer

Ven. —respondió Adam, monosílabo por monosílabo, para aceptar y celebrar aquella unión venturosa y hacer fáctico aquel adosado de carnes que había empezado en el plano espiritual, minutos atrás. Y volvieron a envolverse el uno dentro del otro... enrollados en aquellas pieles nuevas que, tan ávidas como las antiguas, trataban de redescubrir todos los secretos que estas aún conservaban. Cada pliegue, mancha o lunar fue conquistado con deleite, sin prisa aun con el ansia que la juventud imprime en esas lides. Jugando a aquel juego nuevo que, por muy antiguo que fuese, siempre aportaba reglas a redefinir y nuevos terrenos de juego sobre los que practicar. Hacia arriba y hacia adentro... las dos cosas a la vez en planos dónde la tridimensionalidad no obedecía a leyes físicas sino que, como la geometría no euclidiana lovecraftiana, reconstruía los espacios con una asombrosa ductilidad que acabó por envolverlos en una espiral de coriolis que los acabó pro succionar y proyectar hasta el confín de sus cuerpos multiplicados.

El ensalmo conjunto duró unos segundos más después de que hubo acabado. Unos segundos en los que la tierra decide reposar de nuevo abajo y el cielo ocupa su lugar preferido arriba. Un momento para recobrar el aliento y mitigar la zozobra resacosa al abrir los ojos y contemplar de nuevo el mundo desde la otra vertiente de la montaña del placer. Sonrisas. Ojos adoradores rebosantes de lágrimas de dicha. Labios y dientes que no saben aún parar y, presas de la absoluta inercia, siguen buscando el agua que calme la sed propia en el pozo ajeno.

Te quiero. —susurró él mirando aquella boca tan de cerca que el aliento de su amada le llegaba táctil a las pestañas cortas y morenas. Aspiró el aroma de nuevo tan genuino... ácido y dulzón y paró en seco. Los ojos como platos se abrieron y separó el propio cuerpo del que había sido hasta unos segundos atrás, la mitad misma de uno.

¿Lo he dicho en voz alta? —preguntó. —¿Me he pasado de intenso? Joder... joder, joder, joder... me estoy agobiando. 

De aquella guisa, completamente desnudo y aún con el almizcle rezumando su oscura anatomía, Adam paseó por la habitación que, de pronto, encontró muy estrecha. Se acercó al escritorio y luego al ventanal. Poco le importaba si desde el patio le veían en toda su naturaleza. Necesitaba caminar y refrescarse... aire. Sobre todo aire. Y pensar. ¿Pensar...? ¿Pensar qué?

No... escucha. Espera. En realidad, no estoy agobiado. ¿Lo estás tu? —masculló con un embrollo incipiente en su mente y en su lengua. —Quiero decir. Es pronto y todo eso... y no sé si nos lo habíamos dicho ya. "Te quiero". Ya sabes. La frase. ¿Había sucedido ya? No lo sé. Pero lo he dicho y no quiero que te agobies porque yo no estoy agobiado. Aunque lo parezca. No lo estoy... porque te quiero. Porque lo he dicho no porque el sexo haya sido acojonante. Que también. Pero lo he dicho porque te quiero. Y te lo digo. Y ya está.

A la carrera regresó al hogar al que pertenecía. No Canadá... ni Derl... ELLA. Su patria... su bando. La volvió a abrazar fuertemente y a besar con ardiente pasión renovada saltando sobre ella casi con violencia. Y volvió a aspirar aquel aroma y decidió que no quería oler nada más ni a nada más. 

Te Amo, Branwen Glyndwr. Y si somos los siguientes que ocupamos el cadalso de ahí abajo, necesito que lo sepas.

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27/08/2021, 18:04
Nikita Pontecorvo

Director:

La habilidad de Bediviere para entender todos los idiomas no servía para los signos de la escritura. Nikita supo por Calista que en la nave había ropa de su ancestro, también de mujer, ropa de hada que aumentaba la belleza de quien la portaba, y Calista no tenía ningún inconveniente en que la usaran, siempre y cuando la trataran con el mayor cuidado posible. A ella no le gustaba vestirse y solo lo hacía para las ocasiones.

La ginoide les enseñó a ponerse el traje, que era casi como montarse un mecano sobre el cuerpo, tornillos incluidos. Tenía varias capas de aislamiento por las que fluían diversos líquidos "sintetizados" por Ariosto, por lo que estaban conectados a la nave por cuatro tuberías —una de ellas con aire— trenzadas en una sola, muy flexible y elongable.

Con el traje puesto, sorprendentemente, se podía caminar, aunque daba la sensación de estar haciéndolo con la ayuda de muelles, y en parte era así. Calista también llevaba el suyo y les ofreció las armas cargadas, les enseñó a manejarlas y a cargarlas y les ofreció una bolsa con "postas" y una especie de pólvora insensible al calor.

Ascendieron por una escalera que conducía a una escotilla y salieron al techo del soterrano, que había desplegado una suerte de pasarela con una barandilla de metal. La nave estaba en el centro de una burbuja, dentro de un mar de lava muy densa que se movía en cientos de corrientes que se imbricaban unas a otras y se movían a distintas velocidades. Era como ser una pulga en una burbuja formada en el interior de un ovillo hecho de muchísimos hilos mientras tiraban de todos a la vez.

Calista les mostró las corrientes de los seis grandes ríos, seis cursos muy fluídos que se movían muy rápido. Cuando la ginoide habló la oyeron dentro de sus escafandras.

—Ahí están. Tenemos que acertar con nuestros disparos en ellas y esperar unas horas para obtener datos. Cuanta más puntería tengamos, menos ruido tendremos en los cálculos y sus resultados serán más exactos. Odio disparar porque tengo malísima puntería. Vosotros primero.

 

Notas de juego

Para disparar podéis tirar o bien Destreza+Contemplar o bien Percepción+Maña, lo que prefiráis. Dificultad: 8

Podéis tirar hasta tres veces, si no tenéis éxito antes y los perdigones no impactan donde deben.

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27/08/2021, 18:05
Nikita Pontecorvo

Nikita había albergado la esperanza de encontrar algún objeto mágico que poder llevar consigo para poderlo investigar. Y aunque, pensándolo bien, la ropa era mágica también, viendo las cosas construidas por Ariosto había esperado algún tipo de mecanismo que desentrañar. No es que no estuviera rodeado ya por sus artefactos —el traje por sí mismo era casi tan alucinante como el soterano—, pero quién sabía hasta qué momento tendría que esperar hasta poder dedicarle al vehículo y sus secretos el más mínimo tiempo.

Sus disquisiciones de todos modos terminaron en cuanto Calista comenzó a explicar el funcionamiento de las armas. Nikita sopesó el alcabuz, y lo empuñó mientras cerraba un ojo y apuntaba aún en el interior de la nave tratando de familiarizarse con él. Habría estado bien poder practicar antes de tener que hacer unos disparos de tal trascendencia, pero las cosas eran como eran y ya podía dar gracias por tener la posibilidad de descubrir hacia dónde se movían las corrientes. Entendió que cada fallo haría más difícil dar con el lugar exacto y comenzó a respirar despacio tratando de prepararse para controlar al máximo su pulso.

Pensar qué tipo de máquina de cálculo habría a bordo, le hizo recordar la clase infumable de Cleopatra Abela. Una fuerte melancolía le asaltó entonces al pensar en sus compañeros muertos y heridos, en sus sillas vacías durante la clase de Vicassy. Ada y Farhiya se encontrarían en la Ciudad de los Muertos y tal vez podría verlas allí, aunque no sabía si deseaba hacerlo. Respecto a la facultad, esperaba que algo parecido a la vida normal y las clases pudiera llegar a recuperarse en algún momento no muy lejano. Para ello, como tantas veces, se aferraba a la visita de Bry e Ingvild al futuro sabiendo que el mundo no se iba a acabar y tratando de no darle muchas vueltas a que la tal Ashley se había asustado bastante cuando le dijeron que venían de Astérope.

Pero no funcionó. Cuando pensó en ello sintió una sacudida en el pecho: el miedo de la Ashley del futuro por Astérope, ¿sería por lo que estaba ocurriendo ya —el ataque a Atlaneva y la toma de la Atlántida—, o porque sería destruída en aquella segunda oleada? El Plíaco podría entrar en erupción, y entonces… Entonces Nikita aferró el arma con más fuerza tratando de alejar de su cabeza unos pensamientos como aquellos. No lo sabían, aún no tenían datos, y sin embargo la duda quedó como un peso sobre su pecho y una presión sobre sus sienes que ya no podía ignorar.

Salir al exterior, embebidos en la burbuja, le hizo soltar una exclamación mientras se quedaba atónito contemplando las corrientes. Era absolutamente hipnótico. Iluminada por su propia luz, la roca fundida formaba dibujos de una belleza arrebatadora. Se sentía como en una especie de huevo primordial, uno del que podría emerger un mundo entero, como si estuviera en el interior del matraz en el que un dios alquimista hacía nacer un planeta. Habría querido ser capaz de oír el sonido que emitían las corrientes, de seguro absolutamente sobrecogedor, pero el aislamiento del traje y la burbuja lo habrían impedido aunque no estuviera sordo.1

Buscó los ojos de Bediviere más allá de su escafandra, intrigado tanto por la reacción de la chica, como por saber si sus pupilas serían capaces de tragar toda aquella luz ígnea y no reflejarla. Le dedicó una sonrisa tan fascinada como nerviosa, y atendió después a Calista hasta que estuvo seguro de haber localizado las corrientes que debían intentar impactar.

Aunque no podía tomar el reloj de Nikolai en la mano, éste seguía sobre su pecho. Cerró los ojos y le pidió ayuda como tantas veces; pensar en su rostro, en sus ojos amables de viva inteligencia, en la forma en que siempre le miraba, lograba transmitirle fuerzas cada vez. Y sabía que estaba cerca, Bediviere lo había visto.

Pomogite mne, dedushka...2

Levantó el arma, apoyó la culata sobre el hombro, contuvo el aire y disparó.

Notas de juego

1. Confirmado por Cusa.

2. "Ayúdame, abuelo" en ruso.

(chúpate ésa, corriente!) XD

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27/08/2021, 23:27
Bryony J. White

Cuando Frida se dio cuenta de que estaba sirviendo de modelo se acercó a ellas. Para entonces Bryony había trazado el primer croquis, unas cuantas líneas estilizadas que la definían completamente la elfa oscura que era su compañera de piso y que parecían poder saltar del folio y subirse a la mesa. El símbolo de la máquina no había llegado a encenderse.

Se inclinó para mirar al foco de la máquina y se dirigió a Ingvild.

—¿Qué decías que es esto?

 


 

Carme, sentada junto al cuadro de mandos del búnker, seguía pareciendo viva, aunque quizá no tanto como antes. Bryony sabía que su estado sería mucho peor si se alejaba de ella. La inglesa sabía que no era como si su compañera de clase le robara energía sino más bien como si ella misma, su propia presencia, provocara un efecto saludable.

Al ver a las tres juntas apartó la mirada a los monitores y tecleó buscando algo en Internet, por timidez.

Notas de juego

backup master

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27/08/2021, 23:28
Bryony J. White

Bryony estaba entregada a la tarea de dibujar a través de aquel aparato extraño como si se tratase de una nueva aventura. Olvidado había quedado en ese momento el asunto que la había llevado a cambiar de forma para comprobar lo de la sangre, apartado en un rinconcito de su mente. Se le hacía raro dibujar sin mirar directamente a Frida, pero también le divertía. 

Así que le decepcionó un poco escuchar que no estaba funcionando. No tenía claro qué había esperado que pasara, o si en realidad podría pasar algo si no era Ingvild quien lo hacía. Quizás la cámara solo canalizaba algo que era inherente a las hadas de su especie... o incluso a ella misma como individua. Imposible de saber, y sin Mariam tampoco tenían a quien preguntar. 

Miró a Fausto por un momento y le sonrió. Quizás sí tenían. 

Escuchó el susurro de Ingvild y le despertó la curiosidad. Tanto que hasta apartó un instante el ojo de la lente para mirarla. 

—No le voy a robar nada, ¿no? No es nada malo... ¿verdad? —susurró en respuesta.

Eso quería creer, porque la noruega le había ofrecido a Adam hacerle algo con eso. Y en un primer momento se propuso hacerle caso y dedicarse solo a las orejas. Pero tras las orejas fueron los labios carnosos y suaves. Y después esos ojos aterciopelados. El dibujo de Bry iba tomando vida con los trazos de su mano y casi hasta se alegraba de que no funcionase, porque no quería parar hasta terminarlo y tener un retrato de Frida en forma de hada.

—Cuéntame más de eso de las modelos de Joshua, Ingvild —le pidió, mientras seguía dibujando—. Aún no sé por qué salía eso en mi dibujo.