Partida Rol por web

Astérope

Tercer día

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29/12/2020, 22:38
Billie

—En ese lugar… Me… Yo lo llevaba a él… Allí decía que podía oír los pájaros. Pero allí hacía siglos que no iban los pájaros.

Nikita comenzó a perder la propiocepción de las manos.

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29/12/2020, 23:17
Farhiya Braganza

Farhiya suspiró.

—Entonces aquí… ¿Quién es el Emperador Amarillo? ¿Alguien entre nosotros? ¿Tú, Chiba?

Él rió negando con la mano. Alegó que le quedaba mucho por estudiar para llegar a ese nivel.

Ella siguió hablando.

—Nada más y nada menos que Nick Cave. Eso es como decir Elvis Costello o Susan Sarandon. Parece uno de esos sueños raros donde el sinsentido cobra sentido.

Sonrió encogiéndose de hombros.

—Bueno, mi padre diría que la vida moderna es así, pero quizá sea una señal de que están abriendo las puertas.

Alguien entró y durante el momento en que la puerta permaneció abierta la música dejó de oírse atenuada. Sonaba una especie de Hip Hop urbano.

—A mí lo que me pide el cuerpo es bailar, y dejar que el mundo cambie a mi alrededor. Espero reconocerlo cuando pare. ¿Quién se apunta?

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29/12/2020, 23:39
Nikita Pontecorvo

Para cuando la chica terminó de decir aquella frase —palabras que parecía descubrir en su interior como recuerdos parcialmente oscurecidos—, Nikita comenzó a dejar de sentir sus manos. De pronto un miedo serpenteante recorrió su médula acompañando un escalofrío. Espantado, alejó las manos de la chica y dio un paso hacia atrás, apartándose de ella y de la barandilla de la terraza que se abría como un mirador directo a la oscuridad de la noche.

Nikita cruzó los brazos sobre su estómago escondiendo las manos bajo ellos. Buscaba calentarlas a la par que se replegaba en sí mismo tras aquel irreflexivo impulso que había sentido de abrirse totalmente a ella. La veía ahora con otros ojos: la palidez de su piel, lo gélido de sus manos, su voz audible... ¿Es que los dos niños de los Ellison se habían marchado?

Billie, pequeña… —la congoja hizo que su voz sonara aún más apagada—. ¿Qué te ocurrió a ti?

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30/12/2020, 00:13
Bediviere Lafayette
Sólo para el director

Bediviere sonrió, esta vez enseñando los dientes, mientras Farhiya nominaba a Chiba como el Emperador Amarillo- Mientras no sea el Rey Amarillo...-dijo, dando otra de aquellas profundas caladas, observando la boca carnosa de la chica mientras hablaba, asintiendo, lánguida, mientras la escuchaba.

La puerta se entreabría y el sonido del hip-hop francés llegaba a sus oídos. Volvía a entrecerrar los ojos, complacida, al reconocer los matices de una de sus lenguas natales. Aunque aquel francés poseía un acento alejado del criollo. Era más bien el francés urbano de un suburbio parisino. 

Vamos. Te acompaño ahí fuera. Al menos no suena canzone, con todos mis respetos para los asteropenses.

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30/12/2020, 09:21
Director

Farhiya confesó que a ella la canzone le empezaba a gustar. Chiba les advirtió que podían acabar la velada "cantando esa mierda". A él le quedaba otra bandeja de porros por liar. Con una sonrisa en la boca les dijo que las buscaría en cuanto acabara su tarea. Salieron ellas.

Entraron en un salón y bailaron un par de canciones de hip hop mientras terminaban de instalar proyectores y una mesa para el dj. Apareció con paso tímido —era un tipo de unos cuarenta y algo con perilla, camiseta, pelo más o menos largo y un pañuelo en el cuello— y tras saludar a la gente con la cabeza y abrazar levemente a los que estaban con el equipo se puso a pinchar música electrónica.

Los cañones comenzaron a proyectar imágenes en las paredes. Líneas moviéndose al son de la música.

Las siluetas de los que bailaban se proyectaban como sombras.

Farhiya se dejaba llevar cerrando los ojos.

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30/12/2020, 09:32
Bediviere Lafayette
Sólo para el director

Bediviere sabía más o menos cómo moverse. Su adolescencia había tenido mucho de aquella música, pensó, cuando aún sabía sonreír sin dificultad y salía habitualmente de fiesta. Farhiya bailaba con ella, y la imagen de un junco meciéndose contra el viento se superpuso a su figura grácil, provocando que sus pupilas del color de la tormenta, ya dilatadas por el efecto del THC, la contemplasen detenidamente. 

Cerró ella misma los ojos, cuando la música cambiaba, y tras dejarse llevar, al principio de la canción, se quedó repentinamente parada, observando los cuerpos en movimiento. Y con la cobardía muerta, y encontrándose su cadáver tendido tras el efecto de la adormidera, de pronto se sintió liviana. Sacó su teléfono del bolso, para escribir un mensaje. 

Notas de juego

A Nikita:

"¿Has venido a la fiesta?"

 

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30/12/2020, 11:01
Billie

La chica se quedó quieta. Se tocó las manos.

—No sé… En realidad no sé. ¿Crees que hay algo allí? Yo me sentía como Eva en el paraíso… ¿Crees que ese sitio nos hizo daño?

Frunció el ceño y se quedó mirándole. Se oían las olas del mar.

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30/12/2020, 11:32
Nikita Pontecorvo

La chica se tocaba las manos. Nikita pensó si ahora podría sentirlas con más intensidad, si la sensación que le había robado a las suyas le otorgaría algún bienestar.

Parecía confusa, saber y no saber a un mismo tiempo de qué podía hablarle. Nikita temblaba con los brazos todavía rodeando su estómago mientras escuchaba atentamente a la muchacha. Sí, había algo de paraíso en aquel lugar, también para él. Y a pesar de que hubiera estado a punto de ahogarse allí, en el precioso remanso del río, a lo largo de los años sus pensamientos volvían a aquel paraje. Sabía, con todo, que era su lugar preferido de la isla. A veces se engañaba y pensaba que era por los acantilados cercanos y las vistas al volcán, pero no, era aquel bosque, sus encinas centenarias y el resplandor del agua bajo la luz otoñal que a veces sentía que brillaba en el fondo de su mente. Pero nunca había vuelto hasta allí.

Que llegara a sus oídos también ahora el sonido del mar erizó el vello de su nuca. Sintió el temor que ya había sentido en el campo de amapolas de que la muerte estaba muy cerca y esta vez venía a reclamarlo.

No lo sé, Billie —le hablaba despacio con tono apacible. Habría querido correr hacia la gente, sentirse rodeado de vida, pero consiguió dominarse y mantener los pies clavados al suelo—. A mí me lo hizo. Estuve a punto de morir allí —la miró muy fijo mientras decía estas palabras—. ¿Alguna vez visteis a alguien allí? ¿Una mujer? —se sintió egoísta presionándola para que recordara. O comprendiera. No sabía si aquello era o no lo mejor para ella.

De pronto la observó con más detenimiento. Billie tenía un año más que Elio y esa misma edad le pareció que aparentaba tener en ese instante. Un nuevo escalofrío lo recorrió al pensar en las palabras del pastor de los muertos: no era un buen momento para morir. Aquellos que lo hicieran ahora podrían extraviarse en su pasaje al otro lado.

Sin dejarla contestar le hizo una nueva pregunta con tono de urgencia:

¿Dónde estabas antes de venir a esta casa?

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30/12/2020, 12:35
Bryan

Cuando bajó el teléfono la canción cambió a otra más lenta, más oscura.

La gente quedó expectante mientras que la canción iba encontrando su ritmo.

Uno de los haces de luz iluminó a alguien conocido. Era más alto que los demás y vestía su chaqueta de cuero. La misma ropa que llevaba el día en que murió. Lo reconoció inmediatamente. Supo que era él.

La gente, que ya llenaba el lugar, se puso a bailar, a su alrededor. Caminaba entre ellos. Parecía sin rumbo. En una confusión calma. A no más de ocho metros de ella.

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30/12/2020, 12:45
Bediviere Lafayette
Sólo para el director

Miró hacia lo alto, al notar que la música cambiaba. Las luces parpadeaban, desenfocando ligeramente su visión. Suspiró hondo, y cerró los párpados, para luego observar alrededor. 

Y de pronto, ahí estaba. Con su chaqueta de cuero, y su pelo rubio desgreñado. Confuso entre la gente. Vagando, como un recuerdo demasiado real ante sus ojos como para no ser tangible. 

Bediviere contempló aquella estampa vívida de Bryan, con ojos desmesuradamente abiertos, congelada, clavada en el suelo mientras sus pupilas dilatadas y estupefactas se anegaban. Se llevó una mano al pecho, sintiendo que había dejado de respirar, e inspiró honda y entrecortadamente. 

Un pequeño paso rompía el hielo que la anclaba al suelo, y el nudo que de pronto atenazaba su garganta, aflojaba lo suficiente como para que pudiera pronunciar su nombre- Bryan...-dijo, primero en un susurro, dando otro paso, y otro, alzando su mano hacia adelante- ¡Bryan!- clamó, con la voz ahogada por la percusión de la música, antes de echar a correr entre el gentío, esquivando, golpeando, empujando. 

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30/12/2020, 13:39
Bryan

En un primer instante Bryan la acogió pasivamente entre sus brazos y metió sus manos por entre su pelo.

Luego la apretó contra su pecho, casi podría decirse que con violencia, sin permitirle a ella en ese primer momento que levantara la cabeza y le pudiera mirar a la cara.

Bediviere sentía los dedos de Bryan helados, como carámbanos deslizándose por su cuero cabelludo, desde el cogote hacia la coronilla.

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30/12/2020, 14:21
Bediviere Lafayette
Sólo para el director

Bryan... ¡Bryan!repitió, con la voz quebrada, estrangulada, notando cómo la acogía entre sus brazos. La aferraba contra su pecho, y ella trataba de aferrarse a él, temiendo que en cualquier momento desapareciese, que en cualquier momento fuera la nada misma la que la sostuviera entre sus brazos- C'est toi... ¡C'est toi vraiment!*-murmuró, entre sollozos, contra su pecho. Sus dedos, como estalagmitas,  hundiéndose en su cuero cabelludo, erizando profundamente su piel, provocándole un estremecimiento que le quebraba el alma, al ser ese tacto helado la confirmación de que su corazón ya no latía. De que hacía ya mucho tiempo que lo había dejado de hacer .

- Pardonne-moi... ¡S'il te plait! Pardonne-moi pour tout ce que je te ai dit. *-rogó, rota, recordando lo último que se habían dicho, la última discusión que había habido entre ambos, que a su vez había supuesto aquel último momentos juntos. Su mente estallaba en preguntas: ¿Cómo? ¿Por qué ahora? ¿Podía acaso mirarlo a la cara sin arriesgarse a que desapareciera? Quería mirarlo a los ojos, pero temía que fuesen grises, opacos y sin vida. Sus vivaces ojos azules... 

Notas de juego

*Eres tú, ¡Eres tú de verdad!

*Perdóname, ¡por favor! perdóname por todo lo que te dije. 

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30/12/2020, 16:26
Billie

Se quedó pensativa, antes de responder aceleradamente.

—¡No estoy muerta! ¿Has pensado eso?

»Trabajo en un hotel de la Atlántida y una compañera me invitó a esta fiesta

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30/12/2020, 16:40
Bryan

Descansó el mentón sobre su cabeza y su voz sonó como si ella estuviera debajo del agua y le hablara alguien desde la superficie.

—Se acabó tu sufrimiento, amor mío. Vengo a llevarte conmigo.

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30/12/2020, 16:43
Nikita Pontecorvo

Madre mía... —Nikita se llevó las manos a la frente tapando su rostro. En otro momento podría haberse partido de la risa pero lo que había contado la chica de su hermano le producía un peso en el corazón difícil de sobrellevar.

Perdóname… Es que puedo oírte, ¿sabes? —dijo mirándola a los ojos de nuevo durante un instante— Y eso solo me ocurre… En ocasiones especiales.

¿Por qué podía oír el mar y a ella? ¿Por qué su contacto le hacía perder la sensibilidad en las manos? De pronto su mente, cansada de elucubrar prácticamente sin descanso durante cuatro días, pareció darse por vencida. El chico se sentó en el suelo a un paso de los pies de la muchacha como si se rindiera. Pero antes de que ella se marchara enfadada o algo así, le dijo alzando de nuevo la vista:

Lo siento mucho, Billie. Y perdóname, por favor —podía haber buscado excusarse y habría tenido mil razones reales, pero no quería hacerlo—. No sabes lo que me alegro de que…

»estés viva.

Mejor guardar silencio.

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30/12/2020, 16:51
Casa de Bryony

El móvil de Nikita vibró y al mirar la pantalla* vio un mensaje de texto de Bediviere.

¿Has venido a la fiesta?

En cuanto terminó de leerlo se dio cuenta de que ya no oía las olas del mar. Tampoco estaba Billie.

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30/12/2020, 17:15
Nikita Pontecorvo

Al notar la vibración del móvil, Nikita consultó la pantalla como por un automatismo. Suspiró profundamente y al levantar la vista Billie ya no estaba allí. Al mismo tiempo se había hecho de nuevo el silencio.

¿Qué…? —miró alrededor como si acaso hubiera sido posible que se marchara sin que él se hubiera dado cuenta solo para comprobar que estaba solo en la terraza.

Llevado por un miedo entre lo terrible y lo ridículo puso dos dedos en su propio cuello buscando el pulso. ¿Es que había muerto en algún momento y no se había dado cuenta?

¡AHHHHHG! —medio gritó, medio masculló, mientras revolvía su propio pelo como si con ello fuera a aclarar la confusión de su mente. Miró de nuevo el mensaje de Bediviere temiendo que hubiera desaparecido también. Pero no, allí estaba. Apenas unas letras en una pantalla y era como si estuvieran escritas en piedra, como un ancla a la que necesitara agarrarse.

Solo un instante antes la mente de Nikita había empezado a planear: marcharse de la fiesta, estar solo. Ir a casa, coger la pistola y los dos cargadores. Coger sal, tal vez un cuchillo de cocina, bridas, linterna, el coche, conducir hasta Azil, parar en la carretera, hacer un círculo. Esperar a la striga.

Para ello debía responder a Bediviere que no estaba allí y marcharse sin más, darle alguna excusa para que no se preocupara. Pero lo único que quería en ese momento era sentir que el mundo era real, que había vida en él. Y el contacto de sus manos cálidas. Luego… Tal vez luego podría ir en busca de la striga.

Aquí estoy

Escribió para empezar. Y eso que ni siquiera estaba seguro si era así.

Voy a buscarte

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30/12/2020, 17:17
Bediviere Lafayette
Sólo para el director

otó la curva familiar de su mentón, el roce áspero de su barba, contra su pelo. Casi había olvidado su tacto, aunque hubiese tratado de atesorarlo en sus recuerdos, y en una pequeña cajita en la que guardaba un mechón de su pelo. 

Su voz sonaba distante, distorsionada como lo hiciera la voz de Sinatra en aquellas navidades, mientras se hundía en la bañera y se sumía en la negrura, pero era su voz. La sangre se le helaba, al mismo tiempo que sus lágrimas goteaban por su barbilla, mojando la tela vaporosa de su camisa transparente, al entender el peso, el completo significado de su sentencia.

¿Cuántas veces había deseado escuchar algo así? ¿Cuántas había soñado con un momento como ese? Fantaseado, en la oscuridad densa y pesada de su habitación en penumbra, con el instante en el que volviese a encontrarse con él, frente a frente, mientras ideaba aquel acto final fallido. 

Y sin embargo ahí estaba él. Y ahí estaba ella. Entre sus brazos. Y al escucharlo pronunciar aquellas palabras no pudo sino aferrarse a él con más fuerza, mientras sus labios esbozaban vocablos absolutamente contradictorios. Desgarradores.

No puedo. *-pronunció, notando cómo su cuerpo se encogía, bajo el influjo de un llanto que tornaba en desconsuelo amargo, en profundo desasosiego- No puedo irme contigo, cariño. Estoy... Estoy viva. Sufro. Pero vivo, Bryan. *

Notas de juego

*Francés

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30/12/2020, 17:59
Bryan

Separó la cabeza levemente y buscó la mirada de Bediviere. Su voz no se oyó como de lejos.

—Alors, vivez !*

Sus ojos eran de un azul infantil como el que tenía cuando estaban juntos. Su gesto tampoco era un rictus aunque su cara expresaba cierto temor, frunciendo un poco el ceño.

Dio un paso atrás, y luego otro. Y desapareció entre la gente, lentamente, como si un insuperable campo de fuerzas lo arrastrara.

Farhiya bailaba girando sobre sí misma con los brazos hacia arriba.

Notas de juego

(*) ¡Pues entonces, vive!

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30/12/2020, 17:59
Bryony J. White

Bryony cerró los ojos por un instante con las caricias, parecía una gata a punto de empezar a ronronear. El eme exacerbaba todos los sentidos y el más mínimo roce se amplificaba enviando señales por todo su sistema nervioso. Notó cómo se erizaban los poros de su piel, desde los hombros hasta el estómago. 

—Me parece —convino, abriendo de nuevo los ojos para contemplarlo con admiración. 

Se rió bajito cuando aseguró que estaba ahí, aunque también sintió una ligera punzada de culpabilidad. ¿Había hecho tambalearse la magia de un instante lleno de arte sólo por intentar comprender algo con la cabeza? Negó despacito para sí misma. Eso no se podía repetir. 

Se dejó observar con gusto. Nunca había tenido problema o vergüenza algunos por sentirse contemplada o admirada, de hecho, le agradaba. Le devolvió una mirada descarada, apreciando sus rasgos más de cerca, sumergiéndose en sus pupilas con atrevimiento, y apretó un poquito la mano que aún sostenía la suya. La adrenalina latía, pulsante, en su sangre. Quería más, necesitaba más. Tiró de la mano del joven hasta acercarla a sus labios y besó sus dedos muy suavemente, apenas un roce en esa piel sensible, pero suficiente para estremecerla desde la columna. 

—Quiero bañarme contigo —dijo, moviendo un poco los pies en el agua, pero sin apartar los ojos de los de aquel extraño invitado—. Sentir contigo. ¿Quieres?