Partida Rol por web

Dido alcanzó el último agujero, y se deslizó dentro ayudada por la gravedad artificial de la habitación. Lo primero que hizo fue asegurarse de que allí había una cápsula de salvamento intacta... ¡Sí! ¡La había! Tan solo tendría que cerrar la rejilla de ventilación, y...

Oh. Era obvio que Dido no lo iba a tener tan fácil. Siempre hay algún contratiempo.

Un montón de cascotes se habían acumulado junto a la pared contigua al baño, pero por experiencias anteriores Dido sabía que estaba allí. Los escombros eran grandes, no hacían un bulto compacto. Dido cogió la manta de la cama y la acercó al túmulo. En respuesta, la tela empezó a alabearse, lo que indicaba que el aire que lanzaba la rejilla a la habitación se escurría entre los intersticios de los cascotes.

Dido tendría que apartar todos los escombros antes de poder girar la llave de la rejilla...

Echó un nuevo vistazo al medidor de oxígeno: 71% de oxígeno gastado, 29% de oxígeno en reserva.

Jonas sonrió y saludó con la mano para parecer amistoso, no quería dar a los pilotos un susto de muerte y mientras se movía fue viendo mejor el interior del baño. Así pudo comprobar que no era la ducha lo que sonaba si no el lavabo, allí un hombre parecía afeitarse tranquilamente, cuando se reincorporó, Jonas se quedó petrificado con la mano levantada en mitad del saludo. ¡No podía ser! ¡Era el hombre al que Dido había matado! ¡Pero estaba allí tan tranquilo y completamente vivo!

-¡Pe... pero tu estás muerto! ¡Dido te mató! ¡Intentamos salvarte y estabas muerto! ¡Todos lo vimos! -Si no fuera porque habían sido tres personas las que habían afirmado lo mismo Jonas habría dudado que le habían tomado mal el pulso, pero evidentemente algo no habían hecho bien. Quizás los primeros auxilios de Dido habían funcionado, eso le quitaría el cargo de conciencia a la chica que se sentía culpable por haber asesinado al pirata, pero si estaba vivo significaba que Jonas iba a morir pronto, en concreto le queadaba medio afeitado.- ¡¿Donde están los pilotos?! ¡Los has matado! -Supuso que el brazo que colgaba fuera de la otra cama no era un hombre muy dormido y no quería ponerse a buscar el resto de cadáveres.- ¡Eres idiota! ¡¿Como alguien puede ayudar a los Cylons?! ¡Eres repugnante!

Estaba bien desahogarse, pero en realidad lo que Jonas quería, como cualquiera en su lugar, era seguir vivo. Podía luchar, sabía artes marciales, pero la sola idea de intentarlo después de lo que había pasado antes no le daba ninguna esperanza y esta vez Dido no estaba para salvarle el culo y matar al pirata por segunda vez. Solo le quedaba una opción.
Jonas salió corriendo de nuevo hacia la escotilla mientras intentaba colocarse el casco. Quizás tuviera la suerte de que el hombre siguiera considerándolo tan poca cosa que no se preocupara mucho por él y más suerte aún de que Dido escuchara sus gritos desesperados. ¿De verdad quería que Dido escuchara sus gritos desesperados? No, pero lo prefería antes de dejarse matar por aquel bruto.

Por favor Dido, no estés muy lejos y abre la compuerta pronto...

Eran vanas ilusiones, a esas alturas Dido estaría muy lejos y las comunicaciones no funcionaban, quizás podía encontrar una alternativa... ¿Podría encerrarse en el puente de mando? ¿O en la habitación a la que había entrado, aunque el cristal estuviera roto el hombre no podría pasar por el ventanuco? Cualquier cosa que le diera un poco de esperanza y unos minutos más de vida.

Doy un paso atrás.

¿Los muertos piensan? Me gusta la sensación cuando no pienso. Cierro los ojos.

Los abro y sólo veo un montón de cascotes. Me lanzo a ellos como tantas veces en casa, ayudando a unos o a otros. No por nada siempre me pringan cuándo hay que mover muebles o cosas de peso.

A veces me sorprendo de lo bruta que puedo llegar a ser, agarro los bultos a brazadas, apretando unos contra los otros como si no pesaran. Debo parecer un oso.

¡Lo he conseguido!

No me refiero a salir viva de aquí, obviamente aun así me alegro y sonrío cuando trato de meterme en la cápsula de salvamento.

Si acabo siendo un cadáver helado, al menos que sea un cadáver sonriente.

Es curioso que Dido se pusiese a pensar en muertos, porque los cascotes le depararon una última sorpresa: entre los escombros había un cadáver, de un hombre, con corbata y americana. Y bajo la americana, en la axila, había una pistolera, y en su bolsillo una placa de agente federal. ¡Dido había encontrado una pistola!

Una vez hecho todo el trabajo, incluyendo cerrar la rejilla de ventilación, Dido se quitó el casco en el interior de la cápsula de salvamento y miró su indicador de aire... 17% de reserva, lo que le daría para hora y media de vida.

¡PUF!

El ruido sordo de los eyectores hizo tambalear el suelo. La cápsula de salvamento salió disparada al espacio con Dido dentro. Una vez estabilizado, pudo ver por su ventanuco cómo la luna Minos y la Olympic Carrier se hacían cada vez más pequeñas. Por lo demás, la cápsula era como aquella en la que estuvo con Jonas: una escalerilla central daba a una esclusa en lo alto del cubículo, que en estos momentos salía al exterior. Había asientos mullidos y unos compartimentos con agua y raciones de campaña (unas galletitas deshidratadas para nada sabrosas). También había un compartimento con la caja negra, la baliza que determinaba su posición, y un manual de instrucciones.

El tiempo transcurría. El aire se agotaba. Entonces la cápsula de salvamento se estremeció en pleno espacio. Con la mirada borrosa, Dido vió en lo alto la escotilla abrirse. Entró un poco de aire, solo tenía que tomar una bocanada para mantenerse consciente.

¿Hola? Teniente Boomer, de la Estrella de Combate Galáctica-se presentó desde la escalerilla mientras la bajaba-, flota Colonial. ¿Se encuentra bien?

El puente de mando era un espacio abierto, bajo el dintel de un arco: Jonas no podía guarecerse dentro. Reculó hasta el comedor cocina y se hizo con un cuchillo. Luego entró en la cápsula y subió la escalerilla, luchando por abrir la esclusa que Dido había cerrado. El secuestrador, pirata y asesino, siguió hablándole desde el baño.

¿Dido, dices...? Llevas traje espacial, así que imagino que has entrado por la escotilla de la cápsula de salvamento. Muy audaz por tu parte. Pero has tenido que romper el cristal del ventanuco, lo oí. A partir de ahora, si cierras la puerta, saldrás disparado al espacio. La cápsula soltará todo el aire por el ventanuco roto, y solo contarás con el aire de tu traje. ¿Cuánto tiempo de vida te compra eso? ¿Seis horas? Seis horas en un espacio vacío, frío y oscuro... Pero no está vacío, allí encontrarás a Dios...

No te esfuerces. No lograrás abrir la esclusa de lo alto de las escalerillas. Por seguridad, no permite girar si la presión no es la misma en ambos lados del traje. Solo hay dos modos de que salgas de aquí: una es eyectándote en la cápsula rota; la otra es matándome.

Esto parece un mirador y me pongo cómoda en uno de esos asientos tan mullidos. Contenta de haber tenido éxito me dedico un pequeño homenaje con un "festín", comiéndome todas las galletas de la cápsula. Mientras, mi cabeza se pone a trabajar. Se acabó esa sensación confortable de ir a saco sin darme un segundo para pensar. Ahora le doy vueltas a las cosas.

Lo primero que pienso es en las galletas de mi madre con sus frutos secos y sus aromas de flores. Seguramente será la falta de oxígeno pero siento como si me abrazara para reconfortarme. Aprovecho que nadie me ve y sonrío como cuando era niña, incluso no me corto en hablarle como si estuviera aquí.

—Jo, mamá, tendrías que ver lo bonito que es esto.

Es decir eso y salir disparada. Ahora veo a la Olimpic Carrier varada en Minos y se parece más a un animal herido que a la ballena majestuosa que tanto me impresionó en el embarque.

Me pregunto cómo le estará yendo a Jonas, allí. Tan lejos. Planto la mano en el vidrio del ventanuco. Minos ya es como una pelota.

-Suerte amigo. Gracias.

Seguro que se alegra cuando le digan que se he cerrado las rejillas del aire… y que llora cuando vea que no vuelvo. Es el único que me llorará. Sonrío y lloro. Ahora no tengo que guardar las apariencias.

El tiempo pasa y con el aire voy perdiendo la templanza. Tiemblo y siento frío. No quiero morirme tan sóla. Bueno, no quiero morirme, y punto. Siento cada vez más miedo. Me voy a morir asfixiada y eso tiene que ser horrible.

Saco la pistola y pienso que quizá haya llegado a mí por un motivo. Contemplo la posibilidad de volarme los sesos cuando todo esté llegando a su fin. Respiro hondo y no alcanzo a llevar suficiente oxígeno a los pulmones. El momento se acerca.

Me tiembla la mano con el arma. Empiezo a ver mal. Me mareo. Me apoyo el cañón contra la sien y sollozo. No me gusta la idea de mi cuerpo con media cabeza hecha polvo. Me la pongo en el pecho, queda como más romántico. Se me engarrotan los dedos...

No, no puedo disparar. La dejo en el suelo. Habrá que sufrir.

—Mierda.

La vista se difumina más y más, me duele el pecho como si algo muy pesado me presionara.

De pronto todo vibra y frunzo el ceño al ver que la escotilla se abre. Debo parecer un pez fuera del agua, trato de tragar aire.

Una mujer dice algo que escucho como muy lejano. Entiendo que es un soldado de la flota colonial. Sonrío pensando de Jonas tenía razón cuando decía que en algún lado estaría la flota de las colonias dando su merecido a los Zylon. Ella me parece como una presencia luminosa enviada por los dioses, quizá esté alucinando.

Me doy cuenta de que no he tomado suficiente aire y que voy a perder la consciencia. Creo que me ha dado tiempo de decir lo que tengo que decir.

- Olympic Carrier… Minos.

Y todo a mi alrededor se vuelve niebla.

Jonas descartó el puente de mando a medida que se alejaba, sin puerta no era un buen lugar donde resguardarse. Al pasar por la cocina cogió un cuchillo y se imaginó a si mismo como el protagonista de una de esas películas donde la inocente víctima trata de defenderse contra el malo pero todo es inútil pues es más fuerte, más rápido y más listo, tan listo que parecía saber exactamente todos los pasos que había seguido Jonas y los que iba a seguir a continuación.

¡Mierda!

La voz sonaba lejana, como si el tipo ni se hubiera movido, pero ¿Para qué si lo tenía atrapado? Incluso parecía saber mejor que él lo que podía o no podía hacer. Tenía ganas de llorar pero no quería terminar así, cualquiera de las dos alternativas le parecía igual de mala.

¡Mierda!

En su desesperación y mientras seguía golpeando el metal por si se producía el milagro, pensó en una alternativa, quizás ganara algo de tiempo. Bajó por las escaleras y se acercó a la cápsula, todavía no había decidido si quería morir rápido y hacer compañía al piloto o morir en el espacio durante horas, pero quería estar cerca de su posible salvación por si acaso. Mientras habló con su verdugo, quizás lo hiciera recapacitar.

-¡No tienes porqué hacerlo! Si no me matas, si nos ayudas, la gente estará en deuda contigo, quizás te perdonen lo que has hecho, seguro que te han engañado. -Porque a Jonas seguía sin entrarle en la cabeza que alguien quisiera ayudar a los Cylons voluntariamente.- ¿Sabes lo que está pasando? ¡Los Cylons han hecho un ataque a gran escala! ¡Varias colonias han sido totalmente destruidas! Comparado con eso lo tuyo ha sido solamente una pequeña falta y si nos ayudas hablaré para que te perdonen, seguro que no sabías lo que iba a pasar ¿Verdad? Si me matas tu tampoco saldrás vivo de aquí. Dido ya te mató una vez y lo hará de nuevo. -Estaba convencido que el peor de los casos su amiga vengaría su muerte, aunque para ser sincero lo que menos quería en aquellos momentos era que Dido volviera a encontrarse con el asesino, no había que tentar la suerte demasiado.- No se que te han prometido, pero no te van a dar nada, tu única posibilidad es ayudar a los humanos, vamos a derrotarlos definitivamente en cuanto nuestra flota se reagrupe y contraataque.

La esperanza no podía perderse y aunque Jonas no tenía mucha de poder convencer a aquel hombre siempre había una pequeña posibilidad de hacerlo entrar en razón. Aunque por dentro seguía debatiéndose en que haría cuando llegara el momento.

Si lucho soy hombre muerto, me va a machacar. Tengo un cuchillo, eso sí, pero claro, él también cogerá otro. ¡Mierda! ¡Tenía que haberlos cogido todos!

Miró hacia la cocina. ¿Le daría tiempo a ir a por todos los cuchillos antes de que Leoben terminara de afeitarse?

¡Claro que yo sabía lo que iba a pasar! Porque ya ha pasado antes, y volverá a hacerlo...-dijo el psicópata desde el baño.

Finalmente, Jonas decide que sí va a tener tiempo para coger los demás cuchillos. Ya había cogido uno antes, y volverá a hacerlo. El problema es que el desconocido lo sabe, por lo menos si atendemos a sus proclamas, así que iba a tener que darse prisa. Jonas llegó a la cocina y empezó a abrir cajones con botes de especias, espátulas, cucharones... Uno de ellos, el de los cubiertos, fue abierto con tanta fuerza que volcó, y los cuchillos, cucharas y tenedores se desparramaron por el suelo de la cocina comedor. Se agachó a coger los cuchillos, con el temor de que al tipo le bastaba una cuchara para quitarle los ojos.

Sonido de pasos. Una bota besó el umbral de la entrada de la cocina comedor. El desconocido, desnudo de cintura para arriba, tenía una toalla de mano en el hombro. Lucía un afeitado tan perfecto que, a Jonas no, pero a otros pondría en muy serios apuros para definirse sexualmente.

Y luego... Ah, sí... Luego estaba el tema menor de la navaja de afeitar que llevaba aquel hombre en la mano, y que hacía que el intento de acaparar cuchillos de Jonas no fuese a servir para nada. Lo único que le separaba de rebañar el cuello de Jonas era la mesa que había interpuesta en su trayectoria.

Allí plantado, el asesino se regodeó.

En la lucha entre cylons y humanos, los dioses ya han elegido bando, amigo mío. Y están pidiendo un sacrificio de sangre...

Jonas había calculado mal el tiempo que tardaría en coger todos los cuchillos o cualquier objeto punzante o posible arma de la cocina, además que los nervios y las prisas le habían jugado una mala pasada y uno de los cajones había salido disparado desparramando todo su contenido en el suelo. El muchacho intentó coger todo cuanto pudo, pero probablemente el estruendo había acelerado el tiempo que le quedaba. Cuando se dio cuenta el tipo estaba en la puerta de la cocina y tan solo lo separaba de Jonas una mesa.

Oh oh...

Jonas alzó la vista cuando visualizó las botas y fue alzando la cabeza a medida que se levantaba lentamente. Tras las botas había unos pantalones, después vio las manos del pirata y...

¡Mierda! ¡Tiene una navaja!

Sus intentos por desarmarlo eran inútiles pues tenía un arma más afilada que cualquiera que pudiera encontrar en la cocina y seguramente en su posesión resultaría letal.
Después vio el torso desnudo y finalmente aquel rostro perfectamente afeitado que estaba seguro que de no pertenecer a un pirata loco y psicópata sería del agrado de cualquier mujer. Por primera vez se alegró de que Dido no estuviera allí, aunque solo fue unos instantes, lo suficiente para preferir que era mejor que la chica pensara que el pirado era guapo pero seguir vivo.

-No se si te lo han dicho antes, pero creo que estás un poco loco... -Iba a morir de todas formas, un poco de sinceridad no cambiaría nada.- ¿Sabías lo que iba a pasar? ¿Y los ayudaste de todas formas? ¡Estás más loco de lo que pensaba! Creo que alguien tiene que decírtelo, pero, primero, esto nunca había pasado y segundo, tu no eres un cylon... ¡Y sí! ¡Los dioses han elegido bando y somos los humanos! ¡No seas estúpido, no tiene sentido que ayudes a los Cylons! ¡Tu estás de nuestro bando, eres humano! -Estaba acorralado y no podía huir, así que solo podía defenderse como buenamente pudiera, no se iba a dejar matar y quien sabía, quizás el tipo recapacitara. Subió el cuchillo mostrando que no se dejaría matar sin luchar.- ¡Si te rindes no te haré daño! ¡Se defensa personal!

Por supuesto Jonas estaba cagado por dentro y no había salido corriendo porque no había escapatoria y no quería que lo asesinaran por la espalda, tenía pocas posibilidades pero pensaba utilizar todo lo que tenía a su favor. Por ejemplo aquella mesa, aquella mesa le hacía sentir más seguro.

¿No soy cylon? ¿Soy humano? Hay un problema en tu lógica... ¿Qué diferencia a los cylons de los humanos? ¿Es la piel? Piel blanca o negra... o de cromo... Poco importa. ¿Es el intelecto? Porque si es el intelecto, yo he de decir que he conocido humanos muy estúpidos, y otros que casi llegaron a comprender la Verdad de los Dioses... Ese es un abanico bastante amplio para que la inteligencia de un cylon no esté comprendida en tan laxos parámetros. ¿Es el alma? ... El alma... No. El alma es un regalo de los Dioses. Ellos son los que deciden quién tiene alma. Y no se lo negarían a nadie, ni siquiera a un cylon. ¿O quizás a ti sí? Dime... ¿los Dioses te han dado un alma? Te rajaré, te abriré, y buscaré en tu interior, y podremos comprobar si tienes alma, chico...

Con una fuerza sobrehumana, más allá de lo que podían saltar los torpes cylon en esos documentales bélicos antiguos que salían por la tele, las piernas del pirata le hicieron impulsarse sin carrerilla hasta lo alto de la mesa. Aquel tipo no era humano. Probablemente tampoco cylon. Era el cruce de un saltamontes y un canguro.

Pero una vez Jonas perdió la ventaja de la mesa, se dió cuenta de que tenía una defensa todavía mejor. Porque cuando el psicópata se dejó caer de la mesa para plantarse cara a cara con Jonas, en lugar de usar su navaja, aquel loco usó su puño. ¡El traje espacial! Si el agresor usaba su navaja, corría el riesgo de rasgar el traje. Que atacara con el puño implicaba que tenía algo en mente: quería noquear a Jonas para arrebatarle el traje intacto...

Aquel tipo estaba como una cabra, no parecía tener remedio ni redención, lo cual era un problema para Jonas que veía reducidas sus posibilidades a solamente una: luchar para poder salir de allí.

-¡Estás completamente loco! ¡Los Cylons son máquinas! ¡Nosotros las hicimos! No tienen alma ni nada de eso, solo tienen un error de programación, pero esta vez han ido demasiado lejos, acabaremos con ellos, no volveremos a tener clemencia.

Cuando Leoben saltó a la mesa Jonas simplemente dejó de hablar y tragó saliba. ¿Que clase de entrenamiento tenía aquel tipo? Nunca había visto a nadie saltar así, ni recuperarse tan bien de la paliza que Dido le había dado, una pena que estuviera chiflado y no fuera el nuevo fichaje de los Bucaneros.

Aunque eso creo que me dejaría sin sitio en el equipo a mi...

En cualquier caso no era momento de pensar en deportes, su vida peligraba y esquivó milagrosamente el puño de aquel tipo. Le desconcertó que no usara su navaja. ¿Porqué tiene tanto cuidado?

¡El traje! ¡Lo necesita para salir de aquí!

No dejaría que eso pasara, se defendería como gato panza arriba y si lo veía todo perdido él mismo rasgaría el traje y dejaría encerrado al pirata allí, hasta que Dido regresara a vengarlo, sabía que su amiga tarde o temprano volvería a por él y eso era una de las cosas que le preocupaban, no quería que se encontrara a Leoben y este la atacara por sorpresa, así que Jonas no luchaba solamente por su vida, le debía aquella pelea a Dido por todas las veces que le había salvado el culo.

-¡Te vas a enterar!

Jonas intentó rajar a Leoben, que parecía un blanco relativamente fácil allí plantado sin camisa frente al chico, pero definitivamente la pelea no era el fuerte del chico y su ataque resultó nefasto.

El grosor de los guantes del traje limitaba la movilidad de la mano y dificultaba sostener el cuchillo. Accidentalmente, el arma de Jonas se escurrió entre sus dedos, cayendo al suelo con el resto de cubiertos desperdigados.

Parece que tú sí que tienes un error de programación, chico...

Lo siguiente que vió fue el puño del pirata desconocido acercándose hacia su cara. Todo se volvió negro. Lástima, no tuvo tiempo de rasgar su traje: le había fallado a Dido. Le había fallado a sus padres. No estaba siendo un buen fin de semana para la Humanidad en general ni para Jonas en particular.

Jonas Gladstone no volvió a abrir los ojos, y el modo en el que Leoben Conoy le desnudó y rajó no llegó a tener testigos. Encontrarían su cadáver tiempo después, y un testigo diría de Jonas que murió horriblemente mutilado, pero que tenía un pelazo envidiable.

- F I N -