Partida Rol por web

Le dolía la cabeza, vaya si le dolía. Y el parloteo de todos no hacia más que acrecentarlo a cada minutos que pasaba. Además,le estaban entrando ganas de vomitar y no iba a ser muy cómodo con la máscara puesta.

-No podemos dejarlo aquí. No debemos dejarlo aquí. Si es un humano como nosotras, puede que se recupere cuando salga de aquí y respire aire limpio, igual que nosotras, creo que vosotras dos estais teniendo síntomas de algo que puede estar provocado por esto que estamos respirando... y si no es humano como nosotras y los cylons lo han ¿manipulado? de alguna forma, será un bonito y corpulento conejito de indias. Así que hay que abrir esas persianas, coger las armas y largarnos de aquí. Necesito respirar aire limpio...-dijo, incorporandose del suelo e intentando no marearse demasiado.

¿Soy un clon...? ¡Qué idea más ridícula! Pero cualquier explicación a lo que me pasa sería igual de absurda...

Oyuyua amartilló una de las pistolas de la armería y apuntó a la cabeza del prisionero.

¡Cierra el pico, hijo de puta!

Por un momento pareció que Oyuyua iba a disparar. Al igual que Dido, ella había sufrido y se había enfrentado al clon pirata, y aquella cara le recordaba momentos muy duros. Era como estar de nuevo ante su torturador, pero las tornas se habían cambiado.

Vamos a desposarte del armario. Pondrás tus manos a la espalda y te volveremos a colocar las esposas. Como intentes algo, te vuelo la tapia de los sesos.

Kraff se comportó, y dejó mansamente que le manejaran. Había dos pesos muertos que llevar: la pesada caja con las armas y el cuerpo malherido de Karen. Eso llevó a Oyuyua a darle la pistola a Jisoo, y entre Oyuyua y Dido se repartieron las dos tareas pesadas.

Las cinco subieron las escaleras hasta la planta superior, donde ya habían estado Jisoo y Oyuyua. Se trataba de una sala llena de escritorios, en la que los policías de más rango rellenaban el papeleo. Había una puerta que daba al despacho del comisario, pero estaba cerrada con llave.

Échala abajo-azuzó a Kraff.

Con las manos esposadas a la espalda, el policía cargó contra la puerta con el hombro. Ahora que tenían las máscaras antigas, podían intentarlo una y otra vez hasta derribar la puerta.

¡PLOFFF!

La luz del despacho estaba encendida. Frente a la puerta había un boquete de un palmo de diámetro, y unos cables chisporroteaban en el interior de la pared. A la izquierda estaba el escritorio, con una pantalla de ordenador que casi ocultaba el cadáver del comisario. El comisario estaba sentado, con el torso y la cabeza desplomados sobre la mesa.

El mecanismo que abre las persianas está ahí, en la esquina más alejada del escritorio.

Había una peana sobre el escritorio con un aspecto parecido al sistema de lanzamiento de bombas nucleares de las Estrellas de Combate o de los submarinos. Tenía una ranura, en la que estaba insertada la tarjeta de identificación del comisario, y un botón rojo que bajaba las persianas cuando estaban subidas, y las subían si estaban bajadas.

Oyuyua se acercó al cadáver, para llegar al mecanismo, pero de pronto surgió de detrás del escritorio una serpiente de hierro que sobresaltó a la chica, obligándola a retroceder.

Aquella serpiente era mitad orgánica y mitad máquina. Tenía que ser cosa de los cylons...

Jisoo escuchó aliviada la opinión de Karen, al menos ella también la apoyaba en el asunto de mantener vivo a Kraff, pero cuando Oyuyua le apuntó con su arma la chica dio un paso atrás temerosa. Cerró los ojos y se tapó las orejas esperando sentir el disparo en cualquier momento, pero por fortuna no llegó. Cuando volvió a abrirlos se acercó a su amiga y posó la mano sobre su hombro intentando tranquilizarla. Ellas no eran como él, no eran asesinas y debían hacer lo correcto.

-Es lo mejor Oyuyua, además necesitamos pruebas o nadie nos creerá.

Vigiló con cierto temor el proceso de esposado y volvió a respirar tranquila cuando el hombre volvió a quedar maniatado.  Antes de salir de allí Jisoo se vio con la pistola en la mano y se asustó un poco. Ni Dido ni Oyuyua podían manejarla y ella tampoco estaba en situación de sustituirlas con las tareas pesadas.

Debo protegerlas, ahora me necesitan.

Se sentía rara con el arma en la mano, pero para su desgracia comenzaba a ser lo habitual y lo peor era que quizás tuviera seguir así mucho tiempo, al menos durante todo el tiempo que estuvieran el guerra con los Cylons y no parecía que fuera a terminar pronto, de momento iban perdiendo. Intentó centrarse en la misión y subió con sus amigas atenta a cualquier movimiento extraño del hombre, no quería hacerlo pero si intentaba algo tendría que dispararle. Kraff colaboró, incluso ayudó a derribar la puerta que daba acceso al despacho del comisario, pero cuando Oyuyua se acercó al escritorio algo la obligó a retroceder. Jisoo se quedó con la boca abierta al ver la serpiente, si hubiera sido una de verdad hubiera salido corriendo pero aquella obra de la ingeniería la había dejado admirada, en otro tiempo hubiera dado lo que hiciera falta por tener algo así. Se plantó y apuntó con la pistola a la serpiente, aunque no disparó, era una pena estropear algo así.

-¿Le... Le disparo? -Por otro lado tampoco era una experta tiradora, estaba deseando que alguna de sus amigas le quitara la pistola y le diera un mejor uso.- Quizás no es peligrosa... ¿Habéis visto que diseño?

No, Jisoo. No le dispares. Llévatela a casa y dale de comer ratones mecánicos-dijo, con tono irónico-. ¡Claro que hay que disparar! ¡Es una puñetera serpiente cylon!

La serpiente se lanzó hacia Oyuyua, pero la chica se apartó a tiempo. Oyuyua retrocedió, para poder disparar con mejor ángulo.

¡BANG!

La parte superior del cuerpo de la serpiente se zarandeó cuando la bala impactó contra su blindaje. Se recompuso, y abrió las fauces mostrando dos afilados colmillos, mientras amenazaba con volver a intentar morder a Oyuyua.

En mi pueblo los muchachos la habrían matado a pedradas o le habrían hecho morder un haz de leña o un montón de paja para prenderle fuego. Da pena, pero es de mentira. Me pregunto si estos bichos sentirán y luego, al mirar el cadáver del escritorio me reprocho a mí misma haberle tenido un ápice de pena.

Sin mediar palabra aprovecho que ese bicho abre la bocaza para colarle una bala dentro.

-¡Aaaaiiiiii! -Jisoo gritó cuando vio como la serpiente mecánica atacaba a Oyuyua- ¡Cuidado Oyuyua!

La bala de su amiga impactó pero no detuvo al animal mecánico así que Jisoo afianzó su arma e intentó apuntar, si mordían a Oyuyua o a cualquiera de sus otras amigas se sentiría culpable por haber dudado. Los Cylons nunca dudaban y eran implacables, aunque también muy ingeniosos e innovadores en sus diseños.

¡Bang!

Su bala no dio en el objetivo, así que Jisoo se dispuso a volver a disparar, había que detener a aquella serpiente.

Si me quitáis las esposas, y me dejáis coger una de las pistolas, puedo ayudaros a acabar con esa cosa...-propuso el prisionero que había intentado matarlas.

El susurro corrió como una propuesta endiablada, envenenando sus oídos y tentándoles a acceder al pacto. El único interesado en librar esta batalla era el propio Kraff, que no podía abandonar la comisaría hasta que se levantasen las persianas. Ellas siempre podrían salir huyendo, encerrando a la serpiente de nuevo en el despacho y abandonando a su suerte a Kraff en este lugar.

Las balas seguían silbando. La disparada por Dido golpeó de nuevo el blindaje de la serpiente cylon, pero seguía sin ser suficiente para eliminar la amenaza. La serpiente siguió arrinconando a Oyuyua. La última vez que la modernilla dió un paso atrás para disparar con comodidad, su espalda tocó la pared.

Jisoo estaba demasiado concentrada en la serpiente como para poner su cara de incredulidad ante las palabras de Kraff.

-¡Que te lo has creído! ¡Si no terminamos con ella te usaremos como distracción!

Estaba enfadada y nerviosa, sobre todo porque Oyuyua estaba ya contra la pared y en el próximo ataque de la serpiente no podría escapar hacia atrás. Por supuesto no pensaba usar a Kansar como cebo, aunque el tipo se lo merecía, si tanto le gustaban los cylon y sus cosas que probara de su propia medicina.

-¡Oyuyua, hacia la puerta! -Jisoo entrecerró sus ojos, ya por defecto entrecerrados, y apuntó con la esperanza de poder salvar a su amiga, aunque su puntería dejaba mucho que desear.- ¡Vamos!

Se estaba poniendo cada vez más nerviosa pues veía que no eran capaces de parar a aquel bicho, aunque les quedaba la alternativa de echar a correr, eso sentenciaría a su prisionero, aunque quizás los cylons les habían metido algún módulo de reconocimiento para que no atacaran a sus agentes clonados, igual podían probar...

-¡Karen! ¡Empújalo!

Si lo hacían y no funcionaba tendría que cargar con la muerte de un hombre y no sabía como lo llevaría, por muy maniaco asesino y agente de los cylons que fuera.

Karen se tumbó dolorida sobre uno de los escritorios. Con esfuerzo trató de levantar la pierna para empujar de una patada a Kraff, pero no tenía suficientes fuerzas.

Oyuyua hizo una maniobra arriesgada para ir a la otra punta de la habitación. La serpiente le mordió en el tobillo cuando pasó a su lado, y la muchacha se dolió, trastabilló y terminó agarrándose al escritorio junto al dispositivo para levantar las persianas. En un último esfuerzo, pusló el botón. Las chicas que estaban fuera del despacho pudieron ver las persianas elevándose, y a la luz del día confundiéndose con la luz de los halógenos.

Entonces la serpiente se giró para cruzar la habitación tras Oyuyua. Dido no disparó, así que pudo empujar a Kraff interponiéndole en el camino del monstruo. Al contrario de lo que había supuesto Jisoo, la serpiente no tuvo reparos en atacar al clon de los cylons. Los colmillos de la víbora se cerraron sobre el cuello de Kraff.

AAAAAAAAAH, AAAAAAAAAAAAAAH...

Se escuchó un crujir cuando las mandíbulas metálicas rompieron la tráquea de Kraff y cortando el paso de aire. Los escalofriantes gritos cesaron.

Las cosas no mejoraron, nadie pudo acertar a la serpiente y Oyuyua en vez de escapar intentó llegar a la mesa del comisario y que se pusiera demasiado cerca del reptil, se llevó un gran mordisco en el tobillo que la hizo tropezar.

-!OYUYUA NOOOO! -Gritó desesperada al ver como su compañera se había arriesgado para abrir las persianas y así poder sacar a Kraff sin problemas. Jisoo se sintió fatal pues ella había intentado lo contrario, matarlo, aunque por fortuna Karen estaba demasiado débil como para llevar a cabo la orden. Fue Dido la que finalmente decidió hacerlo y para sorpresa de Jisoo la serpiente se tiró al cuello de Kraff con tal virulencia que la hizo estremecerse, no quería acabar así, era algo terrible. Jisoo volvió a disparar.- ¡Dido, llévate a Karen! -Era la única que podía hacerlo.- ¡Yo cubro a Oyuyua! ¡Oyuya ven!

Tenía la esperanza que la serpiente se entretuviera con Kraff el tiempo necesario o que una bala la detuviera de una maldita vez. Apuntó y disparó, esta vez la serpiente estaba desprevenida centrada en su víctima y pudo impactar, aunque no fue suficiente para matarla. ¿Podría Oyuyua salir de la habitación a salvo? Ya no le importaba poder sacar las armas, aunque ahora que la persiana estaba abierta sus compañeros podrían entrar y ayudar, pero lo importante es que todas pudieran salir vivas, aquella comisaría se había convertido en una trampa mortal.

El cuello de Kraff hizo un sonoro craf cuando su cuello se rompió bajo la presión de las mandíbulas de la serpiente. El motivo por el que estaban aquí (abrir las persianas para que Kraff pudiese salir) se había ido tan rápido como el último suspiro del maldito clon. Y ahora, Oyuyua estaba atrapada, con la serpiente cerca de Dido, Jisoo y la puerta del despacho. Dió un paso para ponerse tras el escritorio, y apuntó. El veneno cylon inyectado por los colmillos de la serpiente hizo que la visión de Oyuyua se nublara un poco.

¡BANG!

Un trozo de moqueta saltó cuando la bala erró el blanco.

¡Dido, espabila! No ha sido culpa tuya. La muerte de Kraff no ha sido culpa tuya...

Si lo había sido. Dido le había empujado dentro, le había condenado a muerte, y los remordimientos la habían bloqueado de tal modo, que se paralizó y estuvo unos valiosos segundos sin disparar a la serpiente cylon.

Jisoo puso una mueca de desagrado al escuchar el crujido del cuello de Kraft, habían querido llevárselo y ahora estaban en problemas por ello. Lo peor era que Oyuyua seguía atrapada y no parecía encontrarse muy bien.

Al menos la serpiente está lejos de ella.

Pero eso significaba que estaba cerca de ellas y Jisoo no creía que fuera a entretenerse más con Kraft. Ahora tanto Dido como ella estaban en peligro y aquel reptil de mentira se movía condenadamente rápido. Oyuyua había fallado su disparo y Dido parecía conmocionada por todo lo que pasaba, al fin y al cabo era humana como ellas y todas habían sentido debilidad en algún momento. Gritó para hacer reaccionar a su amiga, aunque no estaba segura que lo que decía fuera del todo cierto, tan solo quería quitarle el peso de la responsabilidad a Dido.

-¡Cuidado, viene a por nosotras! ¡Creo que no quieren dejar pruebas, por eso mató a Kraft!

Igual si que era cierto que la serpiente intentaba que no se llevaran a un prisionero con información valiosa, aunque lo importante es que consiguieran sobrevivir, así que Jisoo volvió a apretar el gatillo.

¿Por qué demonios me he quedado parada? ¡Era un asesino! ¡Una bomba humana!

-¡Era un asesino!

¿En eso me voy a convertir? ¿En una asesina de... personas? Vale que sigo pensando que era muy posible que el tipo se haya criado en una granja de clones y condicionado para asesinarnos al recibir alguna señal pero ¿Acaso no tienen derechos humanos los nacidos en granjas? ¡Yo que era partidaria de salvar las gallinas de la cria industrial! ¡Y ahora!

De pronto me doy cuenta que ese trasto va a matar también a Oyuyua

-¡Y una mierda!

Intento vaciar el cargador contra ese bicho.

La mayoría de balas disparadas por Dido no dieron en su objetivo. Solo estaba gastando balas inutilmente. Un trozo de carcasa de la cabeza saltó con el último balazo. La serpiente estaba en las últimas, pero aún podía cobrarse una víctima más...

Culebreó por la moqueta, alejándose de la puerta y colándose bajo el escritorio en dirección a Oyuyua.

AAaaah... me ha mordido otra vez. ¡Cabrona!

Oyuyua se alejó un par de pasos y volvió a disparar. Desde su posición, Dido y Jisoo no pudieron ver el resultado del disparo, pero el taco que soltó Oyuyua indicó que había fallado.

La serpiente estaba oculta tras el escritorio, pero Dido y Jisoo podrían tenerla a tiro si se metían en la habitación y se subían al escritorio, o lo bordeaban por el lado opuesto a Oyuyua.

Jisoo hizo una mueca de dolor al escuchar el grito de Oyuyua, si no hacían algo pronto su amiga acabaría como el policía traidor. Por otro lado su amiga seguía viva y eso impulsó a Jisoo a acercarse y saltar sobre el escritorio.

-¡Vamos Dido!

Una acción que seguramente en frío le resultara peligrosa pero con la adrenalina solamente le pareció algo que debía hacer. Desde la altura volvió a ver a la serpiente acorralando a Oyuyua y volvió a apuntar.

-¡Chúpate esa! ¡Deja a nuestra amiga!

¿Las serpientes cylons entendían a las personas? Era una buena pregunta para otra situación, pero gritarle le servía para descargar parte del estrés.