Partida Rol por web

Me lanzo hacia el cadáver de Danaón como si lo único que importara es que no cayera al vacío. Se me ha metido en la cabeza no abandonar sus restos aquí, a merced de los Zylon y no me doy cuenta de que el peligro no ha pasado.

Cuando quiero reaccionar la nave parece estabilizada y la empollona ha derribado la torre ella solita. Ahora llora con un paquete de galletas en el bolso.

Yo río. Supongo que pensarán que me he vuelto loca y seguro que tienen razón. Un poco sí. Debería llorar porque ha sacado sólo un notable en una asignatura o porque un chico guapo la ha llamado "canija" o algo así. Pero no, llora porque se ha cargado una instalación defensiva de una raza mecánica genocida y ha perdido a un par de colegas de armas ¡Qué cosas! Eso me ha dado una risa un tanto histérica. Al fin me contengo.

Me inclino y abrazo a Jisoo. Es tan pequeña que parece un gatito. Temo estrujarla.

Le beso en la cabeza y le digo.

—Oh tía, seguimos vivas y tenemos unas diez mil toneladas de galletas para nosotras ¿No estás pensando lo que yo?

Me saco un paquete de uno de mis bolsillos, rompo el envoltorio con la boca y me meto todo su contenido. Mastico como una hiena de las praderas, enseñando los dientes.

—Voyl a comez hasta reventagr ¿Algzuien ze apunta?

La torreta explotó en mil pedacitos. Entonces llegó el viper de Apolo, que soltó una corta ráfaga sobre los pelotones cylon que disparaban desde el vertedero. Abrió comunicaciones para hablar con Constanza, Markson y Kanos. Las chicas pudieron escuchar la conversación con el puente, gracias a que el interfono de su vagón seguía abierto.

Argo Navis, Raider One, aquí Apolo. Siento el retraso. Siguiente parada: estadio Luxor. Ya he notificado al Olympic Carrier la entrada en la última fase de la misión. ¡Podemos conseguirlo!

Las tres naves se alejaron del vertedero y sobrevolaron los callejones tristes e industriales de Hypatia. Ante ellos, el estadio Luxor...

Las shuttle y los raptors empezaron a descender desde el cielo. Docenas de ellos. Cientos. Pero no tenían dónde aterrizar: la cubierta del estadio estaba desplegada, bloqueando el paso de la lluvia y de las naves.

Maldición... Atenea-se puso a rezar, con la radio abierta-, esas personas dependen de nosotros. Si esa cubierta no se pliega, morirán muchos de tus hijos...

Milagrosamente, las paredes que formaban el pico de la pirámide se abrieron, dejando una pirámide truncada. Las naves descendieron. No había nadie en el campo, pero en las gradas había familias enteras, acarreando en bultos sus últimas pertenencias.

En la pantalla gigante del estadio, la periodista Danna Biers, la misma que había convocado a todas esas familias, lanzaba su mensaje a todos los presentes.

Este es un lugar seguro. Sois todos bienvenidos. No hay nada que temer...
Btz, btz...

Una breve congelación de la imagen dió a entender que lo que se estaba pasando era una grabación. Por los accesos superiores de las gradas entraron soldados cylons que abrieron fuego contra la población civil. Hubo gritos. Desconcierto. La gente empezó a correr desesperada, en dirección a la cancha en la que habían aterrizado varias naves (incluyendo la Argo Navis). Una auténtica invasión del campo. Karen, Dido y Jisoo salieron de su contenedor, mientras Gaheris y Apolo hacían pasadas para disparar a las cafeteras de las gradas.

Aquí Robin Wings...

...y la preciosa Pixie Wings...

...hablando desde la cabina de comentaristas.
De nada por haber abierto el techo móvil, chicos.
Parece que hemos salvado el día. No despeguéis sin nosotros,
vamos a buscar un camino que lleve a las naves.

En lo más alto, Robin y Pixie golpearon con la culata de las pistolas los cristales de las cabinas. Salieron a las gradas y empezaron a disparar por la espalda a las cafeteras que había más abajo. A pesar de todos los cadáveres que habían dejado a su paso, en las gradas el marcador era Humanos 1 - Cylons 0.

Entonces, por la salida de los vestuarios, salieron ocho cylons a la cancha. No llevaban armas, tan solo una bomba que tiraron como si fuese una bola de bolos, con toda la fuerza que puede imprimirle un brazo mecánico. La bomba se detuvo a la altura de la Argo Navis.

Bip, bip, bip, bip...

La bola era de acero, y pesaba un montón. Podía levantarse y hasta hacer pases cortos, pero era imposible lanzarla a las gradas con suficiente fuerza como para que cuando la bomba hiciese kaboom, la explosión no dañase las naves ni a todas las vidas inocentes que pretendían evacuar. Sin embargo, había una solución... Los agujeros de las esquinas, por las que en el juego de pirámide se podían meter los goles. Si conseguían llevar la bomba hasta una de esas porterías, caería hasta los sótanos del estadio y explotarían causando el mínimo daño posible.

El abrazo y el beso cariñoso de Dido la hicieron sentirse algo mejor, aunque seguía pensando que perder a sus amigos había sido muy duro, eso le dolía más que la herida. Supuso que la mejor forma de sobrellevar eso, a falta de helado, eran las galletas Ioreo, así que se unió a su amiga en el banquete, si iban a morir al menos lo harían con el estómago lleno.

-Gracias tía, al menos nos tenemos la una a la otra. ¡Y a Karen! Karen, ven aquí, necesito más abrazos.

La enfermera se había convertido en una especie de hermana mayor para Jisoo y al menos ella seguía viva también. Se prepararon para llegar al estadio y la chica miró la ciudad, nunca había estado en Tauron y desde allí arriba no parecía tan tosca como se había imaginado. Pensó que su misión había terminado antes de tiempo cuando vio el techo del estadio cerrado, pero por fortuna se abrió milagrosamente y pudieron descender. Entonces la grabación comenzó a fallar y aparecieron cylons por todos lados.

¡Mierda!

Aquella maldita periodista los había metido en una trampa y lo peor era que había un montón de familias desesperadas que se habían reunido allí con la esperanza de dejar el planeta y ponerse a salvo de los cylons.

-¡No los podemos dejar aquí! -Aunque eso fue una preocupación secundaria cuando ocho cylons aparecieron con una bomba. Ahora todos estaban perdidos. Jisoo miró alrededor y tuvo claro cual era su única oportunidad.- ¡Dido! ¡Es la ocasión para que demuestres lo buena jugadora de pirámide que eres! ¡Tienes que marcar un tanto! -Confiaba en su amiga y en que podría conseguirlo, pero iba a necesitar la ayuda de todos, debían trabajar en equipo. Señaló el agujero donde debían meter la bomba, eso les daría una oportunidad de escapar.- ¡Karen cúbrenos! -Su láser era el más adecuado para derribar a los cylons y la había visto disparar, no lo hacía mal.- ¡Dido, correré a tu lado, si vienen a por ti pásame la bomba, intentaré distraerlos!

Se preparó para iniciar "la jugada". Nunca había jugado pirámide y aquel era un mal momento para iniciarse, pero no había otro remedio. Ahora echarían en falta a Jonas, él habría podido ayudarles mucho allí, pero no podía permitirse el lujo de ponerse a llorar, eso le nublaría la vista.

Sonrío al ver que han sido los hermanos los que nos han abierto el camino, contenta de haber pasado de su historial. Ahora todo ser viviente tendría que tener derecho a una segunda oportunidad.

Luego, al ver la bomba, algo hace click en mi cabeza. Entiendo que este momento da sentido a toda mi vida. Nunca quise ser jugadora profesional pero todo el mundo decía que había nacido para el juego de pirámide y lo tenía asumido. Era lo único que hacía de verdad bien y ahora me doy cuenta de el destino que los hados me tenían preparado era uno por el que sí que tengo ilusión. He nacido para meter este gol, meterlo ahora.

Agarro la bomba y sé que no la soltaré hasta no hacerla entrar en ese puto agujero. Me importa un picoco* que mi cuerpo salte hecho mil pedazos ¿Se puede pedir un final mejor?

La empollona se las apaña bien, no lo sabe pero está haciendo el rol de capitana. Corro como una locomotora manteniendo vigiladas con el rabillo del ojo a las tostadoras. Sonrío. Soy feliz.

El estadio era una trampa, a la enfermera no se sorprendió, o por lo menos no se sorprendió excesivamente. Las tostadoras habían ingeniado montón de manera de exterminar a la raza humana, y parecían ser especialmente eficaces en esta tarea. Que las tostadoras trataran de tender una trampa a la humanidad era cuestión de tiempo. Reunir al mayor número de supervivientes en un punto y lanzar una bomba no era una idea especialmente original, aunque si era efectiva.  

Karen sonrió al escuchar el plan de Jisoo. Cubrir significaba disparar a las tostadoras y desde hace algún tiempo ese tipo de deporte le gustaba mucho.  Apunto con cuidado a uno de los cylon más cercanos y disparo. La cabeza de la tostadora reventó en un montón de piezas metalizas, tornillos y chips. Uno menos. Se dijo satisfecha.

 Bip... bip... bip...

Era sorprendente la sangre fría que tenía Dido para llevar una bomba en brazos. Los cylons formaron con dos lineas de cuatro. Jisoo se escoró haciendo que una de las cafeteras la siguiese, facilitando el trabajo de Dido. Cuando los cylons le salieron al paso, Dido esquivó al primero... apartó al segundo con el brazo rollizo de comedora de galletas Io-reo y... Un cylon estaba a punto de avalanzarse sobre ella, uno que ella ya no podía eludir, pero el láser de Karen se dibujó en la frente del robot. Lo siguiente que pasó es que un hilo de humo salía de su frente, y aquella cafetera caía sobre el campo de juego.

Apolo intentó disparar desde el cielo, pero el cuidado que debía de tener para no dañar a las chicas le impedía desatar todo el fuego del que el viper era capaz, y falló. Mientras, las naves seguían aterrizando en el campo para recoger a los evacuados. Un shuttle aterrizó cerca de Karen, abriendo su bodega. De la nave salió... Rudi Biante.

¡Ey, chicas! ¡¿Me habéis echado de menos?!-sonrisa; brillo del diente; guiño.

Habría estado mejor que se uniera a ellos un jugador de pirámide profesional. La regla número uno de Rudi Biante era que jamás filmaba dramas deportivos. Amartilló la pistola modelo glock que le habían conseguido en la comisaría, y se dedicó a hacer señales a la gente que se descolgaba desde las gradas para que subiese a su nave.

Por su parte, el tema de la bomba se complicaba. Dido estaba entre las dos lineas de cylon, había dejado atrás la linea de ataque pero aún tenía que superar la defensa, y las cafeteras que jugaban en la posición de alero y flecha corrían detrás de ella. Lo que en el juego de pirámide se llamaba la jugada del tornado loco, una posición táctica de la que muy pocos han logrado salir...

Los primeros compases no habían ido mal, Karen se había librado de uno y Dido había conseguido avanzar, pero ahora se había metido en una posición comprometida.

-¡Bien hecho Dido, tu puedes! ¡Sigue así Karen!

Jisoo frenó su carrera, era más efectivo disparar a los cylons e intentar reducir su número pues les estaban superando, así que plantó ambos pies con firmeza y se puso a disparar.  La llegada de Rudi Biante le hizo fallar el tiro por poco.

¡Jolín!

No quería que aquel tipo siguiera gustándole después de como se había comportado pero habían sido demasiados años viendo sus películas y con sus posters en la habitación como para olvidarlo de un día para otro. Además ahora llamando a los colonos y con su pistola en la mano parecía de nuevo el super héroe protagonista de sus películas, solo faltaba que disparase.

-¡Señor Biante! ¡Dispare o saldremos todos por los aires!

Aunque fuera por su instinto de conservación esperaba que el actor les ayudara un poco, Dido estaba a punto de ser interceptada.

¡Oh, no!

Había conseguido llegar aquí sin pensar en él y parecía pan comido cuando... ¿Quien se me planta en mi campo de visión? Sí, él, la encarnación de mi mala suerte ¡Rudi Biante! 

Es verlo y trastabillo.

-Nooooo

Grito de desesperación como si hubiera visto al mismísimo demonio. Por un segundo pienso en partirle la cara si salgo viva de esta pero demasiadas películas en un cine de pueblo me hacen desechar la idea con imágenes de Rudi rompiéndome las costillas de una patada o cortándome la garganta con una tarjeta de crédito.

Miro a Rudi con cara de perplejidad. Hasta en mitad de un combate a muerte por la supervivencia de la raza humana el actor trataba de parecer fabulosos. Solo espero que esto no distraiga a las chicas.

¡Hola Rubi! ¿Podrías coger un arma y ayudarnos un poco? Sé que este no es tu género de cine favorito, pero seguro que los hacer bien. Karen solo quería que el famoso actor hiciera algo productivo y que no se quedara, ahí en medio parado, ligando con las chicas.

Mientras, la enfermera volvió a levantar el arma y apunto a otra de las cafeteras.  Pero esta vez fallo. En su interior, Karen culpo a Rudi por haberla distraído y ser la causa de su fallo.

Jajajaja... Claro, chicas. Soy un actor muy versátil, también puedo disparar. Pa, pa, pa. Payun. Pipipiu. Piu. Bang, bang. Pa, pa. Piu, piu. Pa, pa, pa, pa. Bang. Pi, piu. Payun, payun.

Entre onomatopeya y onomatopeya, Rudi Biante incluso llegaba a apretar de vez en cuando el gatillo para disparar de verdad. De un disparo preciso y afortunado, derribó a una de las cafetaras, dejando al equipo contrario con seis jugadores. Después el actor dió una innecesaria pirueta rodando por el suelo.

¡Payun, payun! Pi, piu. Pipipipiu.

Apolo trató de bloquear a los dos cylons que corrían tras Dido haciendo una pasada a ras de campo, pero las dos cafeteras pasaron justo a tiempo por delante del viper que trató de embestirles. Ahora todo dependía de Dido, y su capacidad para correr, y de las galletas Io-reo, y de la capacidad de estas para hacer que te pese el culo. Los seis robots hicieron melee con Dido en medio, pero los dos que venían por detrás estaban empujando en sentido contrario. Es decir, Dido debía deshacerse de dos de los defensas para que la melee no le empujara lejos del aro de anotaciones.

 Bip... bip...

Dido hizo una maniobra claramente ilegal, de tarjeta roja y expulsión, golpeando el tobillo de uno de los cylons para hacerle perder el equilibrio, y como un dominó, hizo caer a otra de las cafeteras. Quedaban dos defensores empujando por delante y dos atacantes empujando desde atrás, pero no eran jugadores de carne y hueso, y estar en medio era como estar dentro de una compactadora hidráulica de basura.

 Bip...

Dido logró escurrirse por debajo, y los cuatro cylons también cayeron al suelo. Sola, Dido echó a correr, débil y con un trote cochinero. Los cylons se pusieron en pie y la persiguieron. Eran más rápidos, pero Dido había logrado ventaja por salir primero. Llegó hasta el aro. La bomba pesaba un huevo. Un huevo frito con bacon, tostadas y salchichón. A los brazos de Dido les costaba levantar el explosivo hasta la altura del aro.

 Biiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiip....

En el último instante, la bomba se coló por el aro y Dido se dejó caer agotada.

¡KABOOOOOOOOM!

La explosión hizo temblar el estadio, y la ola expansiva subió por el conducto desde el sótano. Una llamarada salió del aro de anotación bañando a los seis cylons en napalm. Cuando el fuego se disipó solo se veían las piernas y la cintura, con el borde metálico derretido. Dido, agachada ante el aro, no había sufrido daño alguno.

Los altavoces de la Argo Navis se encendieron, haciendo un sonido temporal de acople. Una vez estabilizado el sonido, el Capitán Markson dió un mensaje.

La D.R.A.D.I.S. muestra naves cylon acercándose. Fin de la misión, tenemos que despegar ya.

Danna Biers, la periodista cuyos videos habían propiciado todo, caminaba entre los refugiados buscando una nave a la que subirse. También bajaron al campo, desde las gradas, los peligrosos hermanos Pixie y Robin (que estaban buscados por la policía, según pudieron averiguar en la comisaría).

Por otro lado, había dos trofeos casi intactos: el cylon con la bala de Rudi Biante y la cafetera con la cabeza perforada por el láser de Karen. Y gracias a los refugiados, había voluntarios de sobra para cargar con los trofeos hasta cualquiera de las naves: la Argo Navis o alguna de las lanzaderas modelo raptor o shuttle.

Quizás conocer el persona a Rudi Biante había resultado decepcionante por su actitud, pero no se podía negar que tenía estilo, al menos eso pensaba Jisoo cuando lo vio disparar y hacer piruetas como si de una de sus películas se tratara.

¡Le ha dado a uno!

Por supuesto Jisoo pensaba que aquel acierto era producto de su pericia como actor en películas de acción así que su admiración por él volvió a subir. Ahora no solo tenían un rival menos si no que la moral del equipo estaba alta. Y gracias a eso y a pesar de todas las circunstancias desfavorables Dido siguió corriendo. Por un momento pensó que no lo conseguiría y gritó desesperada.

-¡Vamos Dido! ¡Tu puedes!

Y así fue. De alguna manera su amiga sacó fuerzas y una habilidad increíble y terminó por zafarse de todos los cylons defensores, incluso logró meter la bomba por el orificio, lo que los salvó a todos y mató a la vez a los enemigos.

-¡Siiiiii! ¡Lo conseguiste!

Jisoo gritaba loca de contenta y daba saltos subiendo los brazos en posición de victoria. Pero las malas noticias llegaron pronto, así que debían darse prisa y salir de allí volando, los refuerzos estaban a punto de llegar. Al ver a Dido agotada por el esfuerzo Jisoo corrió hacia ella para ayudarla.

-Tenemos que irnos. Apóyate en mi, te ayudaré a llegar a la Argo Navis. -Mientras regresaban Jisoo se fijó en dos de los robots que habían quedado bastante enteros y pensó que sería interesante llevárselos para estudiarlos. ¿Ya pensaba en una nueva mascota?- ¡Que alguien nos ayude a meter a estos cylons en las naves! ¡Los necesitamos!

Había muchos refugiados por allí que podrían echar una mano y todos estaban locos de contentos porque habían ganado el partido, así que también estaban dispuestos a ayudar.

-Eres una heroína Dido, no sabía que se te daba tan bien el juego de pirámide, Jonas estará orgulloso de ti. -Lo dijo con solemnidad, recordando a su amigo fallecido y lo que le hubiera gustado estar allí ayudándolas.- Karen, tu también has estado genial. No hay cafetera que se nos resista. ¿Verdad chicas?

Me ocurre cuando al fin dejo de pensar. Me desplomo en el suelo con los brazos en cruz y mirando al cielo le dedico el tanto a Jonas. Veo una nube algodonosa teñida de rojo por la luz del atardecer y  me recuerda a su pelo aborregado y la sangre que vertió por nosotros y se me escapa una lagrimilla.

Entonces Jisoo me saca del trance, me levanto a duras penas y siento hambre. Trato de disimular mi ataque de melancolía mostrándome animada.

-¡Gracias a tí, capitana! ¡Vamos chicos!

Agarrada a la pequeña, tratando de no chafarla contra el suelo con mi peso, espoleo a los refugiados señalando el sitio al que tenemos que ir. Con gritos que se deben oír desde la órbita de la Olympic Carrier.

-¡Salgamos de aquí!

Volando raso, trato de placar a tantos cylon como pueda llevarme por delante, gracias a una serie de precisas acrobacias y maniobras de vuelo...

La enfermera que apenas se había movido de su posición inicial para disparas, corrió a ayudar a sus amigas. ¡Sí! Lo hemos conseguido. ¡Acabaremos con todas esas tostadoras! Agarro a una de las tostadoras, para más satisfacción propia, la que había recibido su disparo. ¡Rápido! ¡Ayuda! Era imposible que la enfermera sola pudiera mover una de esas máquinas de matar.  

Subieron a la Argo Navis: Dido, Jisoo, Karen, los hermanos Wings, Danna Biers, Rudi Biante... y cientos de personas más, así como los dos trofeos cylon que no eran capaces de compensar la pérdida de la serpiente cythón. Despegaron sin problemas. Luego llegaron las sacudidas, y las paredes sin ventanas de los contenedores no permitían apreciar si se trataba de turbulencias o de los disparos de los raiders.

Karen era la que ahora ejercía la mayor parte de la acción, atendiendo a los numerosos heridos. La mayoría de los evacuados tenían graves síntomas de contaminación radiactiva. Algunos de ellos morirían durante las horas que siguieron a aquel momento, pero para entonces ellos ya no estarían en la Argo Navis, sino de vuelta en la Olympic Carrier.

Atención-anunció por el interfono el Capitán-, nos disponemos a iniciar un salto. Abróchense los cinturones, agárrense a lo que puedan... va a ser un viaje movidito.

¡Fosssssh!