- RrrrrrRrr....- Aquel ronroneo intimidante se extendió hasta el punto de que la muerte de Escarcha estuvo próxima, descargó la dentellada, intencionada para acabar de una vez por todas con aquella persecución. Si aquellos dientes penetrasen en su carne, atravesando la dura capa de sus escamas, la fortaleza de sus músculos y su resistencia innata para las heridas, entonces...brotaría la sangre,la preciada sangre de los dragones plateados, dando fin a la esperanza para estos.
Si hería un ala, entonces, quedaría atrapada en las montañas, impedida, y posiblemente moriría al tiempo, por no mencionar que sería presa fácil de otros depredadores como aquel, aunque...era dificil pensar que existiesen más de aquellos dragones malditos, pues si lo hacían, los ancianos no bromeaban al considerar el mundo exterior un lugar lleno de peligros que superaban con creces sus posibilidades.
Afortunadamente para Escarcha, las fauces de la bestia se cerraron antes de poder atraparla entre sus grandes y gélidos colmillos, llamas gigantescas brotaron de sus ojos, sólo su cráneo medía casi tanto como ella, cada vez parecía más grande, lo era cuando se paraba a contemplarlo, y la única oportunidad que había tenido de verlo tan cerca, había sido aquella. Su aliento era de puro hielo, y manaba un aliento mágico constantemente que no se extinguía ni cuando cerraba su mandibula, brotando de entre sus afilados colmillos azulados. Inmediatamente, tras habes fallado , sus garras penetraron en la montaña, haciendo que retumbase, y descendió por la pared, rápido, apenas unos pasos para lanzar otra dentellada, con la esperanza de atrapar el lomo de la dragona entre sus dientes. Pero no lo logró...no por completo.
Alzó las alas por completo, era casi tan grande como la estátua que había en el templo de los dragones, se dispuso para alzar el vuelo, justo después de que su cráneo, duro y de aspecto sólido golpease el lomo de la dragona, desequilibrandola y causandole un dolor dificil de describir. Sintió la corrupción de su roce, como sus escamas luchaban por no derretirse ante el contacto, era un toque frio, un toque de escarcha (irónico) capaz de quemar, incluso a alguien tan resistente al frio, y quizás, esa resistencia al clima y al hielo lograron que la herida no fuese más que un grupo de escamas afectadas entre las cuales la sangre se abría paso...y no una quemadura importante. Al haber descendido echa una esfera, pudo recuperar el control metros más abajo, sus alas estaban intactas, y aunque el dolor era dificil de soportar salvar la vida apremiaba mucho más.
El Frostwyrm se dispuso a seguirla de nuevo, separandose, aleteando dos veces, pudiendo, a pesar de las "heridas" seguir volando sin problema alguno, aunque notablemente más irritado, demostrandolo con rugidos que hacían templar la tierra con su eco, que se desplazaba como un cuerno de guerra por toda el asta de Zillion.
Escarcha pudo introducirse dentro del cañón, sin mayores problemas, su agilidad era sublime, y el frostwyrm no tenía intención de perder su presa ahora, ahora que el viento trasportaba el aroma de su sangre. Descendió en picado, recogiendo sus alas, cortando el viento que aulló, quejandose, como si el contacto con sus alas y su hocico óseo fuera un suplicio incluso para los cielos. Su aura, azulada, incrementó su tamaño y...chocó.
Chocó precipitadamente contra el cañón, introduciendose en él en su persecución, cualquier otro ser habría acabado con su cuerpo, pero aquel parecía inmune, cegado por la furia y la sed de sangre, como un protector que no descansará hasta que sus tierras estén seguras, o un sanguinario cazador que ha decidido cual será su presa y no tiene intención de abandonarla.
Se alzó una nueva nube de rocas, pequeñas particulas de tierra, nieve y hielo, pero se podía distinguir el intenso brillo de aquellos dos fuegos fatuos que tenía por ojos, una nueva dentellada amenazaba con acabar con la vida de Escarcha, saliendo de entre la espesa niebla formada, avanzaba con las alas recogidas, con la simple y torpe ayuda de sus patas, y lo hacía rápido y eficazmente, como una sierpe gigante, reptando en el vacio. El cañon se fragmentaba bajo sus garras, y tropezaba a punto de caer al abismo oscuro, pero no cejaba en su empeño. Otra dentellada más que obligaba a Escarcha a avanzar o buscar otra solución.
Más adelante, el cañón se estrechaba, y el wyrm no podría acceder a menos que emplease toda su fuerza y furia, esconderse en aquel pequeño refugio no serviría de nada, pero...podía ser una solución válida si se utilizaba la cabeza.
Escarcha trataba de ignorar el dolor de la espalda mientras volaba rauda hacia el cañón que podría salvarla. La agilidad la habia salvado de nuevo. Sus prácticas de años por puro placer y diversión la estaban ahora salvando la vida. Puede que fueran dragones de agua, pero Escarcha se sentía casi más del aire.
Aquél enemigo era inmenso, más grande desde luego que los Ancianos, y probablemente tan duro como ellos... si no más. Cuando la bestia también entró loca de ira dentro del cañón, Escarcha supo que habia sido una idea terriblemente mala contraatacar a su ala, debía haber huido cuando tuvo la oportunidad, ahora estaba en una situacion realmente delicada.
Por suerte, su enemigo era más lento ahora que no podia volar, pero aún así estaba dándola alcance.
Un chasquido sonó detrás de ella, que apretó los dientes, sabiendo que para bien o para fatal, esto estaba cerca de terminar.
Maldita sea... aún me está cogiendo... maldito, aún me está atrapando...!
La rabia la hizo rugir de frustración
Y otra dentellada más, unos cuantos metros más adelante, y a Escarcha se le subió el estómago a la base del cuello
Maldito sea... ¿Cómo puede ser tan rápido? ¡Diablos! ¿Cómo salgo de esta ahora? Si vuelo hacia arriba de nuevo, me agarra, si desciendo... no veo nada, y el cañón se está acabando...
Tuvo que aletear unos metros a la izquierda para esquivar un saliente, que el Wyrm no tuvo problema en destrozar a su paso. Cuando miró de nuevo hacia adelante, tuvo que volver a aletear a la derecha... el cañón se estaba encogiendo considerablemente... y su rival no parecía estar lo bastante en sus casillas como para detenerse...
Si lograba un último esfuerzo, entrar en la parte más delgada del cañón, tal vez podría hacer que se atorase... su propia parada podría ser difícil y hasta dolorosa, pero si salia bien, podía escapar escalando o hacia arriba.
Escarcha aleteaba con fuerza y desesperación, incluso el dolor de las alas ante semejante esfuerzo quedaba ahuyentado por el miedo a la muerte y a fallar a los últimos de su especie.
El rugido estaba cada vez más cerca, la velocidad del FrostWyrm aumentaba, casi sentía su gélido aliento en su cola, haciendo que se helase, pero el movimiento continuado de sus alas lograba que no se agarrotase, giro a la derecha, uno más para evitar una muerte segura contra la roca y el hielo o contra el abismo bajo sus patas. Giro a la izquierda, un nuevo saliente, casi roza su ala, esto sería la perdición.
Derrumbamientos, rápidos, violentos, la montaña tiembla, como si todo el cañón se precipitase a su espalda, en una cadena, en un círculo vicioso, allá por donde volaba luego se derrumbaba, sellandose o creando mortales fosos ante el paso de aquella bestia del inframundo. Sus mandibulas se abrieron, su cuello se extendió y ...la detellada fue mortal.
Escarcha hubiese caido precipitandose al vacio en la boca de aquel dragón, sangrando, inmovil, pero no lo hizo. ¡Era rápida! ¡Sólo un poco más que él! Imprimió fuerza en sus alas, y el Frostwyrm en sus patas, que acababan con cualquier obstáculo, mientras las paredes del cañón avanzaban como si se tratasen de las fauces de la montaña, volviendose cada vez más estrechas a punto de cerrarse, el paso era demasiado estrecho incluso para la joven y ágil Escarcha, rápida, como una saeta se vio obligada a recoger sus alas en su costado, su hocico notaba el calor creado por la ficción del viento helado, jamás había volado a tantisima velocidad, y ...cuando estaba a punto de conseguirlo....
Chocó precipitadamente, era demasiado estrecho, no quedó encajada, sino que salió propulsada con más fuerza aún, hacia arriba, elevandose y comprobando como una gran herida, producto de un saliente afilado había rasgado su costado, haciendo, incluso, que brotase sangre, era doloroso, pero ahora su cuerpo sólo sentía la velocidad yla necesidad de ser aún más rápida. El Frostwyrm llegó hasta el estrecho pasadizo, como si las fauces de aquel cañón lo hubiesen atrapado a él, como estuvieron a punto de hacer con la dragona argéntea, cerrando en una dentallada cruel sus paredes que atraparon a la bestia ósea dejando tan solo sobresalir su cabeza en el final de aquel cañón.
Su halarido resonó con su eco por toda el Asta de Zillión, haciendo temblar el cañón y las montañas, tras él, el derrumbamiento de rocas cercanas, tras él y a su alrededor y luego otro lamento de rabia y cólera, mientras trataba de zafarse, sin éxito. Escarcha se alejaba con violenta velocidad, aún acelerando más su trayectoria que el cañón, caprichosamente había conducido hacia silmar, que aún quedaba a mucha distancia...
Si mirase atrás, vería al Frostwyrm...luchando contra las garras del hielo y la tierra, puede que el mismísimo Zillion hubiese intervenido como premio a saborear su sangre...
Zillion ha probado tu sangre, ahora es una deidad neutral-amistosa hacia Escarcha.
Las paredes de roca pasaban a toda velocidad a sus lados, como si se cerrase una enorme tenaza sobre ella. A pesar de la tensión, del fuerte y frenético bombeo de su corazón, no cerró los ojos, tenia la suficiente sangre fría para saber que necesitaba de todos sus sentidos al máximo.
A pesar de su concentración y atención, la oscuridad del lugar empezaba a ser peligrosa. Los salientes, en lugar de aparecer lejanos y con tiempo, comenzaban a aparecer de improviso de la oscuridad a una distancia alarmantemente próxima, y cada vez tenia menos tiempo para esquivarlos
Cuando tuvo que plegar las alas, la suerte estaba echada. No podría esquivar el siguiente saliente que se acercase demasiado, pero desde luego tampoco podia parar. Aquella bestia seguia derrumbando el cañón a su paso.
Ni siquiera vio venir el golpe, el saliente apareció de la negrura, y la jabalina de plata en que se habia convertido Escarcha al plegar las alas no podia esquivarlo. Se golpeó y salió despedida, haciendo un esfuerzo por no abrir las alas hasta que no tuviese sitio para hacerlo, removiéndose como un pequeño objeto lanzado contra algo muy duro, tal era la velocidad que llevaba en ese momento.
Rugió de dolor, pero al verse fuera del cañón no pensó, tampoco le dejaba la adrenalina que estaba bombeando. Simplemente aleteó, voló rápida, ignorando el nuevo dolor, que era esta vez realmente difícil de ignorar. Podía notar el calor de su sangre saliendo por la herida, y deducir que estaba dejando un rastro.
El golpe, el crujido y el alarido del Wyrm fueron como viento en sus alas, que a pesar del dolor, reavivó para que volasen con más velocidad, a pesar de que sonaba lejos.
Miró hacia atrás, y pudo ver el cuello y la cabeza de aquella criatura, atrapada en el cañón.
¡Lo... lo.. lo logré! ¡Lo logré! Benditos sean el cañón y el Dios de los Hielos...! HAHAHAHAHAHAHA!! Lo logré!! ¡Estoy viva!!!
En su interior, Escarcha rió a carcajadas, liberando la tensión y poniendo rumbo a donde no pudiera ser vista por humanos en su auténtica forma... el Bosque Mancillado parecía una buena opción. Por lo que recordaba, no había gente viviendo allí... podría ser que en las últimas siete décadas se hubiera instalado alguna aldea de leñadores en las cercanías, pero desde luego seria más fácil pasar desaparcibida entre los árboles que en las montañas. Y también mas difícil de rastrear.
Puso rumbo hacia ese lugar, volando bajo y relajándose. El cansancio y los dolores en las articulaciones de las alas, la espalda quemada y golpeada, y sobretodo el lacerante dolor del costado dificultaban la marcha. Escarcha se obligó a convertir los gruñidos de dolor en gruñiditos sordos, o estoico silencio. Podía respirar bien, y eso era importante para mantener el ritmo.
Cuando estuvo sobre el bosque, pensó brevemente en aterrizar entre los árboles, pero el estropicio no solo en los árboles si no en sus alas podría ser evidente si actualmente pasaba gente por allí, así que buscó un claro pequeño donde tomar tierra.
La sacudida del aterrizaje la hizo doblarse hacia el costado izquierdo, hacia el herido, y soltar un gruñido de dolor muy contenido. Quiso tumbarse, pero debía desaparecer de la vista cuanto antes por si la bestia muerta viviente aún le seguía. Miró alrededor y tan solo escuchó algunos animales apartarse.
Bien... calma... calma de nuevo
Se concentró y comenzó a reducirse. Sus escamas se desvanecieron, sus alas y cola se escondieron y su cuello se acortó. Pronto, la mujer joven y esbelta estaba en mitad del claro, de rodillas en el suelo y con las manos aferrando la hierba en un gesto de dolor y los ojos cerrados. Ese cuerpo no era tan resistente, pero el hechizo de curación estaba diseñado por manos humanas para manos humanas, así que probablemente lo hiciese mejor en esta forma.
Se sentó sobre sus talones, sintiendo la espalda ardiendo y húmeda por la sangre del golpe, y los omoplatos increíblemente doloridos, a causa del cansancio de sus alas, que estaban ahí ocultas. Tomó aire.
Veamos esta herida...
Se levantó la ropa para ver el corte, que ardía dolorosamente. Era un corte grave, de unos cuantos centímetros de profundidad, pero afortunadamente le había golpeado justo debajo de las costillas, de modo que no le rompió ningún hueso... aunque a juzgar por el dolor, seguramente habría tocado algún órgano de este frágil cuerpo. La herida aún sangraba mucho, empapando ropa y piernas... aparte de lo que ya habia sangrado.
Ser consciente de la gravedad de la herida pareció producirle aún mas dolor, y maldijo por lo bajo.
Aghhh.... Maldición... Dijo mientras elevaba la vista al cielo nocturno unos instantes, apretando los dientes planos de esta delicada forma. Se cogía el corte con ambas manos. Miró alrededor, y al comprobar que estaba aparentemente sola, cerró los ojos para concentrarse, tomó aire, y comenzó a salmodiar el hechizo de curación. Un brillo blanquecino cubrió sus manos, y comenzó a filtrarse hacia la herida, comenzando a cerrarla...
Ha estado cerca... ahora que dejaré de sangrar, me meteré en el bosque... con suerte al transformarme no reconocerá mi olor y si me sigue perderá el rastro... luego solo queda llegar a Silmar.
La oscuridad cubría con su manto el delicado bosque, delicado por alguna tortura a la que se había visto en algún momento expuesto, no eran desconocidas para Escarcha las leyendas humanas en las que se contaba como las sombras se llevaban a los transehuntes incautos, a aquellos que hacían malas obras, o a los que huían de la ley. Una buena forma de hacer temer a aquellos que van en contra de los demás humanos en un castigo, no sólo en el divino, en el que no todos tenían fe, sino uno muy terrenal que habita a las puertas del hogar. Encerrado, Silmar era un reino entre montañas y bosques, atravesado por un rio. Escarcha se había desorientado un poco, sin embargo sabría con certeza que se encontraba al sur, juzgando por su descenso y la posición del musgo y los líquenes, verdes y proliferantes en la corteza de los sinuosos y tétricos árboles.
Aquel mismo rio que pasaba por Silmar tenía en parte de las elevaciones de aquel gigantesco bosque, el bosque mancillado, algunos pequeños riachuelos que no llegaban a ser tratados como afluentes, su transcurso es lento y liviano, silencioso como el de una serpiente que busca cazar, y en determinadas zonas se encharcha. Ha llovido hace poco, y se refleja en un pequeño lago natural formado entre la espesa vegetación, ante la debilidad de su maldición el bosque ha crecido fuerte y salvaje, tanto que no sería extraño que las ramas y las raices se moviesen para destruir a aquellos que traten herir a la Madre. Las luciernagas brillan con fuerza bajo la luna, las nubes se despejan y se oyen los truenos a lo lejos...intensos...sin relámpagos. El olor de la humedad se mezcla con el mismo aroma que puese sentirse a cientos, sino miles de pies sobre la tierra, por encima de las nubes. La neblina avanza como un fantasma, estancandose de vez en cuando sobre el agua para dibujar formas esqueléticas de seres desconocidos, las estrellas brillan con fuerza...
Si echa la vista al cielo Escarcha puede ver como las constelaciones sonrien a aquellos que emprendan un nuevo camino, nada se hace por azar, y tener a favor los astros siempre es algo agradable...
Sus manos se iluminan con el fulgor, y las luciernagas envidian aquel brillo hasta que no pueden continuar luchando por competir y las más cercanas van apagandose como las velas de un gigantesco salón de ramas y follaje salvaje. La sangre que mancha las ropas desaparece, volviendo a su verdadero lugar, al interior del cuerpo, la herida, de feo aspecto se cierra y su cuerpo toma su forma original de casta pureza como pocos humanos pudieran imaginar. Los árboles susurran entre ellos, como si hablasen de su presencia, rodeada por cientos de criaturas vivas o por la más absoluta nada.
En aquel pequeño lago una rana de brillante y viscosa piel observa con grandes y dimensionados ojos aquel espectáculo, sin atreverse a croar, aún cuando su garganta se hincha formando dos grandes mejillas a punto de estallar, sin proferir sonido alguno, desaparecen tan rápido como se habían formado, y la rana...sigue observando, testigo mudo de la noche.
El suelo es negro, de un humus perfecto, sería muy apreciado para el cultivo, un sedimento fuerte para una vegetación que crece sin limitaciones, sin el cuidado de los pastores de árboles y con la enemistad del hacha humana. No hay caminos, ni senderos. Al sur árboles, al este...árboles, al oeste árboles, al norte...el lago y más árboles.
Las ramas de los árboles se mueven de súbito, y con ellas las sinuosas sombras, que harían creer a cualquier que alguien se oculta entre ellas y avanza vigilante, acechando a una presa. El silencio, la calma tras ello, el mismo silencio y tranquilidad que la calma antes de la tormenta, que el ojo del huracán.
Una rama cruje cerca, a su espalda...un crujido fuerte, y sombras bailando a su alrededor...mas...no sucede nada.
El bosque tenia sin duda un halo salvaje y puro, un aura de naturaleza virgen que arrancó una sonrisa sincera y tranquila. Aunque el aspecto general pudiera ser tétrico... realmente solo parecía ser niebla sobre un lago, algo realmente común, y la oscuridad no es algo que temiese, ni el rumor de las hojas al suave viento. Escarcha contemplaba la foresta, ya sintiéndose a salvo de su terrible enemigo, y desaparecido el dolor de la herida.
Tomó aire y miró el corte, suspirando al ver que la herida estaba completamente cerrada. Al habérselo hecho en forma de dragona, la ropa estaba intacta.
Bien... finalmente ha salido a pedir de boca. Estoy viva, y... es más de lo que habia previsto.
Miró a las estrellas, orientándose gracias a ellas, las habia visto muchas veces, muchas veces incluso tumbada sobre una nube altísima, donde ninguna otra nube fuera a tapar la esplendorosa visión de las miles de gemas nocturnas, que junto con su afinada vista, daban la sensación de que desde allá arriba, el cielo estuviera alfombrado de ellas.
Desde aquí abajo se veían muchísimas menos, tan pocas que el cielo parecía apagado y triste. Estando acostumbrada a guiarse no solo por constenaciones si no también por cúmulos de estrellas, costó un poco más de lo previsto, al no poder ver ciertos cúmulos de estrellas que servían como excelente referencia.
Hmmm... bien, eso significa que el Norte está... alli. Hacia el lago.
Al desviar la mirada de nuevo hacia el lago, miró a la rana cotilla, lo que le arrancó otra sonrisita. Planeaba bordear el lago para llegar a Silmar, cuando sus sentidos, tristemente pobres en esta forma, la advirtieron de algo que no era fruto de supersticiones, imaginaciones ni miedo: Movimientos furtivos entre la espesura, y un ruido a su espalda.
La sonrisa desapareció de su rostro, pero su reacción no fue la típica -y hasta cierto punto comprensible- reacción visceral y humana de desenvainar y girarse. Bien al contrario, Escarcha razonó fugazmente.
¿Guardianes? En ese caso no deberia mostrarme como una amenaza. ¿Fieras? Debería reaccionar deprisa. Sean quienes sean... ¿Me habrán visto transformarme?
Escarcha miró al suelo, esperando que no quedasen demasiadas marcas de su atropellado aterrizaje.
Siempre hay tiempo para las espadas, y una vez fuera de sus vainas, no se puede volver al punto de partida... como mucho se puede volver atrás, pero ya nunca sin prejuicios ni desconfianzas.
Será mejor comenzar con buen pie, si son guardianes podrán ayudarme, y si son fieras... bueno, era demasiado bonito.
Se giró calmada y perfectamente erguida, pues una posición agazapada podría dar a entender que estaba lista para combatir o huir, y quería demostrar calma y pacifismo.
Buenas noches, y... disculpen mi intromisión Dijo con un gesto cuando acababa de girarse y buscaba la mirada de aquél que se acercaba por su espalda.
A su alrededor...sólo el más absoluto silencio contesto, y si era silencio Escarcha podía deducir que en verdad alguien o...algo...estaba ahí y no tenía intención de presentarse. Sus actos, el no desenvainar, el no colocarse en una posición defensiva u hostil podían conducirla a la diplomacia o a la más vil de las muertes, incluso para algo tan poderoso como un dragón existen métodos capaces de ponerle en apuros...pero eso...eso Escarcha lo había aprendido muy pronto, y si bien un ser inmortal no suele temer la muerte, sino que la respeta, igual que la vida, pudo comprender de forma directa como el mundo era mucho más salvaje de lo que podía haber descubierto en la montaña, protegida bajo los conjuros y hechizos de protección de los ancianos, muchos de ellos invisibles incluso para ella, algunos de estos, como finas mantas que cubrían a la sacerdotisa del dios dragón del agua con su protector y suave tacto. Ahora...¿ya no estaban?
El ambiente no era frio, y a un ser como ella no le importaría que lo fuera, pero el aire, transportaba un aróma extraño, un aroma que no llevaba consigo el olor de ninguna bestia, sólo de la naturaleza, de la Gaia salvaje, de una Diosa de la fertilidad y la vida enloquecida, salvaje, tanto que podría parecer amenazante para la vida no generada por ella en aquel bosque mancillado. ¿Es qué habían enloquecido los Dioses?
El mundo era violento, sus formas eran violentas, era caótico, no tenía orden aparente, allí no había civilización.
La neblina blanca sobre el lago fue tomando la forma de un espectro esquelético que parecía saludarla con la mano, luego...imitandola como si fuera un espejo para que viese como cientos de zarcillos, como raices y ramas borraban aquellas formas y siluetas haciendo que desapareciesen por completo, dejando, tan solo, un suelo neblinoso sobre el lago cuya agua, negra, ahora apenas se veía.
No crujieron más ramas, y el silencio sólo fue roto por la rana que brincó al agua con un chapoteo sordo de subción. La niebla se arremolinó, pero ni por ello la cubierta desapareció, haciendose cada vez más densa, desplazandose apenas unos milímetros, ligeramente estancada, como el aire, ahora embotado, la brisa no se atrevía a moverse...
Nadie contestó.
Mmmm....
A Escarcha se le pasó por la cabeza inspeccionar los alrededores con la mirada, buscando a quienes la observasen... pero fuesen quienes fuesen, no deseaban ser descubiertos, y descubrirles podría provocar su nerviosismo e incluso hostilidad.
De ser fieras, probablemente habrían atacado ya, así que Escarcha estimó que probablemente fuera alguna criatura inteligente, alguna clase de habitante o guardián... que no tenia interés en molestar en ningún sentido.
El ambiente estaba enrarecido y caótico... como si la propia naturaleza viviente le fuera casi hostil. Escarcha meditó sobre ello un instante
Es... extraño... no hay viento, no hay ningún sonido... Como si... ¿Estuviese a la defensiva?
Escarcha usaba la lógica y la razón, no reaccionaba normalmente a supersticiones o miedos sin fundamento. No se asustaria de la oscuridad, ni de un número, ni de un murmullo en el bosque, de cosas que podrían ser normales y tenian su explicación...
Pero por ese mismo motivo, cuando 'algo' le decía que pasaba algo... algo a lo que no podía darle una explicación, le daba cierta credibilidad. Al fin y al cabo, los dioses eran muy palpables, y aún sin contar con ellos, habian cientos de cosas que no podia explicar, y ante lo desconocido merece la pena mantenerse atenta.
Tras el segundo de reflexión, echó a andar bordeando el lago a una distancia muy prudente, pues bajo la neblina y el agua podría esconderse alguna amenaza que el olfato humano no era capaz de detectar. Por supuesto tampoco dejó de estar atenta a cualquier sonido o movimiento furtivo. Se paraba de vez en cuando súbitamente, a intervalos aleatorios, para escuchar y echar un vistazo. Si algo la seguía, tal vez hiciera ruido al detenerse, y Escarcha al estar ya quieta pudiera detectarle, o estuviera mal oculto cuando la dragona se girase a echar un vistazo alrededor.
El silencio sólo roto por los pasos y los movimientos de Escarcha se mantuvo tranquilo, sus vestimentas espolearon la niebla que se separó de la orilla mostrando el agua negra, en la que no se podía vislumbrar ningún fondo posible...sólo el reflejo de una figura que caminaba por el borde. La vegetación no ayudaba a este cometido, y el humus resultaba húmedo y resbaladizo, tanto que no podía evitar deslizarse hacia el interior del agua, tocando necesariamente su superficie con su calzado.
Cuando el paso se hacía aún más complicado a pesar de tener numerosas ramas y troncos a los que aferrarse para no caer, el silencio mismo de su respiración se rompió de nuevo, pero esta vez fue un grito, uno desgarrador que surgía de la garganta, maltrecha, de una fémina, acallado sobre algún trapo, oyendose muy debilmente la lucha y los gemidos apagados tras la presión de una mano o algo blando...provenía del sur, de una posición algo lejana...y era de pánico...reclamando ayuda.
Luego, el movimiento y los sonidos volvieron, la vegetación se desplazaba con el viento que reptaba a su alrededor como una sierpe gigante. Los insectos aparecieron sobre la charca, con el zumbido de sus alas, o el cántico de las mismas...la rana..de nuevo estaba allí, en la otra orilla, sobre un pequeño canto redondeado, observando, muda, espectante los pasos dificultosos de la dragona. Y la niebla...se agolpaba en el centro.
Escarcha se detuvo de golpe al oír los gemidos. Parecia bastante... claro que alguien necesitaba ayuda ¿Pero quien? Era como si estuvieran asfixiando a una mujer... ¿Una mujer, en medio de este bosque? Aquello era extraño, desde luego. Incluso sospechoso.
Miró hacia adelante y luego se giró hacia donde oía aquél ruido. Como de costumbre, pensó y razonó deprisa.
Mmmm... esto va a desviarme bastante... ¿Deberia ir? Suena extraño... podría ser una trampa. Pero si no lo es, estaré dejando morir a alguien, y eso tampoco puedo permitirlo. ¿O si? Al fin y al cabo, parece una humana, y yo soy la última dragona argéntea, visto objetivamente, no tendría que importarme.
Escarcha suspiró cerrando los ojos y sacudiendo la cabeza, echando mano a la empuñadura de la espada.
Por Zillion y el Dios Dragón de Agua, soy una imprudente, pero no puedo dejar pasar algo así... y Silmar seguirá alli para cuando termine, no hay prisa por llegar, sobretodo si puedo salvar una vida, aunque sea una vida humana.
Desenvainó, por no hacerlo más cerca del posible peligro, pues el chirrido del metal era agudo y podría hacerse oír bastante, y corrió por el bosque en dirección a aquellos gemidos, con la capucha echada hacia atrás y el cabello ondeando mientras saltaba raíces y plantas en su carrera.
Por supuesto, correr era una mala idea, pero ya que pretendía ayudar a quien fuese que estaba en peligro, no iba a ir despacio, para llegar tarde. Con todo y con eso, siguió atenta alrededor, no solo para no tropezar, si no para evitar caer en alguna trampa.