Partida Rol por web

Belaya (Incompleta)

Sacro Reino de Silmar

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10/01/2010, 06:07
Silenia

Me deslizo cual serpiente por debajo de la manta hasta que mis ojos asoman bocaariba por la parte de atras de la cama, por donde debieran asomar los pies. Aquella mirada era propia de un pícaro diablillo.

-Mmmm.... ¿una cita?

Con gran habilidad me deslizo bajo las mantas para quedar en al misma posición pero mas cerca, mi mirada refleja cada vez mas malicia.

-Antes de ir a cambiarte... me alcanzas unas bragas, hoy he dormido sin ellas...

Mis ojos son un poema a la picaresca, si Arael pensaba que aquello era algun tipo de provocación acertaría de lleno. Mi mano sale de debajo de las mantas extendida esperando recibir aquel pedido.

-Me acuerdo de la ultima vez que comimos aqui en Silmar, de aquella no eras nada romantico jijijiji.

¿Silenia?

Mi mirada se clava él sin espectativas de cambiar, dispuesta a divertirme mirandole.

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10/01/2010, 06:20
Arael

  Muchas cosas habían cambiado, quizás...demasiadas, de repente se veía en una habitación con poco menos que una niña, Arael era un hombre...que por lo general resultaba serio, incluso algo insulso, pero se esforzaba día a día por mejorar, más que por otra cosa por ella. Llevó su diestra a su rostro, en silencio, durante unos segundos permaneció inmovil, sin mirarla...

  No hacía falta ser vidente para imaginarse lo que pasaba por su cabeza. Pero omitiría demostrarlo...

 - Eh...si...esto....yo... - Monosílabos y vocablos sencillos, poco más podía dar de sí la torturada mente de Arael en aquel momento.

  - Buen....hum..ehem...- se aclaró la voz, tratando de ponerse algo más serio, llegado el momento sonrió y la miró con cierta madurez, de forma casi paternal, puede que sus mejillas hubiesen estado algo sonrojadas hacía apenas unos segundos, era algo que se veía con cierta claridez gracias a lo pálido de su piel, no era un pálido sobrenatural, sin embargo, hacía que destacasa. Ahora aquel sentimiento de ¿vergüenza? se había esfumado...y la observaba con cariño.

  Le acercaría lo que gustase, sin estremecerse por ello.

 Seguro que nunca te imaginaste esto en tu futuro... Se decía, no por estar decepcionado, sino sorprendido de lo cotidiano, de lo que está ahí, de lo que llega y llegará y pocas veces reparamos en ver o prever.

 - Espero que el cambio sea para bien. - Le mencionó con la curvatura de sus labios, leve y mostrando su felicidad, le había perturbado, mas...parecía haber conseguido no turbarse más, sólo tendría que ir acostumbrandose y...poder hacerlo sería algo que Arael no desdeñaría a la ligera.

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10/01/2010, 17:50
Silenia

Una sonrisa complacida anunció que había obtenido lo que quería, y no era solo la ropa interior. Me coloco las bragas aun bajo las mantas y finalmente salgo dejando atras el pijama. Voy directa a otro cajón y saco una camiseta suave, de manga larga y cuello ligeramente alto tambien, apropiada para colocar bajo la armadura y que esta no toque directamente la piel, tambien me puse unos pantalones de caracteristicas similares y con el mismo fin.

Despues de aquello seguiría por las pesadas placas, quizá el ver y ponerme de nuevo aquella armadura fue mi despertar definitivo, lo que mas me recordaba "donde" estabamos, desde el sentido temporal, hasta en lo referente a localización.

-Te lo garantizo...

Me giro un segundo para hacerle un guiño, no tardaría mucho en ponerme la armadura, pero quizá me lleve algo mas de tiempo lavarme la cara y cepillar mi cabello, tiempo mas que de sobra para que Arael se acicale tambien. En cualquier caso estaba ansiosa por salir a aquella excursión.

Una vez puesta la armadura y mi capa negra comienozo a intentar domar mi pelo, aunque aquella mañana no estaba especialmente rebelde, no me había movido en toda la noche. Creo que en cuanto Arael estubiese silto podríamos partir.

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11/01/2010, 04:22
Arael

  Arael daría tiempo suficiente a Silenia para que se acicalase, él, por su parte, haría lo mismo. No estaba acostumbrado a las comodidades de palacio, y posiblemente nunca se acostumbrarse a llevar una vida tranquila en la que envejecer, los hombres como él, como la mayoría de soldados, acababan su vida muertos, y no llevaban a contemplar los frutos de su vida. El paladín había meditado sobre aquello, largo y tendido, y ahora, nuevamente se mostraba como siempre, reflexivo.

  Hubiese disuadido a Silenia para que prescindiera de la armadura, pero los peligros ahondan incluso en el corazón de nuestro pueblo, una corona preparada, fuerte y con autoridad, así es como verían a la reina, así es como debía ser. Ella nunca había ejercido como tal, no en tiempo que no estuviesen involucrados en guerra, eso podía hacer que se alejase de las gentes de a pie. Las recomendaciones vendrían más tarde, a fin de cuentas la amaba, y sabía que compartían algo más que una amistad, sin embargo eso no le daba derecho para ser un consejero. Posiblemente nisiquiera supiese los consejeros de los que se supone estaba rodeada, después del asunto con aquel noble, la política interna de Silmar era aún más delicada. La Iglesia exigía poder y afortunadamente, o no, Silenia representaba buena parte de los valores del dogma que predicaban.

 En pie, en la puerta de su habitación, esperando a que sus ojos se iluminasen con la belleza de la reina, él iba de blanco y plata, pero sobretodo, de blanco, su armadura era completa, de placas, voluminosa, Arael no era un hombre simplemente delgado, su complexión era atlética, algo que no se resaltaba mejor que con aquella protección. Llevaba una espada larga al cinto, su empuñadura era de hierro, posiblemente como la hoja, muy sencilla y sin decoración alguna, muy modesta comparada con su armadura.

  Extendí el brazo derecho, tendiendo mi diestra para recoger su mano.

 - ¿Preparada?

 Asintió serio pero logró mostrarle una sonrisa, no necesitaba forzarla y eso era un gran avance en él.

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11/01/2010, 05:03
Silenia

Me tomé suficiente tiempo para estar impecable, y no solo para él, sino porque saldríamos por Silmar como reina y consejero. Cuando termino de peinarme me miro al espejo, aquellas bellas pero a la vez enormes hombreras me daban un aspecto muy distonto junto a toda la armadura, incluso yo misma me veia... no rara.... sino distinta, y eso que la he llevado en mejores o peores condiciones toda mi vida.

Finalmente cojo mi mandoble con su vaina y lo cuelgo a mi espalda, de forma que la punta asoma por debajo de mi cintura y la bella empuñadura por encima del hombro, en el cinturón el yelmo y un cuchillo mas estético que practico, pero un arma al fin y al cabo.

Al acercarme tomo su mano, ya no siento el tacto de su piel a traves del grueso guantalete, pero igualmente me inspira una confianza que quizá solo mi padre consiguió cuando yo era niña al cogerme al mano.

-Por supuesto.

Dije sonriente, luego el sonido de nuestras respectivas grevas repicó en el pasillo mientras saliamos de palacio, pasados unos minutos recorsé un detalle del que quería hablarle, aunque debía escojer bien las palabras.

-Sabes... ya estube en puerto bravo, no estaba del todo terminado pero fui a ver como iba, me encontré contigo cuando volvía, por supuesto era una visita "no oficial". Fui a ver al encargado, el prior Afax, él... bueno, me ha ayudado mucho y tiene mi total confianza...

En realidad jamas podré agradecerle lo que ha hecho y hace por mi.

-Si en algun momento necesitas algo y por el motivo que sea, no estoy, ve a verle, estoy seguro de que él te ayudará, es un hombre de Dios, pero tiene los pies en la tierra y ha demostrado férrea lealtad a la corona.

Intenté que aquello simplemente fuese una aclaración puntual sin ningun tipo de trasfondo, y almenos en una pequeña parte asi era, aunque estoy segura que Arael tiene muchos mas contactos en Silmar, quería que supuese que tambien podría contar con el hermano Afax.

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21/01/2010, 01:31
Director

  Silmar había crecido, mucho más de lo que cabría esperar después de la destrucción, como ocurre con los simples y banales hormigueros al ser pisoteados por las sandalias del soldado aquellos humanos habían reconstruido su hogar haciendolo mucho más glorioso que nunca. Las gárgolas como demonios infernales o criaturas sobrenaturales observaban con sus fauces abiertas a las gentes del sacro reino, dispuestas a no perder detalle y a vomitar el mismo agua que amenazase, en caso de lluvia, los tejados de las grandes construcciones. Palacio, la fortaleza, la catedral y las iglesias, que ya se contaban por tres en toda la ciudad tras las murallas, murallas que se habían hecho altas y casi inespugnables, como la presa que ahora cruzaba el rio que atraviesa, cortando en dos mitades aquella civilización. Se habían elaborado canales en el mismo, y algunos barcos surcaban la superficie de las aguas...

  Las casas se habían hecho más grandes y de tejados más altos pues las familias eran más grandes, la veleta de la más antigua de las iglesias, la misma que visitaría no muchos días atrás en busca de Corvinius señalaba al sur, empujada siempre por el viento proveniente de las montañas nevadas, hogar conocido de los enanos, con los que prácticamente, el pueblo de Silmar, había perdido toda conexión sino fuera porque los tratos comerciales seguían vigentes y no se habría podido construir el Puerto Bravo, no tan lejos de allí, y aquellas maravillas arquitectónicas de no ser por sus materiales.

  Existían callejuelas, pero Silenia y Arael se encontraban lejos de ellas, ahora recorrían el interior de la segunda muralla, cerca de la fortaleza, donde las armas y la guardia es más estricta, los pendones de las almenaras se blandían en su blancura con bordado dorado y ascendían en medio del reino numerosas columnas de humo controlado, el humo de la forja y otros gremios, no sólo de herreros.

  Llegando a las puertas de la muralla interior la encontraron abierta, eran cuatro los guardias que la custodiaban al pie de la estructura pétrea, y una docena más los que montaban guardia en las cercanías o sobre ella, podía oirse el eco del metal procedente del campo de entrenamiento, no muy lejos de allí donde, seguramente, Teracles estuviese instruyendo a los más jovenes soldados. Afax había comunicado que el ejercito formaba parte de la corona, y los nobles que dispusieran de efectivos deberían alienar dicho derecho en ella, a cambio había concedido ciertas prestaciones a los poderosos que no dejaban de ser vasallos de la corona.

 Las vías de piedra, calzadas sin imperfección, eran de roca de color claro, casi blanco, ensalzando cada obra perfilada en aquel lugar, el aire era limpio y a la vista existía un palomar, donde se habían entrenado aves para la caza y la mensajería.

 Cuando Silenia llegó ante las puertas, un soldado sobre ella alzó la voz y golpeó con su pica el suelo.

 - ¡Salve! - de súbito, los cuatro soldados se irguieron, alzando sus picas para que estuviesen sobre las cabezas de los que paseaban, con la mirada firme y el corazón en un puño, su nerviosismo era más una muestra de efusividad que cualquier otra cosa, muchos, no conocerían a la reina, sin embargo, el trabajo estaba bien hecho, y almenos uno de ellos había reconocido su atuendo, que se antojaba único.

 - ¡SALVE! - Respondieron y al unísono golpearon con la empuñadura de sus picas la calzada.

 

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21/01/2010, 02:05
Arael

  La grandeza de Silmar podría asombrar a cualquier humano, no era lo mismo atravesar sus calles para llegar hasta palacio, u observarlo desde una alcoba perdida en una de las almenas, aquello era el primer paso para cruzarse con la gente de un pueblo maravilloso, en la ausencia de Silenia muchas cosas se habían hecho, y puede que ella no dejase a nadie más a cargo, salvo quizás al padre Afax, del que tenía buena constancia, pero el reino era como un gran organismo vivo que luchaba por sobrevivir y lo hacía con comodidad, creciendo día a día, aprendiendo de sus debilidades y haciendose cada vez más grande y colosal.

  Asentí ante su comentario, si ella confiaba en aquel hombre de Dios él no mancharía ese vínculo con desconfianza, luego, deteniendose frente a la guardia, antes de atravesar el umbral de la gan puerta de la muralla alzaría a media altura la diestra y dibujaría una línea horizontal como si desplegase el telón de algo que no había podido contemplar.

  - Bienvenida a Silmar, mi reina. - Su diestra acabaría sobre el corazón como un puño. Buscaba su rostro, el reflejo de su ciudad en su mirada, y ante todo...sonreía, orgulloso.

 Había cuerdas atadas entre las casas, desde allí el descenso era considerable, pues el palacio y la fortaleza se encontraban en un alto, podía observarse con claridad las calles llenas de telas de colores, amarillos, azules, verdes, rojos y blancos, pues era día de celebración. Arael entendía bien el motivo de aquella fiesta, y se había tomado numerosas molestias para que la iglesia la aceptase como un día propicio. Era la semana de las cosechas, cuando los dioses son propicios y celebran el alumbramiento del mundo, días para ensalzar el ciclo de las cosas, días de contemplación, descanso y vítores.

 El descenso sería largo, y se podía ver la gente, incluso los puestos de mercado que se extendía hasta la plaza que llevaba el mismo nombre, la plaza del mercado, puestros de fruta, de orfebrería, de pescado y carne, herreros llevando sus productos, incluso gente con los productos del campo. Arael decidió recordarle, amablemente, que debía tomarse las cosas con calma.

 - Silmar a crecido mucho, creo que...últimamente no has tenido la oportunidad de ver cuanto y con cuan fortaleza lo ha hecho, pero...quiero que estos dos días sean diferentes. La taberna que buscamos está cerca del río asique tendremos oportunidad de ver buena parte de Silmar antes de comer.

  Me tomaré la libertad de correr con los gastos esta vez.

 Asintió mientras su codo empujaba la capa blanca que normalmente llevaba junto a la capucha para que Silenia pudiese observar una pequeña saca de cuero. Era extraño verle sonreir más aún que no hubiese intentado, como acto reflejo, ocultar su rostro y su cabello albino hasta el momento. Pero...las cosas cambian, por grandes o pequeñas que sean, y Silmar era el mejor ejemplo.

 

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22/01/2010, 04:27
Silenia

Entendía la intenciones de Arael, y no cabe duda de que tenía razón, no había estado ahí para ver crecer Silmar, para ver como los edificios en ruinas volvían a alzarse aun mas explendorosos.

Sin embargo, extrañamente me invadió un sentimeinto de nostalgia....

Cuando observo el gesto de Arael de mostrar la bolsa consigue mi mejor sonrisa, sabe prefectamente que puedo pagar mas que una buena cena, pero si desea hacerlo él, es por algo mas allá del mero oro.

-En ese caso acepto de buen grado su invitación, caballero.

Digo mientras hago una graciosa reverencia. Y camino, orgullosa de hacerlo a su lado.

La ciudad cambia constantemente, sin embargo, cuando miro el camino empedrado, me veo a mi misma, como una niña, corriendo por esas mismas calles, cuando los edificios no eran tan altos, cuando lo ultimo que se podría pasar por mi cabeza es que yo gobernaría la Ciudad Blanca, quisiera que mi padre estubiera aqui conmigo para verme.

Mis ojos miran timidamente a Arael en ese momento, haciendo una comparación que quedaría solo para mi.

Ahora él ostentaba el cargo de consejero de la corona, esa era una mascara mas que servía para protegerle de las habladurias y rumores, los cuales, en cierta medida, serían ciertos, yo le amo.

Continuaba con pasos firmes y constantes, mirando a un lado y a otro, quizá me estaba sintiendo con algun año de mas encima, a pesar de ser, probablemente, la reina mas joven que haya gobernado en Silmar, en ese momento mi voz sonó en tono suave, solo para mi acompañante.

-Haré lo que sea por protegerles...

Me refería a la ciudad, a cada uno de sus habitantes, a sus puertas y sus murallas, aunque realmente, ese comentario era algo de sobra conocido por Arael.

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01/02/2010, 06:07
Director

  Caminaron, caminaron con la gracia de la pendiente que hacía más sencillo el avance siempre en aquel leve descenso, era un gran día, un día festivo en Silmar en el que se recordaba a los buenos espíritus y se trataba de apaciguar a los malvados, una festividad que hasta la iglesia cuidaba con recelo, pues no existía mal durante aquellos días. No era extraño que días como aquel, los príncipes o reyes del pasado hubiesen absuelto de sus delitos a decenas de detenidos que se pudrían en sus celdas en los calabozos de la fortaleza. No...pues hoy no sería un mal día para tal cosa.

  La risa de los niños correteando, las mujeres haciendo la lavor, y los hombres ayudando a que estas se encontrasen mejor en aquel día, no eran pocos los herreros, carpinteros e incluso campesinos que ayudaban a colgar los estandartes de Silmar y aquellas telas de colores de tejado en tejado mientras los más jovenes lanzaban deseos al aire...

  Llegados  a través de las calles de grandes casas de tejados rojos inclinados para que la nieve no los echase abajo por el peso en los inviernos que ya habían pasado a una de las grandes plazas de silmar la reina podría contemplar una de las obras erigidas en su ausencia.

 http://selandia.free.fr/11-images/8-lieu/lieu229.jpg

  De mármol y piedra traída de las montañas gracias a sus tratos comerciales con las minas de los enanos, una audiencia y un obelisco cargado de impresiones y relieves de la batalla de su tiempo en la que Silmar cayó para renacer como uno de aquellos fénix de leyenda, dragones, fénix y demonios hay en aquellas esculturas pero también hombres, allí estaban los avatares blancos, luchando por lo que era justo, por la supervivencia y la vida mas no había lugar para reconocimiento de elfos o enanos salvo miniaturas en el fondo de los grandes relieves que muchos pasarían por alto, como los pequeños detalles que aunque siempre importantes suelen desdeñarse ante la majestuosidad de cosas más grandes.

  Había también una fuente cercana, que manaba un chorro de agua cristalina, allí es donde jovenes parejas se reunían para lanzar una monera al agua y pedir un deseo, el fondo era brillante, en resplandor cobrizo...

  Los enamorados, jovenes y no tan jóvenes se turbaron ante la presencia de alguien con aquella armadura que sin duda reconocían por los grabados, Silenia era una desconocida para su pueblo, y aunque tuviesen cariño a alguien que parecía protegerlos desde la sombra, su relación con el pueblo era muy distante...

  Un niño, pecador si la inocencia fuese algo cuestionable, se quedó petrificado, apenas levantaba un metro del suelo, y ascendía el mentón observando con ojos grandes y azules a la que ostentaba la corona del Sacro reino de Silmar, no brotaron palabras de sus labios, aunque tragó saliba incrédulo...su cabello estaba cortado con la forma de la olla y era lacio y rubio...

  Su vista reparó también Arael, y cuando estaba a punto de decir algo, mientras alzaba la diestra para señalarlos, una mujer, respetuosa vestida con un amplio vestido azul celeste y mandil, recogió al pequeño entre sus brazos por el cuello con suavidad, y le hizo retroceder disculpandose entre asentimientos y reverencias, alejandose lo más rápido que podía...

 

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01/02/2010, 06:23
Arael

  Aquel era un gesto informal, demasiado incluso para un brivón, pero en Arael..era como si se hubiese vuelto loco. Aquellos días de festividad cambiaban a la gente, todos sonreían. Arael lo harían ante el pequeño que los miraba mientras sontenía una moneda de cobre en el aire entre Silenia y él.

  Esperaba que la cogiese, aunque si lo hacía no se la daría sin más, esperaría a que la sostuviese con sus dedos y se uniesen con los suyos para hablar, riendo...esperaba que Silenia no tuviese miedo de parecer menos con un gesto tan mundano, pues después de todos se creía que el poder de los reyes venía de Dios, ¿para qué necesita un servidor de los dioses la suerte entonces?

 - Pide un deseo para ti, algo que quieras, por sencillo o complicado que sea.

 Amplió su sonrisa mirandola a los ojos mientras se apoyaba en la fuente con el codo, mirando al interior de las aguas cristalinas, a aquel fondo repleto de monedas de cobre que brillaba con la luz del sol.

 - Pero...no lo digas, piénsalo. Los espíritus de aquellos que han sido, son y serán te ayudaran a que sea complacido.

 No bromeaba cuando hablaba, pues muy pocos son los estúpidos que se toman eso como una tonteria, había más significado en aquel gesto en muchas otras cosas de la vida que se tomaban por trascendentales, aquel gesto...por sencillo que parecía contenía la sonrisa de las gentes, la humildad de la vida, y la aceptación de que aunque dueños de nuestro propio destino en algunos asuntos...nuestro sino nos es muchas veces desconocido resultandonos los acontecimientos puro azar...

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03/02/2010, 02:21
Silenia
Sólo para el director

Aquel monumento había llamado mi atención ya en la lejanía, era grande e imponente, y aun asi no sabía nada de su construcción, a medida que me voy acercando y por consiguiente, distinguiendo las formas talladas en él, estas cobran vida tomando imagenes enterradas en mis recuerdos, recuerdos bastante duros de rememorar.

Al ver la gloriosa figura de los avatares blancos, veo la calle principal ante la catedral, infestada de muertos vivientes, y a un avatar blanco luchando hasta la ultima gota de sangre en el medio, inquebrantable, brillante como una luz en medio de la oscuridad, tambien veo como esa luz se va apagando cuando el acero termina por atravesar su gruesa armadura, aquello había sucedido no hace mucho tiempo, y desde luego no lejos de donde estamos ahora.

Tambien soldados de la Santa Guardia real, mujeres que dieron su vida para resistir mientras volvíamos a Silmar, aun veo sus cadaveres en el suelo, superadas por mas de diez a una, ninguna de ellas retrocedió, aun veo sus rostros que expresan valentía aundespues de mirar a la muerte cara a cara.

Y al fondo de la representación, elfos, sus flechas silvaron, acudieron a una tierra donde no eran bienvenidos para luchar por aquellos que les rechazaban, enanos, que sangraron junto a nosotros y nos acojieron en su hogar.

Cuando quise darme cuenta había perdido la noción del tiempo mirando aquella estatua, mientras se reflejaban montones de imagenes del pasado con los ojos bien abiertos, casi sin parpadear. Finalmente mi mirada desciende para ver a un niño de aspecto encantador, ladeo la cabeza y termino sonriendo de forma maternal, luego mi mano va a mi pecho a forma de leve saludo, mirandole a los ojos, y asi permanecí hasta que aquella mujer le recojió entre disculpas. que aquella acción fuese algo logico y el hecho de que yo me acostumbrase a algo asi eran dos cosas completamente distintas, acto seguido me miro en el reflejo del agua de la fuente. Esa soy yo...

Como si volviese a salir de un ensimismamiento, vuelvo la vista hacia el lado y ahí estaba Arael, tendiendome aquella moneda y explicandome su finalidad. Quizá algo mas ausente de lo normal la cojo, no sin antes sonreirle a modo de agradecimiento. Luego vuelvo a mirar la estatua.

-Un futuro próspero, para Silmar, para sus gentes, y para todas las almas inocentes que habitan esta tierra. Un futuro, para aquellos a quien amo.

Lanzo con la uña del dedo pulgar la moneda, la cual cae gracilmente en el agua, dando una serie de brillos mientras gira en el agua hasta tocar el fondo.

-Eso espero...

Pues había elegido algo realmente dificil, pero confio en que no sea imposible. Finalmente miro a Arael con una sonrisa afable, dispuesta a continuar.

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25/03/2010, 00:47
Arael

- Tengo verdadero interés por ver Puerto Bravo, se rumorea entre las gentes de Silmar que es como un nuevo reino surgido al lado de este.

 Sonrió amablemente y extendiendo la mano indicó con cordialidad donde podían proseguir con su paseo, los gestos amables e informales eran detalles discretos, no pasaría desapercivida, en todo caso, la mirada antaño tempestuosa de aquel hombre ante el motivo de todos sus deseos.

- Si os complace... - Dijo aquello con una formalidad graciosa pues se notaba en parte se lo tomaba a broma algo que, pretendía, hiciese del paseo algo mucho más llevadero.

 - Podriamos ir más tarde, quizás mañana para no retrasar nuestra llegada a Silmar más tarde. - Pero la sombra que se cernía sobre ellos, más sobre Arael nunca se alejaría lo suficiente como para prescindir de ella siempre limitando su tiempo como un reloj de arena...

 Contempló al niño y a su madre, con el mentón suficientemente alto como para doblarle en altura y aún contemplar a la mujer desde arriba, era imponente pero sin embargo no deseaba resultar intimidante, su sonrisa, sus gestos en ocasiones casi adolescentes hacían de él un hombre cauto, determinado, seguro de si mismo.

 - Ya se habla de la Reina Silenia más allá de las fronteras, y de la leyenda de los Avatares blancos, hombres o ángeles, no se sabe bien... - relaba Arael casi con la misma destreza que Thobak relataba sus historias, aunque...jamás podría lograr alcanzar aquel nivel de expresión, tan...enano - que eran capaces de enfrentar a orcos como montañas.

 El rostro de Arael se recrudeció...

 - ¿Sabeis algo del Rey de las minas, mi reina?

 Aquello podía ser...un error...pero más que simple curiosidad parecía una oferta, la oferta de invitarle a Silmar o incluso de ir a visitarle. En boca de Arael era todo un logro pues...la última vez que trató de entrar en las minas junto a Silenia no recibió una grata bienvenida.

  Cada día que pasaba...parecía que quedasen más lejos días de gloria, los días en los que los aliados charlaban ante el problema común. Arael recordaba aquello y su memoria viajaba mucho más atrás hasta llegar a la caída de Sion...

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28/03/2010, 16:21
Silenia

Seguí camninando a su lado de buen grado, luego sonreí ligeramente ante su primera proposisición.

-Cuando... nos encontramos en el bosque, yo venía de Puerto Bravo, de hablar con el padre Afax, al cargo de su administración. He invertido bastante tiempo y recursos del reino en esa zona, creo que es importante que la potencia marítima de Silmar aumente, aunque solo sea porque no vuelvan a sorprendernos por mar. Con el tiempo nuestras galeras pordrán alcanzar nuevos horizontes y nuevas rutas de comercio, o almenos eso espero.

Luego le miro de forma algo disimulada.

-...aunque esta claro que es mas divertido visitar un lugar tan bonito amopañada, que sola.

Aquello quería decir que si me complacería, siempre que fuese junto a él. Continuo caminando, intentando sincronizar mis pasos con los suyos.

-De nada sirven las leyendas si no queda nadie que pueda contarlas y creo que eso es mas importante que la leyenda en si.

No era un comentario con pretensiones de humildad, pues era plenamiente consciente de que tanto la figura de la reina como la de los avatares blancos traian esperanza a las gentes de Silmar, y estos a su vez les dan atributos "divinos" movidos por la admiración y el agradecimiento. No es que sea algo malo, pero yo, como reina, se que soy en el fondo, como otra persona cualquiera, con una historia humana mas o menos peculiar, asi como los avatares son hombres, con una valentía y fortaleza incomparables, pero hombres al fin y al cabo, con todo lo que ello implica.

Luego cerré los ojos unos instantes, para acto seguido abrirlos mirando a la calzada.

-No, lo cierto es que no, temer por su vida sería poco menos que insultarle, pero es extraño no tener noticias de las minas, quiera que no, estoy preocupada por él.

Dije en un tono con un aire inquieto, posteriormente quedé sumida en el silencio, pensativa.