El herrero se recostó en la silla mientras analizaba detenidamente las opciones disponibles. Había algo extraño en ese lugar, un anciano dejado de la mano de Dios en terreno peligroso, relativamente lejos de cualquier población civilizada. Lo más obvio para Stanislav era el cómo había sobrevivido si realmente existían esos peligros. Ulho era solo un nombre, pero desconocía por completo qué o quien era ese hombre.
Stanislav no tenía intención en convertirse en el mejor herrero del mundo, solo le interesaba una buena carta de presentación que le permitiera devolver el amuleto del fénix a la que el consideraba su legítima dueña. Todo lo demás no le importaba, sabía lo bastante de la forja como para ganarse la vida honradamente para el y su familia, no era desagradable aprender más, pero tales peticiones... le hacían dudar, había cierto grado de fanatismo o quizás locura en esas palabras.
Había pasado por lo suficiente como para desconfiar de todo el mundo. No era agradable vivir siempre con la guardia alta, pero cuando ni siquiera te conoces a ti mismo poco mejor puedes esperar de tus semejantes.
- Esta negociación transcurre demasiado rápido, primero solo era asustar fieras, cortar leña y arar un poco de sembrado. Pero las apuestas son elevadas. Antes de siquiera plantearme aceptar me gustaría saber que me aguarda en la noche cerrada. Espantar lobos y bandidos es una cosa, luchar contra engendros de la oscuridad es tarea de héroes no de campesinos.
Aprecio la generosa comida y el lecho, además de la oferta de aprender, si realmente es protección lo que busca es mejor que mis asuntos y mi destino sigan siendo personales. Ciertos caminos son mejores recorrerlos solos. -
- Teneis razón - reconoció el viejo - se trata de ... - suspiró - de las orugas.
Le había costado decir aquello como si un terror primordial se encerrase en su corazón al pensar en aquellas malditas criaturas.
- No tendreis problemas con los lobos aquí. - Dijo quitandole importania con un gesto de su diestra. Parecía capaz de encargarse de esa clase de protección por si solo, pero no así de las orugas....
- Pero - alza las manos y se quejó inocentemente con voz ronca - No podreis negarme que tendreis que conseguir por cuenta propia el material para forjar y aprender.
¡no sirve con simple hierro!
Espetó y por un momento se enfadó, encendiendose como se encienden repentinamente las ascuas de un fuego casi extinto cuando lo azota una brisa suave.
- Las orugas de las ascuas. - añadió, a pesar de que le costaba prefería acabar con ello ya - vienen a por mi. no me dejarán en paz hasta que dejen de reproducirse.
No encuentro una solución.
Frunció el ceño algo desesperanzado y sacó el labio inferior.
Hermana, si siguieses conmigo...
El herrero buscaba una postura cómoda en el respaldo de su asiento, pero era consciente de que no podría encontrarla mientras su cabeza no lograse poner un mínimo orden en las dudas que asaltaban su mente.
Orugas... las únicas que había visto en su vida no eran un problema que no pudiera solventarse de un simple pisotón, lo peor que podía ocurrir era que devorasen un cultivo o cosecha, pero jamás había escuchado que pudieran llegar al extremo de ir a por alguien, simplemente le parecía absurdo, un imposible. Pero tras lo vivido sabía que no podía fiarse de nada que creyese conocer antes.
- Ruego disculpe me ignorancia, pero es la primera vez que escucho algo sobre oruga de las ascuas. Me cuesta imaginarme a esas criaturas atacando a una persona, al menos si lo veo desde mi modesto conocimiento.
¿Podría explicarme más? Ahora mismo mi cabeza esta blanca como la nieve invernal. -
- Son orugas muy poco comunes por esta zona.
Se alimentan de fuego. ¡Incluso de material candente!
No todas son muy grandes, algunas son del tamaño de una oruga común.
negó frustrado. Aunque pudiese pensarse no era el típico anciano senil, había verdadero pesar en su corazón´.
- No me dejan trabajar. - explicó, tenía sentido que siendo herrero lo tuviera dificil - Quizás matando a la causante de su exceso de población...
Aunque son orugas no tienen capacidad de reproducirse, sólo una de ellas, pues trabajan en sociedades, puede poner huevos.
no sé donde tienen el nido, pero creo que será cerca del desierto. La temperatura es ideal para ellas allí.
Algún indeseable las traería de Trelammir y aunque allí está muy bien controlado aquí pueden llegar a ser una plaga.
Confiaba en el ingenio del herrero, aunque podía hacerlo más simple, encontrar a la oruga más grande y acabar con su vida. Las demás se irían muriendo...con el tiempo.
Si tenía más preguntas posiblemente pudiese contestarlas, el tema había acabado por robarle el apetito.