Partida Rol por web

Las palabras del señor Gallagher me ponen los pelos de punta, y parece que el truco del flash no funciona tan bien en la realidad como funciona en el final La ventana indiscreta, ya que este cabrón ni se inmuta. Es más, se crece como si fuera una celebridad en la alfombra roja.

Espero que Lorna sobreviva para revelar ese carrete, va a ser la hostia...

Rosemary. De momento preocúpate por sobrevivir tú.

-¡Pelirroja, no le escuches! -Siseo, intentando rociar al tiparraco este con el spray como si estuviera matando una asquerosa cucaracha con un bote de Bloom.

-... Mierda... 

Su "arma" había fallado, y no parecía que el spray de Rosemary hiciese gran cosa. Aquella forma monstruosa continuaba hablándole, arañando en su mente. 

¡Pelirroja, no le escuches!

Con un halo de esperanza las palabras de Rosemary se colaron en su cerebro, ¿pero sería suficiente? 

Al encontrarme de nuevo como mis compañeras, también veo al teniente Gallagher, sonriente. Miro a mi alrededor, fijándome en ellas por si están heridas. Ahora que estoy aquí no sé que hacer, no sé como parar a un ser así y ya he visto algunas cosas de las que puede hacer. Hago rechinar los dientes por la rabia y frustración que me causa haber liberado a un ser así y causado ya varias muertes.

Las palabras de Gallagher que escuchado mientras llegaba vienen a mi mente.

—¿Paz? —pregunto, cerrando los puños con fuerza—. Hasta ahora solo has traído muerte.

«Igual que yo», pienso mirando hacia él. De alguna forma tengo que sacarlas de aquí, no tiene sentido que muera más gente. 

Su voz es tan profunda, tan aterciopelada que es imposible no escucharla. Pero son sus ojos, sus ojos son los que producen un efecto tan devastador que eres incapaz de apartar la mirada de ellos.

Escuchas algo, unas palabras que no son pronunciadas, son susurros en tu cabeza. Se cuelan como hormigas para devorar un trozo de comida abandonada. Penetran y se quedan.

Lorna se tambaleó, como si las fuerzas le hubiesen fallado. Sus ojos verdes estaban clavados en los de la criatura, y aunque su expresión era de pavor, no podía apartar la vista de ellos. Algo le estaba ocurriendo. A veces parecía apartar la mirada, o al menos lo intentaba, pero cualquier esfuerzo era inútil. Estaba completamente hipnotizada. 

La criatura sonríe a Lorna. No dice nada que pueda oírse, no dice nada audible, y sin embargo parece satisfecho.
Ahora se gira de nuevo hacia Rosemary y Yvaine que acaban de subir las escaleras.

Comienza a abrir la boca, enseñando unos colmillos afilados como nada que hayáis visto antes. Su boca se abre tanto que su mandíbula parece desencajarse.

Se dirige hacia Rosemary con paso decidido, extendiendo los brazos para estrangularla. La coge por la solapa y la levanta en el aire, le aparta el cuello con solo un gesto de un dedo, llenando su mejilla de sangre y apretando tanto que su uña se clava en la piel. Abre la boca y se acerca hacia la palpitante yugular de la joven. Sus ojos están tan fijos en su vena, que nada más importa.

Rosemary, reforzada por la adrenalina que el miedo le bombea, consige soltarse de su presa lo suficiente como para golpear con su rodilla en el pecho del monstruo y hacer que la suelte.

Fuera se escuchan sirenas acercándose.

Mierda, Lorna está hipnotizada. Esto es la hostia. Si sigue así, se la va a zampar o la va a partir por la mitad como a la enfermera. Los pasos de la hermana de Brian y los del otro muchacho, me dan a entender que la susodicha enfermera no lo ha conseguido. Joder, todo esto es una santísima mierda.

Pero claro, mi vida siempre tiende a ir a peor, así que en pocos segundos me encuentro contemplando la posible muerte número tres de esta noche, y al parpadeo siguiente, esa posible muerta soy yo. El hijo de puta de Galagher me coge de la chaqueta, alzándome como si no pesara nada, y moviéndome como si fuese una puta muñeca.

-Me cago en dios -farfullo, con el corazón latiéndome tan rápido que es posible que muera de un infarto antes de que este tío me hinque el diente. 

En cuanto siento sus dedos tocándome para dejar mi cuello al descubierto, un subidón de adrenalina me atraviesa como si me hubiese alcanzado un puto rayo, y me revuelvo, intentando volver a darle con el spray. Pero este se me escapa de entre los dedos y vuela lejos de mí.

-¡Joder! -Grito, pataleando para quitarme al puto bicho de encima-¡QUE NO ME TOQUES, HIJO DE PUTA!

Me muevo frenéticamente, empujándole la cara con las manos, clavándole los dedos en los ojos, dándole patadas en los huevos, pero nada funciona, es como un puto muro. Desesperada, finalmente aprovecho que me ha estampado contra la pared, para apoyarme en esta y proyectar toda mi fuerza en un rodillazo en el pecho, que le hace trastabillar hacia atrás. Acojonada, retrocedo rápidamente. Y las sirenas de la policía comienzan a sonar como... como si fueran cantos de sirena, literalmente.

-¡Estás jodido! -Exclamo, aún retrocediendo, y deseando muy fuerte que los policías lleguen antes de los próximos dos segundos.

Lorna ladeó la cabeza confundida y mareada. Los gritos de rabia de Rosemary la habían sacado levemente de su ensimismamiento, aunque todavía se sentía fuera de sí. Estuvo a punto de exclamar un grito cuando vio la boca llena de dientes de Galagher, pero entonces la periodista pareció librarse de él. 

¡Venga, reacciona!

Miró a su alrededor y vio el spray de pimienta que llevaba Rosemary. No sabía si quiera si eso le haría efecto a esa cosa, pero era lo más parecido a un arma que había por allí. Se arrastró hasta recogerlo y luego trató de disparar a Galagher, poniéndose al lado de Rosemary. Quizás aquello les daba tiempo hasta que huyera por la policía.

-¡Qué te jodan gilipollas! -exclamó. 

El miedo la estaba devorando por dentro, pero también la rabia y la frustración. 

Observo las imágenes que van apareciendo delante de mí como su fueran a cámara lenta, sin saber que hacer mientras luchan por sus vidas. Aún me duele el golpe que recibí cuando se escapó por mi culpa, y ahora, ante él no soy capaz de hacer nada. Estoy petrificada, no tengo la valentía que tienen ellas de enfrentarme directamente a él, tampoco podría hacer nada; sé de lo que es capaz, al menos de una parte. Mi corazón late aceleradamente. Siento el sudor en mis manos y todas estas sensaciones que para mí están tan presentes: miedo y culpabilidad. Soy incapaz de mostrar ninguna de ellas. Solo miró al teniente, al monstruo en que se ha convertido. No hago nada hasta que escucho las sirenas; primero se mueven mis ojos y luego, mi rostro, sin olvidarme del verdadero peligro que está justo delante de mí, a unos metros.

«Aquí no puedo hacer nada», me digo, apretando la mandíbula. Necesitaríamos la ayuda de la policía para volverlo a encerrar, y aun así, tengo mis dudas que su presencia sirva de algo y no solo para causar más muertes.

Aprieto mis puños y hago acopio de todas mis fuerzas antes de dirigirme a Galagher.

—Deberías irte, si guardas alguno de los recuerdos que tenías, sabrás que aquí solo te espera volver a tu habitación —digo, intentando mostrar firmeza en mi tono—, y esta vez ya nadie te sacará de ahí.

El problema es que no estoy segura de que poder seguirlo, ya ha demostrado ser rapidísimo. 

Gallagher ha sido lanzado contra una de las paredes por la patada de Rosemary. No le había hecho daño alguno, de hecho la criatura que una vez fue el teniente Gallagher parece divertirse con la comida, como si la caza fuese un aliciente que estimula su apetito. Se gira hacia Lorna cuando esta comienza a rociar el spray. Cierra los ojos y de forma automática coge uno d elos brazos de la chica con su mano izquierda, y muestra un gesto de repugnancia.

La presión de sus dedos sobre el brazo de Lorna es abismal. Aunque no parece hacer ningún esfuerzo, la presión de su brazo parece perfectamente capaz de partir los huesos de Lorna.

- No debería morder la mano que le va a alimentar.

Su lengua oscura se desliza por su labio superior mientras comienza a doblar el brazo de la joven en un ángulo peligroso, el dolor de sus tendones estaba llegando al límite. Su rostro se gira con velocidad hacia una de las puertas, desde la que se escuchaba a gente viniendo. - Pronto serás tú quien me busque a mi.

Gallagher cierra los dientes en un chasquido que bien podría ser una mandíbula de tiburón. Lanza a Lorna contra Rosemary y sale corriendo en la dirección contraria a las voces. Cruza el pasillo con su velocidad preternatural y atraviesa otra puerta que parece que da a unas cocinas.

Tropiezo hacia atrás cuando Lorna cae sobre mí. No siento el dolor al caer sobre el suelo con el cuerpo de una muchacha muy bien formada encima, pero estoy segura de que mañana no podré ni levantarme de la cama. Me la quito de encima rápidamente, tratando de ver dónde coño se ha ido este cabrón, pero ha desaparecido detrás de una puerta.

Mis piernas se precipitan hacia adelante, buscando seguirle, pero mi cerebro me obliga a mantenerme donde estoy. La pelirroja le ha echado medio bote de spray antivioladores en toda la cara, y el hijo de puta apenas ha parpadeado. Quiero llegar al fondo del asunto, pero quiero hacerlo entera. Y me parece que ya le he visto la cara a la muerte en demasiadas ocasiones hoy.

-¿Estáis todos bien? -Pregunto, aún mirando la puerta por donde se ha marchado-. La policía llegará en seguida. Ese bastardo  no se va a ir a ningún sitio.

Que te lo crees tú eso...

Para intentar sofocar el sentimiento de fracaso en mí, extraigo la grabadora del bolsillo. Espero que siga funcionando, después tanto ajetreo.

Al ver como el teniente huye, no sé si es que realmente le ha dado miedo la presencia de la policía o es debido a cualquier otro instinto. El problema es que ahora no sabremos por dónde decide irse, me gustaría poderlo seguir pero desde un principio ya asumo que eso es totalmente imposible, sé mis capacidades y estoy segura de que no lo voy a alcanzar.

Asiento a la pregunta de Rosemary, asumiendo que no se refiere a la pesadumbre que me causa haber visto morir a aquella mujer en mis manos. Aún siento el dolor en la sien, pero no es nada comparado con el resto.

—Sí, eso espero —digo, sin dar mucha seguridad a mis palabras—. Al menos parece que estáis bien, más o menos.

Respiro profundamente. Solo queda esperar a la policía. Me gustaría comentar algo más, pero no me siento con suficientes fuerzas para dejar salir mis palabras y lo que realmente creo: «La he cagado pero bien». Aun así, creo que la mujer del teniente no contó exactamente la realidad, lo que hemos vivido no coincide con sus palabras, o quizás pienso eso para intentar quitarme la culpabilidad de esas muertes.

—Deberíamos contar todas la misma historia… —añadió al final.

La voz de aquella cosa resonó en la mente de Lorna. Sentía un miedo atroz al ver aquel grotesco rostro desfigurado, pero de pronto notó que su cuerpo era lanzado e impactó contra algo medianamente blandito. Se sentía mareada y exhausta, y notaba la fuerte presión en el brazo que le había dejado el agarre, pero parecía que ya se había ido. Al recuperar la compostura se percató de que estaba sobre Rosemary, así que se levantó de inmediato. 

Rosemary: ¿Estáis todos bien?

-N-no lo sé -dijo sin saber muy bien qué responder-. Decidme que esa cosa se ha ido por favor.

Comenzó a frotarse el brazo. Probablemente le habría dejado marcadas las garras.

Yvaine: Deberíamos contar todas la misma historia…

-Estoy de acuerdo -dijo escuetamente-. Supongo que si decimos lo que hemos visto no nos van a creer. 

El hospital se convierte en pocos instantes en un bulliciosa tormenta de caos.

Gente entrando y saliendo por los pasillos, gritos en salas lejanas, celadores y enfermeras tratando de entender lo que pasa hasta que descubren los cadáveres de la enfermera Ellen Russell o del celador Conrad Walters.

Entre que unos bajan del ascensor y otros vuelven al pasillo de la entrada principal, todos os encontráis frente a recepción, con caras largas tras haber perdido el rastro de Gallagher. No pasa mucho tiempo hasta que llegan un par de coches de policía y queda evidente que el paciente ha roto una ventana de la zona restringida al personal y ha huido al bosque.

Son más de las 22 horas, fuera hace una temperatura de bajos grados bajo cero. Ninguna persona podría sobrevivir ahí fuera en la oscuridad con solo una bata de enfermo.

La policía trata de mantener la calma, prohibe a todo el mundo abandonar el sanatorio y comienza a tomar declaraciones.

El celador y la enfermera se encuentran tapados por una manta en sendas camillas hasta que llegan las ambulancias, dos policías os han estado interrogando sobre lo sucedido, mientras otros dos de paisano se encuentran abajo, inspeccionando la habitación donde estaba el enfermo.

Como testigos de primera instancia, os separan en una sala apartada donde el inspector al cargo, un tal Gerald Ross os va a interrogar sobre lo ocurrido.

Los policías os aconsejan que mantengáis la calma pero no os dejan un solo minuto para concretar lo que vais a decir o cuales van a ser vuestras versiones, pero si hay algo que vuestro jefe Pavel Klodzinsky os ha recordado en numerosas ocasiones, es que si la policía sabe que tenéis pruebas físicas (grabaciones, fotos o vídeo) serán incautadas casi con seguridad.

- Nosotros nos ocuparemos, no se preocupen. - dice un hombre con placa a los policías de fuera.

El agente entra con seguridad y cierra la puerta tras de si. Se acerca a la mesa en la que estáis sentados con un gesto de escepticismo y con cara de haberle molestado mucho haber sido sacado de su cama a estas horas de la noche.

Comienza a barajar las fichas con vuestros datos que le han proporcionado los policías que llegaron al principio. Enciende una grabadora

- Bien... vamos a ser amigos y sintetizar la verdad. No me apetece llevarles a comisaría y pasarme toda la noche rellenando informes innecesarios... ¿Puede alguno de ustedes contarme lo que ha pasado ahí abajo con el señor Gallagher? 

—Deberíamos contar todas la misma historia… 

No es que hayamos visto cosas diferentes, pero desde luego nadie se va a creer el cuento ese de "ese tío es un vampiro, deténganlo antes de que nos mate a todos". No sin dejarnos encerrados aquí después.

Las luces azules de la policía destacan, formando círculos, sobre las paredes, teñidas de rojo por las luces de emergencia. Como una especie de lucha del bien contra el mal estilo Star Wars. Las luces del bien me están mareando, así que cierro los ojos.

¿Puede alguno de ustedes contarme lo que ha pasado ahí abajo con el señor Gallagher? 

 Abro los ojos. Tengo un cigarrillo entre los dedos de una temblorosa mano derecha que apenas reconozco como mía. Creo que toda la sangre de mi cuerpo ha migrado de mis venas hacia dios sabe dónde. Estoy muy cansada.

Le doy una calada al cigarrillo, que me sabe a pura muerte, y aplasto el filtro contra la mesa, apagando lo poco que quedaba de él.

Apreso mis manos frías y temblorosas entre mis muslos, y mientras exhalo un violento suspiro de humo, me inclino hacia adelante, sin apartar la vista del poli.

-Negligencia médica -expreso, a bocajarro-. Ese hombre, el tal Gallagher, está desquiciado. Estábamos observándole desde la sala de al lado, y el camillero entró en su habitación porque él no comía. Gallagher le golpeó con una especie de barra de hierro. Creo que una de esas que van a los lados de las camillas, ya sabe, donde suelen esposarles. 

Enciendo otro cigarrillo, y la punta chisporrotea, acojonada de encontrar a cuatro de sus hermanos aplastados contra la mesa.

-Creo que también llevaba un pincho, pero no llegamos a verlo. Nos quedamos encerrados en la sala anexa, asustados, pero accionamos la alarma de incendios. Cuando vimos que subía, nos acordamos de la...

"Tengo una niña de dos años y bueno mañana le diremos que va a tener un hermanito así que estoy deseando terminar la jornada para prepararlo todo."

Trago saliva.

-De la recepcionista. Subimos lo más rápido que pudimos, pero llegamos tarde igualmente. Ivainne intentó salvar a la chica, y mientras buscábamos ayuda, nos topamos con Gallagher, con los resultados que ve -señalo mi cabeza, el lugar donde el ATS me ha puesto un par de grapas adhesivas-. Y en eso estábamos, cuando llegó la bendita policía a socorrernos -dios, esas palabras me amargan la boca mucho más que el sabor a cigarrillo barato-. ¿Le han cogido? 

Solo queda esperar. Mientras el teniente huye —a saber a dónde— nosotras estamos aquí, esperando a que lleguen unos refuerzos que lo más probable es que nos traigan más problemas de los que ya teníamos. Aun así, servirán para que no haya más víctimas, al menos entre las paredes de este psiquiátrico.

Durante la espera sigo pensando en todo lo ocurrido, en lo que pasó en la habitación del paciente y momentos después. El dolor de mi cabeza me recuerda muy bien una parte de todo aquello. Después de eso ya no hay mucho más... solo muerte. Finalmente nos llevan a una sala en la que va a acontecer el interrogatorio, solo sé practicárselo a los muertos, pero no hace falta saber mucho para poder encaminar la investigación a un punto en que nuestra culpabilidad sea vista de una forma más casual; únicamente hemos liberado al monstruo que ni siquiera serían capaces de creer. A mí ya me cuesta hacerlo y lo he visto y sentido.

«Negligencia médica. Sin duda lo fue», repito en mi cabeza cuando escucho salir las palabras de la boca de Rosemary. Seguidamente, tras saber el resto de la historia que pretendía hacer creer mi compañera, asiento. Debo hacer una aclaración puesto que quizás ha quedado parte de mi sangre en la habitación y eso me situaría en un lugar en el que he dicho no estar.

—Sí, intenté ayudarle, al celador —digo, realizando un leve asentimiento—. Cuando le golpeó, entré para intentar pararlo y me empujó de tal forma que caí, golpeándome contra la pared —le aclaro mientras me ayudo de mis manos para explicarle la situación.

—Luego, como dice Rosemary, también intenté salvar la vida de Ellen, pero la herida era demasiado grave y no disponía ni de tiempo ni del material adecuado para salvarla —añado bajando la vista hacia mi ropa y mostrándole las manchas de sangre al inspector—. Toda esta sangre es suya.

Después de realizar una pequeña pausa, fijo mi mirada en Gerald.

—Si podemos ayudarles en algo más...

Me quedo contemplando al inspector a la espera de conocer la respuesta a la pregunta que ha planteado Rosemary. Me sería de ayuda saber que vuelve a estar entre rejas, aunque solo sea por el egoísmo de no acabar sintiéndome peor de lo que ya lo hago.

Lorna se sentía tan exhausta que el tiempo transcurrido desde que se había visto de frente con aquella cosa hasta que estaba esperando al agente Ross le parecía una argamasa de recuerdos confusos, como si fuese una ensoñación inconexa. Por desgracia, todo lo que acababa de ocurrir era real, muy real. No miró su reflejo en ningún momento, pero imaginó que debía tener un aspecto horrible, con más ojeras que un mapache y temblando más que una taladradora por los nervios. 

Mientras el agente les preguntaba ella se mantenía en silencio, temiendo decir alguna locura llevada por el estrés, pero por suerte la soltura de Rosemary tomó la iniciativa para sacarles de aquel entuerto.

Rosemary: -Negligencia médica. Ese hombre, el tal Gallagher, está desquiciado. [...] Creo que también llevaba un pincho, pero no llegamos a verlo. Nos quedamos encerrados en la sala anexa, asustados, pero accionamos la alarma de incendios. Cuando vimos que subía, nos acordamos de la... de la recepcionista. Subimos lo más rápido que pudimos, pero llegamos tarde igualmente. Ivainne intentó salvar a la chica, y mientras buscábamos ayuda, nos topamos con Gallagher, con los resultados que ve.

Yvaine: Sí, intenté ayudarle, al celador. Cuando le golpeó, entré para intentar pararlo y me empujó de tal forma que caí, golpeándome contra la pared

 -Sí... -añadió-. Probablemente fue un subidón de adrenalina. 

Aquello siempre se usaba en las películas como excusa para todas estas situaciones. Ojalá fuese efectivo también en la vida real.