Partida Rol por web

17 de Cira del Año 3.724 de la IV Era.
Crystalmir. Reino de Erladam.

  Crystalmir... Quien pondria un nombre asi a un pueblo como este, claro esta que la guerra lo ha cambiado todo, tal vez antes del retorno de los Hijos del Dragon, este era un pueblo reluciente y cristalino, ahora sin embargo, bajo la torrencial lluvia que cae sobre el, no es mas que un pequeño y pauperrimo pueblo, de pequeñas casas de aspecto descuidado, calles embarradas por la lluvia y esqueleticos lugareños de mirada nerviosa.

A menos de dos dias hacia el Norte, el frente de batalla, en la que una alianza entre lo que queda de los Reinos de Erladam y Bheriam unidos a fuerzas de otros Reinos que han venido a intentar detener el implacable avance de los Hijos del Dragon. El unico consuelo es que si los mil veces malditos Hijos del Dragon llegan a tomar este pueblo, no sacaran mucho de el.

Proximo al anochecer, os encontrais en la unica Posada del pueblo,(vosotros direis que estais tomando), sentados a una mesa. A vuestro alrededor apenas un par de cansados y nerviosos campesinos, asi como el Posadero, un hombre extremadamente delgado, con apenas una veintena de largos cabellos oscuros sobre su blanca calva y que no ha parado de observaros desde que llegasteis.

Miro a mi alrededor sin prestar atención, concentrado en la cerveza rubia que tengo entre mis manos, esperando que saque de mí el frío y la humedad que tengo alojado en los huesos.Observo el paupérrimo fuego que calienta la sala, que me recuerda el destino que nos espera.

Desempanándome, vuelvo la mirada hacia mi compañera y la pregunto: ¿mañana partimos al alba o esperamos a que pasen las lluvias? Sinceramente, creo que esta tormenta va a durar mínimo un día más...siendo optimista.

Miro a mí alrededor y vuelvo a fijar mi mirada en la mesa. Miro el plato con pan y queso y al lado el baso de cerveza que acabamos de pedir; pero no los toco, me quedo pensativa mirando a un punto fijo.   Otro día que tiende acabarse sin saber que pasara mañana. Otro atardecer lejos de mi bosque. Acaricio mi vara meditativa. No ha pasado un solo día en que no recuerde a los míos y en que no añore volverlos a ver. Pero no puedo dejar que mis pensamientos se centren en eso, no es sano.  Una voz rompe mi concentración

 ¿mañana partimos al alba o esperamos a que pasen las lluvias? Sinceramente, creo que esta tormenta va a durar mínimo un día más...siendo optimista.

Miro a mi compañero de viaje. Olonheint es un sujeto agradable, aunque desconozco mucho de él. Creo que puedo confiar en él, ya hemos tenido cierto tiempo viajando  los dos juntos y nos hemos apoyado en algunos problemas.

Yo creo que  mejor esperemos, la lluvia es sabia  – contesto - por lo menos debemos esperar que la lluvia nos permitan ver por donde vamos

Tras decir esto vuelvo a quedar en silencio pensativa. Le miro de reojo y  me doy cuenta que otra vez me esta observando como si se preguntara que ocurre en mi interior. Le sonrió evitando su mirada y paso a observar al posadero que nos mira a ambos. Murmuro de manera baja solo para que Olonheint me escuche

Me pregunto porque nos mira con tanto detenimiento… no lo culpo, son días difíciles…

Me llevo a la boca un pedazo de pan, y tomo un sorbo de cerveza.

Rachet me sorprende mirándola, y es normal. Es tan joven...y tiene tanta pena en su mirada...es el ejemplo más claro para entender que nosotros no escogemos el tiempo en el que hemos de vivir...quién sabe lo que habrá tenido que soportar...pero aún así muestra tanta fuerza...

Me vuelvo para ver el rostro del posadero tras la barra. Es verdad que nos mira sin recelo.

Quizás deberíamos pedirle otra ronda, quién sabe cuanto tiempo lleva sin atender a foráneos - le contesto a Rachet. Y susurrándole al oído: Si nos cambiamos a la barra y le damos conversación, quizás se resuelva tu duda...y nos invite al desayuno de mañana - añado con una sonrisa. 

Me levanto y le tiendo la mano a Rachet para ayudarla, mientras observo cómo uno de los parroquianos abandona el local calándose una capucha.

El Posadero al ver que os levantais y os dirigis hacia el, aparta rapidamente la mirada de vosotros y se pone a limpiar una de las jarras de cerveza con un trapo por cierto bastante sucio.

7 de Cira del Año 3.724 de la IV Era.
Crystalmir. Reino de Erladam.

  Crystalmir... Quien pondria un nombre asi a un pueblo como este, claro esta que la guerra lo ha cambiado todo, tal vez antes del retorno de los Hijos del Dragon, este era un pueblo reluciente y cristalino, ahora sin embargo, bajo la torrencial lluvia que cae sobre el, no es mas que un pequeño y pauperrimo pueblo, de pequeñas casas de aspecto descuidado, calles embarradas por la lluvia y esqueleticos lugareños de mirada nerviosa.

A menos de dos dias hacia el Norte, el frente de batalla, en la que una alianza entre lo que queda de los Reinos de Erladam y Bheriam unidos a fuerzas de otros Reinos que han venido a intentar detener el implacable avance de los Hijos del Dragon. El unico consuelo es que si los mil veces malditos Hijos del Dragon llegan a tomar este pueblo, no sacaran mucho de el.

Proximo al anochecer, y con las ultimas tres horas cabalgando bajo la lluvia lo que mas te apetece es encontrar un sitio donde descansar y poder secarte algo, pero lo unico que encuentras es una posada de dos plantas de aspecto tan destartalado como el resto de las casas del pueblo. Ni siquiera ves unas caballerizas para guardar tu montura, tan solo unos simples postes de madera frente a esta, vacios.

Habla tu con él - le murmuro a Rachet mientras me coloco detrás de ella - no creo que mi cicatriz le tranquilice mucho. Acto seguido, me dejo caer la capucha sobre la cara, tapando parte de mi "dibujo".

Cansado. Agotado. Hastiado de un viaje tan pesado y largo. Yorash se mantiene sobre su montura y lo observa todo detenidamente, aunque la lluvia y la oscuridad creciente impiden verlo todo con facilidad. Cubre su cabeza con una capucha, aunque más de manera testimonial que útil ya que está tan mojada la tela que ésta se pega a su piel empapándolo igualmente. Lleva el pelo recogido en su espalda, y cubre el resto de su cuerpo con un grueso manto. Le duelen las manos y tiene las pantorrillas agarrotadas por el frío.

- ¿Y esto es todo lo que encuentro tras este maldito viaje? -dice hablándole a la nada, tal vez al caballo.

Azuza un poco al animal para que se aproxime hasta la taberna. Con su mano cubre sus ojos y así poder ver con mayor claridad el lugar. Paladea y gruñe un par de veces antes de apartarse hacia los maderos que podían servir para sujetar al animal. Lo tenía desde hacía poco, así que no era cariño lo que lo unía a él. Pero no por ello le agradaba la idea de dejar a aquella criatura sin protección alguna bajo la lluvia. Había costado muchas monedas. Y sin embargo no le quedaba otra. Desmontó del animal y se aproximó a la madera para atar las riendas. Hizo un nudo que creyó bueno y a continuación cogió la silla de monta del caballo que contenía las alforjas con todo el material que transportaba.

- No te muevas. Y si viene alguien a cogerte le sacudes como si fuese yo. Eso se te da bien.

Con un suspiro que no hizo si no expulsar agua de sus labios se aproximó a la puerta con los brazos cargados y unos ojos más enrojecidos de lo habitual.

Sonrió a mi compañero, me causa gracias ver que me invita a que sea yo la que hable con el anciano. Se que la cicatriz causa cierta impresión pero creo que exagera, no es una especie de mounstro o algo así… En fin… Me levanto y voy hacia el posadero que parece un poco nervioso  limpiando utensillos.

Disculpe señor, podría darnos dos cervezas más?. ..Mi amigo y yo llevamos mucho tiempo caminando y las personas del pueblo a las que preguntamos hablaron muy bien del sitio; me preguntaba si tiene usted una habitación con dos camas que nos pueda alojar por esta noche.

El Posadero os sirve las dos cervezas que le pedis sin mucho entusiasmo. Luego ante el comentario de que llos lugareños habian hablado bien de este pueblo abre desmesuradamente los ojos, como incredulo ante tu comentario, si bien no dice nada al respecto.

    - Tenemos habitaciones de sobra - Os comenta con tono cansado - A decir verdad no tenemos ningun huesped, asi que todas las habitaciones estan libres. ¿Una habitacion con dos camas eh? - Repite tu pregunta mirando sin disimulo a Olonheint, tras una pausa continua - Seran 2 monedas de Plata -

 En esto la puerta de la Posada se vuelve abrir y los oscuros ojos del Posadero dejan de fijarse en vosotros para posarse sobre el recien llegado.

Se trata de un humano Osth de mediana estatura, cubierto por una empapada capa que le cubre casi por completo. Poco mas de el veis de momento, salvo un arco que cuelga a su espalda..

Supongo que el halago al negocio no se lo creyo, debe ser  que casi nadie le dirá tales cosas. Pago las dos monedas de plata por la habitación y me dirijo a la mesa donde esta mi compañero llevando con migo las dos jarras. Veo inmediatamente a un individuo empapado que al parecer acaba de entrar a la posada. Me fijo que tiene un arco en su espalda, lo cual me pone algo nerviosa. A veces uno desconoce las intensiones de la gente.

Llevo el líquido hasta la mesa y me siento al lado de mi compañero. Quedo en silencio.

Entras en la ruinosa Posada y todas las miradas se centran en ti... no son muchas apenas un par de cansados y nerviosos campesinos, asi como el Posadero, un hombre extremadamente delgado, con apenas una veintena de largos cabellos oscuros sobre su blanca calva y mirada inquisitiva.

Lo normal que podias esperar viendo el pueblo, si bien, sentados a una mesa y con unas cervezad delante, hay dos humanos que desentonan claramente con el resto.

Una de ellas es una humana de cabellera negra, piel blanca cetrilla, ojos verdes aceituna,  facciones delicadas. Tiene un aspecto descuidado, con el pelo lleno de hojas y enredad y con claros sintomas de estar aun medio empapado. Esta  vestida con una túnica recta de color verde con capucha;   tiene  una cota de cuero, una mochila entrecruzada y una llamativa vara de madera. Además en su cuello luce un collar de plata

Al otro individuo no lo ves tambien pues cubre su rostro con una capa, pero dirias que se trata de un humano, mas bien bajito, un Arco casi identico al tuyo descansa a su lado en la mesa.

Los ojos negros de Yorash lo miran todo atentamente. Está acostumbrado a analizar situaciones, a fijarse en los pequeños detalles debido a que cualquier fallo inesperado podría haber supuesto su muerte en otras ocasiones. Sujeta la silla con ambas manos  mientras con un movimiento de su hombro se recoloca el arco sujeto a la espalda. Un mechón de pelo cae por su frente y se ve obligado a soplar con fuerza para apartarlo.

Cojonudo, mercenarios. Fijo que tienen dinero suficiente como para alimentarme durante un mes.

Avanza unos pasos por la posada hasta el hombre delgado. Deja la silla sobre la tabla y se aparta un par de pasos laterales para mirarle mejor.

- ¿Tiene alguna habitación libre o me tengo que quedar en el salón? -dice frustrado y enfadado por el mal tiempo y el aburrimiento del viaje-. Y algo de comer, caliente a ser posible.

El Posadero te mira atentamente con sus oscuros ojos, lo cierto es que no te gusta nada.

- El Alojamiento esta practicamente vacio, asi que tenemos habitaciones libres de sobra... - Te responde despues de inspeccionarte largamente

- Comida no tenemos mucha, pero sera caliente, algo de sopa y tal vez un poco de carne... - Te explica. Luego tras volver a echarte un vistazo de dice - Seran 15 monedas de Bronce por la habitacion y 5 por la comida (2 monedas de Plata)

Me siento en la mesa que ocupábamos antes, de frente a la barra, para que el posadero no nos mire tanto. Le tiendo a Rachet su jarra y cuando me llevo la mia a los labios el estómago me pide que la acompañe con algo. Me levanto y le digo a Rachet: Voy a pedirle algo para comer los dos.

Mientras me acerco a la barra me fijo en el hombre que acaba de entrar...pobre, está más empapado que yo.

Perdone buen hombre - le digo al posadero - ¿podría usted servirme un plato de pan con queso o algo con lo que podamos acompañar las cervezas? Así nos damos por cenados... Bueno, e invite a aquel joven que acaba de entrar de mi parte a una pinta, que la necesita - añado señalando al recién llegado.

El Posadero asiente, pero un tanto desganado. Se dirige a la cocina que tiene detras y saca algo de pan, queso y jamon el cual corta y te lo sirven en un plato.

  - Son 3 monedas de Bronce - Te anuncia con su habitual don de gentes.

Yorash agacha la cabeza ligeramente para mirar al hombre de forma más discreta sin que éste le mire directamente a los ojos, no le gusta que lo hagan. Al fin y al cabo hay ancianos que dicen que los ojos son los espejos del alma. Y a él no le gusta revelar nada de su interior. Asiente varias veces ante las palabras del hombre y tras repiquetear en la madera un par de veces le pide la comida.

Cuando se disponía a coger la silla del caballo dejada sobre la barra observa al hombre que aproximándose a la barra le invita a la bebida. Gira su cabeza y parpadea varias veces mientras sopla una vez más para apartarse un nuevo mechón que cae por su cara.

- ¿Es a mí? -dice mirando incrédulo hacia el hombre y hacia su espalda.