1:55 a. m.
The Red Lion era uno de los pocos pubes que aún permitía fumar dentro de sus instalaciones, al menos en esta parte de la Ciudad. Una de las peores hipocresías de la "movimiento verde" - impulsado en muchas ocasiones por las mismas industrias contaminantes para tapar los verdaderos derrames y el ecocidio sistemático de áreas vulnerables - era el rechazo hacia los fumadores que rayaba, incluso, en el acoso institucional hacia quienes tienen ese hábito. Como Harvey. - La nueva obsesión por lo genuinamente aséptico que tenía la humanidad de hoy acabaran con todo. Ya el sexo no es sexo, la comida no es comida, y la naturaleza se puede ver en ambientes controlados sin microbios. Si eso no es una clara señal de que el apocalípsis ya llegó, nada lo es. - Pensaba a la ligera algunas veces.
No era de extrañar que a pesar de lo poco concurrido que estaba, una perenne pero leve cortina de humo se adueñara del ambiente rústico y amaderado del lugar. Habían varios Miembros del Parlamento reunidos, unos tomando escocés y fumando largos puros, y algunos otros de ellos preferían el bouquet del tabaco rapé y el brandy inglés.
Al fondo de la barra se podía escuchar el sonido frenético de los cocineros sacando las órdenes que llegaban para comidas y aperitivos, y la plancha ardiendo con algún asado cocinándose hacía abrir el apetito a cualquiera. Los filetes de venado con queso azul, la pierna de cerdo al horno y el ojo de bife (ribeye) eran los platos más pedidos del lugar.
En uno de los reservados - asientos separados por paredes de madera maciza para mayor privacidad de los comensales - esperaba Harvey con una pinta de cerveza. En su mesa le acompañaban algunos boles con maníes, aceitunas y quesos que había pedido como entremés mientras llegaba su compañero. En el cenicero yacía la evidencia de no menos de seis cigarrillos consumidos en su estancia, y uno a medio acabar en su mano derecha esperaba por hacer compañía al resto. Tenía su móvil en la mano, revisando los flujos de mercado del corindón en Asia, el mineral que se utiliza para tallar diamantes.
- ¿Está todo bien, señor? - le pregunta uno de los meseros, por si se le ofrecía algo más. - Como siempre, George. - Le responde, con una media sonrisa, exhalando una calada de humo.
Miró su réloj de pulsera por primera vez.
Director, por favor incluye a Balthasar.
La noche había estado siendo una absoluta locura, y no parecía que fuera a mejorar. Aquella reunión había puesto patas arriba todo nuestro mundo, y nos haría falta tiempo para asimilarlo todo. Esperaba que regresar a mi hogar y compartir lo que me era posible con mi esposa ayudase en ese proceso, pero incluso eso habría de esperar. Me encontraba a las puertas de mi casa cuando había llegado el mensaje de Harvey, por lo que había decidido rescindir el permiso que había concedido a mi kirii, informándola de las nuevas y ofreciéndole la posibilidad de acompañarme. Ahora, más que nunca, era momento de permanecer unidos. Nuestra manada no era numerosa, pero supliría la carencia de eslabones con la dureza de la unión de los mismos. No envidiaba a los mtolo de nuestra patria tribal, con sus numerosas manadas de la sabana.
La elección del lugar no carecía de cierta... poesía. The Red Lion. Un león, como nosotros, los Simba. Rojo, como la sangre de nuestros enemigos con la que pensábamos teñir el Támesis en aquella cruenta guerra que se avecinaba. Un local añejo, con solera, enraizado en la historia de la ciudad, como lo estaba nuestra tribu en secreto, desde tiempos de la llegada de esclavos durante los tiempos de la colonización. Un lugar en que se daban reunión políticos y personalidades, gente de importancia capital para el país, como lo éramos quienes nos habíamos citado allí, sin que nadie fuera consciente de ello.
Cedí el paso a Asha cuando alcanzamos la puerta de aquel establecimiento, tras dar un rodeo por la acera de en frente hasta dos manzanas más abajo y regresar sobre nuestros pasos por una calle paralela. Eran costumbres, medidas de precaución que habíamos transformado en rutina, nada que ver con la identidad de nuestro anfitrión. Ya hacía tiempo que habíamos asumido el peligro que se ocultaba en cada rincón de aquella ciudad, de todas las ciudades. No en vano, habíamos viajado por todas las Islas Británicas, y parte del extranjero, en mi cruzada por obtener conocimiento y poder. De modo que, una vez tomadas las debidas precauciones, abrí aquella puerta y dejé pasar a mi kirii delante. Algo que, por delante de cortesía y educación, gustaba a mi guerrera por motivos puramente tácticos: siempre que entrábamos a un lugar incierto, ella se sentía más a gusto acudiendo en la vanguardia, como todo cazador que se preciase de tal. En ocasiones, su instinto por protegerme rallaba lo incómodo, pues yo era un Gran León, era perfectamente capaz de cuidar de mí mismo. Pero ella lo consideraba su deber, y no sería yo quien le privase de ello. Respetaba su naturaleza, como ella respetaba la mía. De ese modo, no había problemas por el lugar que cada cual ocupaba.
Una guiness, y para la dama lo que quiera. -Dije al camarero que se acercó, con autoridad, volviéndome hacia Asha- ¿Has cenado algo? Tiene que alimentarte... -Comenté en voz baja, con el ceño fruncido, convencido de la respuesta a aquella cuestión. Era una mirada severa, propia de un maestro frente a un niño inconsciente, una que había decidido emplear en más de una ocasión en los últimos tiempos, desde que la desgracia golpease la vida de mi primera y única cazadora- Y dos filetes de venado, sin queso. -Añadí a mi pedido, ya con mi cerveza negra sobre la mesa. Mientras esperaba, fui sacando la cartera de mi bandolera. Sobraba decir que yo invitaba.
Mucho antes de que la cerveza estuviera sobre la barra, conocía la localización del responsable de nuestra presencia en aquel lugar. De modo que, en cuanto estuvimos servidos y fue cobrada la consumición, cogí mi vaso y mi plato y me encaminé a la mesa que Harvey ocupaba.
Harvey... -Saludé, asintiendo solemnemente mientras dejaba mi consumición sobre la mesa y me desprendía de mi bandolera y mi pesado abrigo, lo que dejaba a la vista el revólver antiguo que llevaba en la muslera, una mera antigüedad en posesión de un escéntrico, o eso había solventado la situación en cada ocasión que el arma había llamado la atención de más. Después de todo, estaba físicamente inutilizada, y tampoco disponía de munición- Ya conoces a mi Primera Esposa, Asha. -Indiqué tomando asiento, antes de aclarar una cuestión para evitar suspicacias- No es mi "pareja", es el título que recibe la más importante entre las cazadoras y guerreras de un mtolo o jefe de guerra. -Compartí, dando un suave trago a la guiness- ¿Y bien? ¿Para qué nos has hecho venir, Harvey...?
El lobo sabía que me gustaba ir al grano, de modo que nos ahorraríamos protocolos y rodeos innecesarios. Nos conocíamos lo suficiente, y la situación era lo bastante seria y apurada como para evitar artificios sociales innecesarios.
Era extraño, todo era completamente extraño, el olor, la visión, las estrellas y el eterno resplandor de una oscura noche la cual estaba bañada con tintes rosas en forma de nubes de lluvia, un trueno, dos, el cartel del Pub a lo lejos, un lobo hablando con su Mtolo, una comida recién servida, el hambre creciendo, se acerca el camarero.
- Toad on the hole para una – musita, casi entre dientes –
Balthasar habla, como era de costumbre, la presenta como lo que ella era, su kirii¸ título que se ganó mediante sudor, sangre y lágrimas en una época antaño sangrienta, pero nada en comparación a lo que quizá suceda.
- Permíteme hablar Bal – dice la mujer con una seguridad tal como cualquier Simba que se respete lo dictaba – entiendo que ustedes los killi de estas tierras han estado desperdigados por todos lados, mi mtolo aquí ha hecho lo mismo, por lo que me he quedado yo como su representante y he intentado averiguar más sobre los Perros que adoran a Cahlash –
Se sirve la comida, Asha apenas lo mira, de repente, las ganas de comer se le quitaron.
- Hay un Clan, uno realmente grande, les he perdido el rastro por el Támesis…son más de cien y se han visto muy activos últimamente, me gustaría creer que la aparición del Rey Lagarto es una mera coincidencia…sin embargo, no lo creo – bebe un trago del guiness sin dejar de mirar la mesa para luego levantar su mirada hacia Harvey – me extraña que nadie maneje ese tipo de información y dejen que esos perros estén tan tranquilos a sus anchas -
Tendre que PNJtizarla mientras.
No tardó en darse cuenta de la llegada de Balthasar al local, pero no fue hasta que estuvo lo suficientemente cerca de él que apartó la mirada de su móvil, apretando un botón para oscurecer la pantalla. - Venga, pasen, tomen asiento. - Dice, frotándose las manos, pues justo en ese instante un camarero llega con su orden: un jugoso filete de ojo de bife a término medio, unas papas al gratin, un trozo de queso asado y otra pinta de cerveza negra para acompañar. - Joder, justo a tiempo. Ya pensaba yo que se iba a enfriar la comida esperándolos. - Comenta, gustoso, y espera a que el resto ya esté servido para empezar a comer.
- Sabes, Bal, sé que los tuyos son exclusivamente carnívoros, pero hombre, deberías probar el queso de este lugar. Definitivamente. No tiene desperdicio. - Dice con cierto tono de broma, mientras prueba el queso. - Es una delicia. - Para la situación en la que se encontraban, Harvey parecía estar algo fuera de tono. No parecía preocupado o consternado por lo que habían presenciado horas atrás, y a decir verdad, parecía no importarle demasiado.
- Asha, es un placer tenerte aquí con nosotros. Creo que nunca habíamos coincidido antes, pero Bal siempre me ha hablado de ti. Eres una kirii, si no me equivoco, ¿lo estoy diciendo bien? - pregunta, confundido. - Si no lo he dicho bien, no te ofendas. Me cuesta mantener el protocolo, incluso entre los míos. - Se excusa, si ha dicho mal su posición. - El budín de este lugar es de otro planeta, te lo juro. - Hace un comentario sobre la comida de Asha, antes de volver a su plato.
Pareciera que los hace perder el tiempo, pero realmente los está midiendo, como siempre lo hace con todos. - He hablado con los Ancianos de mi Clan. - Dice, sin levantar la mirada de su comida. - Les importa una mierda el Rey Lagarto. Dicen que cualquier recuerdo o memoria que pudiera tener su vetusto trasero ya valen el petróleo que costaría quemarlo en el infierno para la lucha que nos acecha. "Si no puede poner su mirada en el futuro, Harvey, no nos sirve. Es una mierda, pero es lo que hay.", eso es lo que piensan. Y yo estoy de acuerdo. Es un cambiante, sabes, como nosotros. ¿Qué tiene de especial este mokolé? Sí, que se acabará el mundo y tal. ¿Pero no lo hace ya todos los días? Aquí hay algo más que los Cuervos no nos están contando y yo no me fío de ellos. - Deja descansar sus cubiertos sobre la mesa y se limpia la boca con una servilleta, entonces pone su mirada en Bal. - Llámame escéptico, cínico, como quieras. Pero yo no confío en alguien que no es capaz ni de cuidar de sus propias plumas, si el asunto de que se trata sea proteger algo. ¿Ayudaría a un Cuervo a cruzar la calle porque adelante está un matón que lo quiere desplumar? Sí. ¿Le dejaría cuidando a mis hijas? No. Y creo que ellos quieren algo que... no nos están diciendo. - Toma un trago de su cerveza, y enciende otro cigarrillo, aunque no ha terminado de comer aún.
- Espero que no les moleste. - Les dice cuando da la primera calada. - Pero un Túmulo es un Túmulo, y les he insistido a los Ancianos que debemos protegerlo. Enviarán a dos manadas que patrullarán alrededor de un boun que fijaremos, y aullarán al mínimo avistamiento de algún enemigo - dice con seriedad -. Seré el primero en acudir al llamado. No pienso dejar que se derrame sangre Garou por una causa que no entienden del todo. - Continua en tono lúgubre. Le da otra calada al cigarrillo antes de apagarlo contra el cenicero y volver a su comida. Entonces mira a Asha.
- Si son más de cien Danzantes, estamos perdidos. - Dice con sorna. - Pero siempre son más. El mal se reproduce rápido Asha, es como un cáncer. Hay más nacimientos Garou entre las filas de los Danzantes de los que jamás habrá del lado de Gaia. Hay quienes dicen que ya la batalla por el Apocalipsis está perdida por esto, vaya, hasta yo he llegado a pensarlo. - Dice, consternado. El harano era una amenaza muy presente entre los suyos, quizá demasiado. - Pero sabemos donde están algunas de sus Piras, y sus redes se extienden mucho más allá del Támesis, estoy seguro. Pero combatirlos de una forma tan abierta correría el riesgo de rasgar el Velo, un riesgo que en esta época de teléfonos móviles e Instagram no nos podemos permitir, así que muchas veces solo podemos atacar un paso a la vez. Drenando sus activos, reduciendo su esfera de influencias, destruir sus proyectos a largo plazo, destruir la reputación de alguno de sus influencers con acusaciones falsas o ciertas de abuso sexual. Ya sabes. Ese tipo de cosas que les encantan a los Lobos Corporativos. Pero ya tenemos a un mtolo de nuestro lado, seguro que no se lo esperan. - Responde, tomando otro trago de su cerveza.
Le miro, cuando empieza a hablar de comida. Una sonrisa, quizá un poco forzada, se dibuja en mis labios.
Sabes, Bal, sé que los tuyos son exclusivamente carnívoros, pero hombre, deberías probar el queso de este lugar.
- Somos principalmente carnívoros, pero el queso no nos es ajeno. Sin embargo, no quería estropear el sabor de esta carne con algo como queso. Además –añado-, si te soy sincero para comer algo que sale de un animal prefiero comerme al animal.
Una sonrisa salvaje se dibuja en mi cara por un momento, aunque en seguida se suaviza en una más amigable.
Eres una kirii, si no me equivoco, ¿lo estoy diciendo bien?
Mi voz se torna calmada, tranquila. Como si nada pudiese alterarme. Asiento levemente con la cabeza. -Sí, kirii es el término correcto- digo, poniendo mi mano sobre el hombro de mi guerrera-. Es el título como primera guerrera de mi clan. Y es un título que se ha ganado con honores. Pero no es a eso a lo que hemos venido, ¿cierto?
¿Qué tiene de especial este mokolé?
Por fin entramos en materia. Me fijo en la comida que queda en el plato, pero de momento prefiero dejarla. Pego un trago a mi cerveza, y siento su amargo sabor descender por mi garganta. Mi voz se vuelve una voz grave, intimidante. Como cuando un león está avisando de un peligro.
- Los cuervos son falsos, engañosos. Son unos mentirosos por naturaleza, lo sé. Yo, menos que nadie, confío en ellos. Solo algo tan trascendental como esto me ha hecho aceptar ayudarles.
Medito a continuación, pensando sobre el mokolé. Le miro.
- He escuchado leyendas, historias. Algunas proceden de mis antepasados, otras las he escuchado a lo largo de mis investigaciones. Si lo que he escuchado es cierto, los mokolé también se llaman la memoria de Gaia. Ellos son capaces de recordar tiempos pasados, tiempos que no han vivido. Si eso es cierto, podrían recordar qué pasó y así podríamos estar preparados para lo que vendrá.
- Por otra parte, hay otro aspecto más… digamos, mundano, en que os puede ayudar- continúo, hablando despacio, meditando cada palabra, saboreando cada sílaba-. Desde las Guerras de la Rabia mokolé y garou han sido enemigos. Pero el nacimiento de uno y su protección por vuestra parte… puede ser que os sirva de embajador ante ellos. Puede servir para unir más a los cambiantes, para que olvidemos nuestras rivalidades y luchemos por lo que de verdad importa: Gaia. Gaia y derrotar de una vez por todas al deshacedor.
- Por último, y no menos importante, si no protegemos al mokolé y este cae en manos del Deshacedor… ¿cómo íbamos a poder mirar a nuestros antepasados si eso sucede? Dejar que un cambiante caiga corrompido solo por no actuar sería… imposible, al menos por nuestra parte.
- Si te soy sincero, no entiendo qué más quieren tus... ancianos... que os proporcione el tener a un mokolé del lado de Gaia. Porque, no nos engañemos, esto no lo hacemos ni por los cuervos, ni por los Garou, ni tan siquiera por los Mokole. Esto lo hacemos por conseguir cuantos más aliados para Gaia mejor.
- Hay un Clan, uno realmente grande, les he perdido el rastro por el Támesis…son más de cien y se han visto muy activos últimamente
Doy un par de bocados más a mi filete mientras reflexiono sobre el resto de las palabras dichas aquí. Me reclino un poco en el asiento y pongo las manos a ambos lados del plato antes de seguir hablando.
- Qué visión tan lúgubre tienes del apocalipsis, amigo -digo, no con menos sorna que él, sonriendo.
- Viejo amigo, sabes perfectamente que nosotros somos guerreros. No estamos hechos para destruir proyectos ni acusar a grandes influencers. Nosotros solo hacemos una cosa: cazar al deshacedor. Perseguirlo, atraparlo y destruirlo. Sin embargo, no se puede enfrentar uno cara a cara a los danzantes, en eso te doy la razón.
Mi voz se vuelve más profunda, más ronca. Mis ojos miran fijamente al lobo, intentando entrar en sus pensamientos, en sus deseos, en su mente.
- ¿Cómo caza un león en la sabana? No se enfrenta directamente a una manada de ñus cara a cara, eso sería un suicidio. Los hace correr, asustarse, dividirse y entonces los caza uno a uno. Y, cuando se quieren dar cuenta, no son suficientes para defenderse. Eso creo que debemos hacer aquí, irlos cazando poco a poco. No enfrentarnos en una guerra directa, sino ir cazando grupo a grupo hasta que desaparezcan. Si un gran número de ellos se está reuniendo en el Támesis, deberíais vigilarlos, saber qué planean hacer, e intentar avisar cuando se separen para que sean destruidos.
- Nosotros es lo que pensamos hacer, irlos cazando poco a poco, ir reduciendo su número lentamente. Supongo que vosotros haréis lo mismo, ¿no es cierto?
Vuelvo a tomar los cubiertos y seguir comiendo. Miro a Asha.– Pruébalo, la carne está realmente sabrosa.
Motivo: conocer mokolé
Dificultad: 6
Tirada (7 dados): 7, 10, 7, 1, 3, 4, 1
Éxitos: 1
Pongo el mensaje en solo para el director por lo siguiente:
- He escuchado leyendas, historias. Algunas proceden de mis antepasados, otras las he escuchado a lo largo de mis investigaciones. Si lo que he escuchado es cierto, los mokolé también se llaman la memoria de Gaia. Ellos son capaces de recordar tiempos pasados, tiempos que no han vivido. Si eso es cierto, podrían recordar qué pasó y así podríamos estar preparados para lo que vendrá.
- Por otra parte, hay otro aspecto más… digamos, mundano, en que os puede ayudar- continúo, hablando despacio, meditando cada palabra, saboreando cada sílaba-. Desde las Guerras de la Rabia mokolé y garou han sido enemigos. Pero el nacimiento de uno y su protección por vuestra parte… puede ser que os sirva de embajador ante ellos. Puede servir para unir más a los cambiantes, para que olvidemos nuestras rivalidades y luchemos por lo que de verdad importa: Gaia. Gaia y derrotar de una vez por todas al deshacedor.
he hecho una tirada de inteligencia + saber antiguo para intentar saber algo de los hombres lagarto. No sé si esto está bien hecho. En cualquier caso, quisiera saber con esa tirada si puedo conocer esto que pongo aquí. En ese caso, quita la nota y ponlo para todos, si me haces el favor. Y, si no puedo saberlo, dímelo y corrijo lo escrito arriba.
Harvey no quita la mirada de su plato de comida, mientras le está dando los últimos bocados a su filete y a lo que queda de las papas al gratín. Le estaba escuchando con atención, sin embargo, siempre consideró la comida como algo sagrado a lo que tampoco se le debe restar ninguna importancia.
- Pensé que los felinos sentían mayor devoción por Selene que por Gaia. - Sus palabras casi tan afiladas como un klaive, como es el tono de la mayoría de los Garou cuando algún otro Fera saca el tema de la Guerra de Rabia. - He escuchado que ni ellos son capaces de recordar tanto. - Le responde, terminando finalmente su comida y dejando los cubiertos sobre el plato. Se limpia la boca con una servilleta antes de darle el último trago a su cerveza antes de acabarla por completo. Pide al camarero que retire las sobras y le ponga un escocés en las rocas. No tarda en encender otro cigarrillo antes de continuar hablando.
- Verás Bal, acá en las Islas Británicas la situación no es distinta a como es en otros lugares. Los pueblos cambiantes por lo general no se "asocian" con la Nación, y mantienen una dolorosa distancia por los horrendos actos que cometimos en el pasado. Y los entiendo. - Le da una larga aspirada a su cigarrillo, como contemplando el humo que sale de sus fosas nasales. - En algunos sitios, hemos hecho enmiedas y hemos logrado tener una relativa paz que se basa básicamente en no meterse en los asuntos del otro y así se nos va la cosa. Somos una Gran Nación, pero no todos piensan igual. Los únicos casos de alianzas duraderas las he visto solamente en las Cortes de Asia y en el Ahadi de África que conoces mejor que nadie. Y a decir verdad, muchos de nosotros ni siquiera sabemos bien de qué va todo eso. La mayoría no confiamos en ellos, y la verdad sea dicha, ni ellos en nosotros.
Cuando el camarero le trae la copa de whisky, le da un trago inmediatamente, saboreando el ocre bouquet que deja el escocés antiguo en la boca.
- Los lagartos, como bien dices, recuerdan. Y algunos no perdonan lo que hicimos. Los Ancianos del clan no creen que su memoria sea de mucha ayuda ahora, menos si está abrumada de dolorosos recuerdos que nos separan más de ellos. Joder, prácticamente diezmamos su población a nada, y ahora es que se están recuperando. No creo que tengan unos recuerdos tan buenos de nosotros, ¿sabes? - suelta una bocanada de humo. - Vamos, que nosotros no vemos mucho futuro en su pasado, ¿lo pillas? Como sea, a los Ancianos les importa un cuerno lo que le pase al embrión, no son lo que se llamaría pro-vida exactamente. A mi me da igual. Pero eso no significa que no lo protegeremos, como dije, hasta que nazca y sea capaz de luchar por sí mismo. Está en un Túmulo, Bal, no dejaremos que caiga en las manos de los Danzantes o de los vampiros de la ciudad. Además lo que sea que tú hayas visto... lo enfrentaremos, con o sin rey lagarto de nuestro lado.
Le da otro trago a su vaso de whisky, moviendo su mano elípticamente para hacer chocar los cubos de hielo contra las paredes de cristal. Le da una última calada al cigarrillo antes de apagarla en el cenicero.
- ¿No debería? Nuestras historias están llenas de ese horror apocalíptico del que tanto nos gusta jactarnos. ¿Qué mejor para mover milenios de Rabia contenida que una batalla contra algo que es inevitable? - sonríe cínicamente - Caeremos, seguro, pero nos traeremos al Wyrm con nosotros, puedes apostarlo. Somos los colmillos de Gaia, Bal. Combatimos al Wyrm allá donde mora y cría, así eso implique métodos no convencionales de lucha. Una reserva forestal recuperada de ser talada para montar una fábrica de paneles solares es una victoria para nosotros, aunque eso implique acusar a un Senador demócrata de abusos sexuales para impedir que consiga los votos necesarios en el Comité. Boicotear una película influenciada por una Perdición e impedir que se proyecte es una victoria, aún a costa de destruir la carrera de un actor de pacotilla. Es el mundo 2.0, chico. Las tácticas de guerra se adaptan o perecen. - Ya Bal sabía que entre los suyos, Harvey era más un estratega que un guerrero. - ¿Crees que no hemos perseguido a los Danzantes por todas las islas, en cada rincón, en cada esquina donde han establecido sus sucias piras? Lo hemos hecho. Pero sus laberintos son interminables y enloquecedores si llegas a salir vivo de allí. Esta, alguna vez también fue su Patria Tribal, aunque más al norte, se extendieron por casi toda la Galia a través de túneles repugnantes que briquetearon con los huesos de sus antiguos Parientes. Ahora se reproducen descontroladamente por todo el orbe... - hace un gesto con su mano, para detenerse un poco en lo que estaba diciendo. -No me malentiendas, Bal, pero lo que propones es como intentar acabar con una colmena de termitas pisoteando una a la vez. Tendrías suerte de encontrar a uno solo por la calle y acabar con él, porque siempre andan en manadas. Son lobos al fin y al cabo. Y solo lograrías acabar con una de las cabezas de la hidra, haciendo que nazcan dos más. - Resopla, inhalando aire después y dándole el último trago a su bebida.
- Sabemos de ese Clan. Tienen su Colmena en algún lugar de Londres que no logramos ubicar del todo, desconocemos si son capaces de moverla a conveniencia de un lugar a otro. Si esto es así, complica mucho las cosas. Sin embargo, lo bueno del Wyrm es que deja marcas, ¿sabes a lo que me refiero? Marcas que podemos rastrear. Si somos capaces de encontrarlos o de saber dónde estarán, podemos concentrar nuestras fuerzas y atacarlos allí. Tal vez podamos liberar a las Perdiciones que infestan la Colmena y destruir a las que no. Quien sabe. Puede que hasta nos divirtamos un rato. Pero deben saber algo: solo estaremos extirpando un purulento grano de la cara de Gaia. Los objetivos más grandes caerán luego de ese primer ataque, porque llamaremos su atención. Será una guerra sin cuartel, Bal. Como el ajadi. Que la nación felina esté preparada, porque no quedará polvo sobre polvo ni piedra sobre piedra que no sea derribada. Esto será el jodido Carl von Clausewitz, "guerra total". - Añade, sonriente.
Se reclina en su asiento, y enciende de nuevo un cigarrillo. Arruga la cajetilla a la que ya no le queda más tabaco dentro y la tira también sobre el cenicero. - Me cago en la puta, esa era la última caja que me quedaba. - Gruñe para sí.
Asha observa, analiza, piensa y luego habla.
- ¿La técnica que insta mi Mtolo es interesante y acertada cuanto menos…pero Bal, puedes repetir las palabras que musitaste durante ese extraño delirio que te dio al tocar al Rey Lagarto? – levanta la mirada hacia el techo como tratando de rememorar, bebe un poco de la bebida que le sirvieron y repite sin dejar de ver hacia arriba - Gaia llora ante la catástrofe, Kaos se ve difusa, La Tejedora pierde el rumbo, el Wyrm tiembla… - baja la mirada traga un sorbo nuevamente y con sus poderosas manos abraza su vaso cuyas gotas ofrecían la imagen de un hipotético sudor que se escurría por el cristal –
Calla, deja que las voces del lugar inunden el aire, su mente se centra en varias ideas, sonríe ante la locura que iba a soltar y con un fuerte respiro habla.
- Quizás como gente de este país, poco o nada hayan escuchado de Lucky Luciano, un mafioso de la Cosa Nostra que vivió en Estados Unidos, allá por la época de los cuarenta…fue encarcelado tras una redada a doscientos burdeles, donde más de cincuenta personas dijeron que estaban trabajando para el italiano, lo gracioso es que a pesar de vivir lleno de lujos y al lado de las mujeres más hermosas, eso no lo detuvo para seguir brindando ayuda a las personas que el apreciaba, personas judías en su mayoría, por lo que odiaba terriblemente a los nazis… - un trago más, continua - …cuando los americanos decidieron ir a invadir Sicilia, solamente debían decir: Luciano y a pesar de la barrera idiomática que implicaba el italiano y el inglés de cada tierra, ese simple nombre bastaba para que los soldados americanos fueran recibidos cordialmente con guías y fotografías de los puntos flacos del frente nazi… - otro trago, termina la bebida - …a pesar de que es algo muy poco probable, tenemos una leve sospecha de lo que podemos hacer y, aunque muchos se nieguen rotundamente a hacerlo, yo estoy dispuesta a ir al pozo de Valeria e intentar hablar con ella para aplicar la famosísima frase de: “el enemigo de mi enemigo” -
El olor a tabaco invadía nuestros sentidos, de natural agudizados. No es que sea un olor que me desagrade, pero tampoco es algo que me guste. Pero no digo nada al respecto.
Miro a harvey fijamente. No te confundas, amigo. Selene es importante para nosotros, no lo voy a negar, pero Gaia es el mundo donde vivimos. ¿Tú no defenderías tu casa si alguien intentara atacarla? Sin embargo, si tengo en un momento dado que elegir entre una y otra, por supuesto escogería a Selene. Pero aquí no estamos eligiendo entre Selene o Gaia -añado, mirando un poco por encima de él, hacia la gente reunida en este bar, o quizá hacia la gente de fuera, o quizá estuviera fijando la vista más allá del espacio terrenal y estuviera viendo toda la tierra de golpe-. No, aquí estamos hablando de algo que va más allá de nosotros y nuestras rencillas. Estamos hablando de la misma Gaia.
Sin embargo, es como dices. Y yo tampoco creo que lo nuestro sea una alianza duradera, sino una forma de proteger algo que va más allá de lo que comprendemos por ahora. Quizá no pueda ver tanto, o quizá sí, pero igual protegiéndolo conseguís que otros os vean como aliados. No como amigos, pero al menos que no sigan pensando en vosotros como sus enemigos, que piensen que lo pasado pasó, que fue doloroso pero que hay cosas más importantes ahora. Sin embargo, no puedo pedir que pienses en cosas que no están seguras. Así pues, si quieres pensar que haces esto por proteger un túmulo y no por proteger al Mokolé, está bien, pero protege el sitio donde está viviendo el embrión. Miro a Sasha, aunque mi vista no está fija en ella. Está fija en otros momentos, en otras situaciones. En otras personas. Una amenaza a esta ciudad es una amenaza a ellas... Vuelvo a girarme hacia mi interlocutor.
Ni mucho menos critico vuestros métodos de lucha, más bien al contrario. Pero no puedes esperar que
un gato haga el trabajo de un perro. Cada uno tenemos nuestro sitio en esta guerra, y estoy seguro que vosotros
habéis hecho más daño al Deshacedor de lo que nadie puede pensar.
Que la guerra sea, entonces. Nosotros estaremos preparados, y nuestra furia liberada no tendrá límite.
Miro a mi kirii. El pozo de Valeria... Kirii, Sasha... no estoy seguro de ello. Sí, puede que consiguiéramos unos aliados, pero, ¿y si Valeria ya tiene una alianza con nuestros enemigos? Ambos son criaturas del deshacedor. Eso podría suponer nuestra muerte, o algo peor incluso...
Harvey escucha atentamente a Asha durante su intervención mientras consumía su cigarrillo. No era muy habladora, como había demostrado antes, pero ciertamente hablaba con sensatez. O al menos eso le parecía a él. Incluso por inverosímil que le pareciera la propuesta de "dialogar" con un Danzante, había algo de razonable en ello. Apagó la colilla del cigarro en el cenicero, ya casi totalmente consumido.
- Para futuras referencias, kirii, has de tener en cuenta que los Danzantes no tienen por costumbre la de "presentarse" a otros Fera o de mantener la hospitalidad debida en sus Pozos. - Responde, con media sonrisa en el rostro. Se diría que conmovido por la ingenuidad de la Simba.
- Pero resulta que conozco un poco sobre la historia de la mafia en América, en Italia y aquí mismo en la Isla. - Admite. - Fueron grandes los aportes de las familias de Nueva York para nuestra causa, y muchos de nuestros parientes son enchufados. Todavía quedan muchos amigos nuestros* entre la Tribu. - Le pide a uno de los mesoneros otro escocés y de ser posible, una cajetilla de cigarrillos Royals. No tardan en poner su orden en la mesa, mientras continua hablando.
- Sin embargo, déjame ver si entiendo, ¿quieres atravesar kilómetros de túneles con forma de laberinto, luchar con Perdiciones, ejércitos de fomori, un puñado de activistas de Greenpeace, para convencer a la líder de una Colmena de luchar contra ALGO que amenaza con destruir la vida como la conocemos pero que además amenaza al Wyrm, cuyo objetivo desde que enloqueció es destruirnos también a todos? - Le da un trago a su whisky. - Suerte. - Dice, con cierto tono irónico.
- La única Valeria de utilidad para nosotros es una Valeria muerta. Sin margen de maniobra, con una manada diezmada y sin que representen una amenaza real para los demás. Sí, que el Wyrm también está en riesgo, pero su progenie no siente hacia él una devoción protectora como nosotros hacia Gaia o ustedes hacia Selene. Bien podría importarles una mierda, como podrían pensar que tales eventos ayudarían a concluir su misión en la tierra y buscarían acelerar esos acontecimientos. En esta historia, ellos no son los italianos que nos ayudan por chuparle la pija a Luciano. Clavarán tu cabeza en una estaca y bailarán alrededor de ella para luego armar una orgía y follarse hasta los cesos. El sueño de cualquier depravado, vamos. Además, Asha, soy un juez entre los míos. He condenado al ostracismo a cachorros que por menos de eso han puesto en riesgo la seguridad de un Túmulo persiguiendo a una sangüijuela.
Entonces voltea su mirada hacia Bal, quien insiste en hacer preguntas retóricas para reforzar sus argumentos. - Bal, amigo, si alguien intentara colarse en mi casa sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo, prendería fuego a la casa. Si no es mía no es de nadie. - Responde, antes de encender otro cigarrillo de su caja recién abierta. - Si los demás cambiantes nos ven como enemigos, cosa de ellos. La Nación ha hecho esfuerzos, más o menos en la buena dirección para reparar esos daños y entendemos que algunos sean irreparables. Pero nosotros no podemos seguir pagando los errores de nuestros antepasados, ha pasado ya demasiado tiempo. Nuestros hermanos han aprendido a avanzar con nosotros, ¿por qué no el resto? - Se pregunta, haciendo referencia a las Tribus Puras, exhalando una bocanada de humo. - En todo caso, Bal, no estoy criticando tus métodos de lucha. Me encargo de diseñar tácticas de baja frecuencia que generen el mayor daño en nuestros enemigos al menos costo para nosotros. Y siempre hay un costo. Pero a menos que no pueda evitarlo, prefiero evitar que se derrame innecesariamente la sangre de mis amigos. Los necesitaremos para la batalla final. Y no somos perros, Bal. No perseguimos los huesos que nos arrojan. Somos lobos. Y matamos al que los arroja.
*a friend of ours: en la cossa nostra, así se le dice a los miembros iniciados o "made man".
Asha bebe el último trago de aquella bebida que le había servido hace ya un tiempito, tanto que ahora no era más que vestigios de un coctel mezclado con agua del hielo derretido en ella.
Sabía que no era una idea para nada ortodoxa lo que estaba presentando, ni para los Hombres Lobos, ni para los Hombres Leones, ni para nadie.
Era como tratar de domar a un perro salvaje con rabia lo que estaba proponiendo, sabía que era un suicidio, pero…algo en ella le indicaba que estaba en lo correcto, quizá, si se equivocaba, pagaría con su vida tal atrevimiento y estaba dispuesta a pagarlo siempre y cuando en su lapida pusieran: “al menos lo intento”.
Sonríe ante la última idea que no era nada más que un lúgubre chiste dentro de un ambiente que apenas podía manejar una broma de un tortazo en la cara.
- Lo sé, Valeria muerta vale más que cualquier Valeria…pero insisto en mi idea, no necesariamente la de entrar en sus laberintos, tal vez estoy equivocada, pero no soy ninguna loca – toma un cuchillo y rebana una feta de su comida – pero tengo mis métodos y por lo menos tratare de llevarlos a cabo, si no logro mi acometido, por lo menos sabrán que mi idea es completamente errónea y que no pueden contar con eso – se lleva la rebanada a la boca y la mastica muy lentamente –
El mundo de los danzantes siempre le pareció interesante cuanto menos, quizá, en el fondo, deseaba ser parte de ellos, idea peligrosa, terriblemente dañina, pero su código de honor y su moral no se lo permitían.
Se levanta de la mesa casi sin tocar su comida y habla.
- Con el permiso de mi mtolo, pido espacio para refrescarme, necesito ir por la ciudad y pensar un poco las cosas – mira a Balthasar como pidiendo aprobación para salir del edificio -
Termino mi comida y me recuesto un poco en la mesa, escuchando a ambos. Medito mis palabras, pensando en lo que voy a decir. Por fin, hablo.
El problema aquí, amigo mío, es que no fueron los Garou los diezmados. Mucho se ha hecho para reparar los daños, ciertamente, pero mucho fue el daño a varias razas de cambiantes y solo ahora nos estamos empezando a recuperar. ¿Por qué debéis pagar por los crímenes de vuestros antepasados? Sencillamente porque hubo una vez que confiamos en los lobos, y mira como nos pagaron. Si tú preguntas por qué debéis pagar por los crímenes de vuestros antepasados, yo te pregunto ¿debemos ahora que nos estamos empezando a recuperar volver a cometer el error que cometieron los nuestros?
Me vuelvo a inclinar hacia delante, mi mirada fija en mi interlocutor, observando sus reacciones, estudiando su comportamiento. Por fin, lanzo una sonrisa.
Pero eso no es tema para tratar en unos compañeros que además tienen una importante misión que cumplir. No, dejemos el tema de las disputas de lado. Veremos lo que sucede cuando el Mokolé nazca. Hasta entonces, lo importante es evitar que caiga en manos equivocadas.
Una sonrisa acompañada de una felina mirada, una intensa y fija, acompaña mi siguiente frase. Y, por cierto, vosotros sois lobos, no perros, y nosotros somos leones, no gatos. Está claro que no me gustó la forma en que me trataron sus compatriotas, al menos de la nación.
Me giro hacia Asha. Niego lentamente con la cabeza no me convence el coste/riesgo. Los danzantes están locos, son peligrosos y no se puede razonar con ellos. Sigo sin verlo, Asha. Quizá podrías conseguir una tregua temporal, pero ¿qué revelarías a cambio? Y, ¿quién dice que no se volverá en tu contra todo este asunto? No creo que debas ir a hablar con Valeria, más bien creo que deberíamos cazarlos para evitar males mayores al embrión. Quizá trazando círculos en torno al túmulo que se fueran ampliando e investigando cualquier actividad sospechosa de ser un peligro. Pero esa forma de ayudar, me parece excesivamente arriesgada. No quisiera que cayeras en manos del wyrm.
Ve, medita, y piensa si lo que yo digo es cierto o no. Medítalo con cuidado. Sabes que no lo apruebo... no quiero perderte. Dicho esto, se vuelve a girar hacia H.W., aunque en su cara se puede leer un gesto de profunda preocupación.
Asha nota que su idea no es aceptada, se levanta levemente los hombros ante una resignación interna que le hace moverse de su asiento, realiza un ademan cortes y sale del pub hacia un destino incierto.
El móvil vibra, mientras observo a HW. Cuando veo que el suyo también lo hace, sé que ha pasado algo malo, y el mensaje me lo confirma. Escribo la respuesta y me levanto.
Vamos, tenemos que irnos digo escuétamente y poniendo un dinero sobre la mesa del cual no espero el cambio, pues me dirijo a toda velocidad hacia la puerta de entrada del local. Por un momento me dan tentaciones de cambiar de forma para ir más rápido, pero no es cuestión de andar llamando la atención de ese modo.
Paro a un taxi (en caso que el sitio no esté cerca) y le indico que me lleve a un par de manzanas de distancia del punto de encuentro, caminando luego el resto del camino.