Alfredo mira en todas direcciones y luego vuelve su mirada hacia Bruno.
Lo mejor será que vayamos a un lugar más tranquilo a charlar, ¿les parece bien?
Mira también a don Alejandro tras su última pregunta.
Alejandro mira a su vez a Bruno, en silencio, buscando si su camarada estaba de acuerdo con el plan. Respecto a él, sabía que los contactos del Achispado solían ser buenos, por lo que sabía que sin duda merecería la pena seguir a su compañero en cuanto hiciera el más mínimo gesto de ir en pos del recién aparecido.
Levemente, hizo un movimiento de cabeza hacia Alfredo, aprobando la idea.
Bruno se queda pensativo mirando a la barra.
-Espero que haya bebida, pues ya le he dicho a vuestra merced que queríamos remojarnos la gola... ¡Vuestra merced delante, don Alfredo!
Hace una reverencia hacia la puerta y le dedica otra mirada sonriente a Alejandro, a la vez que afirma casi imperceptiblemente con la cabeza.
Alfredo sale gustosamente de la taberna, al parecer no le gustaba mucho el trabajo de campo.
Podemos ir a mi casa si lo desean, es el lugar más tranquilo que se me ocurre ahora mismo.
- Será perfecto - comentó Alejandro por primera vez en esa conversación, tratando de sonar amistoso - los amigos del Achispado son mis amigos.
Pese a todo, se mantenía en guardia... en aquella ciudad, hombres como ellos debían mantenerse en guardia en todo momento y contar con probables traiciones tras cada esquina.
Bruno asiente con la cabeza, algo sosprendido por la voz de don Alejandro. Por su mirada, no le recrimina haber hablado, sino que muestra una ligera y grata sorpresa.
De repente rompes tu silencio extremadamente risueño: pareces el Violador de las Casas Ajenas, y yo tu macabro gancho xD
Jejejeje no descartemos nada, que Alfredo parece muy sexy xD
Tras varios minutos caminando abandonáis los barrios bajos, Alfredo os indica que todavía queda un rato para llegar a su casa, pero que lo mejor sería no hablar por el camino del tema.
El trayecto transcurre con conversaciones triviales sobre el clima, la cosecha, el precio de los mercados y cosas de ese estilo.
Finalmente llegáis a la casa de Alfredo, parecía un buen lugar, una casa de dos plantas en un barrio acomodado, con todas las necesidades cubiertas con las tiendas de las cercanías.
Cambio de escena.
Marcos iba con los ojos bien abiertos, no hacerlo sería como dejar que los desvalijaran sin más. Sonrió de lado ante las palabras de Don Julián:
- Mi buen Julián, sabremos a quien buscamos en cuanto le veamos... En estos lugares es fácil reconocer a la gente y dificil evitar salir sin acero. - Dijo como sentencia.- Solo tenemos que abrir bien los ojos y mano presta por si el acero llama...
Seguramente dos hombres de armas como ellos llamarían la atención de solo algunos hombres de información y valía serios, ya que un don nadie sería carne de buitres.
Cuando ibais a entrar en una taberna un hombre se os acerca por detrás y os detiene amistosamente.
¿Marcos? ¿Es usted don Marcos?
El hombre era un sucio mendigo que hablaba con algo de miedo en su voz.
Me giro hacia la voz, llevando la mano hacia el hierro, sobresaltado por la forma en que agarran a mi compañero. Al ver al mendigo estiro mi mano hacia su brazo para que le suelte:
- Eso dependerá de quién sea usted y para qué busque al hombre que llama, pero no le aconsejo agarrar asi a la gente.
El hombre suelta de inmediato a Marcos y da un paso hacia atrás.
Perdóneme, perdóneme, sólo quiero ganar unas monedas, y unos hombres me ofrecieron unas por preguntarle si era usted don Marcos, y para decirle que don Antonio de Soria no olvida, que lleve cuidado.
El mendigo empieza a caminar hacia atrás, alejándose de vosotros.
Marcos se echó a reir al acabar de hablar el pobre mendigo, no iba a dejar que le estropearan el día recordando a semejante tipo como Antonio de Soria, buen espada, pero demasiado... No sabia explicarlo, pero algo no le gustaba, sin contar el hecho de querer acabar con él, claro está.
- Tome otra moneda - Dijo sacando una pequeña de su saca.- Y dígale de mi parte algo, y es que si no olvida, haga mejor en preparar la espada que la lengua ajena. Puede marchar buen hombre... - Miró a Julián.- Amigo mio, es hora de seguir buscando lo que nos trajo a estos lares, aunque... - Miró al tipo de nuevo.- Buenhombre, ¿Sería capaz de ayudar a mi amigo por unas monedas? Necesitamos a alguien puesto en la calle.
Siento los macroretrasos, navidades, fiestas, tiempos chungos, bueno, larga historia. Volví y pido mil perdones.
El mendigo parece dudar ante la propuesta, y finalmente niega con gesto torcido.
Lo siento, pero... pero prefiero no meterme en estos asuntos tan peligrosos. Que tengan buen día.
Termina diciendo el descuidado hombre.
Miro cómo se va el mendigo, y de soslayo a mi compañero.
- ¿Es meterme donde no me llaman si pregunto de qué hablaba ese hombre? Por un momento creí que ya estábamos en gresca sin haber empezado ni a hacer preguntas. De todas formas, temo que lo he espantado... Tendremos que buscarnos otro mendigo locuaz para nuestra tarea...
Si puede ser postea cuanto antes para recuperar el ritmo, ya que el resto están por la noche y vosotros todavía por la tarde xD.
Suspiró, recordaba al tipo del que le había hablado el pobre diablo de hacía unos instantes. Había gente que temía cruzar espada con Marcos, otros que sin saber donde se metían querían probar fortuna, por ultimo estaban los que sabían lo que hacían y deseaban despacharle... Antonio de Soria no iba a perderse el ser de estos últimos. En un constante tira y afloja habían medido sus capacidades, con resultados muy muy variables, pero finalmente, por motivos que cada uno desconocía del otro, habían estado en relativa paz un tiempo. Como aquel que deja el trabajo de hoy para otro jornal, habían relegado a la memoria más adormecida que tenían una nemesis que no pararía hasta atravesar con la ropera el pecho contrario.
- Mi buen Julián... - Dijo tras una pausa de unos segundos.- Los fantasmas del pasado siempre vuelven, lo importante es tener la ropera a mano para cuando eso ocurra. Ahora deberíamos buscar a otro avispado que nos guiase, y por Dios que de aqui no salgo sin encontrarlo o rebanar a otro mal mensajero. - Expresó con aire siniestro que apestaba a cansancio más mental que físico.
Perdon pero estuve fuera por entre otras cosas motivos importantes. Me pongo al dia.
- Pues vos direis, y mejor nos aligeramos que el tiempo apremia. Ya hablaremos en otro momento del pasado.
Dejo vagar mi mirada sobre la villanía del lugar, tratando de captar cuál sería el más colaborador.
¿Abordamos a alguien, o nos abordan?
Pasáis la tarde de un lugar a otro, cada vez perdéis más el tiempo con estúpidos que sólo quieren unas monedas a cambio de tonterías.
Finalmente se hace la hora de cenar, así que decidís reuniros con el resto para ver si han tenido suerte.
Para acelerar la cosa...
Cambio de escena.