¿Joana? ¿Hermana? ¿Qué haces? ¿Caterina, estás bien? Me acerco lentamente incrédulo ante lo que veo. Las dos hermanas que tanto amo, ¿Joana era la pálida y carmesí encapuchada? ¿Y qué pintaba Caterina en todo aquello? ¿Y dónde demonios estaba Vincenç?
Demasiadas preguntas y ninguna respuesta.
Las lágrimas caían por mis mejillas mientras avanzaba hacia mis hermanas.
Robo el caballo y me voy lejos, muy lejos, a dónde el dinero que llevo valga el doble que en este reino. Si eso es posible.
Joana, en ese momento, cogió el cuchillo ritual e intentó abalanzarse contra Daniel. Pero estaba débil, y pudo ser reducida por la fuerza, y sostenida por los dos hombres de Alós.
Parecía que el alma se le escapaba por la boca.
Daniel, Dionís y yo llevamos a Caterina y Joana al castillo. Ni que decir tiene que Joana va atada.
Una vez, que el padre Rodrigo sale a petición del barón. Realizo la ceremonia, tal y como me pidió con una leve sonrisa y una lagrima en los ojos.
Al terminar, le beso la mano en señal de respeto y le digo. Ve viejo amigo, yo ya os seguiré después.