Mi sorpresa es evidente, sincera, cuando oigo la acusación de sodomía. Acerca de las acusaciones de Pèire me cuesta algo más disimular una reacción equivalente, aunque mi confianza en el anciano es total.
-Es la primera vez que oigo tal cosa. Tan nefasto pecado... tal injuria al honor de esta casa. Me cuesta creerlo de un caballero tan noble y dispuesto a servir los intereses de los Mormont como Manel. Cierto es que es extraña la soltería en un hombre de su edad, pero creedme si os digo que a mis ojos es el resultado de una absoluta devoción a esta familia. Pèire -dudo unos instantes sobre como abordar este espinoso asunto -sé tan bien como vos cuál es su origen -dije finalmente, recordando las palabras en occitano que había pronunciado antes, en el patio. -Pero es un hombre anciano, muy anciano y desde que tengo memoria, desde que era niña, lo recuerdo presente en mi vida. No creo que tenga mayor vinculación a la herejía que haber nacido en aquella misma tierra del Languedoc.
-Sobre lo primero, no creáis que he esquivado vuestra pregunta. Entended lo que le cuesta a una madre pronunciar las palabras que estoy a punto de pronunciar. Entended que el único motivo por el que lo hago es porque mi deber con Dios es mayor que mi deber con mi propia sangre, mi propia carne.... -un escalofrío recorre mi cuerpo, mi voz es entrecortada, atropellada, intentando justificarme a mí misma en mis actos antes que excusarme ante el joven Daniel. -Se trata de Vicenç. Solía ser un muchacho tranquilo, risueño, pero ha cambiado. Ahora es un hombrecillo cruel, su hermana Clara me habla de amenazas, de violencia... temo que haya mucho más en lo que no me cuenta y en lo que hace a espaldas del mundo. Temo que haya sido él el que envenenase a mi esposo, el barón. ¿Qué hijo hace eso a su padre? No, este cambio en su carácter no es algo natural. Temo... -concluyo con un nudo en la garganta y los ojos vidriosos -que fuerzas oscuras estén obrando sobre su alma. Pero para eso estáis vos aquí, mí señor, para ponerle alivio al sufrimiento de esta madre, ¿no es así?
-Daniel, por fin, no sabéis lo feliz que me siento al poder hablar con vos. Hace tiempo que el hermano Rodrigo de Astorga me contó de vuestra existencia y de que, quizá pudierais ayudar a las buenas gentes que quedan en este remoto paraje entre montañas. Fué una sorpresa para mí descubrir que veníais hacia aquí y encuentro en vuestra presencia una protección que hace tiempo que estoy buscando.
Tras esta introducción entendí que Daniel quería que le contara todo lo sucedido en estos últimos tiempos. Se me hacía un poco complicado intentar resumir todos los acontecimientos en mi cabeza. Así que intenté reunir todo lo sucedido por partes para que Daniel se hiciera una idea de lo que habia acontecido y, al mismo tiempo, fuera él quien me preguntara, exactamente, por los detalles que pensase que eran más importantes.
-Querido Daniel. Creo que los acontecimientos en los que puedes estar interesado empezaron hace unos meses. Yo y Vicenç salimos a cazar y la noche nos sorprendió lejos del castillo, así que localizamos un viejo torreón y nos resguardamos en él. Pero lo primero que nos sorprendió del torreón fué la presencia de una espiral dibujada en el suelo, segun descubrí posteriormente, con sangre. Esa noche tuve una extraña pesadilla, al contrario de lo que le aconteció a Vicenç quien me dijo que para él habia sido testigo de una revelación. Pero no terminaron aquí los hechos insólitos. Oí ruidos raros, e incluso estoy seguro de haber escuchado el llanto de un niño pequeño. Y también vimos como un rebaño de ovejas se despeñaba sin explicación alguna por un acantilado.
Al volver al castillo y narrar los hechos, tuve que volver al torreón con Maria d'Olot, Pèire y Clara para que vieran lo que les habíamos narrado. Manel y Vicenç se añadieron posteriormente a la expedición. Nuestra sorpresa fué descubrir que la espiral habia desaparecido. Pèire me confirmó que el polvo con el que estaba hecha la espiral contenía sangre, cosa que pudo deducir de un poco de substancia que yo agarré antes de partir la noche anterior. Ese mismo dia vimos aparecer un caballero vestido de rojo. Manel fué en su captura, pero al parecer se le escapó.
Durante este mismo viaje descubrí un viejo cementerio aislado, con tumbas sin ninguna marca cristiana. Pedí información a Pèire pero aunque parecía afectado por la visión de tal cementerio, me dijo que no podia decirme mucha cosa de ese sitio.
De hecho, no pude saber mucho más hasta que volví a hacer el trayecto, pasados unos dias, con el recién llegado padre Rodrigo. Él fué quien me contó que hacia años habia morado en estos valles el mal de una forma brutal y despiadada. Al parecer esas tumbas tenían algo que ver con esos años y aunque no llegué a descubrir que pasó, fué entonces cuando el padre Rodrigo me habló de vos y de que podíais ayudarnos.
Al poco tiempo, después que un viaje a Alcalà do Bispe la relación entre la familia empezó a cambiar. Vicenç queria asumir mucha más responsabilidad que la que tenia hasta el momento. Fué entonces que se anunció un torneo en nuestro castillo y nos preparamos para su celebración. Y en este orden de circunstancias, recibimos un aviso que una de las comitivas habia sido atacada por soldados franceses. Fuimos al rescate pero encontramos muy malherido al Conde del Rosellón a quien regresamos al castillo lo más rápido posible.
Pèire, mi padre adoptivo, intentó salvar al Conde de su herida, pero estaba agotado y apenas podia ayudar, y fué un medico de otros lares que estaba por aquí con motivo del torneo, quien salvó la vida del Conde. Y no solo eso. También trató y ayudó a recuperarse a Carles de Mormont, el barón del castillo. Lo insólito fué descubrir que a Carles, segun descubrió dicho medico, lo estaban envenenando.
Como podéis ver, la situación no podia parecer más complicada. Vicenç, Clara y Manel parecen enfadados entre ellos y yo no alcanzo a entender que pasa. Pero lo último que he descubierto es de lo más insólito.
Dudé por unos segundos si tenia que contarle todo lo que me habia dicho el chiquillo. No tenia claro si el niño habia sido victima de una alucinación o si todo lo que me contó era real. Yo quería creerle, pues sus sensaciones me recordaban a lo vivido en el torreón.
-El caso es que cuando fuimos a una de las visitas al cementerio olvidado, me dí cuenta que habia una rosa fresca en una de las tumbas, cosa que me dió a entender que alguien visitaba el lugar periódicamente. Así que mandé a un chaval a vigilar el lugar para descubrir quien podia estar llevando flores. Lo que me contó no sabría deciros si es fruto de su imaginación o si, efectivamente sucedió.
Según me relató, aquel día, Clara y el heredero de Empúries fueron al cementerio, y comenzaron a hacer cosas impuras. En ese momento, Vicenç disparó dos virotes hacia el heredero, que cayó al suelo. Manel apareció, y entre los dos acabaron de matar al joven Ponç, cercenando su cabeza.
Pero lo más impresionante del tema es que esa misma noche volví a ver al heredero vivo en el comedor del castillo, por lo que no puedo entender si el niño vió exactamente lo que decía haber visto o fué una alucionación. Además yo creía que Manel y Vicenç se habian enemistado. Como podia ser que ambos colaboraran en tal atrocidad.
Quiero ir a hablar con Manel, pero antes he decidido contaros todo esto por si Manel tuviera alguna reprimienda hacia mí.
Y hubiera dado por mentira lo que dijo el chaval si no fuera porque también me hablo de un jinete rojo, similar al que vimos hace unos meses en el torreón.
Daniel de Livonia estaba meditando con los ojos cerrados; por un momento, casi parecía dormido. Pero sabías que no lo estaba.
-- Hijo mío, no eres la primera persona en referirme los sucesos del cementerio en el bosque, en unos detalles similares a los que me han llegado por otra vía. Me gustaría hablar con el muchacho.
>> Pero eso será en otro momento --el inquisidor se mesaba la mandíbula, pensativo--. Me gustaría que me llevases al Torreón, por el camino del cementerio --al ver tu cara de asombro, de inquietud, se permitió algo parecido a una sonrisa, y te dijo--. Por supuesto, iríamos escoltados.
En ese momento tocaron a la puerta, y le transmitieron un mensaje a Daniel en voz baja. Se giró hacia ti, con el semblante serio:
-- Parece que han visto a ese jinete de rojo esta noche. Debemos salir cuanto antes.
>> Acompañadme.
No era en realidad una pregunta.
-Daniel, estoy a vuestras ordenes. ¿Dónde lo han visto?
Estaba diciendo esta frase al mismo tiempo que me levantaba raudo y veloz para prepararme para salir a buscar al jinete.